El viaje de Vethas Plentens
Publicado: Jue Ago 06, 2009 4:46 pm
*Luego de unas copas de Vino de Ao, la cara de Vethas se pone rosada… Es la única manera de que suelte la lengua en cuanto a asuntos personales…*
Uhm… yo? Yo? Mi vida, de donde salí? Uhm, no recuerdo bien… Bah, eso les digo a todos… no me gusta hablar de mí, me gusta escuchar… si no hablan estúpidamente de los dioses claro…
*se bebe otro trago, hace una pausa, y retoma*
Aunque… no tendría nada de malo contarla no? No he tenido tanta acción últimamente, en especial porque en este lugar hay mucho palabrerío y pocas aventuras *rie sin razón*
Pero bueno… si me invita a otra copita, le contaré…
Tuve una vida feliz hasta mis seis años, si… Eran bellos tiempos aquellos, mi padre venía todas las noches con oso para la cena *hace una breve pausa*… Cómo lo extraño a veces, sé que él me hubiese hecho aprender mucho más de la batalla y de la espada, era un buen hombre, muy valiente, y agradeceré toda mi vida ser tan parecida a él… Mi padre, Aususs… era un guerrero de talento excepcional… sí… solo alguien con sus cualidades podría haber cautivado el corazón de mi madre, que como cualquier elfa, es pretenciosa al momento de enamorarse. Amywen Galle es su nombre, si alguien tuviese la valentía de conocer Almorel, podría conocerla, todavía vive allí, eso es seguro… Donde? *ríe* No sabe donde queda Almorel? *lo dice como si fuese obvio* Almorel es un viejo asentamiento, las ruinas de lo que antes fue un gran imperio… Si, mi madre lo sabe mejor que yo, ella me lo explicó, sabe todas las historias ocurridas de ese lado del Lago de la Bruma… *vuelve a reír* Sí, lo sé, es muy lejos! Me sorprende haber llegado hasta aquí, a veces me dan ganas de volver sabe? No me gusta mucho la idea de que ella este sola allí, pero es una gran hechicera y tiene un talento sobrenatural con el arco también, no necesitaba mi ayuda *intenta convencerse*…
En fin, como decía, hasta ese entonces todo marchaba bien. El negocio de carpintería de mi madre y la labor de mi padre como defensor de las caravanas de comerciantes que viajaban, nos hacían gozar de una vida normal y feliz...
Pero el destino quiso que una noche enboscaran una de las caravanas. A mi padre le tocaba su guardia esa noche *suspira, se pone muy seria*. Uno de los pocos mercaderes que sobrevivieron al ataque le contó a mi madre lo que había pasado, yo escuchaba desde mi habitación, mientras ella se ahogaba en lágrimas *hace un esfuerzo muy grande para no llorar*. No se trató de unos simples bandidos, era una banda mucho más inusual, organizada...
En fin, comprenderá que no recuerde detalles de ese momento verdad? *mira el horizonte* Todo lo que puedo decirle, es que los 10 años que siguieron, practiqué con una espadita de madera diferentes movimientos que mi padre me había enseñado. Sentía que él se sentiría orgulloso de mí y eso me daba fuerzas. Con el tiempo adquirí cierta habilidad, y a mi madre no le gustaban nada mis eventuales ideas de retomar el trabajo de papá. Lo cierto es que yo guardaba esperanza de encontrar esa banda de ladrones, de vengarme *ríe* Qué ingenua, tenía poco más de 16 años... no sabía lo indefensa que estaba frente al mundo.
Mi madre intentaba distraerme con la carpintería, insistiendome con que eso de la espada no me "convenía"... más bien me intentaba convencer para que no hiciese lo que terminé haciendo: ir en busca de esos canallas. Aprendí lo poco que sé del oficio gracias a ella e incluso siempre estaré agradecida, pero lo cierto es que a los 17 años me cansé, quise partir. Fue un momento muy duro *juguetea con la copa vacía*, pero al final, luego de muchas discusiones y reconciliaciones, logré su aprobación... Quiso acompañarme pero me negué, me armé como pude y me fuí con la caravana de comerciantes, a quienes ofrecí mi espada para sus arduos caminos...
Si, la verdad es que los comerciantes eran un poco idiotas... Como dejar que una pequeñaja aficionada con la espada (de madera encima) los acompañase? No sé, pero por más increíble que parezca, así fue...
Habíamos llegado muy lejos, hasta Lyrabar, cerca del Bosque Gris, donde la caravana termina su camino y emprende el regreso. Yo me alejé de los demás y me metí estúpidamente al bosque, buscando no sé qué, como si allí estuvieran los asesinos de mi padre. Lejos de eso, encontré un oso enorme, horrible. Quise morir luchando y cuando arremetió contra mí, le propiné un espadazo. Había cerrado los ojos incluso! Cuando los abrí, la bestia yacía en el suelo. Me creía la mejor guerrera de Faerun! *te mira revoleando los ojos*.Los tipos que habían ido a buscarme, preocupados por mi ausencia, no lo podían creer, pero terminaron por alimentar mi ego diciendo que había acabado con un oso...lechuza? algo así. Me dieron una espada de verdad y me insistiera para que volviera con ellos a Almorel, pero yo, creída que portaba un talento increíble, rechacé su invitación, y tomé otro camino.
