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El trato... (por Aluriel y Richard)

Publicado: Mar Jul 20, 2010 6:25 pm
por Keira84
La carta

Alguien me dijo una vez, que no hay acción sin consecuencia, que la determinación es lo más importante y a lo que nunca debo ser infiel. Años atrás mis pasos hubiesen sido torpes, mi corazón hubiese latido con fuerza y mis manos hubiesen temblado mientras me acercaba a aquella puerta.

Pero hoy no.

Esta noche no.

Hay caminos que solo pueden andar algunos, y solo por esa razón esto debía hacerlo sola. Muchos habían sido los que me habían ofrecido su ayuda, muchos lo que propusieron soluciones que haríamos juntos. Pero él me había demostrado que esta guerra era nuestra, solo nuestra.

Solo tú, Edharae… o solo yo.

Las casitas del este de Nevesmortas descansaban en silencio en una noche de luna llena. Sabía que había otra forma de contactarles pero, por alguna razón, yo solo quería tratar con él. Tiempo atrás le susurré un pergamino que le abrió los ojos una vez más, le vi luchar elegante y mortífero, quise borrar de mi mente los rumores que se gritaban en los barrios bajos de Sundabar o que se escupían en voz baja en las tabernas más ricas. Tiempo atrás se desvaneció en la nada sin dejar rastro alguno, sin que nadie supiese qué había sido de él, hasta que un amanecer sombrío se le volvió a ver caminar en silencio por las calles de Nevesmortas.

El momento había llegado. Connor temía el resultado pero mi paciencia había llegado a su límite. Ni quería ni podía soportarlo más.

Hubo alguien muy preciado que me aconsejó no hacer tratos con ellos… pero estaba decidida, y él siempre me había dicho que no dudase, que fuera fiel a mis decisiones.


No me pareció oportuno llamar, de modo que llevé mis dedos hasta una de las bolsas sacando de ella un sobre sellado con mi nombre escrito en él. Al dorso, una única palabra relucía con una caligrafía digna de una trovadora, un único nombre.

Respiré hondo y deslicé el fino sobre por la ranura de la puerta. Estaba hecho.

No había nadie por aquellas calles, y no fue difícil camuflarse entre las sombras y caminar en silencio por el desvío hacia Villanieve. Ahora solo tendría que esperar dos noches. Quizá no fuera la mejor de las ideas, pero, por primera vez, llevaba la iniciativa en esta guerra interminable.





Es posible que esa misma noche, cuando el dueño de esa casa abriese la puerta, encontraría en el suelo una pequeña carta que rezaba el nombre de la elfa. Y al darle la vuelta, tan solo vería un nombre. El nombre al que iba dirigido aquel mensaje. El nombre del hombre que lo sujetaba.


RICHARD

Re: El trato... (por Aluriel y Richard)

Publicado: Mar Jul 20, 2010 6:28 pm
por Zborze
Algo inusual.

Los tiempos no eran muy afortunados en ésos momentos, pero alguien o algo quiso que dejasen de ser así.

Después de un largo viaje por aquella fría noche, el guerrero regresaba a su morada, aún no se acostumbraba demasiado a ése clima. Lo más parecido a su ciudad natal era el desierto de Anauroch, pero no es muy cómodo vagar por allí.

Al abrir la puerta, pudo observar en el suelo una carta. Algo inusual. El veterano mercenario se agachó y observó: "Aluriel Lathaniel" escrito como remitente, "Richard" lo único apreciable en el dorso. Acercándose a su preciado sofá junto a la chimenea, se sentó y abrió la misteriosa carta.

La carta dice así:

"Largo tiempo ha transcurrido desde nuestro último encuentro. A pesar de que fue breve, estoy segura de que sabéis quién soy.
Los motivos de esta carta no son otros que concertar una cita con vos, solo con vos. Lo que vaya a tratarse se os será revelado cuando hablemos cara a cara.
Os espero dentro de dos noches en la posada de la Bifurcación, junto al pozo. Si no acudís, entenderé que no os interesa lo que pueda proponeros.

Venid solo.

Fdo: Aluriel Lathaniel."

Quién sabe lo que deparará aquel encuentro, pero el experimentado guerrero no tenía nada que perder.

Dos lunas después, cierra la puerta trás de sí y parte hacía el lugar mencionado.

