Historia de Phandaal
Publicado: Mar Nov 28, 2006 10:59 am
En mi historia no hay grandes hazañas épicas, ni princesas por rescatar ni grandes tesoros, solo la triste historia de un joven elfo que ha vivido huyendo gran parte de su vida. Mi historia comienza una fría mañana con unos grititos en mi oído…
- ¡Corre Phandaal, vienen a por ti!
La vocecilla de Tiery en mi oído, y el pellizco que me dio en la oreja, me sobresaltaron. Miré alrededor confuso; Inwë, la muchacha humana con la que había estado retozando toda la noche, seguía durmiendo a mi lado tranquilamente.
- ¿Qué pasa Tiery?
- Viene una turba a por ti. Se han enterado de tu secretillo… El novio de una de tus “amigas” te oyó conjurar y, aunque no entendió nada, consiguió repetir las palabras de forma más o menos inteligible a un mago, que sí reconoció el hechizo. Ahora se han juntado novios, hermanos, padres y tíos para quemarte o algo peor.
Reconozco que me puse pálido. Por suerte Inwë no se había despertado aún, si no mi huida podría complicarse. Me vestí como pude y salí corriendo hacia el bosque. Ya oía los gritos de la turba, así que no me dio tiempo a recoger los libros de mi abuelo.
Así empezó mi vida de aventurero vagabundo, de una forma tan poco digna. Subiéndome los pantalones con una multitud persiguiéndome para lincharme solo porque utilizaba un sencillo conjuro para hacerme un poco más atractivo a las chicas de la aldea. Bueno, reconozco que no está bien del todo hacer eso, pero cuando eres joven, no demasiado agraciado y pasas más tiempo entre libros que entre personas pues cuesta un poco cubrir ciertas necesidades naturales y a veces es tentador tomar algún atajo…
Debería presentarme. Me llamo Phandaal. Así, sin apellido. A veces me llamaban el Desquiciado, quizá porque, aunque soy tranquilo normalmente, cuando me altero me altero de verdad, y mis reacciones pueden parecer un poco exageradas. Las chicas a las que hechizaba me llamaban el Grande, aunque no estoy seguro si era un efecto residual del hechizo. Lo de no tener apellido es porque mi madre no quiso nada que le recordase a mi padre. Por lo que se fugó con otra al poco de nacer yo. O se fue del pueblo por motivos parecidos a los míos… Nadie me hablaba de ellos, pero de vez en cuando oía a mi madre murmurar muy bajito “esa fulana” o lindezas por el estilo cuando veía alguna que otra mujer, ya fuera humana o elfa. A mis abuelos paternos no llegué a conocerlos nunca, solo sé que mi abuelo fue un gran mago y mi abuela una druida semielfa, y que tuvieron un final trágico: mi abuelo murió desangrado cuando mi abuela le castró, no sé por qué razón, y ésta se perdió en el bosque y no se volvió a saber de ella.
También tengo que presentar a mi amiga Tiery. Es una pixie que encontré en el bosque. Las pixies son traviesas, pero creo que ésta se había excedido y la había echado de su familia. Nos hicimos amigos enseguida, quizá porque los dos éramos unos solitarios por aquel entonces. Y gracias a ella estoy vivo. No puedo recordar las veces que me ha salvado la vida y que, gracias a sus habilidades, no me he muerto de hambre cuando he vivido en alguna ciudad.
Cuando salí de esa forma un tanto apresurada de mi aldea natal no tenía ningún objetivo. Quería, vagamente, llegar a ser un gran mago como mi abuelo y como mi héroe infantil Hâr-ry¨Pötas, pero no sabía cómo conseguirlo, aunque tenía la vaga intención de irme a Amn a aprender con los magos encapuchados. Creo que mi abuelo estuvo una vez asociado a ellos e incluso tuvo unos aprendices, Realmente no sabía nada de magia, solo un par de trucos y un par de conjuros sencillos que había conseguido aprender de los libros de mi abuelo.
