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Sueños de imperios perdidos

Publicado: Lun Nov 23, 2009 8:30 pm
por Viciu5
Después de pasarse horas gritando improperios y obscenidades contra el distinguido paladín, a Malekith empezó a dolerle la garganta. Ya no se veía el sol por la ventana del otro lado de la sala y sus tripas le decían que era hora de cenar y beber algo para aliviar el enrojecimiento que sentía. No pasó mucho tiempo que después de comer las gachas, las cuales eran mejores que en muchos tugurios, sus pensamientos le llevasen a un incómodo sopor.

Sentía la mente nadando en densas brumas hasta emerger a una impresionante visión. Se encontraba en una ciudad con sus calles empedradas en un perfecto día de verano si no fuera por el frío que sentía al respirar.

- ¿Por todos los dioses, donde estoy? - pensaba Malekith, sorprendido por la situación en la que se encontraba. ¿No hacía cinco minutos estaba en un hediondo calabozo gritando como un animal enjaulado? ¿Había sido todo un sueño? ¿Y por qué este tipo de arquitectura le recordaba a las descripciones de la antigua Netheril?

No acabó de examinar la peculiar arquitectura del lugar cuando una terrible onda de pura magia surcó la realidad, tirándolo al suelo. Sorprendido pero alerta, buscó el mejor lugar para cubrirse de lo que sea que fuera aquello. A lo lejos, divisó una especie de arco de piedra que daba a una plaza fortificada. Llegó justo a tiempo al arco cuando un brutal temblor sacudió el suelo bajo el que se encontraba y un violento vendaval amenazaba con arrancarle de alli junto con media ciudad. Muchos edificios empezaban a desmoronarse mientras otros permanecían impertérritos e inmutables. Sin pensárselo dos veces, Malekith comenzó a desgranar las palabras de un poderoso conjuro de adivinación que le protegería contra la inminente lluvia de cascotes cuando, sudoroso, despertó en la diminuta celda.

- ¡Por Mystra! ¿Qué diablos...? - dijo Malekith en voz alta, alterando el silencio del lugar y, seguramente, al caballero que hacía guardia en el sitio. Bebió agua en abundancia y se secó el sudor de la frente mientras, en silencio, pensaba en el intenso sueño que había tenido. - ¿Qué demonios me habrá echado Khay en las gachas? - pensó. - Es hora de volver a armar jarana.