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Agama Te y Kirath exploran el Norte

Publicado: Dom Ago 16, 2009 8:20 pm
por Walhalla
Yo, Agama Te, volvía de un viaje de placer hacia Nevesmortas cuando a las puertas de la villa me encontré a Kirath Lavaeolus.

El elfo, muy preocupado me confió que quería adquirir una pieza que sólo estaba disponible en Sundabar y que quería de mi ayuda para comprarla a buen precio.

Normalmene hubiera refusado ese tipo de ofertas, pues el regateo y la negociación son habilidades del más indigno de los villanos, pero como le vi tan apurado, y soy buena persona, acepté ayudarle. Además, él me ofreció ciertas bagatelas sin demasiado valor (y eso que algunas eran de manufactura élfica) que le acepté más por no ofenderle que por otra cosa.

Como era un viaje de negocios, me puse mis mejores ropas (un truco que aprendí en mi Marschenberg natal para distraer al vendedor y sacar algo menos de lo que pedía inicialmente) y emplacé al Kirath a hacer lo mismo, pero no me hizo caso, él estaba cómodo con esos harapos (cualquiera diría que es un druida poderoso) y no los cambiaba.

Para no mancharnos por el camino (punto indispoensable para que mis ropas hicieran su efecto) tomamos la caravana.

Aún no sé si fué por error, por querer gastarnos una broma o por simple cobardía al ver un ciervo, pero el muy zopenco del conductor de repenté se paró en seco y empezó a gritar: ¡¡BANDIDOS!! ¡¡BANDIDOS!! y se metió con nosotros en el carruaje.

Infructuosamente intentamos (bueno, lo hice yo solo, porqué a Kirath no le molestaba en absoluto ese hombre allí) sacarle del carro, así que al final salimos nosotros.

Armas en mano, rodeamos el carro y vigilamos un poco la zona, pero no había ni rastro de bandidos.

Así que después de reprenderle severamente, volvimos a ponernos en marcha.

Finalmente llegamos a Sundabar, e hicimos la compra que tanto ansiaba mi amigo. Después me confesó que a él le habían ofrecido la pieza por un precio mucho más alto, pero ¿que se podía esperar de un hombre que cambiaria bayas por un cinturón consagrado?

Cuando ya ibamos a retirarnos a dormir, Kirath empezó a quejarse de las aroma que desprende una ciudad, y yo le contesté que gracias a las cloacas, no era algo peor.

Después de habalr un rato sobre el tema, llegué a la conclusión que el concepto "cloaca" lo tenía, pero no parecía entenderlo en el sí de una ciudad.

Gracias a los dioses, en Sundabar las cloacas son de libre acceso y decidí que lo mejor que podía hacer era mostrárselas.

Una vez a bajo, comprobando que mis palabras eran ciertas (gracias a las cloacas se puede respirar en Sundabar) le avisé que allí había un ecosistema (usando las palabras de Kirath) propio, y trampas para defenderse de él. Al fin y al cabo, los trabajadores para el mantenimiento de las cloacas, aunque parezca mentira, también son personas.

Fué en ese discurso cuando me acordé de esa historia que explican los de la ciudad, sobre las cloacas:

Hace tiempo, cuando se acababan de terminar las obras de las cloacas, los trabajadores cobraban bastante dinero (bueno, ahora probablemente también) y como nadie quería bajar hasta allí por el hedor y la suciedad (nadie en su cabal lo haria), empezaron a guardar el dinero del jornal en las mismas cloacas.

Los ladrones, se enteraron de ello, y empezaron a abajar a por el dinero de los trabajadores, y empezaron una lucha. Los trabajadores ponían trampas a los ladrones para que estos no les robasen, y estos las desmontaban y les robaban igual, así que los trabajadores empezaron a esconder el dinero más abajo.

Además, con tanta porquería por allí, entre los desechos de la ciudad y los muertos por tanta codicia, empezaron a crecer muchos animales peligrosos, hasta que a día de hoy, uno puede encontrarse escarabajos del tamaño de un perro grande. Bueno, pero eso es anecdótico.

La cuestión es que empezaron a guardar el dinero más abajo y cada vez más. Eso en si no era malo, porque para justificar su descenso, argumentaban que estaban ampliando las cloacas (y así pedían un sobresueldo) y en realidad lo hacían.

El problema es que se encontraron con una cosa que no esperaban... parece ser que alguien se les había adelantado en bajar a esas profundidades y había montado no-sé-qué secta. Según me comentó una vez Talin, el mago daltónico, era una secta dedicada a la muerte y eso era un templo.

Intrigado por esa historia, Kirath me acompañó hasta la mismísima entrada del templo, y curioso como es él, entramos.

Por suerte no era día de culto, porque si no hubiera podido ser bastante peor. Luchamos a muerte contra sectarios y otras bestias que allí había, rob... recogímos parte de sus tesoros a fin de poder pagar las reparaciones en nuestro equipo, que ellos habían causado, y nos largamos por patas. A mi me enseñaron a saber cuando no era bienvenido en un lugar y me consta que a Kirath también. Y, definitivamente, allí no lo éramos...

Cuando finalmente salimos, Kirath admitió que el aire de la ciudad no era tan malo como él pensaba. Después de haber visto el precio a pagar, hasta consideró que era bueno (por las circumstancias, claro...)

Y así nos fuimos a dormir.

