La Caída del Dracoliche

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Torm3nt

La Caída del Dracoliche

Mensaje por Torm3nt »

Los niños, felices de tanto no escuchar una narración de Arlequín, se arremolinaban y apelotonaban delante de él, para escucharla bien y atentamente. En el Blasón todo estaba pendiente de él, esperando lo ocurrido aquella anterior noche, donde los héroes de Nevesmortas partieron en busca de aquello que les superaba, tanto físicamente como mágicamente... y es conocido por todos por su temible aspecto, poder y inmortalidad.

Jóvenes, adultos y ancianos se ajuntaron en la fuente, mientras Arlequín se descolgaba de la espalda un arco corto, la gente, extrañada lo miraba. El trovador sonrió y les explocó dulcemente que era:

-Este arco, amigos mios, es Nota Cadenciosa, un arco poderoso en combate como hábil en el ámbito musical. Pese a que solo tenga una cuerda, su magia y su esencia élfica me favorecerán en tan épica aventura.

Así pues, tocando su única cuerda por diferentes localizaciones a lo largo de ella, una gran variedad de notas salieron y salieron, agudas, graves, dulces y suaves, y pronto comenzó a sonar una armonía hechizadora.

"Osos, lobos, tejones, jabalíes y animales del bosque, huien en ver a los héroes de Nevesmortas. Rigrin, Iruss, Hoerath, Grugar, Kati y Arlequín, viajan en la lluvia hacia el cubil del dragón. Con las botas enfangadas y los hombros mojados, caminaron lentamente desde nuestra amada aldea hasta los confines de Felbarr. El pequeño mediano bromeaba para alegrar el viaje, de Dracoliche a Árbol de Liche, y de Filacteria a Pila de Feria. Sin duda, divertido, sin duda, los ánimos del grupo aun seguían bajos, mentalizandose de aquello que delante se les planteaba. ¿Como acabarían? Que Tymora les asista, Torm les guíe la espada y Ilmáter se apiade de sus heridas. Caminan y caminan por senderos rocosos, entre neblina y la noche.
Finalmente, bajo el resguardo de los muros de Felbarr, los héroes reposaron, descansaron, meditaron y sobretodo, sonrieron. Un desenlace funebre, quizás, les esperaría, y un desafío les aguardaba entre la más profunda oscuridad de la montaña. Solo sus antorchas iluminaban, y la senda de vuelta a sus hogares, desaparecía en la oscuridad del tenebroso pasaje. No se veía el techo, no se veía el suelo, y por una estrecha pasarela, los seis de Nevesmortas llegaban a su meta.
Una puerta fue abierta, y detrás de ella... un enorme cementerio enterrado. Esqueletos y otros seres repugnantes, saltaron a por ellos, pero la fe que los guiaba consiguió protegerlos. Susurros de sombras, risas de fantasmas, el más tenebroso lugar para iluminarlo con el corazón puro de los elegidos. El final se acercaba, y los nervios, se resistían a salir a la superficie. Un solo fallo, y todos, absolutamente todos, se reunirían con sus dioses amados.
A continuación, oscuridad, más y más oscuridad, y entre esta, pasarelas de madera, altamente inestables, y con mucho riesgo de que se hundieran al vacío que había bajo sus pies. Más seres oscuros defendían el cubil de la bestia, magnos magos de épocas pasadas, y absorvedores de flujo vital. Aun así, no pudieron resistirse a la fuerza de nuestros salvadores, guías en la más profunda oscuridad.
Sus ojos, lagrimosos se dispusieron, al ver el yacente cadáver de uno de sus compañeros. Su armadura, teñida de su propia sangre, su arma, usada en su contra, y su mirada perdida en la más profunda oscuridad.
El más temido miedo enraizaba a los aventureros, y lamentaron la pérdida de otro de los grandes héroes de Nevesmortas. Aun así, la chispa de la vida brotó en él, cuando Arlequín, previsor, extrajo un pergamino impregnado del más divino poder. Magias blancas, luces brillantes, y energía positiva sanaron al cadaver, y su alma retornó al Plano Material. ¿Que ocurrió? Se preguntó Turek, y las sonrisas y la fe de los aventureros retornó a sus corazones.
