La busqueda de la Horda
Publicado: Dom Ene 23, 2011 7:17 pm
Era un dia como tantos otros en la Marca, como casi siempre llovia, en la Marca siempre llueve o nieva. Dioses!, como odiaba ese clima y como lo echaba de menos.
Mientras se acercaba al poblado un sin fin de recuerdos y sensaciones contradictorias se le agolpaban en la mente. Añoranza, alegría, vergüenza, afecto, orgullo … todo un carrusel de sensaciones.
Dejo el campamento de gitanos con una pequeña mueca de desagrado en su rostro esperando no ser reconocido. Aunque con sus hábitos rojos y su reluciente armadura lo dudaba.
Cruzo el puente y al entrar en el apretado grupo de casas los recuerdos de su niñez le golpearon como siempre. Debería de venir de visita mas a menudo para que eso no ocurriera.
Cuando regreso por primera vez a la marca después de su apredizaje, apenas piso el pueblo, por lo que esta vez lo compensara visitando a Nargrozh nada mas regresar. Seguro que el viejo clérigo agradecerá el detalle, aunque como siempre no lo demostrara. Además le trae unos pocos presentes para el Templo, unas cuantas reliquias que encontró mal vendidas a los comerciantes o en manos impías. Seguro que le agradara recuperarlas.
Se acerca sin prisa a la entrada del Templo sumido en sus pensamientos. Apenas presta atención cuando los guardias rojos, impresionados, se cuadran cuando cruza las puertas. Sonríe al suponer los comentarios que harán después por la visita de un Hierofante de la orden. Las cabalas que harán al respecto del motivo de su presencia. Si supieran que es meramente una “visita familiar”…
Aunque claro, conociendo el genio de Nargrozh, como van a suponer que el semiorco se apiado de un renacuajo humano, lo saco de las calles y lo mando al monasterio de la orden para darle un futuro.
Se acerco al altar y distinguió la alta y verde figura del sacerdote. Gruñendo como siempre a sus acólitos, iba de aquí para allá queriéndose encargar de todo a la vez. Los años parecían no pasar por el. Como señal de respeto se arrodillo frente al altar mayor y se dispuso a esperar rezando.
“Vas a quedarte ahí todo el día o vas a venir a hablar conmigo Samuel?, anda acércate aquí” - gruño de repente Nargrozh
Se acerco sin prisas y aunque deseaba abrazar al clérigo, solo le tendió la mano con una sonrisa, que pronto se convirtió en una mueca cuando el semiorco se la estrujo con una risotada.
Se pasaron un buen rato de charla intrascendente ante la mirada atónita y mal disimulada de los guardias y sirvientes, seguro que hacia mucho que no veían a su superior de tan buen humor.
“Pero basta de tanto parloteo, a que has venido Samuel?” - corto de repente Nargrozh. Seguro que debía de haberse dado cuenta de que había bajado la guardia por un momento.
“Solo he venido para traerte unos pequeños presentes, viejo amigo. Parece que tus regalos no son bien recibidos y los venden por ahí a la menor ocasión” - dijo mostrando un abultado paquete. Aunque en realidad hubiera querido decir “solo venia a verte viejo cascarrabias”
Lo dejo con cuidado encima de una mesa mostrando varias espadas de hermosa manufactura y varios pesados tomos, todos ellos con el sello en la tapa o en la empuñadura de la espada llameante de Tempus.
“Esos malditos desagradecidos …” - gruño Nargrozh
“No es de extrañar teniendo en cuenta las misiones que les encargas”
“Les mando a gloriosas batallas en nombre de nuestro señor”
“Ya, ya. Pero el viejo Ashnar empieza a hartarse de recomponer los trozos de los pardillos que mandas por ahí a que los maten”
“Dile a ese que si tiene alguna queja que venga aquí a exponérmela y le diré por donde puede …”
“Bueno, bueno. Y dime hermano, puedo hacer algo mas por ti?. Parece que tienes goteras, necesitas algo de oro para solucionarlo?”