Re: El trato... (por Aluriel y Richard)

Publicado: Mar Jul 20, 2010 6:33 pm
por Keira84
El encuentro

Dos noches, eso le había dicho. Y allí se alzaba el sol dando fin a la segunda noche que había acordado, sin su presencia. ¿Habría ignorado el sobre? ¿O simplemente no lo habría visto?

Decidí esperar hasta que la noche se deshiciera del todo, pero justo cuando tomé la decisión, los portones del recinto fueron empujados con dureza y el experimentado guerrero me buscó con su mirada, clavando sus ojos en los míos con frialdad.

El frío viento movió su gabardina, mostrando su tercer arma en el cinto y su mano reposando en ella. Sonrió de aquella forma que solo Richard sabía hacer.
- Aquí estamos – mencionó aquellas escasas palabras sin malicia, directo y concreto como antaño solía ser.
- Ya pensaba que no vendrías.
- Pensaste mal – giró su cuerpo hacia la posada y caminó hacia ella.

Bien segura estaba que antaño me hubiese dejado allí plantada, cuando el Puño gozaba de innumerables trabajos, cuando el día lo ocupaban siendo verdaderos mercenarios. Seguramente a Richard no iba a ilusionarle mi propuesta, pero debía intentarlo… debía hacerlo.

Me sorprendió comprobar la tensión que se creó en la posada cuando los allí presentes le vieron entrar. Era consciente de su fama, de su porte y de toda la muerte y sangre que llevaba tras él. Verle alzar una mano con despreocupación y ver reaccionar casi al instante al posadero, apartando una mesa solo para nosotros llenándola de los mejores licores no fue otra cosa que una clara demostración del respeto (o temor) que le tenían.

En el fondo yo también le respetaba… también le temía… pero eso no sería algo que le demostraría esa noche…
- ¿Y bien? – se sentó con tranquilidad y fijó toda su atención en mí.
- Sé que eres un hombre ocupado, así que no lo alargaré más. Quisiera contratarte, aunque seguro es algo que ya dedujiste – él asintió mientras dejaba reposar su mano en la pierna, bajo la mesa – Quiero que encuentres a un hombre.

Hubo un silencio algo incómodo.
- Por lo que deduzco, no es algo corriente. No habrías acudido a mí teniendo a tus camaradas – su voz sonó burlona, no era ningún secreto sus sentimientos por la Flecha del Destino.
- Digamos que es un hombre fuera de lo común, de modo que prefiero mantener a mis camaradas lejos de él – cogí uno de los licores y dí un sorbo – No me importa el precio que pongas.
- ¿Y por qué yo? Hay varios mercenarios más en el pueblucho. Ineptos a mi parecer…
- Pensando así ¿por qué cuestiones mi elección? Me parece lógico acudir a ti. Tu fama te precede.
- Precisamente por eso… - esbozó una sonrisa, su nombre no era mencionado en buenas conversaciones – Tanto da, dime de qué se trata.

Asentí y saqué mi preciado cuaderno de una bolsa. Estuve pasando decenas de dibujos realizados desde mis primeros días en Nevesmortas, hasta que di con uno de Edharae. Se lo mostré y le noté asimilar cada rasgo, cada gesto… absolutamente todo.
- Bien, ya tenemos quién. Ahora dame más datos que sean de ayuda. Por dónde puede encontrarse, debilidades, compañías… Todo detalle hará más fácil el trabajo.
- No quiero que lo toques, solo que lo encuentres y me digas dónde está.
- Nadie dijo nada de tocarlo… - recogí el cuaderno y miré el dibujo, pasando las yemas de los dedos sobre el rostro de mi némesis.
- La última vez que lo vi, creo que estábamos en las montañas del Paso de Argluna, en una casa destartalada que hay abandonada por allí. No es la primera vez que me lo encuentro en ese Paso, así que hay bastantes posibilidades de que se mueva por algún sitio oculto por allí.
- Es probable que alguno de los bandidos que allí habitan, puedan saber algo…

- Debilidades… no le conozco ninguna.
- Alguna tendrá – su tono seco y tajante me tensó un poco, y que sus ojos negros me mirasen directamente acentuó la sensación… suerte que pude contenerme.

