El secuestro
Publicado: Mar Nov 16, 2010 6:03 am
No recuerdo como comenzó ese suceso. La lluvia caía torrencial unida con los rayos, formando aun tormenta eléctrica tan extraña como serían los sucesos posteriores.
Aika y el viejo Barbas fueron embestidos por rayos, dejándolos inconcientes. Aun así conseguimos refugiarnos en la taberna, Sylvia junto con Arfrid los trasportaron a ella y allí tratamos sus heridas como buenamente pudimos. Pero no en vano salieron ilesos. Los acontecimientos derivaron a que un viejo humano, Tanaris, se prendió fuego. Sus gritos de auxilio retumbaba en mis oídos mientras algunos corríamos detrás intentando detener ese infernal fuego; pero algo nos alarmó, Rosa, la rechoncha mujer, dueña de la taberna, gritaba agitada lo mismos que ese viejo en llamas “Fuego, Fuego”. Esa noche, sin duda, sería eterna...
Algunos de nosotros subimos las escaleras atropelladamente para apagar ese incendio. Calendor musitó varios conjuros que estallaron en la habitación con bloques de hielo rompiendo sobre las llamas candentes que mitigaban con las magias. No creímos que eso pudiera haber sido una distracción, yo no lo pensé hasta que la noche nos llevó a esa temerosa situación, no lo creí hasta que llegamos al Pozo y fuimos asaltados pero eso lo contaré más adelante.
El fuego se apagó con nuestras magias, bajamos de nuevo a la planta baja de la posada, tranquilizando a Rosa por el camino y observando como Sylvia terminaba de llevar todo el mundo a la posada, así todos estarían lejos de los rayos de Talos. Todos. Todos no era más que una mentira. Sylvia había atrancado la puerta minutos antes para evitar que alguien más saliera lastimado por esos endemoniados rayos pero aun así, como supe posteriormente, un gnomo salió de esa posada, un maldito Svirfneblin. Ese que raptó al pequeño Andriu.
Cuando nos percatamos de su ausencia salimos alterados en busca del más pequeño del grupo, Andriu. Gritamos, abatimos y miramos por toda la villa, en vano. Los guardias ayudaron en su busca, a nuestros oídos oímos un grito de la guardia diciendo que un niño había sido raptado. Pero fue un largo tiempo de búsquedas a ciegas, preguntamos a los aldeanos, a la guardia. Alguien nos dijo que un llanto se oyó al oeste pero en vano seguimos buscando. Algunos del grupo se lamentaban por qué le dirían a Syra... Syra, ella acababa de perder a su hija, ¿perdería también a su hijo?
Pero no todo estaba perdido, tras horas de búsqueda él, apareció para ayudarnos. Elenthyl nos ayudaría, lo encontraríamos, ahora podía estar segura. Recorrimos su rastro hacia el oeste hasta encontrar un retal de tela del ropaje de Andriu. Muchos pensaron lo peor, otros pensamos que no podíamos desalentarnos. Corrimos a través del bosque, apremiando el paso. El elfo salvaje había dicho que nos levaban demasiada ventaja, que debíamos correr para que las huellas no se borrasen. Las huellas, algunas destartaladas, debido a llevar el peso muerto del crío, otras de forcejeos. Nuestros pasos se detuvieron en la zona Norte del bosque de Nevesmortas, frente al maese Lefur. Éste había visto a un gnomo de piel oscura, ropajes verdes y un niño quejándose ir hacia el norte. ¿Se podía ser tan iluso? Creer que un gnomo de piel oscura es padre de un pequeño humano.. No, no podía culpar a Lefur, nos culpaba a nosotros por no haber protegido a Andriu en la posada. Ahora sólo nos quedaba encontrarlo, por Syra y por él mismo.
El rumbo nos llevaba al oeste del camino de la Bifurcación, nuestras teorías empezaban a tomar sentido. Ahora estábamos seguros. El elfos salvaje es quien dio las primeras palabras. El niño estaba perdido, seguramente lo convertirían en esclavo o en algo peor. Un Svirfneblin lo había llevado a ese asqueroso lugar por órdenes de esas malditas hembras o sin ella. Aun así, aunque fuera una trampa, iríamos en su búsqueda. Atravesamos ese camino con ambiente viciado hacia el camino del pozo y tras atravesar su puerta, ahí estaba el pequeño, en un rincón de ese lugar, lleno de sangre y con una marca de araña en su rostro.