Estuvimos viviendo en el bosque una temporada, aunque odiaba vivir entre bichos y pasar frío por las noches. Soy elfo, amo los árboles y la naturaleza y todo eso, pero tengo algo de sangre humana y el bosque me gusta más cuando tengo un techo debajo del que cobijarme. Por desgracia para mí no había aprendido mucho sobre vivir en el bosque y sobre los peligros, naturales y no naturales, que me acechaban, y un día, cuando menos lo esperaba, caí en una trampa. Era una trampa para osos, pero debían haberla olvidado hacia mucho tiempo y no cerraba bien. Eso me salvó la vida porque si hubiera sido nueva o hubiera estado bien cuidad me habría cortado la pierna y hubiera muerto desangrado allí mismo. Estuve un día entero con ese cepo agarrado a mi pierna. Tiery no podía ayudarme porque es demasiado pequeña para abrir algo tan fuerte, y yo la verdad es que tampoco podía abrirla. Por suerte Tiery puede volar y desde el aire divisó la hoguera de un campamento y pudo pedir ayuda. Bueno, la ayuda casi me mata del susto... porque era a ¡una drow! Me vi perdido, no solo muerto sino torturado sin piedad hasta morir lentamente. Cuál no sería mi sorpresa cuando esa elfa oscura me liberó de la trampa y me curó las heridas.
Tinyniel no era drow del todo. Su padre si era drow, formaba parte de una partida de caza que subió a la superficie. Violó a la madre de Tinyniel cuando se la llevaban como esclava. Por suerte los drow no pudieron volver a la infraoscuridad ya que fueron interceptados por un grupo de cazadores. Mi salvadora creció entre elfos a quienes consideraba su gente. Sin embargo la gente de su edad, que nunca había vivido los horrores de una cacería drow, la veían diferente y la rechazaban, por eso acabó viviendo sola en el bosque, siempre escondiéndose debido al color de su piel.
Nos hicimos amigos, y más que amigos. Incluso habíamos planeado ir a Amn. Construiríamos una casa en un bosque cercano donde ella pudiera vivir segura mientras durase mi aprendizaje. Nos confiamos. Cuando estábamos a pocas jornadas de Amn acampamos no demasiado lejos del camino. Es difícil sorprender a un elfo, y más a dos, pero estábamos muy relajados soñando con el futuro cuando la desgracia se abatió sobre nosotros:
- ¡Muere bruja!
Y la cabeza de Tinyniel se separó de su cuello. Un paladín con su espada ensangrentada estaba detrás de ella. No le habíamos oído llegar, no le habíamos visto venir. Antes de que su cabeza acabase de rodar lancé un conjuro sencillo, un proyectil mágico, pero con tanta furia, tanto dolor que se multiplicó y no pararon de surgir proyectiles de mi dedos hasta que el “defensor de bien” cayó al suelo muerto. Nunca he conseguido que se repita el conjuro de esa forma, ni siquiera con versiones más avanzadas, ahora que se algo más de magia que entonces. Me quedé agotado, sin embargo no pude quedarme a descansar ni a enterrar a Tinyniel ya que los tres compañeros del paladín muerto se acercaban a ver qué había ocurrido. Recité rápidamente las palabras del otro conjuro que conocía, hechizar persona, y allí quedaron peleándose entre ellos. Se sorprendieron cuando su compañero empezó a atacarles y eso me permitió escapar.
Volvía a estar como al principio. Solo con mi pequeña pixie Tiery. Llegué a Amn y conseguí que un mago encapuchado me aceptase como aprendiz. Estudié allí un tiempo hasta que tocó volver a salir corriendo de la ciudad… Una mañana estaba haciendo recados para mi maestro cuando pasé por delante del edificio de la Sagrada Orden de Radiante Corazón. En la puerta había dos paladines mancos y uno cojo. Nos reconocimos mutuamente al instante. Nos miramos un momento tensamente y esta vez tuve tiempo de hechizar a dos de ellos, al cojo y a uno de los mancos. Lo último que vi fue a los dos hechizados golpeando salvajemente a su amigo. Después de eso Amn ya no era un lugar seguro para mí. Por supuesto los magos encapuchados no iban a proteger a un simple aprendiz. Hui al norte, siempre al norte, escapando de esa tierra maldita que tantas desgracias me había traído.
En Luskan también tuve un maestro, pero cometí el error de encapricharme con su hija… Por suerte cuando su padre nos encontró en la cama había estado bebiendo y no era capaz de conjurar correctamente, así que se atontó a sí mismo y me dio la oportunidad de escapar, otra vez subiéndome los pantalones.