Volvió el silencio incómodo en el que yo aproveché para dar otro sorbo a la bebida.
- Bien… entonces, ¿solo es un trabajo de rastreo?
- Si, solo quiero que averigües dónde está.
- Entonces – retiró la mano de la pierna y la apoyó en la mesa con el puño cerrado. Sentí su molestia, seguramente se esperaba algún trabajo sangriento – dejaré que pongas tú el precio. Si es aceptable, lo sabrás.
- Siento no cumplir tus expectativas sangrientas – sonreí – ¿Cincuenta mil monedas te parece aceptable?

Ciertamente no era un trabajo para él, pero no quería involucrar a nadie cercano, y de todos los mercenarios o posibles candidatos a “ayudarme” Richard era, sin duda, el mejor.
- Siempre que me reserves algo más en este trabajo.
- Ese hombre solo tiene un futuro… y está bajo mis manos. Aunque puedes hacer lo que quieras con los que le acompañen – él suspiró, cansado o molesto, nunca lo supe.
- Bien, acepto. Aunque te aseguro que volverás pidiendo más.

Se levantó, seguramente dando por finalizada la conversación. Descolgué un saquito de mi cinto y lo dejé sobre la mesa, haciendo que las monedas de su interior repiquetearan entre ellas. Richard lo recogió sin apartar su mirada de la mía.
- Tendrás noticias, Aluriel.

Sacó un amuleto de uno de los miles de bolsillos de su gabardina y lo rozó con suavidad. Mis ojos no se desviaron de los suyos mientras su figura se desvanecía. Estaba hecho. Equivocada o acertada, la decisión había sido mía. Ahora, mi “futuro” estaba en manos de aquel guerrero, en manos del Puño y la Rosa… debía confiar en que el institno de mercenario fuera mayor que el de traición.

Cuando la figura de Richard desapareció del todo, el rumor de la posada regresó. Solo entonces me di cuenta que los allí presentes había permanecido en el más absoluto silencio ante su presencia.

Su fama le precedía, sin duda alguna, y ahora yo formaría parte de ella.

Re: El trato... (por Aluriel y Richard)

Publicado: Mar Jul 20, 2010 6:36 pm
por Zborze
El Encargo.

Allí estaba yo en el Paso de Argluna, como otras tantas veces más. Pero ésta vez era distinto. Un encargo, el cual aún pienso el motivo de tener que realizarlo yo...

Eso ya daba igual, estaba allí y la elfa de cabellos rubios ya había pagado por adelantado.

El viento arreciaba gélido por el camino montañoso como antaño. Mi gabardina parecía querer desprenderse de mi cuerpo por tal brutal azote. Mis pasos eran pesados, el viento dificultaba caminar con normalidad.

Paso a paso mis atuendos se escarchaban, pero no era motivo para detenerse, tenía que encontrar el escondrijo de aquel Clérigo. Aluriel hizo bien en mostrarme aquel retrato hecho a carboncillo.


Los gigantes se hacía escuchar con aquellos sonoros rugidos, se les podía observar en la lejanía. Por suerte, ninguno entorpeceria mi camino.

Khelb, lugar de pocos habitantes y secretos dispares. Fuente de información para mi. Algunos se escondían ante mi presencia, otros en cambio, disimulaban acercándose para curiosear más de cerca.

Ninguno decía nada de interés, hasta que hice resonar un saco lleno de monedas. Para algunos, el oro es motivo suficiente para hacerles cantar. Una mujer corrió hacía mí, apartando al resto, hasta pararse justo en frente.


- Habla. Exigí.

La mujer, exaltada, pronunciaría todo lo que quería saber.

- Allí, hacía Argluna. Antes de llegar a sus puertas, hay varios hombres siniestros y también está por el que preguntas. No sé nada más, lo juro…

Comencé a andar de nuevo hacía mi objetivo, dándole el saquito a la mujer que desaparecería rauda entre el gentío.

Justo cómo mencionó la mujer, allí estaba él, Edharae, varios lacayos más le acompañaban en ésa ruinosa casa escondida entre la arboleda y la nieve.

