Jaque infernal
Publicado: Mar Feb 16, 2010 3:40 pm
Goyth escribió:- ¿Otro explorador? Por Silvanus, no puedes disponer de todo mi concilio para tus negocios, Göyth.
- Estoy seguro de que al Viejo Salvaje no le gustará oír vuestras palabras... éso sin contar que mi paciencia tiene un límite.
El viejo explorador alzó ambas cejas, suspirando largamente momentos después. El veterano guardián sabía muy bien dónde golpear, y ésta vez no era un combate mortal.
- Estoy seguro de que el Viejo Salvaje recompensará vuestros esfuerzos... - Respondió el elfo pelirrojo, girando sobre sus talones y dando la espalda al anciano explorador. - más lleva años cuidando de éstos bosques con vos, deberíais agradecérselo.
- Está bien, está bien... ¿Dónde ésta vez?
- Dónde siempre, Argluna. El Roble Dorado.
- ¿No sigue allí Duran?
- Y seguirá allí hasta que finalice la Campaña del Norte, Elenthyl le ha reclutado.
El anciano explorador asintió de mala gana, alargando la mano mientras veía cómo Göyth comenzaba a desaparecer entre las brumas del bosque, entornó los ojos, viendo a sus pies un pergamino enrollado con el ornamentado sello con el emblema de la Flecha del Destino cerrando su contenido.
Las noticias no serían mejores que la última ocasión, no obstante, ambos habían aprendido ésa lección a fuego con el paso de los años.
Göyth escribió:
Elenthyl:
Sé que estáis inmerso ahora mismo en la Campaña del Norte, y que no han pasado más de media dekhana desde que os envié la última carta, no obstante, me veo en la obligación de informaros de otra guerra que se libra ésta vez en las sombras. Un macabro juego de ajedrez en el cuál las reglas han sido rotas, quebrantadas. Liberando así todo el odio de unos seres que hasta el más valeroso paladín encogería su ego al verlos, infernales.
Al parecer, las llamadas "Guerras de la sangre", como Jerduhm las llamó, han llegado a nuestro plano, liberando todo su poder en la búsqueda de sus contrincantes. De momento, y gracias a la información de una niña de diez años que dice ser oráculo, sabemos que hay dos grupos bien definidos, a los que ha llamado piezas negras, y piezas blancas. Las primeras, lideradas por el Rey Amolath, y las segundas por el caudillo Amon. No tendría mayor trascendencia que los sueños de una niña si no fuera porque Hart Agama junto con una druida ajena a la Compañía, Vildiara, vieron una de ésas piezas negras, un súcubo, buscando una pieza blanca para aniquilar en el propio patio de la sede. Los artesanos están inquietos, he ordenado que la seguridad se refuerce en la sede, con encantamientos de protección por parte de Tuii. Tengo intención de ponerme en contacto con ciertos personajes poderosos en lo divino y en lo arcano. Lo demás correrá a vuestras órdenes.
Göyth.
Sólo una copia más fue entregada, ésta vez por el propio Guardián, el pergamino era decorado con el emblema de la Dama de los Sueños en su cierre de cera rojiza, sólo otros ojos leerían ésa carta.
Suplicame escribió: El Oráculo, Romany, como así se presentó, sació su hambre antes de relatar la historia con la que nos agradecería esos alimentos y su futuro descanso en la posada enana "El Dragón". El hermoso libro que la niña portaba descansaba ahora sobre la lisa piedra de la mesa y era abierto por una de sus inmaculadas y vacias hojas.
Los acontecimientos de la historia que oíamos se reflajaban como bella escritura sobre esas mismas páginas, narrando así lo que la dulce voz de la niña relataba. La historia de la Guerra de Ajedrez, como fue llamada, decía así.
"En lo más profundo de los avernos y remontándose a tiempos inmemorables, se cernía bajo el manto del infierno otra guerra de tantas. En esta ocasión se verían enfrentados dos únicos bandos: los diablos, comandados por el Rey Amothal, y los demonios, liderados por el caudillo Amon.
Esta lucha o batalla de los abismos se denominó Ajedrez y con ellos los bandos tomaron el nombre de sus piezas; las piezas blancas serían los diablos y las piezas negras acogería a los demonios. Como toda partida de ajedrez, el tablero infernal tendría sus reglas para poder hacer las "jugadas". Los bandos debían luchar por galardones, es decir, peones con peones, caballeros contra caballeros, y así sucesivamente bajo el mandato de sus superiores.
No obstantes, la traición, como en toda guerra, liberó a los enemigos enfrentados de estas reglas. Haciendo que el tablero jugado cambiara con ello. En este caso, el caudillo Amon, realizó la ofensa hacia su rival, mandando a un séquito de sus vasallos contra la Marilith del Rey Amolath, dando así fin a su existencia y a la poca paz que reinaba en los abismos...
Tras dicha deshonra, los campos de batalla y las escaramuzas de estos rivales han ido cambiando con el paso del tiempo..."
Esas fueron las últimas palabras del relato, la mano de la pequeña cerró el majestuosos libro ocultando a nuestra vista el final del mismo. Pero, poco aguardamos en encontrar respuesta a este gesto y averiguar que el tablero actual eran las tierras de Faêrun. Otra guerra se cerniría bajo el manto de nuestra era, llenándonos de oscuridad, sangre y más batallas con las que lidiar.
La historia aun inconclusa se relatará en el libro del Oráculo con nuestros propios pasos; pues su visión es borrosa para nuestro destino.