El encargo de Lloth.
Publicado: Jue Nov 11, 2010 4:32 am
En la taberna del elfo empalado todo se desarrollaba con normalidad, algunos cuantos descastados echándose unas copas, los busca vidas preparando sus atuendos y lenguas para ofrecer sus servicios a las caprichosas y acaudaladas hembras, algunos que otros negocios extraños los cuales trataban de pasar de incognito sin mucho éxito. El ambiente normal para la posada. Hasta que de un momento a otro, un varón portando las túnicas con los símbolos del templo de Bel’aragh se acerco hacia la barra donde se encontraban dos figuras en actitud vigilante, un varón y un svirfneblin.
El enviado torció el gesto con una mueca de asco al ver al gnomo de las profundidades quien no tardo en agachar la cabeza dedicándole una reverencia. Luego miro a los ojos al varón quien también bajaba la mirada y apenas su cabeza, lo que podría interpretarse como otra reverencia.
Enviado.- Shebali, vendrás conmigo, tu señora ha aceptado un trabajo para la mía y han de comenzar esta misma noche. Trae esa cosa contigo que de algo ha de servir.
El varón no hizo más que asentir y mirar de reojo a su esclavo quien desde su reverencia podía verse como le miraba filoso a la altura de las rodillas del enviado, arrancándole una leve sonrisa de su tranquilo rostro.
Ambos mercenarios prepararon algunas cosas y abandonaron la posada siguiendo a este enviado hasta el templo de Lloth. Allí los recibió la sacerdotisa a cargo del templo Nedylene Queltlarn, ambos se reverenciaron ante ella esperando que la hembra comience a hablar.
Ndylene.- Varón, tu señora ha aceptado un trabajo el cual pondrá en riesgo el nombre de su organización, inclusive tu miserable existencia si los deseos de la reina no son satisfechos. Saldrás de cacería Varón, marcaras a cuantos puedas provocándoles el mayor dolor posible. Tienen media Dekhana para completar esta tarea, de lo contrario rueguen porque no se los encuentre con vida. Ahora, retírense de mi vista.
Al terminar de hablar la sacerdotisa, ambos se retiraron del templo, preparando las provisiones y menesteres necesarios para su viaje.
El viaje a la superficie no fue complicado gracias a los mapas que había preparado Val en sus pasados ascensos. La noche seria el velo que cubriría su viaje hasta su destino, una cueva situada al norte de la villa, donde Abner sabia que la mayoría del tiempo había algún intrépido o estúpido aventurero que estaría dispuesto a ayudar con una “noble” causa a cambio de un módico precio o la simple ilusión de que su nombre sea reconocido por la más insignificante criatura aunque mas no sea. Algo que sin duda, el drow no podía dejar escapar a la ligera. Enviaria a su esclavo quien era capaz de hacerse pasar por uno más de los gnomos de la superficie, se vería lo suficientemente indefenso como para atraer a cualquiera en su ayuda y así fue.
Abner guiaba a tres aventureros consigo hasta la cueva, donde lo esperaba su amo, ansioso por completar el trabajo de la manera más rápida posible, sonriendo sin razón aparente con su fiel cimitarra empuñada, miraba hacia el único camino por donde podrían venir las presas.
Pasadas unas horas, cuatro figuras se hacían presentes de entre los recovecos de la madriguera que usarían para su emboscada, dos con una complexión muy similar a la del varón, un ser monstruosamente grande empuñando un hacha y el pequeño svirf, quien aprovechando ya no ser el centro de atención, deshizo su disfraz mágico, dejando ver su verdadera apariencia.
Las risas de ambos abundaron el lugar, mientras dos de las presas se mantenían haciendo preguntas sin sentido para ellos, al parecer la desesperación de los elfos les hacia disfrutar aun mas de su trabajo, mientras que el enorme semi-orco, sin entender nada, trato de hacer a Abner a un lado, que estaba cubriendo la única salida, sin mucho éxito. La resistencia del pequeño esclavo enfureció al semi-orco quien sin más que un bufido y un movimiento de manos, intento golpear al svirf, sin mucho éxito por suerte para Abner, un golpe de ese hacha lo habría partido al medio.
Dejando ciego al enorme guerrero, Abner aprovecho eso para sacar una enorme ventaja en batalla mientras su oponente soltaba golpes a ningún lugar en particular a la vez que gritaba cosas incomprensibles para el Drow, quien miraba entretenido el combate.
Al fin el semi-orco cayo tumbado en el suelo tras un fuerte golpe en la rodilla que le propino Abner, alzando su pequeña masa por sobre su cabeza, golpeo al enorme Bárbaro en medio del pecho, dejándolo al borde de la muerte, como trofeo de victoria le arranco una oreja y marco sobre su rostro una araña, como les había sido encargado.