Ahora he conseguido establecerme en Nevesmortas y soy un ciudadano respetado. El resto de la historia ya la conocéis o ni siquiera la conozco yo porque aún no ha sucedido.
- ¡Corre Phandaal, vienen a por ti!
La vocecilla de Tiery en mi oído, y el pellizco que me dio en la oreja, me sobresaltaron. Miré alrededor confuso; Inwë, la muchacha humana con la que había estado retozando toda la noche, seguía durmiendo a mi lado tranquilamente.
- ¿Qué pasa Tiery?
- Viene una turba a por ti. Se han enterado de tu secretillo… El novio de una de tus “amigas” te oyó conjurar y, aunque no entendió nada, consiguió repetir las palabras de forma más o menos inteligible a un mago, que sí reconoció el hechizo. Ahora se han juntado novios, hermanos, padres y tíos para quemarte o algo peor.
Reconozco que me puse pálido. Por suerte Inwë no se había despertado aún, si no mi huida podría complicarse. Me vestí como pude y salí corriendo hacia el bosque. Ya oía los gritos de la turba, así que no me dio tiempo a recoger los libros de mi abuelo.
Así empezó mi vida de aventurero vagabundo, de una forma tan poco digna. Subiéndome los pantalones con una multitud persiguiéndome para lincharme solo porque utilizaba un sencillo conjuro para hacerme un poco más atractivo a las chicas de la aldea. Bueno, reconozco que no está bien del todo hacer eso, pero cuando eres joven, no demasiado agraciado y pasas más tiempo entre libros que entre personas pues cuesta un poco cubrir ciertas necesidades naturales y a veces es tentador tomar algún atajo…
Debería presentarme. Me llamo Phandaal. Así, sin apellido. A veces me llamaban el Desquiciado, quizá porque, aunque soy tranquilo normalmente, cuando me altero me altero de verdad, y mis reacciones pueden parecer un poco exageradas. Las chicas a las que hechizaba me llamaban el Grande, aunque no estoy seguro si era un efecto residual del hechizo. Lo de no tener apellido es porque mi madre no quiso nada que le recordase a mi padre. Por lo que se fugó con otra al poco de nacer yo. O se fue del pueblo por motivos parecidos a los míos… Nadie me hablaba de ellos, pero de vez en cuando oía a mi madre murmurar muy bajito “esa fulana” o lindezas por el estilo cuando veía alguna que otra mujer, ya fuera humana o elfa. A mis abuelos paternos no llegué a conocerlos nunca, solo sé que mi abuelo fue un gran mago y mi abuela una druida semielfa, y que tuvieron un final trágico: mi abuelo murió desangrado cuando mi abuela le castró, no sé por qué razón, y ésta se perdió en el bosque y no se volvió a saber de ella.
También tengo que presentar a mi amiga Tiery. Es una pixie que encontré en el bosque. Las pixies son traviesas, pero creo que ésta se había excedido y la había echado de su familia. Nos hicimos amigos enseguida, quizá porque los dos éramos unos solitarios por aquel entonces. Y gracias a ella estoy vivo. No puedo recordar las veces que me ha salvado la vida y que, gracias a sus habilidades, no me he muerto de hambre cuando he vivido en alguna ciudad.
Cuando salí de esa forma un tanto apresurada de mi aldea natal no tenía ningún objetivo. Quería, vagamente, llegar a ser un gran mago como mi abuelo y como mi héroe infantil Hâr-ry¨Pötas, pero no sabía cómo conseguirlo, aunque tenía la vaga intención de irme a Amn a aprender con los magos encapuchados. Creo que mi abuelo estuvo una vez asociado a ellos e incluso tuvo unos aprendices, Realmente no sabía nada de magia, solo un par de trucos y un par de conjuros sencillos que había conseguido aprender de los libros de mi abuelo.
