La Venganza de Sunira
Publicado: Lun Sep 07, 2009 7:41 pm
Sunira esperaba en silencio, escondida.
(Malditos trasgos... ya podrían descansar...)
Descansar. Ese era un bonito sueño. Ella hacía eones que no dormía bien. Por la noche siempre tenía pesadillas. Cosas pasadas que se resistían a abandonarla, y que ella tampoco las dejaba irse. Eran la fuente de su vida, el motor de la venganza.
Silenciosamente, y bien escondida, se deslizó hasta las plantas de aloe.
(Aunque no cumpla el encargo, al menos tendré las pociones que necesito.)
Los encargos empezaban a ser habituales. Se estaba haciendo un nombre. No era una buena reputación, claro está, pero no le importaba. Hacía tiempo que lo único que le importaba era aprender más y más sobre la senda del asesino. Ese era su camino hacía la venganza.
(¡¡Oh mierda!!... ya llegan refuerzos... Eso significa que quizá hoy el líder esté por aquí...)
Matar. En estos momentos ya había matado a bastantes cosas, y a algunos humanos y elfos. Los trasgos ya no eran un gran problema, y los osgos empezaban a dejar de serlo, aunque aún le faltaba mucho entrenamiento. Pero cada vez que mataba algo, recordaba su primera muerte, y le venían arcadas.
Había sido su último día de esclavitud, y mató a un enemigo de su Ama, justo cuando iban a matarla. No es que sintiese amor por ella, más bien al contrario, pero así la humillaba y su objetivo sobre viviría para poder consumar su venganza.
(Bien, ya estoy en la cueva, y estos asquerosos no me han ni visto.)
Moverse en silencio y sin ser vista era algo que se le daba bien. Desde muy pequeña lo había aprendido por las malas. A los drow no les gusta ver a los esclavos si no los necesitan, aunque mejor que aparezcan sin necesidad de llamarles.
(Será mejor eliminarlos, aunque es un peligro, prefiero después estar a solas con el líder y que no tenga refuerzos.)
Su primer combate fue, en realidad, cuando una compañía de esclavistas atacó su poblado. Lo arrasaron y capturaron a los supervivientes que no pudieron huir. A ella se le había caído un amuleto de la suerte y bajó de los brazos de su madre para ir a recuperarlo. Su familia, al menos, pudo huir.
Después fue un continuo caminar, caminar, caminar, hasta que llegaron a unas cuevas y de allí a unos monstruos con tentáculos en vez de bocas, acabando en las garras de su Ama.
¡¡Maldito chaman!! ¡¡me ha descubierto!! (Deberías concentrarte más en el trabajo, y menos en los recuerdos, Sunira...)
La norma de los esclavos la aprendió rápido: muévete deprisa y en silencio. Pero siempre podía suceder algo que rompiera la concentración necesaria para usar sus habilidades. Algún drow juguetón, un hechizo, un asesinato...
Había llegado de pequeña a casa de la Ama. Con 6 o 7 años, los trabajos eran duros pero menores, y la Ama no se había percatado de su existencia. Cuando empezó a crecer, muchos pudieron ver que su belleza la llevaría ante la Ama, y así fue.
Un día la Ama la hizo llamar, la desnudó y empezó a jugar con su cuerpo. No es que a ella le desagradara la experiencia, pero no le gustó lo que vino después. Sunira se había convertido en su nuevo juguete sexual y lo mostraba ante todos sus conocidos, y lo prestaba cuando se lo pedían. Hombres, mujeres y otros seres... Y aquí empezó a odiarla.
(Bien, ya van dos salas... ahora quedan los guardas del líder.)
Entre las muchas intrigas de la casa, la nueva matriarca, su Ama, había conseguido muchos odios y algunas alianzas. Mientras acababa de ajustar su posición, los enemigos atacaron, y la destruyeron. Como suele ser habitual, una traición dentro del cuerpo de guardia abrió las puertas del infierno.
Sunira, en ese momento vio su oportunidad para huir y planificar la venganza contra su Ama. Pero le fallaba un punto. Ella debía asegurarse que su Ama sobrevivía, para así poder vengarse.
¡¡Por fin!! la cabeza de este maldito trasgo me dará el dinero suficiente y la reputación para aceptar mejores negocios... ahora solo me falta salir de aquí sin que me vean...
Aceptándola a regañadientes como guardaespaldas, la llevó por los pasadizos secretos de la mansión mientras esta ardía hasta los cimientos. Una vez en el exterior de la casa, y lejos del peligro, Sunira se esfumó ante sus ojos y empezó a buscar un camino hacia el exterior, hacia su mundo. Sabía de sobras que su Ama iría a Belaragh, ciudad de los descastados e intentaría recomponer su vida allí. Mientras, ella entrenaría para preparar su venganza.
Gracias Sanu, este dinero me irá muy bien. Supongo que los trasgos tardarán a volver a organizarse lo suficiente para causarle molestias. Y en cualquier caso, si me necesita, búsqueme.
Las caderas se Sunira se movían de forma especialmente sensual esa tarde mientras se alejaba de Sanu. En esos momentos su cabeza sólo recordaba ciertas escenas de cama, y les añadía el puñal ensangrentado que quería clavarle a su Ama...
(Esta noche comeré caliente y dormiré feliz...)