El drow sonreía ahora desviando su mirada a los dos elfos quienes estaban observando cómo sin creérselo aun al semi-orco a los pies del pequeño gnomo. Aprovechando la distracción de ambos, Val tomo por la espalda a uno de los dos, amenazando con su cimitarra a la altura de la garganta, que si no soltaba el arco, lo mataría, que no era lo que le habían encargado, pero que tampoco dudaría en hacerlo de ser necesario. El elfo soltó su arco, dando unos pasos atrás. El varón sonrío, y clavo su cimitarra a su prisionero, haciéndolo caer al suelo inconsciente, también a suspiro de su muerte. Dirigiendo su mirada ahora, al único en pie que quedaba, mientras el Svirfneblin se encargaba nuevamente de cortar la oreja del inconsiente elfo y marcarlo.
Val’undur.- Y tu vendrás conmigo ahora. Abner nos vamos antes que vengan más.
El varón tomo al Elfo por el cuello con gran fuerza, mientras el esclavo se mantenía cerca observándole filoso las rodillas al captivo. Con su mano libre, retiro y leyó un pergamino, abriendo un portal. Todos ingresaron al portal que desapareció casi al instante. Ambos Drow y Svirf llevaban al Elfo por plena ciudad, quien era observado con una mueca que se encontraba entre el asco y el odio. Permaneció captivo por unos días, hasta ser llevado con la sacerdotisa, quien como era de esperarse, buscaría incluso en el mas mínimo detalle para evitar pagar cierta parte del trabajo, escudándose en que el prisionero no aguantaría el suficiente castigo como para complacer a Lloth, dijo no pagarles por él y que eso sería descontado de la paga final del trabajo. Aunque también hizo que los mercenarios quienes le habían llevado al Elfo, se queden para observar la tortura que le esperaba, quizás por simple morbo o quizás intentaba enseñarles lo que les pasaría de desobedecer o fracasar en un trabajo. Sea cual haya sido la razón, observaron la tortura completa, la cual culmino con una marca a fuerza de daga, desgarrando la comisura de los labios del elfo, dibujándole una sonrisa permanente en el rostro, una clara marca que deshonraba al seguidor de Shevrash. Una rebuscada manera de hacerle sentir una vergüenza sin límites de por vida, puesto que se lo soltó al borde de la muerte en las cercanías de la villa. Sin saber si había sido recogido y tratado por alguien, o habría muerto a la espera.
//Mil disculpas por la tardanza en postear el texto Lurue.
Espero este bien y les guste.
Abrazo!
El enviado torció el gesto con una mueca de asco al ver al gnomo de las profundidades quien no tardo en agachar la cabeza dedicándole una reverencia. Luego miro a los ojos al varón quien también bajaba la mirada y apenas su cabeza, lo que podría interpretarse como otra reverencia.
Enviado.- Shebali, vendrás conmigo, tu señora ha aceptado un trabajo para la mía y han de comenzar esta misma noche. Trae esa cosa contigo que de algo ha de servir.
El varón no hizo más que asentir y mirar de reojo a su esclavo quien desde su reverencia podía verse como le miraba filoso a la altura de las rodillas del enviado, arrancándole una leve sonrisa de su tranquilo rostro.
Ambos mercenarios prepararon algunas cosas y abandonaron la posada siguiendo a este enviado hasta el templo de Lloth. Allí los recibió la sacerdotisa a cargo del templo Nedylene Queltlarn, ambos se reverenciaron ante ella esperando que la hembra comience a hablar.
Ndylene.- Varón, tu señora ha aceptado un trabajo el cual pondrá en riesgo el nombre de su organización, inclusive tu miserable existencia si los deseos de la reina no son satisfechos. Saldrás de cacería Varón, marcaras a cuantos puedas provocándoles el mayor dolor posible. Tienen media Dekhana para completar esta tarea, de lo contrario rueguen porque no se los encuentre con vida. Ahora, retírense de mi vista.
Al terminar de hablar la sacerdotisa, ambos se retiraron del templo, preparando las provisiones y menesteres necesarios para su viaje.
El viaje a la superficie no fue complicado gracias a los mapas que había preparado Val en sus pasados ascensos. La noche seria el velo que cubriría su viaje hasta su destino, una cueva situada al norte de la villa, donde Abner sabia que la mayoría del tiempo había algún intrépido o estúpido aventurero que estaría dispuesto a ayudar con una “noble” causa a cambio de un módico precio o la simple ilusión de que su nombre sea reconocido por la más insignificante criatura aunque mas no sea. Algo que sin duda, el drow no podía dejar escapar a la ligera. Enviaria a su esclavo quien era capaz de hacerse pasar por uno más de los gnomos de la superficie, se vería lo suficientemente indefenso como para atraer a cualquiera en su ayuda y así fue.