Continué viaje, de caravana en caravana, de ciudad en ciudad, pero difícilmente recuerde alguna... Menos en este estado *admite, con la cara aún rosada por el vino*. Ya atravezando Coymir, encontré un diario en mi mochila, con la caligrafía de mi madre. Tenía poesía de ella y demás historias que escribía *saca de la nada un librito con una tapa de piel de oso*. Leyendolo comprendí todo: Si no había salido con este diario en la mochila, como había llegado allí? La respuesta estaba escrita aquí mismo: Mi propia madre me acompañó hasta Lyrabar, e incluso un poco más lejos. Ella me defendió de ese oso con su magia... con esas... "Luces extrañas" que hace con la mano *esa es su definición más exacta y común*. Nunca la había visto porque ella sabe como hacerse invisible. TOTALMENTE invisible e imperceptible! no como esas pociones que vende el estafador de Riam. Pero me había dejado escrito que era el momento que me valiese por mi cuenta, que probase mi valor, y que si necesitaba, siempre podría volver a casa.
Me di cuenta muy tarde de la existencia de este diario. De no haber sido así, hubiese vuelto. Pero cuando lo había encontrado, ya estaba totaalmente perdida. Los enanos de Coymir no tenían ni idea de donde quedaba el Lago de la Bruma; uno solo sabía el lugar pero, para mí poca fortuna, me indicó un camino totalmente errado. Confiada seguí sus indicaciones, más cuando quise darme cuenta había llegado casi a la Costa de la Espada, no sé donde exactamente... Lo que sí sé es que había una villa, alejada de las grandes ciudades. Cuando pedí indicaciones allí tomé conciencia de lo perdida que estaba. Ya tomando cualquier camino y cualquier viaje o caravana que se me cruzara por el camino, terminé llegando quién sabe como a Nevesmortas. Igual no creo que haya sido una casualidad que haya llegado en una sola pieza hasta aquí, algo en el fondo me dice que mi madre tuvo algo que ver con mi suerte, y también con eso de que me perdiera. Supongo que realmente quería que me probase a mi misma... si es como yo pienso...
Pff *ya hace un rato tiene un color normal en el rostro* hablé demasiado verdad? Si, se que nadie podría creer una sola palabra por eso simplemente lo guardo como un secreto... Buenas... *se interrumpe* Señor? *mira para todos lados* Donde se ha ido?? *se rasca la cabeza confundida*
//Sé que me extendí mucho...
Uhm… yo? Yo? Mi vida, de donde salí? Uhm, no recuerdo bien… Bah, eso les digo a todos… no me gusta hablar de mí, me gusta escuchar… si no hablan estúpidamente de los dioses claro…
*se bebe otro trago, hace una pausa, y retoma*
Aunque… no tendría nada de malo contarla no? No he tenido tanta acción últimamente, en especial porque en este lugar hay mucho palabrerío y pocas aventuras *rie sin razón*
Pero bueno… si me invita a otra copita, le contaré…
Tuve una vida feliz hasta mis seis años, si… Eran bellos tiempos aquellos, mi padre venía todas las noches con oso para la cena *hace una breve pausa*… Cómo lo extraño a veces, sé que él me hubiese hecho aprender mucho más de la batalla y de la espada, era un buen hombre, muy valiente, y agradeceré toda mi vida ser tan parecida a él… Mi padre, Aususs… era un guerrero de talento excepcional… sí… solo alguien con sus cualidades podría haber cautivado el corazón de mi madre, que como cualquier elfa, es pretenciosa al momento de enamorarse. Amywen Galle es su nombre, si alguien tuviese la valentía de conocer Almorel, podría conocerla, todavía vive allí, eso es seguro… Donde? *ríe* No sabe donde queda Almorel? *lo dice como si fuese obvio* Almorel es un viejo asentamiento, las ruinas de lo que antes fue un gran imperio… Si, mi madre lo sabe mejor que yo, ella me lo explicó, sabe todas las historias ocurridas de ese lado del Lago de la Bruma… *vuelve a reír* Sí, lo sé, es muy lejos! Me sorprende haber llegado hasta aquí, a veces me dan ganas de volver sabe? No me gusta mucho la idea de que ella este sola allí, pero es una gran hechicera y tiene un talento sobrenatural con el arco también, no necesitaba mi ayuda *intenta convencerse*…
En fin, como decía, hasta ese entonces todo marchaba bien. El negocio de carpintería de mi madre y la labor de mi padre como defensor de las caravanas de comerciantes que viajaban, nos hacían gozar de una vida normal y feliz...
Pero el destino quiso que una noche enboscaran una de las caravanas. A mi padre le tocaba su guardia esa noche *suspira, se pone muy seria*. Uno de los pocos mercaderes que sobrevivieron al ataque le contó a mi madre lo que había pasado, yo escuchaba desde mi habitación, mientras ella se ahogaba en lágrimas *hace un esfuerzo muy grande para no llorar*. No se trató de unos simples bandidos, era una banda mucho más inusual, organizada...