La noche, el temor de algunos, el cobijo de otros. Detrás de un árbol observé cómo mi objetivo, daba órdenes al resto, depués él, desaparecería volatilizándose en el aire.
Mi trabajo ya estaba terminado, pero una maldita rama les relevó mi escondite. Nunca fui muy sigiloso que digamos…

Corrieron alertados hacía mi, ilusos…

Esbocé media sonrisa desenvainando a la Gemelas. Aluriel no mendionó nada sobre sus lacayos…


CONTINUARÁ

Re: El trato... (por Aluriel y Richard)

Publicado: Sab Jul 31, 2010 12:12 pm
por Keira84
Ojos dorados

El agua estaba fría, como de costumbre, pero al menos no llovía y los rayos del sol arañaban mi cuerpo lo necesario para no congelarme. Quizá aquel baño no había sido de las mejores ideas que había tenido a lo largo de todos mi años, pero, ciertamente, vi el agua demasiado apetitosa.

Me hice la muerta flotando boca arriba, mirando las nubes que formaban figuras extrañas en el cielo. Un zapato, una llave, un arco, un dragón… malditos lagartos con alas… Bufé y puse de nuevo mis pies sobre la tierra, estirando mi cuerpo, escuchando de vez en cuando algún “crack” en articulaciones agarrotadas.
- Toda una mujer – me giré sobresaltada mirando el camino, allí, como si el mundo no fuese con él, como si el aire que respiraba y el suelo que pisaba no fuera el mismo que el resto de los seres vivos, estaba el ahora líder del Puño y la Rosa. Richard parecía tener su propia burbuja, su propio mundo.

Seguramente hubiese intentado parecer indiferente ante su presencia, hubiese achacado mi carne de gallina al frío del agua y no al aura de miedo y sangre que emitía el humano, me hubiese dado la vuelta y hubiese terminado mi baño, no sin tentar demasiado a la suerte y hacerle perder la paciencia… pero sí me hubiese hecho algo de rogar.
Sin embargo verle tan tranquilo y paciente, total y absolutamente lleno de sangre y con una bolsa a su lado que empezaba a chorrear líquido carmesí hacia el estanque… me perturbó.

Salí del agua, me escurrí el pelo y envolví el cuerpo en una toalla que había traído, Richard simplemente me miró, frío.
- ¿Te traes recuerdos de todos tus viajes? – señalé levemente la bolsa sangrienta.
- Un regalo para ti – con una sutil patada, la bolsa se abrió y de su interior salió una cabeza decapitada, con la boca abierta y los ojos desencajados. Yo arrugué la nariz y aparté la vista, incómoda - ¿Lo reconoces?
- ¿Debería?
- Era uno de los que estaban con tu sacerdote.
- Te pedí que no hicieras nada – Richard sonrió con frialdad, seguramente emocionado recordando el combate que habría librado con aquellos pobres desgraciados – En tal caso… lo hecho, hecho está. ¿Tienes algo… más… aparte de eso? – volví a señalar la cabeza.
- Está más allá de Khelb. Hay un campamento en el camino y una abertura entre los árboles que solo un buen ojo puede ver. Encontrarás la casa allí.
- Supongo que tu “visita” le habrá dejado sin mucha escolta… aunque tampoco la necesita.
- Le he dejado la justa para que vengas a pedirme más.
- ¿Perdona?
- Ya te lo dije, antes de que esto termine volverás a mí y el trato adquirirá otras dimensiones.
- Mejor no adelantar acontecimientos, Richard.

Se encogió de hombros e intentó limpiarse una mancha de sangre del hombro… sin demasiado éxito. Sonreí mirándole, quizá, en el fondo, no fuese tan mala idea llevarle conmigo… Al menos había demostrado que era fiel a un trato.


Richard clavó sus ojos negros en los míos y un sutil cabeceo fue lo único que me hizo saber que se marchaba. Recogí mis cosas y me vestí, dejando el pelo suelto mojando mi espalda. Más allá de Khelb me esperaba Edharae… El sol comenzaba a desaparecer por el horizonte y, a pesar de que mi muy amada Selune siempre iluminaba los caminos más oscuros, la experiencia me había demostrado que Shar siempre encuentra el recoveco por el que atacar… las noches son peligrosas.




Cuando el estanque se quedó a oscuras, solitario y en silencio, una sombra se materializó frente a aquella cabeza decapitada. Un hombre de ojos dorados la miró un segundo mientras giraba levemente el cuerpo y desviaba la mirada hacia el camino, en dirección hacia dónde Aluriel se había marchado. Se agachó sujetándola del pelo y la lanzó al estanque. El brillo de dos estoques relució cuando la luz lunar los atravesó. Aquel hombre miró con desprecio la luna y pronunció unas leves palabras que hicieron que la oscuridad le envolviese.

