Nirven, El Exiliado.
Publicado: Sab Dic 05, 2009 3:02 pm
Relato de un Destierro
El Exilio...Es doloroso que te exilien de un lugar, no poder volver a pisar esas tierras.. todos esos trabajos y buenos momentos.. toda esa gente... Cuando lo piensas, te dices “No es para tanto” pero es peor de lo que esperaba.
Todo comenzó cuando por fin me dispuse a ejecutar el plan que ya tenia previsto, un plan que brillaba por su sencillez, algo tan sencillo como usar al Puño y la Rosa para que eliminasen al caballero blanco Khay, si Khay moría salia ganando, sino el Puño y la Rosa tendría problemas con la Orden, mover un poco los hilos para enfrentarlos en una batalla abierta y en el caos, acabar con Lanzagelida, lo que iba después ya era mas sencillo, colocar a alguien bajo mi mando en el poder y controlarlo todo mediante él, solo había un punto arriesgado, que Kuzadrepa no respondiese como yo quería, delatandome.
“Sin riesgo no hay victoria” me dije y lo puse todo en marcha, y efectivamente Kuzadrepa me delató. Ese maldito desgraciado sabia jugar bien sus cartas, avisó a la Orden, me detuvieron la primera vez, me despojaron de todo y me lanzaron a una húmeda y fría celda, aun recuerdo lo lento que pasaba allí el tiempo, cada segundo se volvió una eternidad... Luego me lo plantee, no tengo amigos, no tengo familia... Un paladín me encierra y caigo en el olvido? No puede ser tan sencillo, no voy a caer tan fácilmente.
Pasó el tiempo y apareció Sir White, decía que iba a soltarme por buen comportamiento... por buen comportamiento... cuanto mas lo pienso mas gracia me hace, pero bueno quien era yo para negar le el derecho a soltarme a un caballero? Me dio mi equipo, y me alejé de allí, aun un tanto desconcertado por la actitud del caballero... Ni 3 días estuve fuera antes de volver a ver a Sir Khay acercarse esposas en mano, dispuesto a cumplir con su deber, había profanado ya mi espada, no iba a dejarle arrebatármela de nuevo, así que lo mas conveniente fue desaparecer, y así lo hice, bebí un vial y al terminar, estaba alejándome de nuevo como si nada hubiese ocurrido.
La tercera noche, tras hablar con la trovadora que había sido mi contacto durante algún tiempo, me dirigía hacia el banco cuando de nuevo volví a tropezar con Sir Khay, empezaba a ser un problema así que desenvainé y le señalé con mi espada “ Tu hora a llegado, paladín. Voy a terminar lo que debí hacer cuando te vi por primera vez.”, no paraba de repetir “Depón las armas y descúbrete!”, me pregunto si alguna vez alguien les hace caso, lo miré a los ojos y respondí “ Traigo un mensaje de la mismísima Parca, reclama tu alma Khay, te enviaré con ella...” Y corté mi mano, buscando invocar de nuevo a mi demonio, no me dejó. El combate duró un rato largo, y al poco Malekith, oculto por la magia, nos tele-portó a un túnel oscuro y frío, el aire estaba muy cargado, pero no tenia tiempo para mirar donde estábamos. Dado que mi espada quedó en Nevesmortas, el combate me lo ganó, ese estúpido y loco mago, si iba a traernos a un lugar a parte ya podría haber cogido mi arma.
Cuando desperté, volvía a estar encerrado en aquella celda, había perdido la noción del tiempo, un día, una semana... bah, que mas daba. Volvía a estar encerrado y no tenia pensado como salir. Pasó casi un mes, un maldito mes encerrado en ese sitio... Cuando empezó a entrar gente, vi entrar a la dama Lanzagelida y supe entonces que iban a juzgarme, yo no soy como los demás, no soy un simple delincuente... yo tengo una misión, he sido elegido de entre muchos como paladín del gran Cyric... no estoy sujeto a sus malditas leyes, había nacido para ejecutar a todos aquellos que no eran merecedores de su mirada... Como iba a estar sujeto a las leyes de aquellos que iban a morir?. Iba pasando el tiempo, no hacían mas que discutir una y otra vez, narrando lo ocurrido desde diferentes puntos de vista...Eso es lo que los hace débiles, no necesitas que una niñata presumida junto con dos estúpidos Caballeros digan que mereces morir para acabar con alguien, solo necesitas una espada y una idea clara. Ese juicio solo sirvió para dejarme claro quien me odia con todo su corazón, quien le soy indiferente y, aunque suene raro...quien me aprecia.
Kahin, Mía, Malekith, Isiria... No entendí bien por que, pero sus palabras denotaban un afecto curioso hacia mi persona, y lo peor de todo es que seguramente creerán que es mutuo. Me alegra saber que hay gente que se desvive y sufre al saber que estoy pasando malos ratos, es divertido... luego cuando su vida cuelga de un hilo y tu tras sonreír lo cortas... es tan gratificante... Bueno, tras horas y horas de perder el tiempo, Lanzagelida me señalo y pronuncio unas palabras que se clavaron en mi... “Nirven, por todas las atrocidades cometidas contra la villa....Quedáis Exiliado de Nevesmortas...”, hizo un gesto al guardia y me sacaron de allí, me acompañaron hasta el puente del río Lanzagelida y me devolvieron mi equipo. “Volveré a por vosotros...esto no acaba aquí, paladín. Nos veremos en el infierno...” Y me alejé, quiso gritar algo... no llegue a oírle, pero ya daba igual... Mi espada exigia venganza y eso iba a ofrecerle... tan solo necesitaba recuperarme un poco y preparar otro plan...Y esta vez no habrá fallo alguno.
