Historia de Elithrar

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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Sothyl

Historia de Elithrar

Mensaje por Sothyl »

ADOLESCENCIA


Despertaba de nuevo el sol en el bosque de Noyvern. Era una hermosa mañana de primavera....

El aire, impregnado de una multitud de aromas, de sonidos, de texturas, excitaba los sentidos del joven Elithrar. Caminaba despacio, siguiendo las interminables explicaciones de Sothyl, su padre, acerca de las propiedades de tal o cual planta, de los espiritus que habitaban tales árboles o de la forma de cortar y recoger las plantas de forma que no se
perdiesen sus propiedades....

A pesar de la oposición de su padre, Elithrar anotaba distraidamente todos aquellos conocimientos en su diario. Sothyl, como buen druida, creía en la potencia de la transmisión oral, en los matices que esta introducía de generación en generación. Era una transmisión dinámica, personal, de maestro a aprendiz, algo que no ocurría con la escritura, propio de magos y artífices, con aquellas ingentes bibliotecas abarrotadas de libros.

Para Sothyl ese conocimiento desembocaba finalmente en un aislamiento del practicante, como así ocurría con los grandes magos, siempre perdidos en sus torres, consultando manuales y catálogos y separándolos de la auténtica praxis.

Pero Elithrar se empeñaba en apuntarlo, en dibujar minuciosamente todo lo que veía.

Largas horas pasaba en el bosque, dibujando mapas, descubriendo caminos, haciendo bocetos de animales, gentes, paisajes.

Nunca veía la hora en que su padre acabase la clase diaria, para poder salir al encuentro de sus amigos, salir a explorar el bosque, cazar algún tejón descuidado, pescar en las tranquilas aguas del rio mientras inventaban aventuras sobre cazar trasgos y kobolds o incluso conseguir la oreja anillada de algún orco....

Ese día estaba más intranquilo de lo normal. Era el gran día. La apuesta habia subido bastante y no podía defraudar a sus amigos. Por la tarde, le conducirían con los ojos vendados a algún lugar del Bosque de Noyvern, a no más de media jornada de distancia, para dejarle allí solo. Elithrar debería volver antes del mediodía del día siguiente al emplazamiento por sus propios medios.

Era éste un juego muy popular entre los elfos exploradores más jóvenes de Noyvern...pero estaba prohibido para elfos adolescentes como Elithrar y sus amigos.

Sin embargo, lo haría. Demostraría de lo que era capaz...y ganaría lo suficiente con su apuesta para comprarse aquel arco de tejo que su padre no le quería comprar.

Transcurrió la mañana, y después de responder a las preguntas que siempre le hacía su padre acerca de la clase del día, salió corriendo al bosque antes de que el anonadado druida pudiese siquiera darla por finalizada.

Se encontró con el resto en el claro que habían acordado. Siguiendo las reglas establecidas, dejó todas sus cosas, exceptuando su cuchillo, el arco corto y un carcaj con 20 flechas. Saludó solemnemente a todos sus amigos, y estos se dispusieron a vendarle los ojos y partir.

Durante el ciego trayecto, Elithrar aprendería, por la vía más dura, por qué su padre se empeñaba tanto en que no anotase las cosas. El no anotarlas suponia ejercer la memoria.

Ahora que no disponía de su diario, no era capaz de retener todos los sonidos, texturas del suelo, olores.... al rato estaba completamente desorientado.

Cuando lo dejaron, se encontraba en medio del bosque. Estaba atardeciendo, con lo que le fue fácil establecer los puntos cardinales, sin embargo ¿en que dirección le habían llevado?. Decidió arbitrariamente seguir dirección norte hasta encontrar alguna referencia, un río, un camino, una elevación del terreno o un claro del bosque, por donde
avistar más allá de la línea de árboles.

Transcurrieron un par de horas, había anochecido y soplaba un aire frio.
Los sonidos nocturnos del bosque parecían multiplicarse y amplificarse, dándole un aspecto irreal, como infinito. Un principio de pánico asomó en la conciencia de Elithrar, nunca saldría de allí, se había perdido para siempre y no sería más que alimento para alguna de las criaturas oscuras que habitaban el frondoso bosque.

Siguió avanzando lentamente, agazapándose a cada ruido que escuchaba, sintiendo que todas las criaturas del bosque le observaban curiosas.

A cada paso que daba le asaltaban imágenes de si mismo siendo especiado, ensartado y cocinado a fuego lento en una hoguera, para luego ser servido y degustado por un grupo de exquisitos gourmets-trasgos amantes de la cocina "elfa", o enrrollado en un capullo de seda de araña mientras ésta le elevaba hacia su despensa en la parte superior en un árbol,dejándolo macerar al ritmo del veneno inoculado, para luego sorberlo lentamente durante días....

Proseguían estos y otros pensamientos de la misma índole por la cabeza del asustado Elithrar cuando vislumbró a su derecha una pared rocosa. Giró hacia ella y siguió su perfil mientras trataba de encontrar algún saliente u oquedad donde refugiarse por unas horas. Finalmente su búsqueda dió resultado y encontró, entre unos matojos que la
ocultaban, la entrada a una caverna. Sacó su cuchillo, y se propusó explorarla para ver si estaba habitada. El suelo de la entrada estaba limpio de huellas de cualquier tipo y exceptuando algunos excrementos de murciélagos parecía llevar deshabitada bastante tiempo.

Sin embargo, lo que parecía una simple caverna de poca profundidad, era en realidad un túnel, que se adentraba unos cuantos pasos para luego girar bruscamente a la derecha.

Sorprendido y excitado, se fue adentrando poco a poco en el túnel, con la mirada fija en la bifurcación, listo para saltar al menor movimiento que detectase.

No se adentró mucho, cuando el suelo cedió y cayó...

Despertó aturdido en el fondo de un pozo, con el agua a la altura de la cintura y un terrible dolor en su pierna izquierda, además de rasguños y magulladuras por todo su cuerpo. No podía escalar aquellas lisas paredes de piedra, estaba definitivamente perdido. Nadie sabía donde estaba y menos aún le buscarían en aquella vieja gruta....

El joven Elithrar rompió a llorar, no quería morir así, sólo, atrapado en la
oscuridad....finalmente el dolor y la angustia le hicieron perder el conocimiento......

Cuando despertó por segunda vez se encontraba en su cama, con la pierna entablillada y vendada, así como su brazo derecho y varias partes de su cuerpo, todas ellas con el inconfundible olor de los preparados de hierbas curativas de su padre.

Más tarde le contarían sus amigos la batida que se realizó en su busca, cuando estos confesaron su desaparición tras no haber vuelto al mediodía siguiente, y como después de dos días, uno de los exploradores dió con él en el fondo de un pozo de una vieja mina de arcilla y como fue rescatado.

Elithrar y su padre nunca hablaron del tema. El viejo Druida se limitó a mirar a su hijo a los ojos.....había sido el mismo orden natural de las cosas, el que le había enseñado su primera lección....

Continuará....
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