Allí, rodeado del negro de las sombras, en su ambiente, clavó sus ojos en dirección hacia donde Richard caminaba y entornó los ojos… había sido inteligente al seguir al guerrero tras su ataque. Le había visto luchar, le había visto acabar con sus camaradas sin mucho esfuerzo. Él había sido más inteligente y se había fundido en la oscuridad. Muerto no le servía de nada a Edharae, pero ahora tenía información más que suculenta para él.


Cuando el círculo de oscuridad se desvaneció, solo quedó el vació. Aquel que rezaba a la señora de la pérdida caminaba ahora en silencio rumbo Argluna y el plano de la sombras era su mejor aliado.

Re: El trato... (por Aluriel y Richard)

Publicado: Sab Jul 31, 2010 2:05 pm
por Zborze
El Reencuentro


Toc, toc. Una llamada, en una casa concreta, rompió el silencio en el distrito de las casas de Nevesmortas.

La puerta fue abierta por el veterano guerrero después de maldecir varias veces el nombre de quién había molestado su descanso.
Una figura se fue dibujando tras la puerta hasta mostrar por completo su rostro.


- Tú... Aunque sorprendido, el sangriento mercenario no haría ningún movimiento que lo mostrase.
- Sí, yo... ¿No vas a dejar pasar a un viejo amigo?

¿Amigo? Amigo es una palabra que hace tiempo se borró de su mente, cuando a lo que él llamaba amigos le dejaron tirado en aquellas gélidas tierras. Ahora bien, si algo caracteriza a Richard es por el odio y rencor que hasta sus más cercanos le tienen. Pero... Un ligero movimiento del guerrero dejó espacio para que la misteriosa apariencia pudiese pasar.

Los dos se dirigieron al sótano de la casa, bien seguro era una conversación que no tendría que salir a la luz...

- Vaya... ¿Es aquí dónde practicas tus jueguecitos más sádicos?

- No, tengo sitios mejores.

- Vamos Richard, no tienes que hacerte el machito conmigo. Ya nos conocemos, aunque... - Se detuvo para observarle lentamente -Veo que tú no me reconoces... Oh, claro, es cierto yo no he envejecido como tú.

Aquellas palabras hicieron que el guerrero no pudiese parar de intentar recordar de dónde le conocía.

- Calimport Richard, Calimport. Tú en aquella época venías a mi para poder subsistir y no morir de hambre con tu padre, pero sin saber porque desapareciste... ¿Acaso te traté mal? - Su sonrisa se iluminaba en la oscuridad de aquel sótano.

- Tú... - El aguerrido mercenario miraria trás de sí observando una de las máquinas de torturas que decoraban el lugar, recordando.

- De todos modos no vengo por eso... Bien es cierto que escuché alguna de tus hazañas con tu jefe. ¿Cómo se llamaba? Ah, sí. Kuzadrepa. Kuzadrepa, Richard y El Puño y La Rosa. En un principio no creí que fueras tú, pero me equivoqué.

Después de una leve pausa y acercándose a él proseguiría.

- Quiero que dejes de ayudarla. ¡Traicionala! Ésto no va contigo maldita sea, yo te proporcionaré algo que ningún otro más podrá.Se acarició el joven rostro - Sabes, esos mechones canosos que asoman por la capucha no quedan muy bien.- Sonrió.

Un hormigueo recorría el espinazo del avezado guerrero, haciendole cerrar los puños con fuerza.

- ¡Cállate Edharae! Ya no soy aquel niño del que te podías aprovechar, los tiempos han cambiado. Ahora yo tomo mis propias decisiones.

Molesto por escuchar su nombre, el clérigo comenzó a susurrar algunas palabras. - ¡Arg! - Richard, en un movimiento raudo, desenvainó sus armas cruzándolas como una tijera sobre su cuello.

- No quieras venir a mi casa a obligarme a nada... Aluriel dijo que no te tocase, pero... - Comenzó a cerrar las katanas con fuerza.

Antes de notar el crujir de su cuello en sus armas, el clérigo ya se había volatilizado. Enfundó de nuevo a las gemelas con gesto molesto.