Aun así, antes siquiera de que oyera que estuviéramos atentos nos emboscaros, varios drows salieron de esa oscuridad, conjurando y atacando al pequeño grupo, haciendo que muchos de nosotros cayésemos. La verdad, aun ahora, no sé el tiempo que estuvimos bajo sus garras hasta que me desperté en ese frío lugar con esa asquerosa cicatriz en la frente. Una maldita araña tatuada en nuestros rostros...
Cuando me desperté magullada, dolorida y muerta de miedo gateé hasta Andriu y lo abracé con fuerza, el pobre seguía hecho un ovillo tan miedoso como lo sería un pequeño gatito frente a un depredador. No le culpaba, habíamos sido raptado y Silvanus sabía que nos habían hecho esos malditos drows. Intenté despertar a Aika y Sylvia en vano. El único que temblaba en mis brazos era el pequeño Andriu y yo no podía más que abrazarle con fuerza diciéndole que ya había pasado todo pero seguía sin ver al resto del grupo, Elenthyl, Arfird, Calendor, y el viejo Barbas.. ¿dónde estaban? Mis preguntas llegarían a su fin cuando estos vinieron a buscarnos. Me alcé con el pequeño en brazos y me percaté de la carta que tenía en su cinturón.
Llevé a Andriu por el portal, que alguien había abierto y leí con recelo esa carta escrita en sangre del mismo pequeño. La carta recitaba así:
“Esto es lo que seguirá sucediendo si continúan bajando al pozo, están advertidos”
Suspiré levemente, entregándole al asustadizo Andriu a su tío Calendor y nos dirigimos a la Atalaya. Dana le quitó esa horrible araña tatuada al infante. Al menso en un par de días, Aika, Sylvia y yo podremos volver a tener nuestros rostros como siempre.
Poco más tarde, Elenthyl volvió con una bolsa donde se encontraban las orejas de varios drows y las cabezas de dos sacerdotisas, mutiladas. Me había preguntado y preocupado al no verlo cruzar el portal.. estaba segura que él vengaría nuestra ofensa, aunque nos negáramos...
Sin duda, no es sensato tenerlo de enemigo.
//Son las 6.00 a.m. no me pidáis maravillas (xDD) pero creo que más o menos lo esencial está.
Aika y el viejo Barbas fueron embestidos por rayos, dejándolos inconcientes. Aun así conseguimos refugiarnos en la taberna, Sylvia junto con Arfrid los trasportaron a ella y allí tratamos sus heridas como buenamente pudimos. Pero no en vano salieron ilesos. Los acontecimientos derivaron a que un viejo humano, Tanaris, se prendió fuego. Sus gritos de auxilio retumbaba en mis oídos mientras algunos corríamos detrás intentando detener ese infernal fuego; pero algo nos alarmó, Rosa, la rechoncha mujer, dueña de la taberna, gritaba agitada lo mismos que ese viejo en llamas “Fuego, Fuego”. Esa noche, sin duda, sería eterna...
Algunos de nosotros subimos las escaleras atropelladamente para apagar ese incendio. Calendor musitó varios conjuros que estallaron en la habitación con bloques de hielo rompiendo sobre las llamas candentes que mitigaban con las magias. No creímos que eso pudiera haber sido una distracción, yo no lo pensé hasta que la noche nos llevó a esa temerosa situación, no lo creí hasta que llegamos al Pozo y fuimos asaltados pero eso lo contaré más adelante.
El fuego se apagó con nuestras magias, bajamos de nuevo a la planta baja de la posada, tranquilizando a Rosa por el camino y observando como Sylvia terminaba de llevar todo el mundo a la posada, así todos estarían lejos de los rayos de Talos. Todos. Todos no era más que una mentira. Sylvia había atrancado la puerta minutos antes para evitar que alguien más saliera lastimado por esos endemoniados rayos pero aun así, como supe posteriormente, un gnomo salió de esa posada, un maldito Svirfneblin. Ese que raptó al pequeño Andriu.
Cuando nos percatamos de su ausencia salimos alterados en busca del más pequeño del grupo, Andriu. Gritamos, abatimos y miramos por toda la villa, en vano. Los guardias ayudaron en su busca, a nuestros oídos oímos un grito de la guardia diciendo que un niño había sido raptado. Pero fue un largo tiempo de búsquedas a ciegas, preguntamos a los aldeanos, a la guardia. Alguien nos dijo que un llanto se oyó al oeste pero en vano seguimos buscando. Algunos del grupo se lamentaban por qué le dirían a Syra... Syra, ella acababa de perder a su hija, ¿perdería también a su hijo?
