Bombeando Palabras. - Lyn A.

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

Moderadores: DMs de tramas, DMs

Lady Starlight

Bombeando Palabras. - Lyn A.

Mensaje por Lady Starlight »

I - Un poco de música.

- ...despierta, Lyn. Lyn. ¡Lyn, despierta de una vez!

Abro los ojos, inspirando tranquilamente. Alina, mi amiga y compañera, da vueltas tras de mí al borde de la histeria, con esa vocecilla estridente suya, vociferando acerca del desastre de mi pelo y lo poco que falta para comenzar. Sonrío, no es para menos. Esta noche es la noche. Acabo de alcanzar la mayoría de edad y Alen, el mecenas de la compañía, por fin se ha decidido a darme una oportunidad. Tras meses y meses sumida en la monotonía, en encorsetar los cuerpos de otras cantantes, afinar los instrumentos de otros músicos y arreglar el pelo de artistas déspotas abnegadas por los excesos, aquí estoy yo, sentada frente al espejo de un camerino improvisado en una caravana, siendo peinada para hacer de la noche, música y a la música, mía.

- ...no lo sé, ¡no lo sé! No sé qué vamos a hacer con éstos pelos. ¡Tu larga melena! ¡Mira en lo que la has dejado!

Alina sigue hablando, incapaz de callar, más nerviosa que yo. De hecho, yo ni siquiera lo estoy. Desde el principio, mi vida estaba destinada a este preciso momento. Y yo lo sabía. Lo supe tan pronto mis manos tuvieron la fuerza suficiente para soportar un laúd. Mi vida antes de éste momento ya no importa. Nací en los caminos, vivo en los caminos, conociendo gente, escuchando sus historias, aprendiendo -porque, creedme, todo el mundo tiene algo que enseñar- de ellas... hasta que el caprichoso viento, movido por el destino, vuelve a soplar y me arrastra con él a un nuevo lugar.

- ...¡Lyn! ¿Es que no me estás escuchando? ¡Todos están esperando! ¡Tienes que salir YA!

Recojo mi falda con ambas manos para subir los tres o cuatro escalones que dan a un pequeño escenario de madera al aire libre. No es una sala de teatro llena de un público entendido y exigente, pero ésta va a ser mi primera actuación oficial y, por ende, la más importante.
Mientras me encamino al centro del escenario, puedo sentir, casi respirar, la misma emoción que embarga a mis compañeros.

Daven, sentado sobre un taburete en una esquina, con su enigmática mirada enmarcada por una larga melena negra, la flauta travesera entre sus manos.
Leah, con la cabeza ladeada dejando caer en cascada su larga y dorada melena, la tristeza varada en sus ojos y el arpa reposando frente a ella.
Darön, un elfo que, aunque pareciera difícil, había robado más corazones con su violín que con su sonrisa descarada.

Para cuando llego a mi posición, mis compañeros ya han empezado a arrancarle notas a sus instrumentos. El público guarda silencio. Del escenario brota una melodía que habla de la melancolía más profunda, de los sentimientos que llegan al otoño, que caen, como las hojas, marchitos, sin otra posibilidad que ser arrastrados -como yo, pienso, irónicamente- por el viento del norte. Y entre ese vendaval de sensaciones, como mi voz, nazco otra vez.

¡Detente, viento!
¡Que llevas contigo el aroma de vida
y las horas del tiempo!
Detente y dame una razón
para éste roto que no tiene remiendo.
Dimos al amor sueños de oro
y nos trajo un hálito de lamentos.


De oro, como los cabellos de Leah que se mecen con cada cálido vaivén que produce su cuerpo al rasgar con las yemas de los dedos las cuerdas blancas, rojas y negras. Blancas, como la pálida luz de la luna que alumbra como un foco de magia pura el escenario. Rojas, como la sangre que se altera en el amor primero de una juventud intensa. Negras, como las sombras de los que danzan a nuestros pies, escuchando la música, pero no sintiéndola.

¡Detente, viento!
¡Que no consigue tu furia mi silencio!
Que se han cansado las palabras
de arremolinárseme dentro,
que hemos dejado la esperanza
a quien no puede empuñar el sentimiento.


Y nosotros no somos ésos. Daven empuña y blande el sentimiento en cada soplo que brota desde sus labios a los de la flauta travesera, como quien recorre la dunas del placer de una amante verdadera.

¡Detente, viento!
¡O llévate contigo éste canto aéreo!
Allá donde descansa quebrada la mañana
sabiendo que sí, que es el momento.
Que hemos vivido más
que cualquier héroe de cuentos
y hemos forjado una leyenda viva
con la música que escriben nuestros dedos,
pero también hemos besado la oscuridad,
hemos tanteado peligrosos juegos
y el camino de lo correcto se confunde ahora
tras un manto gélido de secretos.
Y aunque hemos sentido un poder olvidado,
a pesar de salvar vidas, hemos errado.


Llévate éste canto como una saeta de emociones disparada a través arco del violín de Darön, pues cada movimiento de sus manos es un tiro con destino asegurado: el corazón.

