Alystra.
Publicado: Sab Oct 03, 2009 10:42 am
Aquel que tiene un "porqué" para vivir se puede enfrentar a todos los "cómos". -Friedrich Nietzsche.
La lluvia golpea la tela de araña y el agua hace que se tambalee, aunque jamás logrará debilitarla. Su creadora, una viuda negra, se mueve agitada por todo su imperio colgante. La mano de Umrae nunca temió a las arañas. Jamás tuvo miedo de que le quitaran la vida, o de que le torturaran hasta perder el sentido, o de que le contaran verdades de esas que duelen infinito. Al acercar su mano acorazada, la araña se muestra reacia al contacto y huye al otro extremo de su tela. Umrae la engaña poniendo su otra mano en el borde contrario y el arácnido acaba sobre el guantelete de plata. Ahora la tiene a su merced, sólo una ínfima parte de su fuerza para aplastarla entre la carne y la plata. Pero esa mañana la araña no morirá... Está amaneciendo en la Marca, el rocío dejó paso a la lluvia que deja paso al sol que dejará paso a los pájaros; los primeros ya cantan su canción de vida. Umrae devuelve la araña a su palacio de fino hilo y ésta vuelve al trabajo: después de la lluvia siempre hay mucho que tejer. La elfa oscura se incorpora y comienza a quitarse la armadura. El bosque le envuelve de paz y el tiempo parece detenerse cuando su cuerpo, ahora desnudo, se baña en el lago. Umrae se toca el vientre y sonríe: ya puede sentir a su hija dentro, aun inexistente, pero ya viva. Salat le daría una elfa oscura menuda e inquieta. Con los ojos de su padre y los sueños de su madre. Se llamaría Korvanna...
La lluvia golpea la tela de araña y el agua hace que se tambalee, aunque jamás logrará debilitarla. Su creadora, una viuda negra, se mueve agitada por todo su imperio colgante. La mano de Umrae nunca temió a las arañas. Jamás tuvo miedo de que le quitaran la vida, o de que le torturaran hasta perder el sentido, o de que le contaran verdades de esas que duelen infinito. Al acercar su mano acorazada, la araña se muestra reacia al contacto y huye al otro extremo de su tela. Umrae la engaña poniendo su otra mano en el borde contrario y el arácnido acaba sobre el guantelete de plata. Ahora la tiene a su merced, sólo una ínfima parte de su fuerza para aplastarla entre la carne y la plata. Pero esa mañana la araña no morirá... Está amaneciendo en la Marca, el rocío dejó paso a la lluvia que deja paso al sol que dejará paso a los pájaros; los primeros ya cantan su canción de vida. Umrae devuelve la araña a su palacio de fino hilo y ésta vuelve al trabajo: después de la lluvia siempre hay mucho que tejer. La elfa oscura se incorpora y comienza a quitarse la armadura. El bosque le envuelve de paz y el tiempo parece detenerse cuando su cuerpo, ahora desnudo, se baña en el lago. Umrae se toca el vientre y sonríe: ya puede sentir a su hija dentro, aun inexistente, pero ya viva. Salat le daría una elfa oscura menuda e inquieta. Con los ojos de su padre y los sueños de su madre. Se llamaría Korvanna...