"No necesito tu oro jovencito. Podemos apañárnoslas sin tu caridad” - respondió con soberbia Nargrozh.
Esa era una respuesta que ya preveía, por lo que en el fondo de la bolsa había un sobre con un pagare del banco de Argluna a nombre del Templo. Una suma respetable que serviría para “tapar algunas agujeros”. Esperaba que Nargrozh no se enfadara mucho y después de pensarlo bien se tragara su orgullo y lo empleara.
“Aunque quizás, ahora que lo pienso, podrias hacerme un recado jovencito” - la mirada picara y la media sonrisa del semiorco hizo que se le erizara el pelo de la nuca.
“De que se trata hermano?, no querrás mandarme de nuevo a Verluz como si fuera un novicio, no?”
“No no, es algo mas importante. Veras necesito que traigas a alguien a mi presencia. Me han llegado noticias de que un clan masacrado por brujas orcas, recorre disperso por la Marca. Ese clan por su bravía y valor ha sido favorecido por el hijo de Tempus, Uthgardt. De echo me dicen que su líder es un reconocido Tempusita. Necesito hablar con su líder. Buscalo y traemelo”
“Uhmm …, hace tiempo que no recorro la Marca, pero, no estaban recontruyendo un campamento cerca de Adbar? y su líder actual, sabes como se llama?"
“No prestas atención cachorro?” - gruñe Nargrozh soltándole una colleja. “No te he dicho que fueron masacrados y ahora son nómadas?. Antes su líder era un tal Anager Bolghar. Traemelo o si han cambiado traeme al nuevo".
“De acuerdo, lo intentare, aunque si están dispersos no se lo que tardaré” dice rascándose la cabeza. Tiene un montón de preguntas más, pero no quiere arriesgarse a otro golpe, el próximo podría arrancarle el cráneo.
Después de una breve despedida y todavía aturdido un poco por la “caricia” del semiorco, ya casi en las afueras del pueblo, de repente le asalta una idea y le invade una gran alegría. Nargrozh le ha confiado una tarea y sin gruñir ni gritar en exceso, eso quiere decir que confía en el. Un orgullo desconocido le llena el pecho, no le fallaria.
_______________________________
padre Samuel, humilde servidor de Tempus
Mientras se acercaba al poblado un sin fin de recuerdos y sensaciones contradictorias se le agolpaban en la mente. Añoranza, alegría, vergüenza, afecto, orgullo … todo un carrusel de sensaciones.
Dejo el campamento de gitanos con una pequeña mueca de desagrado en su rostro esperando no ser reconocido. Aunque con sus hábitos rojos y su reluciente armadura lo dudaba.
Cruzo el puente y al entrar en el apretado grupo de casas los recuerdos de su niñez le golpearon como siempre. Debería de venir de visita mas a menudo para que eso no ocurriera.
Cuando regreso por primera vez a la marca después de su apredizaje, apenas piso el pueblo, por lo que esta vez lo compensara visitando a Nargrozh nada mas regresar. Seguro que el viejo clérigo agradecerá el detalle, aunque como siempre no lo demostrara. Además le trae unos pocos presentes para el Templo, unas cuantas reliquias que encontró mal vendidas a los comerciantes o en manos impías. Seguro que le agradara recuperarlas.
Se acerca sin prisa a la entrada del Templo sumido en sus pensamientos. Apenas presta atención cuando los guardias rojos, impresionados, se cuadran cuando cruza las puertas. Sonríe al suponer los comentarios que harán después por la visita de un Hierofante de la orden. Las cabalas que harán al respecto del motivo de su presencia. Si supieran que es meramente una “visita familiar”…
Aunque claro, conociendo el genio de Nargrozh, como van a suponer que el semiorco se apiado de un renacuajo humano, lo saco de las calles y lo mando al monasterio de la orden para darle un futuro.
Se acerco al altar y distinguió la alta y verde figura del sacerdote. Gruñendo como siempre a sus acólitos, iba de aquí para allá queriéndose encargar de todo a la vez. Los años parecían no pasar por el. Como señal de respeto se arrodillo frente al altar mayor y se dispuso a esperar rezando.