Un mensaje resonó por el eco en ésa instancia dónde Richard, asintiría levemente con la cabeza.

- No me desilusiones... Traicionala... Traicionala... TRAICIONALA.

//Algún comentario no estaría mal... Y tal.

Re: El trato... (por Aluriel y Richard)

Publicado: Sab Jul 31, 2010 2:21 pm
por dreuthon
Da rabia estropear el post con cosas como esta, ya sabéis de sobra que esta genial...Seguid así.

Re: El trato... (por Aluriel y Richard)

Publicado: Sab Jul 31, 2010 2:22 pm
por TanisHAnderson
dreuthon escribió:Da rabia estropear el post con cosas como esta, ya sabéis de sobra que esta genial...Seguid así.
*edito* Se me adelanto, Dreu*ss*

Comentar? Seguid escribiendo, malditos! *saca el latigo y se pone a zoscar* más, más

Re: El trato... (por Aluriel y Richard)

Publicado: Sab Jul 31, 2010 4:58 pm
por Silvanus
Me uno al resto diciendo que es mejor no estropear offtopiqueando el asunto. Yo estoy siguiendo la historia con interés.

Re: El trato... (por Aluriel y Richard)

Publicado: Lun Ago 02, 2010 12:20 pm
por Keira84
Cuestión de confianza

Más allá de Khelb, junto a un campamento en el camino hacia Argluna… allí estaba subida a un árbol, prácticamente inmóvil, observando al variopinto grupito que hablaba entre ellos. Un par de elfos, tres humanos y cuatro enanos… curiosa combinación.

Cerca de allí un mediano incompetente dejaba a la vista la entrada que Richard me había dicho cuatro días atrás. Sin duda me hubiese costado encontrarla, Selune debía favorecerme.

Me deslicé con todo el sigilo del que era capaz, agazapándome entre los arbustos, saltando entre algunas piedras e incluso aguantando la respiración en más de una ocasión. Cualquier cosa por no arriesgarme a ser descubierta. Todo el plan dependía del factor sorpresa.

Aparté las plantas que cubrían la entrada y caminé con decisión ocultándome de nuevo una vez la traspasé. Ahora nevaba y por alguna razón no me sorprendió.
Alcé la vista siguiendo la pared de lo que sería un precipicio si estuviese en lo más alto, y cuando mis ojos llegaron reconocí el lugar. Allí, hacía no mucho tiempo, había estado de pie amenazando al sacerdote, allí él había rozado mi piel y activado mi shondakul.

Así que estaba hecho. Ese día sería el último.

Cuando llegué a la pequeña casa destartalada, me invadió la nostalgia. Todos y cada uno de los años que cargaba a mi espalda junto con aquel humano pasaron por mi mente en apenas un suspiro. Incluso él, aferrado a la longevidad, sabía que había un final para nosotros.
Esperé la reacción de mi cuerpo, pero no hubo nada, ni el cosquilleo, ni la piel de gallina… nada.

Un remolino de aire pasó a mi lado y se partió en dos justo a pocos pasos frente a mí, como si hubiese encontrado un obstáculo que no esperaba. Descolgué el arco y arrugué la nariz apuntando… demasiado ilusa, eso era lo que él siempre me decía… y cuánto odiaba que tuviera razón.

Tal y como yo creía, allí había alguien. Las sombras cobraron vida formando la figura de un hombre, un elfo de pelo negro y ojos dorados que me miraba con extremada seriedad. Tras él, como si hubiesen estado esperándome, comenzaron a salir, de todo tipo de escondites, unos quince lacayos. Era obvio que aquel elfo estaba al mando, nadie hizo nada hasta que él no lo dijo.
- Me temo que no estás invitada a esta fiesta, Guardiana – su voz era suave.
- No esperé nunca una invitación – seguí apuntándole mientras controlaba al resto.
- Desgraciadamente no puedo dejar que te quedes.
- Dieciséis contra uno… qué valientes.
- ¿No eres tú quién más dice cuánto te protege tu falsa diosa? – ese elfo carecía de emociones, pronunciaba cada palabra con el mismo tono, con el mismo semblante, solo la frialdad de sus ojos daban intensidad a sus palabras.