“Mi señor... pronto te ofreceré en un altar el cuerpo y alma de ese paladín...”
El Exilio...Es doloroso que te exilien de un lugar, no poder volver a pisar esas tierras.. todos esos trabajos y buenos momentos.. toda esa gente... Cuando lo piensas, te dices “No es para tanto” pero es peor de lo que esperaba.
Todo comenzó cuando por fin me dispuse a ejecutar el plan que ya tenia previsto, un plan que brillaba por su sencillez, algo tan sencillo como usar al Puño y la Rosa para que eliminasen al caballero blanco Khay, si Khay moría salia ganando, sino el Puño y la Rosa tendría problemas con la Orden, mover un poco los hilos para enfrentarlos en una batalla abierta y en el caos, acabar con Lanzagelida, lo que iba después ya era mas sencillo, colocar a alguien bajo mi mando en el poder y controlarlo todo mediante él, solo había un punto arriesgado, que Kuzadrepa no respondiese como yo quería, delatandome.
“Sin riesgo no hay victoria” me dije y lo puse todo en marcha, y efectivamente Kuzadrepa me delató. Ese maldito desgraciado sabia jugar bien sus cartas, avisó a la Orden, me detuvieron la primera vez, me despojaron de todo y me lanzaron a una húmeda y fría celda, aun recuerdo lo lento que pasaba allí el tiempo, cada segundo se volvió una eternidad... Luego me lo plantee, no tengo amigos, no tengo familia... Un paladín me encierra y caigo en el olvido? No puede ser tan sencillo, no voy a caer tan fácilmente.
Pasó el tiempo y apareció Sir White, decía que iba a soltarme por buen comportamiento... por buen comportamiento... cuanto mas lo pienso mas gracia me hace, pero bueno quien era yo para negar le el derecho a soltarme a un caballero? Me dio mi equipo, y me alejé de allí, aun un tanto desconcertado por la actitud del caballero... Ni 3 días estuve fuera antes de volver a ver a Sir Khay acercarse esposas en mano, dispuesto a cumplir con su deber, había profanado ya mi espada, no iba a dejarle arrebatármela de nuevo, así que lo mas conveniente fue desaparecer, y así lo hice, bebí un vial y al terminar, estaba alejándome de nuevo como si nada hubiese ocurrido.
La tercera noche, tras hablar con la trovadora que había sido mi contacto durante algún tiempo, me dirigía hacia el banco cuando de nuevo volví a tropezar con Sir Khay, empezaba a ser un problema así que desenvainé y le señalé con mi espada “ Tu hora a llegado, paladín. Voy a terminar lo que debí hacer cuando te vi por primera vez.”, no paraba de repetir “Depón las armas y descúbrete!”, me pregunto si alguna vez alguien les hace caso, lo miré a los ojos y respondí “ Traigo un mensaje de la mismísima Parca, reclama tu alma Khay, te enviaré con ella...” Y corté mi mano, buscando invocar de nuevo a mi demonio, no me dejó. El combate duró un rato largo, y al poco Malekith, oculto por la magia, nos tele-portó a un túnel oscuro y frío, el aire estaba muy cargado, pero no tenia tiempo para mirar donde estábamos. Dado que mi espada quedó en Nevesmortas, el combate me lo ganó, ese estúpido y loco mago, si iba a traernos a un lugar a parte ya podría haber cogido mi arma.
Cuando desperté, volvía a estar encerrado en aquella celda, había perdido la noción del tiempo, un día, una semana... bah, que mas daba. Volvía a estar encerrado y no tenia pensado como salir. Pasó casi un mes, un maldito mes encerrado en ese sitio... Cuando empezó a entrar gente, vi entrar a la dama Lanzagelida y supe entonces que iban a juzgarme, yo no soy como los demás, no soy un simple delincuente... yo tengo una misión, he sido elegido de entre muchos como paladín del gran Cyric... no estoy sujeto a sus malditas leyes, había nacido para ejecutar a todos aquellos que no eran merecedores de su mirada... Como iba a estar sujeto a las leyes de aquellos que iban a morir?. Iba pasando el tiempo, no hacían mas que discutir una y otra vez, narrando lo ocurrido desde diferentes puntos de vista...Eso es lo que los hace débiles, no necesitas que una niñata presumida junto con dos estúpidos Caballeros digan que mereces morir para acabar con alguien, solo necesitas una espada y una idea clara. Ese juicio solo sirvió para dejarme claro quien me odia con todo su corazón, quien le soy indiferente y, aunque suene raro...quien me aprecia.
Kahin, Mía, Malekith, Isiria... No entendí bien por que, pero sus palabras denotaban un afecto curioso hacia mi persona, y lo peor de todo es que seguramente creerán que es mutuo. Me alegra saber que hay gente que se desvive y sufre al saber que estoy pasando malos ratos, es divertido... luego cuando su vida cuelga de un hilo y tu tras sonreír lo cortas... es tan gratificante... Bueno, tras horas y horas de perder el tiempo, Lanzagelida me señalo y pronuncio unas palabras que se clavaron en mi... “Nirven, por todas las atrocidades cometidas contra la villa....Quedáis Exiliado de Nevesmortas...”, hizo un gesto al guardia y me sacaron de allí, me acompañaron hasta el puente del río Lanzagelida y me devolvieron mi equipo. “Volveré a por vosotros...esto no acaba aquí, paladín. Nos veremos en el infierno...” Y me alejé, quiso gritar algo... no llegue a oírle, pero ya daba igual... Mi espada exigia venganza y eso iba a ofrecerle... tan solo necesitaba recuperarme un poco y preparar otro plan...Y esta vez no habrá fallo alguno.
“Mi señor... pronto te ofreceré en un altar el cuerpo y alma de ese paladín...”