“Vas a quedarte ahí todo el día o vas a venir a hablar conmigo Samuel?, anda acércate aquí” - gruño de repente Nargrozh
Se acerco sin prisas y aunque deseaba abrazar al clérigo, solo le tendió la mano con una sonrisa, que pronto se convirtió en una mueca cuando el semiorco se la estrujo con una risotada.
Se pasaron un buen rato de charla intrascendente ante la mirada atónita y mal disimulada de los guardias y sirvientes, seguro que hacia mucho que no veían a su superior de tan buen humor.
“Pero basta de tanto parloteo, a que has venido Samuel?” - corto de repente Nargrozh. Seguro que debía de haberse dado cuenta de que había bajado la guardia por un momento.
“Solo he venido para traerte unos pequeños presentes, viejo amigo. Parece que tus regalos no son bien recibidos y los venden por ahí a la menor ocasión” - dijo mostrando un abultado paquete. Aunque en realidad hubiera querido decir “solo venia a verte viejo cascarrabias”
Lo dejo con cuidado encima de una mesa mostrando varias espadas de hermosa manufactura y varios pesados tomos, todos ellos con el sello en la tapa o en la empuñadura de la espada llameante de Tempus.
“Esos malditos desagradecidos …” - gruño Nargrozh
“No es de extrañar teniendo en cuenta las misiones que les encargas”
“Les mando a gloriosas batallas en nombre de nuestro señor”
“Ya, ya. Pero el viejo Ashnar empieza a hartarse de recomponer los trozos de los pardillos que mandas por ahí a que los maten”
“Dile a ese que si tiene alguna queja que venga aquí a exponérmela y le diré por donde puede …”
“Bueno, bueno. Y dime hermano, puedo hacer algo mas por ti?. Parece que tienes goteras, necesitas algo de oro para solucionarlo?”
"No necesito tu oro jovencito. Podemos apañárnoslas sin tu caridad” - respondió con soberbia Nargrozh.
Esa era una respuesta que ya preveía, por lo que en el fondo de la bolsa había un sobre con un pagare del banco de Argluna a nombre del Templo. Una suma respetable que serviría para “tapar algunas agujeros”. Esperaba que Nargrozh no se enfadara mucho y después de pensarlo bien se tragara su orgullo y lo empleara.
“Aunque quizás, ahora que lo pienso, podrias hacerme un recado jovencito” - la mirada picara y la media sonrisa del semiorco hizo que se le erizara el pelo de la nuca.
“De que se trata hermano?, no querrás mandarme de nuevo a Verluz como si fuera un novicio, no?”
“No no, es algo mas importante. Veras necesito que traigas a alguien a mi presencia. Me han llegado noticias de que un clan masacrado por brujas orcas, recorre disperso por la Marca. Ese clan por su bravía y valor ha sido favorecido por el hijo de Tempus, Uthgardt. De echo me dicen que su líder es un reconocido Tempusita. Necesito hablar con su líder. Buscalo y traemelo”
“Uhmm …, hace tiempo que no recorro la Marca, pero, no estaban recontruyendo un campamento cerca de Adbar? y su líder actual, sabes como se llama?"
“No prestas atención cachorro?” - gruñe Nargrozh soltándole una colleja. “No te he dicho que fueron masacrados y ahora son nómadas?. Antes su líder era un tal Anager Bolghar. Traemelo o si han cambiado traeme al nuevo".
“De acuerdo, lo intentare, aunque si están dispersos no se lo que tardaré” dice rascándose la cabeza. Tiene un montón de preguntas más, pero no quiere arriesgarse a otro golpe, el próximo podría arrancarle el cráneo.
Después de una breve despedida y todavía aturdido un poco por la “caricia” del semiorco, ya casi en las afueras del pueblo, de repente le asalta una idea y le invade una gran alegría. Nargrozh le ha confiado una tarea y sin gruñir ni gritar en exceso, eso quiere decir que confía en el. Un orgullo desconocido le llena el pecho, no le fallaria.
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padre Samuel, humilde servidor de Tempus