- No he venido para hablar. ¿Dónde está Edharae? – esta vez sí, entornó los ojos.
- Muy valiente… o muy necia, por pronunciar su nombre.
- ¿Necia por pronunciarlo o cobarde por temerlo?
- Márchate, quien buscas ha dejado este lugar.
- Muy ignorante debes de ser si crees que voy a creerlo.
- Quizá no sea yo de quien debas desconfiar.


Arrugué la nariz sin entender el comentario. ¿No era él del que debía desconfiar? Sus ojos dorados seguían fijos en mí, sin mostrar la más mínima emoción, era como si ese elfo estuviera muerto por dentro. Edharae siempre había mostrado frialdad, lascivia e incluso alguna vez lástima, pero ese elfo no.

Su cabello se sacudió con elegancia cuando un nuevo golpe de aire se arremolinó a su alrededor, la tensión de los que esperaban a su espalda comenzó a notarse. Todos allí sabían de mi clero, todos y cada uno de nosotros éramos enemigos eternos de guerras libradas desde casi el comienzo de la existencia, todos deseábamos la muerte del contrario. Pero allí estábamos, tanto ellos como yo, de pie, mirándonos, sin hacer nada.

Volví a clavar mis oscuros irises en aquel elfo, que seguía mirándome con el semblante serio. ¿No era él del que debía desconfiar? Ni de él ni de ninguno de los que allí estaban… ni siquiera del humano que buscaba… no debía fiare ni del mercenario al que había contratado……

Mi corazón se paró un segundo… solo un segundo. Tiempo suficiente para que aquel elfo supiera en lo que pensaba y aquella vez, únicamente en ese preciso instante, sonrió con tanta frialdad que incluso las sonrisas despiadadas de Edharae quedaron a la altura del betún.
- Te creía más lista, Guardiana. De todos los que pudiste elegir, escogiste al menos indicado. “Demasiado ilusa” … eso es lo que él siempre dice de ti.

Esa fue la señal. Sus ojos dorados se desvanecieron frente a mí y su lugar lo ocuparon los quince siervos de la amante de la noche. Todos desenvainaron y se dirigieron decididos hacía mí. Sin embargo, en el mismo instante en que aquel elfo desapareció, supe lo plenamente consciente que era de que acabaría con ellos. “Pérdidas aceptables”, sería como seguramente las llamase, de una guerra casi eterna en la que él poco tendría que decir.

Quizá su intención fuese sembrar la duda en mi alma, quizá provocar que el miedo inundase mi ser y así darle una ventaja a su señor. Pero los años junto al maestro de estoques me habían ayudado a mantener la determinación firme. El miedo no me invadiría y mucho menos el temor a caer.

Y a pesar de todo, cuando aquellos lacayos de la oscuridad yacían en el suelo, cuando sus vidas habían sido arrebatadas por mi condición de arquera arcana, cuando la flecha negra que lucía en mi carcaj dejó de palpitar ansiosa… solo en ese momento, mi pensamiento fue para él.

Richard…

Muchos eran los que me habían advertido, muchos lo que me gritaron que estaba loca desde el primer día que insinué que contrataría al Puño… pero yo siempre había sido muy ilusa o muy temeraria… necesitaba creer que el avezado guerrero cumpliría su parte.
No podía creer las palabras de un sharita, por lógicas que pudieran llegar a sonar. No podía dejar que la oscuridad ganase la batalla más importante…

Si dudaba, Edharae contaría con la mayor de las ventajas, y el vínculo que, de algún modo, se había creado entre Richard y yo, se rompería sin esfuerzo, enemistándonos de nuevo, quizá con mayor intensidad.

Si confiaba en él, si, después de todo, decidía darle un hueco más en esta guerra, si le ofrecía una lucha codo con codo (con su correspondiente remuneración), no podrían pararnos. Estaba segura de que Richard disfrutaría luchando con el elfo de ojos dorados, y darle esa posibilidad… le tentaría demasiado.

Ya me dijeron en una ocasión, alguien muy preciado, que no debía confiar en ellos, que el Puño y la Rosa estaba impregnado de mentiras, sangre y traición… incluso entre sus miembros…

Pero debía hacerlo… debía confiar en él…






Si me equivocaba… entonces mi vida quedaría a merced de las katanas de un guerrero, los salmos de un sacerdote y el abrazo de la luna.