Vurták: Estallido de una furia.
Publicado: Sab Nov 06, 2010 10:04 pm
Vurták: Estallido de una furia.
Una sacudida fuerte le hizo abrir los ojos, acostado contra una pared con sus manos atadas a la espalda recupero el conocimiento, con sus pies descalzos pudo sentir que el suelo era de madera, una brisa que se coló por la pared le hizo darse cuenta que ya no estaba en Hielo alto, el clima era mas cálido.
La habitación entera se movía de un lado al otro y el sonido de cadenas, azotes y murmullos de voces era lo único que podía escuchar. Todo era oscuridad pero al mirar hacia el techo pudo ver la luna a través de una madera, después de varios minutos mirando por entre medio de las tablas, se dio cuenta que estaba en movimiento, la habitación se movía realmente y probablemente era una especie de carro tirado por algún animal, por eso el sonido de azotes y el continuo movimiento bamboleante.
Lucho por zafarse de las cuerdas que sin piedad apretaban sus muñecas y solo consiguió hacerse daño. Aun en plena oscuridad podía ver en blanco y negro, se dio cuenta que estaba en una caja de madera, prisionero como un animal.
En un momento la oscura caja donde lo tenían cautivo dejo de moverse. Una voz que venia lejos desde el frente grito algo que no pudo identificar y a los pocos segundos le contesto otra que venia desde su espalda. Todo fue silencio por unos segundos hasta que el estruendo de espadas desataron lo que parecía una pelea en todas las direcciones en las que podía escuchar. Un hacha pego en la pared de madera contra la que estaba recostado, el hacha rompió las tablas y le dio directo en la espalda, lo corto bastante, pero la misma madera hizo que el filo no le causara daño mortal, no emitió ni un grito, nunca se lo habían permitido, "los guerreros no mostraban dolor", así le habían enseñado. Pero el dolor estaba y le rompía el alma por dentro. Con sus manos atadas, busco a oscuras el filo que lo había lastimado y lo utilizo para cortar las cuerdas. Al liberarse grito salvaje mente mirando hacia los lados en plena oscuridad, como una bestia que busca un enemigo para atacar, frenético rompió las tablas aprovechando la abertura que hizo el hacha al entrar, le dio una embestida brutal y cayó fuera de la prisión que lo contenía.
Afuera pudo ver que se trataba de una larga caravana de bueyes que tiraban de carros en los que habían mas cajas de madera, de adentro de estas cajas podían escucharse lamentos y llantos, mientras que afuera un grupo de bandidos a caballo atacaban a los que lideraban la caravana. Por un momento miro hacia todos lados, tratando de comprender un poco. Todo era caos y justamente ese era su momento favorito. El enorme semi-orco con hacha en mano cargo contra dos bandidos, los partió a hachazos fácilmente, estos no eran guerreros. No tenia idea de quienes eran sus captores ni que querían los asaltantes, pero ante la duda repartió hachazos a todo lo que se movía.
Varios tipos con látigos intentaron retenerlo, los azotes le desgarraban la piel de la espalda, pudo alcanzar a uno con el hacha pero los demás siguieron azotando hasta que Vurták cayó arrodillado. En ese momento sintió que las voces y sonidos se hacían distantes, su corazón se aceleraba mas de lo normal con cada golpe que recibía. Sentía como un fuego lo quemaba por dentro, todos los músculos de su cuerpo se tensaron como un resorte, tenia que hacer fuerza para contenerse, se miro los brazos y sus venas resaltaban, los latigazos solo eran un sonido en la distancia, ya no sentía los golpes. Se puso de pie tan rápido y tan furioso como nunca había estado antes. Ataco a los hombres a puño limpio, los destrozaba con una facilidad aterradora incluso para el, a uno lo ahorco con el mismo látigo hasta el punto en que casi lo decapita, a otro lo golpeo en la cara tan fuerte y tantas veces que sintió como el cráneo se rajaba y también sus propios nudillos, y al tercero lo destrozo a hachazos. Cuando termino con ellos los observo un momento, fue como si todo pasara demasiado rápido para el semi-orco, la furia le hizo perder el control como nunca le había pasado antes. Finalmente la ira paso y le costaba respirar, se apoyo contra una de las carretas intentando que su corazón latiera mas lento, aun mirando los cuerpos y asombrado. Se calmo pero quedo muy fatigado, normalmente esto no le pasaba al pelear, pero tampoco había sentido tanta furia en su vida. Ahora si, los latigazos se sintieron, parecía como si los golpes que le dieron hacia dos minutos le llegaran todos juntos, se miro la espalda y estaba llena de sangre, el dolor finalmente le llego pero a duras penas pudo aguantarlo.
Fue a buscar respuestas entre los heridos que quedaron, no consiguió mucho, quienes lo tenían cautivo eran traficantes de esclavos, seguramente lo venderían para trabajar en alguna mina o algo por el estilo. Los que atacaron la caravana simplemente eran bandidos, que dieron un golpe fácil para conseguir oro.