Abner guiaba a tres aventureros consigo hasta la cueva, donde lo esperaba su amo, ansioso por completar el trabajo de la manera más rápida posible, sonriendo sin razón aparente con su fiel cimitarra empuñada, miraba hacia el único camino por donde podrían venir las presas.
Pasadas unas horas, cuatro figuras se hacían presentes de entre los recovecos de la madriguera que usarían para su emboscada, dos con una complexión muy similar a la del varón, un ser monstruosamente grande empuñando un hacha y el pequeño svirf, quien aprovechando ya no ser el centro de atención, deshizo su disfraz mágico, dejando ver su verdadera apariencia.
Las risas de ambos abundaron el lugar, mientras dos de las presas se mantenían haciendo preguntas sin sentido para ellos, al parecer la desesperación de los elfos les hacia disfrutar aun mas de su trabajo, mientras que el enorme semi-orco, sin entender nada, trato de hacer a Abner a un lado, que estaba cubriendo la única salida, sin mucho éxito. La resistencia del pequeño esclavo enfureció al semi-orco quien sin más que un bufido y un movimiento de manos, intento golpear al svirf, sin mucho éxito por suerte para Abner, un golpe de ese hacha lo habría partido al medio.
Dejando ciego al enorme guerrero, Abner aprovecho eso para sacar una enorme ventaja en batalla mientras su oponente soltaba golpes a ningún lugar en particular a la vez que gritaba cosas incomprensibles para el Drow, quien miraba entretenido el combate.
Al fin el semi-orco cayo tumbado en el suelo tras un fuerte golpe en la rodilla que le propino Abner, alzando su pequeña masa por sobre su cabeza, golpeo al enorme Bárbaro en medio del pecho, dejándolo al borde de la muerte, como trofeo de victoria le arranco una oreja y marco sobre su rostro una araña, como les había sido encargado.
El drow sonreía ahora desviando su mirada a los dos elfos quienes estaban observando cómo sin creérselo aun al semi-orco a los pies del pequeño gnomo. Aprovechando la distracción de ambos, Val tomo por la espalda a uno de los dos, amenazando con su cimitarra a la altura de la garganta, que si no soltaba el arco, lo mataría, que no era lo que le habían encargado, pero que tampoco dudaría en hacerlo de ser necesario. El elfo soltó su arco, dando unos pasos atrás. El varón sonrío, y clavo su cimitarra a su prisionero, haciéndolo caer al suelo inconsciente, también a suspiro de su muerte. Dirigiendo su mirada ahora, al único en pie que quedaba, mientras el Svirfneblin se encargaba nuevamente de cortar la oreja del inconsiente elfo y marcarlo.
Val’undur.- Y tu vendrás conmigo ahora. Abner nos vamos antes que vengan más.
El varón tomo al Elfo por el cuello con gran fuerza, mientras el esclavo se mantenía cerca observándole filoso las rodillas al captivo. Con su mano libre, retiro y leyó un pergamino, abriendo un portal. Todos ingresaron al portal que desapareció casi al instante. Ambos Drow y Svirf llevaban al Elfo por plena ciudad, quien era observado con una mueca que se encontraba entre el asco y el odio. Permaneció captivo por unos días, hasta ser llevado con la sacerdotisa, quien como era de esperarse, buscaría incluso en el mas mínimo detalle para evitar pagar cierta parte del trabajo, escudándose en que el prisionero no aguantaría el suficiente castigo como para complacer a Lloth, dijo no pagarles por él y que eso sería descontado de la paga final del trabajo. Aunque también hizo que los mercenarios quienes le habían llevado al Elfo, se queden para observar la tortura que le esperaba, quizás por simple morbo o quizás intentaba enseñarles lo que les pasaría de desobedecer o fracasar en un trabajo. Sea cual haya sido la razón, observaron la tortura completa, la cual culmino con una marca a fuerza de daga, desgarrando la comisura de los labios del elfo, dibujándole una sonrisa permanente en el rostro, una clara marca que deshonraba al seguidor de Shevrash. Una rebuscada manera de hacerle sentir una vergüenza sin límites de por vida, puesto que se lo soltó al borde de la muerte en las cercanías de la villa. Sin saber si había sido recogido y tratado por alguien, o habría muerto a la espera.
//Mil disculpas por la tardanza en postear el texto Lurue.
Espero este bien y les guste.
Abrazo!