Al día siguiente, cuando nos reunimos para desayunar, me comentó que los orcos habían vuelto al norte y que quería investigar un poco.

Evidentemente, le pregunté si los aires de las cloacas le habían vuelto loco. Si uno no es orco, investigar ese territorio infestado de orcos es básicamente mortal. Después de discutir un rato, consiguió convencerme con la excusa de que por allí cerca, había una cripta llena de trampas, y todo el mundo sabe que los mejores tesoros (y joyas) están encerrados con trampas. A fin de mejorar mis artes de joyería, desmont... observando esos tesoros, accedí a acompañarle.

Y al norte nos fuimos.

Al principio fué fácil. Kirath se lleva bien con todo tipo de alimañas y otras bestias salvajes que habitan los bosuqes y montañas de la Marca, así que sólo hacía falta dejárle a él delante y hablase con todo bicho viviente. Era lento, pero nos salvó de varias patrullas orcas que nos superaban (y mucho) en número.

Después se complicó. Los animales escaseaban y las plantas parece ser que no son tan comunicativas. Así que tuvimos que luchar codo con codo (o, en el caso de Kirath, codo con garra), hasta llegar al corazón del nuevo territorio orco.

Pasadas (Kirath prefirió esconderse y dejar pasar) algunas patrullas, llegamos (y observamos y pasamos de largo) a varios campamentos orcos. Por suerte, mi experiencia militar nos aconsejaba que eran demasiados y no era una buena opción luchar hasta exterminarlos, y seguimos avanzando hacia el este.

Al final, se acabó el territorio orco, y nos encontramos con gnolls. No sé si eso debe ser territorio gnoll, o los orcos lo comparten como buenos hermanos, pero dejamos de ver orcos y empezamos a ver gnolls, muchos gnolls.

Siguiendo el espíritu que había guiado nuestro viaje hasta el momento (la supervivencia para poder reclamar la gloria después), intentamos evitar el máximo de patrullas posibles.

Pero ¡¡maldita sea nuestra suerte!!, había un pequeño destacamento de gnolls justo delante de la cripta. Si queríamos entrar, no teníamos otra opción que luchar. Y así lo hicimos.

Repartímos estocadas y flechazos, conjuros mortales circulaban por el aire de las manos de Kirath, y el aire se llenó del hedor de la sangre de esas bestias.

Pero ¡¡aaahh, Fatalidad!! yo estaba cazando a unos rezagados gnolls que nos acosaban cuando me di cuenta que el arco de Kirath ya no sonaba. Preocupado, tanto por si se había quedado sin flechas, o por si algo peor había pasado, me volví a acercarme a nuestra posición de combate inicial y allí estaba, tumbado en la nieve, inconsciente, con media docena de gnolls, ¡¡que digo media!! ¡¡una docena!! riéndose de él.

Y yo, que he recibido insultos y desprecios (injustamente, pero los he recibido) por mi forma de ser, sólo podía hacer una cosa, salvar a mi amigo, de tan infame e indigna forma de morir. Así que no me lo planteo y estoco a uno, a otro le corto el gaznate y a otro le pateo la entrepierna (si, sé que no es muy correcto para alguien de mi clase, pero me superaban en número), y así hasta que acabé con todos ellos.

Bueno, debo admitir que algunos huyeron y regresaron (con refuerzos) cuando yo estaba comprobando la bol... la salud de Kirath.

En esas condiciones solo podía hacer una cosa. Ya estabamos extenuados y si entrábamos en la cripta o nos seguirían, o nos esperarían fuera y ninguna de esas opciones era viable. Así que empecé a correr hacia el este cargando con Kirath y cuando por fín les despisté, me lo tomé con más calma.

Por suerte soy bueno en eso de esconderme en alco... bosques y pude llegar hasta un lugar más seguro y cercano de aquí, lejos de los gnolls.

Tumbé a Kirath en el suelo, y durante un buen rato me dediqué a sacar las flechas que Kirath tenía clavadas por todo el cuerpo, la verdad es que más que un elfo parecía un alfiletero. Después de eso, le hice unas curas básicas que aprendí en el ejército (si, nuestro sargento siempre decía que el ron lo curaba todo...) y cuando recobró el conocimiento, aunque no estaba sobrio, pudo curarse un mínimo él solito.


Y así es, Señor Sargento Enano, Guardia de la Puerta de Adbar, cómo hemos llegado hasta aquí, yo y este elfo medio borracho. Ha sido una explicación larga, pero creo que ha valido la pena... y ahora... nos dejará pasar a descansar a la posada, ¿por favor?...

Re: Agama Te y Kirath exploran el Norte

Publicado: Lun Ago 17, 2009 9:11 am
por Sr_J
*Aplaude efusivamente al relato* Espero durmiérais bien en la posada del dragón.

Re: Agama Te y Kirath exploran el Norte

Publicado: Lun Ago 17, 2009 11:39 am
por Malar
Buen relato, y un buen ejemplo de cómo se emplea la ambientación del servidor para hacer lo que nos gusta a todos, DM´s y jugadores: ROLEAR un rato con amigos (todo lo contrario al campeo).

¡Bien escrito!

Re: Agama Te y Kirath exploran el Norte

Publicado: Mar Ago 18, 2009 5:37 pm
por Walhalla
uou... a Agama no le pasará nada, por que es lo que espera... pero a mi se me subiran los colores... (y el ego... :p)