De la más profunda sombra, apareció un rostro conocido, tomado por perdido, pero que traían esperanza a los aventureros. Era, sin duda, Aeris, gran arcana, pues su poder, favorecería en el objetivo que tenían encomendados. Ya no eran seis, sinó ocho, los héroes que lucharán contra el más temible de sus oponentes, y la fuerza de los ocho juntos, quebrará el poder del inmortal.
Un enigma, les impedía avanzar, cuatro palancas, un tablero de ajedrez, y estatuas de piedra. En el centro, una gran y temible estatua de dragón, de piedra pura. Sin duda.. ¿Que sería? Kati intentó cruzar el tablero, y junto Aeris, y otros aventureros, quedaron petrificados. Conociendo ya la trampa que debíamos evadir, los conocimientos de Arlequín se unieron a la fuerza divina de la Capitana Iruss, y su espada, la gran Vengadora Sagrada, sobrepasaría el poder de cualquier conjuro con su divino poder. Con el simple roce del arma, los petrificados, despetrificados quedaron, y el acertijo fue solucionado. Las cuatro palancas, una sola combinación, fueron tocadas de manera correcta, y las puertas oxidadas, se abrieron de par en par. El hedor de cadáveres de muertos en putrefacción y oleadas de energía negativa asolaron la entrada hacia el cubil, y los héroes, a rastras, lograron entrar. No había tiempo que esperar, y en cuestión de minutos, descansaron un poco para recuperar fuerzas y seguir con su tarea.
Al igual que la cripta, el cubil era una sala inmensa, con una plataforma de piedra trabajada, y, en el más profundo de los bordes, montañas y montañas de gemas, objetos y monedas se amontonaban desordenadamente. Un estruendoroso rugido apareció de la oscuridad, y escalando desde el abismo de alrededor de la plataforma, el gigantesco dracoliche apareció. Monstruoso, sus huesos desgastados y amarillentos, aun tenían escamas colgando de estos, sus ojos brillaban como dos rubís gigantes y sus fauces, enormes como el dragón más gargantuesco. Sin duda un temible rival, pero la esperanza, la fe y la bondad de nuestros héroes lograron afrontar el miedo en sus corazones.
Se enfrentaron valientemente, magia, espadas y otros poderes sobrenaturales, tanto de ellos como del Dracoliche, se batían en un duelo nunca visto antes en la Marca Argéntea. Los poderos de Kati, eran resistidos mágixamente por el dragón, pero transformándose en una poderosa dragona roja golpeó brutalmente a la infernal criatura. Turek, Grugar y Iruss, lucharon fervorosamente contra el enemigo, empuñando sus armas diminutas, comparadas con la bestia negra.
Rigrin, pequeño y menudo, apenas podía hacer mucho, y usó su arco para intentar desengarzar los rojos ojos del dragón. Hoerath, otro de los conjuradores héroes, lanzó toda su magia contra él, y Arlequín, su canto usó para animar a sus compañeros, y maldecir el dragón, en nombre de Milil. Finalmente, y despues de horas y horas de combate, lucha frenética y ingente cantidad de magia gastada en un duelo de tanta envergadura, el dravcoliche caió, y la luz, iluminó a los héroes. Agotados estaban, sus brazos flaqueaban, y aun así, se mantuvieron en pie. Recogieron los pocos tesoros que no fueron incinerados por sus conjuros, o tirados al vacío abismo... sus sonrisas, brillaban en la oscuridad, la fe y la esperanza, se infló en el ambiente, y como no, celebraron su victoria con una fresca cerveza en La Rosa y el Martillo.

Y aquí estoy yo, viviente de tan magna hazaña, para contaros a todos como los grandes héroes de Nevesmortas lograron derrotar tan imponente oponente. Aun así.... el dracoliche volverá, y relataré nuevamente las hazañas de nuestros salvadores."
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