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Los Heraldos de la Sombra

Publicado: Mié Ago 19, 2009 5:00 pm
por Dae
"Demasiado he vagado engañandome con falsas ansias de ser un guardián del bosque. Eso terminó cuando Maya pereció. Demasiado he vivido en comunión con la sombra sin siquiera saberlo. Demasiado tiempo he insultado tu nombre y el mío. Pero tranquilo, ya no tendrás que tolerar ese insulto por más tiempo. Abandono el camino del bosque y busco el camino de las sombras hoy como debió haber sido desde hace tanto.
Pero por favor recuerda que eres al único a quien he profesado fe y respeto incondicional. Y el respeto por tí y los tuyos permanecerá en mi vida."


- La última plegaria de Daedelath hacia Silvanus.


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La hora era tardía, ocaso ya, cuando el primer cartel apareció colgado en el tablón de Nevesmortas.
··Perfumes y fragancias en venta··
Maravillosos Aromas Sin Comparasión Alguna. Reviva Amores Olvidades; Sienta La Llama Atenuarse Mientras Arde
Astinus, maestro herbalista y alquimista
Anuncios comerciales, nada fuera de lo común aparte de unos colores curiosamente seleccionados entre negro gris y rojo. Lo que llamaría la atención a unos cuantos despiertos sería quien los colocaba. Astinus, un conocido mercenario caracterizado por su sarcasmo, frialdad y cinismo, no calzaba con el perfil de "vendedor de perfumes" para aquellos que tenían cierto conocimiento de sus andares. Una y otra vez, los mensajes reaparecían en el tablón. Siempre suficientemente modestos como para no llamar demasiado la atención, y a la vez suficientemente llamativos para ser notados por los ojos adecuados.

Una joven aparentemente inocente, Kyara Grey, fue la primera a contestar el llamado. Recien llegada desde lejanas tierras, buscaba una manera de contactar a los suyos. Kyara Grey tuvo esa capacidad de ver lo escondido a simple vista, eso que muchas de las mentes más grandes y entrenadas del continente no lograron notar. Despues de todo, a pocos se les instruye para ver más allá del cuerpo, buscando ese pequeño punto vital, y tantas veces letal, en cada uno de los seres y objetos que le rodean. Y eso fue lo que vio la joven ascética. Lo que estaba oculto a simple vista:
··Perfumes y fragancias en venta··
Maravillosos Aromas Sin Comparasión Alguna. Reviva Amores Olvidades; Sienta La Llama Atenuarse Mientras Arde
Astinus, maestro herbalista y alquimista
Y fue así, como la primera sombra acudió al aullido del Lobo Asesino, quién buscaba, y aun busca reunir a la élite Mascarita. Esos que se caracterizan por tener una mente tan afilada como las dagas que empuñan. Ladrones, asesinos, criminales y demás fieles por igual sentirán el llamado de la sombra si son merecedores de encontrarlo.

Poco a poco los carteles fueron desapareciendo, siendo olvidados como tantos otros anuncios mercantes en la aparentemente tranquila villa de Nevesmortas. Y se le advierte a los que buscan al Señor de las Sombras, él sigue buscandoles.

//Pues eso, voy a intentar seguir escribiendo sobre como nos va con los intentos en las reuniones mascaritas, acompañadas de mini-relatos de como fue Dae dejando de lado a Silvanus y buscó a Mácara, y más importante aun, el por qué. Espero no haberlos aburrido demasiado :)

//P.S. Mis agradecimientos a _Gominolas_ y seba172 por la ayuda con el mensaje oculto... De seguro aun seguiría intentando escribirlo si no me hubieran echado una mano jeje

Re: Los Heraldos de la Sombra

Publicado: Jue Ago 20, 2009 1:45 am
por Monja
Genial relato men, me encanto.

Re: Los Heraldos de la Sombra

Publicado: Vie Ago 21, 2009 9:42 pm
por Dae
El Puño y la Rosa. Mercenarios.
Cada día encuentro que formar parte de este bando de peligrosos y maliciosos sujetos más simple incluso que mis días en la Garra Custodia. Ya podría decir que me encuentro "a gusto con los de mi propia calaña". He encontrado mentes de mi mismo potencial y malicia, además de guerreros que sobrepasan mis habilidades y asesinos que han de dejarme viendo como un estúpido novato. Y sin embargo, falta algo.
Silvanus no tiene cabida en este mundo de intriga, engaño y juegos de poder. Veo a Kuzadrepa con su fé en Tempus protegiendole, haciendole más poderoso que cualquiera de nosotros Quizá sea ese el único motivo por el cual continúe siendo el líder; ese temor a ser destruido por el mismísimo Señor de la Guerra si acaso yo llegase a cortarle la garganta en su sueño para reclamar su lugar.