Entre las cosas que se llevo encontró un mapa, tenia marcadas las rutas de comercio que posiblemente usaban los esclavistas. Pensó que siguiendo alguna llegaría a algún pueblo o ciudad. Abrió una de las cajas donde habían tres esclavos, unos elfos solares que estaban atados de pies y manos. Eligió el que parecía mas sano, le ato una cuerda al cuello, lo cargo con todas las cosas que pudo juntar y se lo llevo como mula de carga improvisada. Volvió a cerrar la caja de madera dejando a los otros dos elfos dentro, atados de manos y pies seguramente nunca saldrían, pero nadie en su vida había tenido piedad con Vurták, ¿Por que tendría que sentir piedad con ellos?.
Camino por varios días hasta llegar a un pueblo, pudo vender al elfo por unas cuantas monedas. Con eso pudo comprar bebida, comida y pago a alguien que atendiera las heridas en su espalda.
Vurták era hijo de una madre humana y un padre orco, su pequeña tribu vivía en Hielo alto, donde el clima siempre fue cruel. Acostumbrado a cazar y entrenado para luchar fue forjado a golpes desde pequeño, siempre pudo valerse por el mismo. La mayoría de los de su clan eran orcos o semi-orcos, muy pocos humanos podían estar entre ellos como guerreros, el resto eran esclavos como su madre, usados para diversión o trabajos forzados.
Fue capturado por accidente al caer en una trampa que unos cazadores de osos habían colocado, los tipos cazaban animales y esclavos para circos o para quien pudiera pagarlos. Se llevaron a Vurták pensando que pagarían bien por el. Asi fue como termino donde estaba ahora, viajando sin rumbo alguno.
Siguiendo el mapa que tenia desde su escape pudo llegar a La marca argéntea. Encontró comodidad en los bosques de esta zona y llego hasta Nevsmortas donde podía comerciar, beber y comer a gusto. Vurták ha vivido en estas tierras norteñas mucho tiempo. Aprendió a manejar la furia que aquel día lo tomo por sorpresa, ya no se fatiga cuando desata su ira y puede hacerlo casi a voluntad, vive de exceso en exceso y no se preocupa por retener su furia, no pelea por un dios, ni por una causa concreta, para el solo son excusas que la gente inventa, Vurták simplemente lucha porque la adrenalina y la emoción del combate son peligrosamente adictivos para el y lo arrastran de batalla en batalla esperando el próximo estallido.
Una sacudida fuerte le hizo abrir los ojos, acostado contra una pared con sus manos atadas a la espalda recupero el conocimiento, con sus pies descalzos pudo sentir que el suelo era de madera, una brisa que se coló por la pared le hizo darse cuenta que ya no estaba en Hielo alto, el clima era mas cálido.
La habitación entera se movía de un lado al otro y el sonido de cadenas, azotes y murmullos de voces era lo único que podía escuchar. Todo era oscuridad pero al mirar hacia el techo pudo ver la luna a través de una madera, después de varios minutos mirando por entre medio de las tablas, se dio cuenta que estaba en movimiento, la habitación se movía realmente y probablemente era una especie de carro tirado por algún animal, por eso el sonido de azotes y el continuo movimiento bamboleante.
Lucho por zafarse de las cuerdas que sin piedad apretaban sus muñecas y solo consiguió hacerse daño. Aun en plena oscuridad podía ver en blanco y negro, se dio cuenta que estaba en una caja de madera, prisionero como un animal.
En un momento la oscura caja donde lo tenían cautivo dejo de moverse. Una voz que venia lejos desde el frente grito algo que no pudo identificar y a los pocos segundos le contesto otra que venia desde su espalda. Todo fue silencio por unos segundos hasta que el estruendo de espadas desataron lo que parecía una pelea en todas las direcciones en las que podía escuchar. Un hacha pego en la pared de madera contra la que estaba recostado, el hacha rompió las tablas y le dio directo en la espalda, lo corto bastante, pero la misma madera hizo que el filo no le causara daño mortal, no emitió ni un grito, nunca se lo habían permitido, "los guerreros no mostraban dolor", así le habían enseñado. Pero el dolor estaba y le rompía el alma por dentro. Con sus manos atadas, busco a oscuras el filo que lo había lastimado y lo utilizo para cortar las cuerdas. Al liberarse grito salvaje mente mirando hacia los lados en plena oscuridad, como una bestia que busca un enemigo para atacar, frenético rompió las tablas aprovechando la abertura que hizo el hacha al entrar, le dio una embestida brutal y cayó fuera de la prisión que lo contenía.