Cada contrato es un paso más cercano hacia la venganza.
(Malditos trasgos... ya podrían descansar...)
Descansar. Ese era un bonito sueño. Ella hacía eones que no dormía bien. Por la noche siempre tenía pesadillas. Cosas pasadas que se resistían a abandonarla, y que ella tampoco las dejaba irse. Eran la fuente de su vida, el motor de la venganza.
Silenciosamente, y bien escondida, se deslizó hasta las plantas de aloe.
(Aunque no cumpla el encargo, al menos tendré las pociones que necesito.)
Los encargos empezaban a ser habituales. Se estaba haciendo un nombre. No era una buena reputación, claro está, pero no le importaba. Hacía tiempo que lo único que le importaba era aprender más y más sobre la senda del asesino. Ese era su camino hacía la venganza.
(¡¡Oh mierda!!... ya llegan refuerzos... Eso significa que quizá hoy el líder esté por aquí...)
Matar. En estos momentos ya había matado a bastantes cosas, y a algunos humanos y elfos. Los trasgos ya no eran un gran problema, y los osgos empezaban a dejar de serlo, aunque aún le faltaba mucho entrenamiento. Pero cada vez que mataba algo, recordaba su primera muerte, y le venían arcadas.
Había sido su último día de esclavitud, y mató a un enemigo de su Ama, justo cuando iban a matarla. No es que sintiese amor por ella, más bien al contrario, pero así la humillaba y su objetivo sobre viviría para poder consumar su venganza.
(Bien, ya estoy en la cueva, y estos asquerosos no me han ni visto.)
Moverse en silencio y sin ser vista era algo que se le daba bien. Desde muy pequeña lo había aprendido por las malas. A los drow no les gusta ver a los esclavos si no los necesitan, aunque mejor que aparezcan sin necesidad de llamarles.
(Será mejor eliminarlos, aunque es un peligro, prefiero después estar a solas con el líder y que no tenga refuerzos.)
Su primer combate fue, en realidad, cuando una compañía de esclavistas atacó su poblado. Lo arrasaron y capturaron a los supervivientes que no pudieron huir. A ella se le había caído un amuleto de la suerte y bajó de los brazos de su madre para ir a recuperarlo. Su familia, al menos, pudo huir.
Después fue un continuo caminar, caminar, caminar, hasta que llegaron a unas cuevas y de allí a unos monstruos con tentáculos en vez de bocas, acabando en las garras de su Ama.
¡¡Maldito chaman!! ¡¡me ha descubierto!! (Deberías concentrarte más en el trabajo, y menos en los recuerdos, Sunira...)
La norma de los esclavos la aprendió rápido: muévete deprisa y en silencio. Pero siempre podía suceder algo que rompiera la concentración necesaria para usar sus habilidades. Algún drow juguetón, un hechizo, un asesinato...
Había llegado de pequeña a casa de la Ama. Con 6 o 7 años, los trabajos eran duros pero menores, y la Ama no se había percatado de su existencia. Cuando empezó a crecer, muchos pudieron ver que su belleza la llevaría ante la Ama, y así fue.
Un día la Ama la hizo llamar, la desnudó y empezó a jugar con su cuerpo. No es que a ella le desagradara la experiencia, pero no le gustó lo que vino después. Sunira se había convertido en su nuevo juguete sexual y lo mostraba ante todos sus conocidos, y lo prestaba cuando se lo pedían. Hombres, mujeres y otros seres... Y aquí empezó a odiarla.
(Bien, ya van dos salas... ahora quedan los guardas del líder.)
Entre las muchas intrigas de la casa, la nueva matriarca, su Ama, había conseguido muchos odios y algunas alianzas. Mientras acababa de ajustar su posición, los enemigos atacaron, y la destruyeron. Como suele ser habitual, una traición dentro del cuerpo de guardia abrió las puertas del infierno.
Sunira, en ese momento vio su oportunidad para huir y planificar la venganza contra su Ama. Pero le fallaba un punto. Ella debía asegurarse que su Ama sobrevivía, para así poder vengarse.
¡¡Por fin!! la cabeza de este maldito trasgo me dará el dinero suficiente y la reputación para aceptar mejores negocios... ahora solo me falta salir de aquí sin que me vean...
Aceptándola a regañadientes como guardaespaldas, la llevó por los pasadizos secretos de la mansión mientras esta ardía hasta los cimientos. Una vez en el exterior de la casa, y lejos del peligro, Sunira se esfumó ante sus ojos y empezó a buscar un camino hacia el exterior, hacia su mundo. Sabía de sobras que su Ama iría a Belaragh, ciudad de los descastados e intentaría recomponer su vida allí. Mientras, ella entrenaría para preparar su venganza.
Gracias Sanu, este dinero me irá muy bien. Supongo que los trasgos tardarán a volver a organizarse lo suficiente para causarle molestias. Y en cualquier caso, si me necesita, búsqueme.
Las caderas se Sunira se movían de forma especialmente sensual esa tarde mientras se alejaba de Sanu. En esos momentos su cabeza sólo recordaba ciertas escenas de cama, y les añadía el puñal ensangrentado que quería clavarle a su Ama...
(Esta noche comeré caliente y dormiré feliz...)
Cada contrato es un paso más cercano hacia la venganza.