¡Detente, viento!
¡Que tengo el alma rota y el corazón cansado!
Y llévame contigo lejos de aquí, a cualquier lado.
Si sigues gimiendo y soplando,
llévame, viento, contigo…
pues mi tiempo aquí se ha terminado.


Se ha terminado. La canción se ha terminado. Echo una fugaz mirada atrás, a las únicas personas, aparte de mí, que han sido conscientes de ése momento sagrado.
No importa cuán alto suenen los vítores, ni los aplausos. Los artistas de verdad, los que actuan a través del sentimiento, saben que ese preciso momento no pueden comprarlo el oro o la fama. Porque durante unos minutos fuimos una sola persona fusionada. Creando, experimentando, sintiendo una excitación similar a cuando haces el amor.
Tal es la vida del bardo.

Pero ese momento ha terminado. La canción ha terminado y mi tiempo aquí, también.
Cierro los ojos y siento el gélido viento susurrando. Un nuevo destino aguarda, me está esperando.

Dedico a aquél escenario una última mirada, grabando a fuego en mi retina lo que ha sucedido allí horas antes, lo que el resto de la compaña ha provocado en mi alma y, seguramente, lo que yo he provocado en las suyas.

Y sin embargo, para todos los demás, no habrá sido más que un poco de música.
Última edición por Lady Starlight el Jue Abr 28, 2011 2:44 pm, editado 1 vez en total.
Gineu

Re: Bombeando Palabras. - Lyn A.

Mensaje por Gineu »

Muy chula la historia!! :jester: :jester:
Torzai

Re: Bombeando Palabras. - Lyn A.

Mensaje por Torzai »

Impresionante mi dama. De veras,muy impresionante. Me ha fascinado la historita xDD Tienes madera de trovadora,sin duda!! A ver si sigue pronto!! ^^


PD: Me encanto el verso.(Aunque bueno, eso ya telo dije en el server xD)
Lady Starlight

Re: Bombeando Palabras. - Lyn A.

Mensaje por Lady Starlight »

// Muchas gracias a los dos =_)
Zborze
Vive aquí.
Vive aquí.
Mensajes: 2497
Registrado: Jue Dic 27, 2007 6:00 am
Ubicación: En cualquier lugar.

Re: Bombeando Palabras. - Lyn A.

Mensaje por Zborze »

//Aunque tengo que decir que no me agradan mucho los bardos... xD Buena manera de empezar, sigue así. :wink:
Searching... Seek & Destroy.
Si no puedes remediarlo, por lo menos ¡FLIPALO!
Imagen
Lady Starlight

Re: Bombeando Palabras. - Lyn A.

Mensaje por Lady Starlight »

II - Mantra.

La música no va a darte de comer, Lyn.

Sonrío para mis adentros recordando aquella frase que padre me dijo en una ocasión, cuando yo me afanaba en hacerle comprender que la música era todo a lo que aspiraba. En éstos momentos, cuando el inexorable frío de La Marca pesa sobre mi cuerpo y choca contra mis mejillas en forma de lluvia helada, cuando la pluma con la que escribo pesa más que mi saco de monedas y no puedo permitirme ni una mísera capa, pienso en que algo de razón, sí que tenía.
Qué más da; soy feliz y eso es lo que importa.

A lo lejos diviso una posada de camino y empujo, a contra viento, mi cuerpo en su dirección. Cuando abro su puerta, el ambiente cargado por el humo mezcla de las pipas, el olor a estofado procedente de la cocina, la algarabía de los borrachos y el intenso calor que desprende la chimenea, me abofetean aturdiéndome por un instante.
Me acerco a la barra y dejo caer las monedas de la pequeña bolsa: apenas dan para una habitación, pero el estómago me ruge y la garganta me arde. En ese momento, afino el oído -o, quién sabe, el instinto de supervivencia- y escucho a dos mujeres que vociferan a mi izquierda.

- ¡...y pretenden entonces que caigas rendida a sus pies, como si doce jodidas flores fueran suficiente para atarte a su cocina y esclavizarte en la cama! -Una voz grave, más varonil que femenina, pero procedente de unos labios de mujer. Está cubierta de barro, de suciedad, y carga en su espalda un imponente espadón enfundado. Huele a combate, a fuerza y a muerte. Su compañera suelta una carcajada.
- ¡Hombres! ¡Y se hacen los dolidos cuando buscas el placer en otra cama, como si ellos no lo hicieran con cada par de tetas que les cruza por la cara! -Otra carcajada, a coro con la de la mujer del espadón. La segunda mujer es más pequeña, más delgada, con dos espadas cortas colgando de su cinto y un arco largo a la espalda. Hermosa, de no ser por una nariz demasiado perfilada. Ambas humanas, ninguna de las dos debe alcanzar los veinticinco. No sé si me impacta más su cinismo o su particular vocabulario.