Afuera pudo ver que se trataba de una larga caravana de bueyes que tiraban de carros en los que habían mas cajas de madera, de adentro de estas cajas podían escucharse lamentos y llantos, mientras que afuera un grupo de bandidos a caballo atacaban a los que lideraban la caravana. Por un momento miro hacia todos lados, tratando de comprender un poco. Todo era caos y justamente ese era su momento favorito. El enorme semi-orco con hacha en mano cargo contra dos bandidos, los partió a hachazos fácilmente, estos no eran guerreros. No tenia idea de quienes eran sus captores ni que querían los asaltantes, pero ante la duda repartió hachazos a todo lo que se movía.
Varios tipos con látigos intentaron retenerlo, los azotes le desgarraban la piel de la espalda, pudo alcanzar a uno con el hacha pero los demás siguieron azotando hasta que Vurták cayó arrodillado. En ese momento sintió que las voces y sonidos se hacían distantes, su corazón se aceleraba mas de lo normal con cada golpe que recibía. Sentía como un fuego lo quemaba por dentro, todos los músculos de su cuerpo se tensaron como un resorte, tenia que hacer fuerza para contenerse, se miro los brazos y sus venas resaltaban, los latigazos solo eran un sonido en la distancia, ya no sentía los golpes. Se puso de pie tan rápido y tan furioso como nunca había estado antes. Ataco a los hombres a puño limpio, los destrozaba con una facilidad aterradora incluso para el, a uno lo ahorco con el mismo látigo hasta el punto en que casi lo decapita, a otro lo golpeo en la cara tan fuerte y tantas veces que sintió como el cráneo se rajaba y también sus propios nudillos, y al tercero lo destrozo a hachazos. Cuando termino con ellos los observo un momento, fue como si todo pasara demasiado rápido para el semi-orco, la furia le hizo perder el control como nunca le había pasado antes. Finalmente la ira paso y le costaba respirar, se apoyo contra una de las carretas intentando que su corazón latiera mas lento, aun mirando los cuerpos y asombrado. Se calmo pero quedo muy fatigado, normalmente esto no le pasaba al pelear, pero tampoco había sentido tanta furia en su vida. Ahora si, los latigazos se sintieron, parecía como si los golpes que le dieron hacia dos minutos le llegaran todos juntos, se miro la espalda y estaba llena de sangre, el dolor finalmente le llego pero a duras penas pudo aguantarlo.
Fue a buscar respuestas entre los heridos que quedaron, no consiguió mucho, quienes lo tenían cautivo eran traficantes de esclavos, seguramente lo venderían para trabajar en alguna mina o algo por el estilo. Los que atacaron la caravana simplemente eran bandidos, que dieron un golpe fácil para conseguir oro.
Entre las cosas que se llevo encontró un mapa, tenia marcadas las rutas de comercio que posiblemente usaban los esclavistas. Pensó que siguiendo alguna llegaría a algún pueblo o ciudad. Abrió una de las cajas donde habían tres esclavos, unos elfos solares que estaban atados de pies y manos. Eligió el que parecía mas sano, le ato una cuerda al cuello, lo cargo con todas las cosas que pudo juntar y se lo llevo como mula de carga improvisada. Volvió a cerrar la caja de madera dejando a los otros dos elfos dentro, atados de manos y pies seguramente nunca saldrían, pero nadie en su vida había tenido piedad con Vurták, ¿Por que tendría que sentir piedad con ellos?.
Camino por varios días hasta llegar a un pueblo, pudo vender al elfo por unas cuantas monedas. Con eso pudo comprar bebida, comida y pago a alguien que atendiera las heridas en su espalda.
Vurták era hijo de una madre humana y un padre orco, su pequeña tribu vivía en Hielo alto, donde el clima siempre fue cruel. Acostumbrado a cazar y entrenado para luchar fue forjado a golpes desde pequeño, siempre pudo valerse por el mismo. La mayoría de los de su clan eran orcos o semi-orcos, muy pocos humanos podían estar entre ellos como guerreros, el resto eran esclavos como su madre, usados para diversión o trabajos forzados.
Fue capturado por accidente al caer en una trampa que unos cazadores de osos habían colocado, los tipos cazaban animales y esclavos para circos o para quien pudiera pagarlos. Se llevaron a Vurták pensando que pagarían bien por el. Asi fue como termino donde estaba ahora, viajando sin rumbo alguno.
Siguiendo el mapa que tenia desde su escape pudo llegar a La marca argéntea. Encontró comodidad en los bosques de esta zona y llego hasta Nevsmortas donde podía comerciar, beber y comer a gusto. Vurták ha vivido en estas tierras norteñas mucho tiempo. Aprendió a manejar la furia que aquel día lo tomo por sorpresa, ya no se fatiga cuando desata su ira y puede hacerlo casi a voluntad, vive de exceso en exceso y no se preocupa por retener su furia, no pelea por un dios, ni por una causa concreta, para el solo son excusas que la gente inventa, Vurták simplemente lucha porque la adrenalina y la emoción del combate son peligrosamente adictivos para el y lo arrastran de batalla en batalla esperando el próximo estallido.