En fin, comprenderá que no recuerde detalles de ese momento verdad? *mira el horizonte* Todo lo que puedo decirle, es que los 10 años que siguieron, practiqué con una espadita de madera diferentes movimientos que mi padre me había enseñado. Sentía que él se sentiría orgulloso de mí y eso me daba fuerzas. Con el tiempo adquirí cierta habilidad, y a mi madre no le gustaban nada mis eventuales ideas de retomar el trabajo de papá. Lo cierto es que yo guardaba esperanza de encontrar esa banda de ladrones, de vengarme *ríe* Qué ingenua, tenía poco más de 16 años... no sabía lo indefensa que estaba frente al mundo.
Mi madre intentaba distraerme con la carpintería, insistiendome con que eso de la espada no me "convenía"... más bien me intentaba convencer para que no hiciese lo que terminé haciendo: ir en busca de esos canallas. Aprendí lo poco que sé del oficio gracias a ella e incluso siempre estaré agradecida, pero lo cierto es que a los 17 años me cansé, quise partir. Fue un momento muy duro *juguetea con la copa vacía*, pero al final, luego de muchas discusiones y reconciliaciones, logré su aprobación... Quiso acompañarme pero me negué, me armé como pude y me fuí con la caravana de comerciantes, a quienes ofrecí mi espada para sus arduos caminos...
Si, la verdad es que los comerciantes eran un poco idiotas... Como dejar que una pequeñaja aficionada con la espada (de madera encima) los acompañase? No sé, pero por más increíble que parezca, así fue...
Habíamos llegado muy lejos, hasta Lyrabar, cerca del Bosque Gris, donde la caravana termina su camino y emprende el regreso. Yo me alejé de los demás y me metí estúpidamente al bosque, buscando no sé qué, como si allí estuvieran los asesinos de mi padre. Lejos de eso, encontré un oso enorme, horrible. Quise morir luchando y cuando arremetió contra mí, le propiné un espadazo. Había cerrado los ojos incluso! Cuando los abrí, la bestia yacía en el suelo. Me creía la mejor guerrera de Faerun! *te mira revoleando los ojos*.Los tipos que habían ido a buscarme, preocupados por mi ausencia, no lo podían creer, pero terminaron por alimentar mi ego diciendo que había acabado con un oso...lechuza? algo así. Me dieron una espada de verdad y me insistiera para que volviera con ellos a Almorel, pero yo, creída que portaba un talento increíble, rechacé su invitación, y tomé otro camino.
Continué viaje, de caravana en caravana, de ciudad en ciudad, pero difícilmente recuerde alguna... Menos en este estado *admite, con la cara aún rosada por el vino*. Ya atravezando Coymir, encontré un diario en mi mochila, con la caligrafía de mi madre. Tenía poesía de ella y demás historias que escribía *saca de la nada un librito con una tapa de piel de oso*. Leyendolo comprendí todo: Si no había salido con este diario en la mochila, como había llegado allí? La respuesta estaba escrita aquí mismo: Mi propia madre me acompañó hasta Lyrabar, e incluso un poco más lejos. Ella me defendió de ese oso con su magia... con esas... "Luces extrañas" que hace con la mano *esa es su definición más exacta y común*. Nunca la había visto porque ella sabe como hacerse invisible. TOTALMENTE invisible e imperceptible! no como esas pociones que vende el estafador de Riam. Pero me había dejado escrito que era el momento que me valiese por mi cuenta, que probase mi valor, y que si necesitaba, siempre podría volver a casa.
Me di cuenta muy tarde de la existencia de este diario. De no haber sido así, hubiese vuelto. Pero cuando lo había encontrado, ya estaba totaalmente perdida. Los enanos de Coymir no tenían ni idea de donde quedaba el Lago de la Bruma; uno solo sabía el lugar pero, para mí poca fortuna, me indicó un camino totalmente errado. Confiada seguí sus indicaciones, más cuando quise darme cuenta había llegado casi a la Costa de la Espada, no sé donde exactamente... Lo que sí sé es que había una villa, alejada de las grandes ciudades. Cuando pedí indicaciones allí tomé conciencia de lo perdida que estaba. Ya tomando cualquier camino y cualquier viaje o caravana que se me cruzara por el camino, terminé llegando quién sabe como a Nevesmortas. Igual no creo que haya sido una casualidad que haya llegado en una sola pieza hasta aquí, algo en el fondo me dice que mi madre tuvo algo que ver con mi suerte, y también con eso de que me perdiera. Supongo que realmente quería que me probase a mi misma... si es como yo pienso...
Pff *ya hace un rato tiene un color normal en el rostro* hablé demasiado verdad? Si, se que nadie podría creer una sola palabra por eso simplemente lo guardo como un secreto... Buenas... *se interrumpe* Señor? *mira para todos lados* Donde se ha ido?? *se rasca la cabeza confundida*
//Sé que me extendí mucho...