Pero no todo estaba perdido, tras horas de búsqueda él, apareció para ayudarnos. Elenthyl nos ayudaría, lo encontraríamos, ahora podía estar segura. Recorrimos su rastro hacia el oeste hasta encontrar un retal de tela del ropaje de Andriu. Muchos pensaron lo peor, otros pensamos que no podíamos desalentarnos. Corrimos a través del bosque, apremiando el paso. El elfo salvaje había dicho que nos levaban demasiada ventaja, que debíamos correr para que las huellas no se borrasen. Las huellas, algunas destartaladas, debido a llevar el peso muerto del crío, otras de forcejeos. Nuestros pasos se detuvieron en la zona Norte del bosque de Nevesmortas, frente al maese Lefur. Éste había visto a un gnomo de piel oscura, ropajes verdes y un niño quejándose ir hacia el norte. ¿Se podía ser tan iluso? Creer que un gnomo de piel oscura es padre de un pequeño humano.. No, no podía culpar a Lefur, nos culpaba a nosotros por no haber protegido a Andriu en la posada. Ahora sólo nos quedaba encontrarlo, por Syra y por él mismo.
El rumbo nos llevaba al oeste del camino de la Bifurcación, nuestras teorías empezaban a tomar sentido. Ahora estábamos seguros. El elfos salvaje es quien dio las primeras palabras. El niño estaba perdido, seguramente lo convertirían en esclavo o en algo peor. Un Svirfneblin lo había llevado a ese asqueroso lugar por órdenes de esas malditas hembras o sin ella. Aun así, aunque fuera una trampa, iríamos en su búsqueda. Atravesamos ese camino con ambiente viciado hacia el camino del pozo y tras atravesar su puerta, ahí estaba el pequeño, en un rincón de ese lugar, lleno de sangre y con una marca de araña en su rostro.
Aun así, antes siquiera de que oyera que estuviéramos atentos nos emboscaros, varios drows salieron de esa oscuridad, conjurando y atacando al pequeño grupo, haciendo que muchos de nosotros cayésemos. La verdad, aun ahora, no sé el tiempo que estuvimos bajo sus garras hasta que me desperté en ese frío lugar con esa asquerosa cicatriz en la frente. Una maldita araña tatuada en nuestros rostros...
Cuando me desperté magullada, dolorida y muerta de miedo gateé hasta Andriu y lo abracé con fuerza, el pobre seguía hecho un ovillo tan miedoso como lo sería un pequeño gatito frente a un depredador. No le culpaba, habíamos sido raptado y Silvanus sabía que nos habían hecho esos malditos drows. Intenté despertar a Aika y Sylvia en vano. El único que temblaba en mis brazos era el pequeño Andriu y yo no podía más que abrazarle con fuerza diciéndole que ya había pasado todo pero seguía sin ver al resto del grupo, Elenthyl, Arfird, Calendor, y el viejo Barbas.. ¿dónde estaban? Mis preguntas llegarían a su fin cuando estos vinieron a buscarnos. Me alcé con el pequeño en brazos y me percaté de la carta que tenía en su cinturón.
Llevé a Andriu por el portal, que alguien había abierto y leí con recelo esa carta escrita en sangre del mismo pequeño. La carta recitaba así:
“Esto es lo que seguirá sucediendo si continúan bajando al pozo, están advertidos”
Suspiré levemente, entregándole al asustadizo Andriu a su tío Calendor y nos dirigimos a la Atalaya. Dana le quitó esa horrible araña tatuada al infante. Al menso en un par de días, Aika, Sylvia y yo podremos volver a tener nuestros rostros como siempre.
Poco más tarde, Elenthyl volvió con una bolsa donde se encontraban las orejas de varios drows y las cabezas de dos sacerdotisas, mutiladas. Me había preguntado y preocupado al no verlo cruzar el portal.. estaba segura que él vengaría nuestra ofensa, aunque nos negáramos...
Sin duda, no es sensato tenerlo de enemigo.
//Son las 6.00 a.m. no me pidáis maravillas (xDD) pero creo que más o menos lo esencial está.