Estuvimos viviendo en el bosque una temporada, aunque odiaba vivir entre bichos y pasar frío por las noches. Soy elfo, amo los árboles y la naturaleza y todo eso, pero tengo algo de sangre humana y el bosque me gusta más cuando tengo un techo debajo del que cobijarme. Por desgracia para mí no había aprendido mucho sobre vivir en el bosque y sobre los peligros, naturales y no naturales, que me acechaban, y un día, cuando menos lo esperaba, caí en una trampa. Era una trampa para osos, pero debían haberla olvidado hacia mucho tiempo y no cerraba bien. Eso me salvó la vida porque si hubiera sido nueva o hubiera estado bien cuidad me habría cortado la pierna y hubiera muerto desangrado allí mismo. Estuve un día entero con ese cepo agarrado a mi pierna. Tiery no podía ayudarme porque es demasiado pequeña para abrir algo tan fuerte, y yo la verdad es que tampoco podía abrirla. Por suerte Tiery puede volar y desde el aire divisó la hoguera de un campamento y pudo pedir ayuda. Bueno, la ayuda casi me mata del susto... porque era a ¡una drow! Me vi perdido, no solo muerto sino torturado sin piedad hasta morir lentamente. Cuál no sería mi sorpresa cuando esa elfa oscura me liberó de la trampa y me curó las heridas.
Tinyniel no era drow del todo. Su padre si era drow, formaba parte de una partida de caza que subió a la superficie. Violó a la madre de Tinyniel cuando se la llevaban como esclava. Por suerte los drow no pudieron volver a la infraoscuridad ya que fueron interceptados por un grupo de cazadores. Mi salvadora creció entre elfos a quienes consideraba su gente. Sin embargo la gente de su edad, que nunca había vivido los horrores de una cacería drow, la veían diferente y la rechazaban, por eso acabó viviendo sola en el bosque, siempre escondiéndose debido al color de su piel.
Nos hicimos amigos, y más que amigos. Incluso habíamos planeado ir a Amn. Construiríamos una casa en un bosque cercano donde ella pudiera vivir segura mientras durase mi aprendizaje. Nos confiamos. Cuando estábamos a pocas jornadas de Amn acampamos no demasiado lejos del camino. Es difícil sorprender a un elfo, y más a dos, pero estábamos muy relajados soñando con el futuro cuando la desgracia se abatió sobre nosotros:
- ¡Muere bruja!
Y la cabeza de Tinyniel se separó de su cuello. Un paladín con su espada ensangrentada estaba detrás de ella. No le habíamos oído llegar, no le habíamos visto venir. Antes de que su cabeza acabase de rodar lancé un conjuro sencillo, un proyectil mágico, pero con tanta furia, tanto dolor que se multiplicó y no pararon de surgir proyectiles de mi dedos hasta que el “defensor de bien” cayó al suelo muerto. Nunca he conseguido que se repita el conjuro de esa forma, ni siquiera con versiones más avanzadas, ahora que se algo más de magia que entonces. Me quedé agotado, sin embargo no pude quedarme a descansar ni a enterrar a Tinyniel ya que los tres compañeros del paladín muerto se acercaban a ver qué había ocurrido. Recité rápidamente las palabras del otro conjuro que conocía, hechizar persona, y allí quedaron peleándose entre ellos. Se sorprendieron cuando su compañero empezó a atacarles y eso me permitió escapar.
Volvía a estar como al principio. Solo con mi pequeña pixie Tiery. Llegué a Amn y conseguí que un mago encapuchado me aceptase como aprendiz. Estudié allí un tiempo hasta que tocó volver a salir corriendo de la ciudad… Una mañana estaba haciendo recados para mi maestro cuando pasé por delante del edificio de la Sagrada Orden de Radiante Corazón. En la puerta había dos paladines mancos y uno cojo. Nos reconocimos mutuamente al instante. Nos miramos un momento tensamente y esta vez tuve tiempo de hechizar a dos de ellos, al cojo y a uno de los mancos. Lo último que vi fue a los dos hechizados golpeando salvajemente a su amigo. Después de eso Amn ya no era un lugar seguro para mí. Por supuesto los magos encapuchados no iban a proteger a un simple aprendiz. Hui al norte, siempre al norte, escapando de esa tierra maldita que tantas desgracias me había traído.
En Luskan también tuve un maestro, pero cometí el error de encapricharme con su hija… Por suerte cuando su padre nos encontró en la cama había estado bebiendo y no era capaz de conjurar correctamente, así que se atontó a sí mismo y me dio la oportunidad de escapar, otra vez subiéndome los pantalones.
Ahora he conseguido establecerme en Nevesmortas y soy un ciudadano respetado. El resto de la historia ya la conocéis o ni siquiera la conozco yo porque aún no ha sucedido.