Creo haber perdido mi fé.


-Escrito en el diario de Daedelath, tres días luego de su ingreso a la Hermandad Mercenaria

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Lainus, un joven muchacho desde el punto de vista élfico. Orgulloso, odioso y temperamental a los ojos del viejo Lobo. Pero con esa capacidad de ver más allá de lo aparente. "Con potencial" lo describiría Daedelath ante los demás motivando el haberlo reclutado.

Una noche como cualquier otra, en los cuarteles del Puño y la Rosa, se le ofreció una extraña invitación al pálido elfo. Acompañar a Daedelath en un viaje. Su mente al instante captaría lo curioso del asunto. El montaráz por lo general viajaba solo.

Un viaje a la Hondona de Auvan, fue su explicación. Simple, llana, inconclusa. Justo luego de pasar Sundabar, fuera del oido de los legionarios quienes patrullaban el camino, comenzó el juego. Un par de comentarios sobre los Arpistas, su poder, su control político, y más importante aun, su semi-secretismo.

A todo esto, Lainus se encontraba divagando en pensamientos sobre los motivos de Daedelath para mencionarle esto. ¿Acaso quería acabar con uno de ellos? Tardaría minutos en descubrir por si mismo la respuesta.

-¿A que deidad sirves?- Musitaba Dae mientras retiraba su cimitarra, la Buscadora de Sangre, del cuello cercenado de un oso lechuza.
La réplica de Lainus fue una llena de orgullo: -Yo no sirvo a nadie, no tengo necesidad para un maestro-. Para su sorpresa, el semielfo no le respondió con su típica sonrisa, más prosiguió presionando el punto.

"Hay quienes creen que servir a un ser superior es cuestión de arrodillarse y musitar plegarias todo el día. Lo cierto es que pocos seguidores rinden tributo de esa manera. A Tempus el furor de la batalla le complace, a Silvanus la protección de lo suyo y su balance."
Dae reparó en ese momento una mirada en el orgulloso elfo, sonriendo ahora y revelando sus verdaderas intenciones. "Y hay uno quién sonrie ante la astucia de unos pocos, el engaño, la sutileza del acero, y el cobijo de las sombras."

Al notar el silencio de Lainus, el asesino prosiguió con sus palabras. -"Los Arpistas son novatos comparados a nosotros quienes seguimos a esta Sombra Omnipresente. Y mira todo lo que han logrado."- Para quien escuchase a Daedelath, sabría que su conocimiento sobre este grupo era por demás incorrecto, pero su tono de voz reflejaba poco interés en ello; su meta era encontrar un punto de comparación, no importaba que tanto debiera "moldear" los hechos. -"Su secreto, su habilidad de obtener información."

El Puño y la Rosa, el oro, artefactos mágicos, todo eso era un medio, no un fin. Y mediante el semielfo comentaba eso, veia el brillo de interés en los ojos del joven asesino escondido tras esa mirada de cinismo y sus comentarios que anunciaban una aparente falta de interés.

-El medio es tan importante como el fin. El más valioso y codiciado medio es la captura y manipulación de información. Y el verdadero fin es el Poder. Poder sobre todos estos a nuestro alrededor. Esos que viven indiferentes a la omnipresencia de las sombras

Tengo un trabajo para tí Lainus.- terminaba de comentar el semielfo. -Y es relativamete simple para tus considerables habilidades. - Extendiendo su mano, le entregó un pequeño pergamino conteniendo una sola imagen:

Imagen

Llegando finalmente a la Hondona, Daedelath dijo el último comentario de la larga noche: -Ve a la biblioteca de Sundabar y roba el tomo adornado con esa imagen.- De seguro Máscara apreciaría la ironía.



Fue así como inició el reclutamiento de la segunda sombra. El próximo paso a dar sería el más dificil hasta el momento. Las joyas de la corona. Daedelath sonreía mientras veía a Launis partir con su nueva misión, mientras que su cabeza ideaba la manera de llamar la atención de esos dos a quienes debería tratar con tal precaución que un frío recorría su espalda de solo pensar en ello. Esos a quienes él se refería como: La Sacerdotiza Sombría y el Asechador Blanco.

//Mis disculpas por haber cambiado un poco la escena, pero lo cierto es que mi cabeza no es lo más confiable en lo que respecta a la memoria. Igualmente gracias a maestrodearmas por el buen rato ^^