Pago con las monedas que me quedan una habitación y, recorriendo la estancia con la mirada, intercambio unas palabras con el posadero. Unos minutos después, me presta una guitarra vieja, desgastada y que no ha debido ser afinada en mucho tiempo; hago lo que puedo al respecto y le arranco un par de acordes vibrantes, rasgando las cuerdas con cierta velocidad. Después otro par. Y otro. Hasta que las voces se apagan y docenas de ojos, entre iracundos y curiosos, se vuelven hacia mí para encontrar una sonrisa por respuesta.

Y los acordes sueltos forman una melodía alegre, trepidante y descarada. Una melodía que habla de pasión descontrolada, de placer exento de restricciones, de arrepentimiento. La gente de la taberna, tan dispersa y variopinta lo siente. Lo sé, porque lo siento, y en ese momento, empiezo a cantar.

Hace tiempo que me conformo
con los besos a ratos,
los rostros sin nombre y
las noches de amores baratos.

Ya no me duelen los abrazos
ni me rompen las caricias,
me he acostumbrado a vivir así,
mendigando una sonrisa.


Esbozo media sonrisa, observando las reacciones. La joven camarera, inocente, se sonroja y apura el movimiento del trapo húmedo sobre la barra, arrastrando la suciedad y los Dioses saben cuántas penas. Algunos hombres se ríen, otros se carcajean; otros me observan con inconfundible lascivia, con la determinación del cazador que ha encontrado a su presa. Las mujeres de, ahora, mi derecha, aplauden, vitorean y silban, emocionadas, probablemente, de encontrar a alguien que comparta su cinismo de forma tan abierta.

Con éste canto os cuento que
he tenido un hombre en cada puerto,
y aunque a todos he querido,
con ninguno me despierto.

Porque a base de quemarme
aprendí a respetar el fuego,
no miro a un hombre a los ojos
si no es para seguir el juego.


Un par de acordes más, y luego silencio. Silencio de mi voz y de mis dedos, porque el alboroto se hace, si es posible, más intenso. Más risas, más aplausos, también algunos abucheos. Las mujeres de mi derecha brindan con entusiasmo, salpicándose de cerveza sin importarles lo más mínimo; uno más al revoltijo de olores. Y yo, a punto de entregarme a un vacío abismal, doy un respingo. La mano de la mujer más menuda palmea mi hombro, mientras vocifera al posadero que me sirva lo que quiera. La otra, me rodea con un brazo entre halagos y carcajadas, invitándome -o arrastrándome más bien- a su selecto círculo. Y yo me dejo. Ya tengo lo que quiero. Comida, bebida, distracción y un techo. Al menos, de momento.

Las horas de la noche pasan entre alcohol, risas, algunas monedas por la actuación, historias y recuerdos. Ambas mujeres se retiran a la vez y me da por preguntarme si quizás comparten lecho. Qué más da, es tarde y yo me muero de sueño. Me tambaleo hasta la habitación que me ha asignado el posadero. Meto la llave, la giro y la oxidada cerradura se abre con un sonoro "crack" que me recuerda a mi corazón horas antes, como si bombeara cristales mientras engañaba a esas mujeres omitiendo estrofas de la canción. Y un recuerdo lleva a otro, reproduciendo esas estrofas de forma vertiginosa.

No sé si existes más allá de mí,
si algún día llegaré a encontrarte,
pero creo en tus ganas de oírme
y las mías de amarte.

Porque mis sueños hablan de ti
y tus ojos son las únicas razones.
Aunque sea el número perdedor,
apuesto mi ilusión al Dos de Corazones.


Dos ojos que aún no he visto, pero que algún día conoceré. Y cuando los vea, lo sabré. Porque yo a la vida no le pido tanto: canciones a duo y un corazón al que volver.
Mientras tanto, las he engañado a ellas y me engaño a mí, jurándome que soy completamente feliz y obligándome a sonreír.
Pero ésta noche no. La máscara se ha caído y no me siento con fuerzas para fingir.
Me quito las botas con mis propios pies y me dejo caer en la cama. Cierro los ojos, intentando alejar de mi cabeza aquella estúpida melodía.

E intentando reconciliarme con mi sueño, como una especie de mantra me repito: Mañana será otro día, mañana será otro día...


Zborze escribió://Aunque tengo que decir que no me agradan mucho los bardos... xD Buena manera de empezar, sigue así. :wink:
// Muchas gracias =) pero los bardos dominarán el multiverso y es algo que todo el mundo sabe.
Lady Starlight

Re: Bombeando Palabras. - Lyn A.

Mensaje por Lady Starlight »

***
Última edición por Lady Starlight el Mar May 14, 2013 3:32 pm, editado 1 vez en total.
Torzai

Re: Bombeando Palabras. - Lyn A.

Mensaje por Torzai »

//Sorprendente la última. Me gusto muchisimo y mas acompañado de la musica casi pude visualizar lo que describias. Gran historia. Una vez más xD me quito el sombrero ante tal narracion. Sige asi!
Gineu

Re: Bombeando Palabras. - Lyn A.

Mensaje por Gineu »

ohh que chula!!! :D
Shamandalie_Vethas

Re: Bombeando Palabras. - Lyn A.

Mensaje por Shamandalie_Vethas »

y yo sin leerlo! me gusta como viene, sí!!
Responder