Hold Meyne
Publicado: Mar Jul 19, 2011 1:42 am
Raza: Semielfo
Edad: 20 años humanos
Deidad: Selûne
Estatura: 1,70
[youtube]h-0G_FI61a8[/youtube]
"Si por uno solo de los instantes en el tiempo pudiese tener a la luna cerca para hacerla mía, el resto de la eternidad sobraría"
Yálanzhar, la pequeña villa casi subterránea se mantenía otra noche más de jolgorio y fiesta en su más reconocida taberna, la "Cocatriz cacareando", un torreón ovalado de muros bajos, construido en pleno centro de la villa que ofrecía diversión a sus gentes tras las largas jornadas de trabajo, guiando aventureros, o acabando con alguna amenaza que, otra vez, atacase al pueblo en sus inmediaciones más cercanas.
Nuestro protagonista, observaba el mismo desde fuera alejado del gentio, sin perder nunca la sonrisa hacia la figura argéntea que se regía en el cielo, la luna llena. Su nombre era Hold Meyne, y para él, la luna era la única con la que compartía sus pequeños secretos, ya que él no era como el resto, no era otro humano más del pueblucho a pesar de que intentara serlo, ya que en él, se observaban unas orejas un tanto puntiagudas, ojos azul oscuro y cabello negro, color azabache, que caía en dos mechones por delante de la cara.
Un mestizo, de padre humano y madre elfa, la cual nunca llegó a conocer, o al menos... no recuerda en absoluto. Toda su vida andaba planteándose quién sería ella. En ocasiones, incluso se la imaginaba con aquellos rasgos que no comparte con su padre, como son los ojos azul oscuro y el cabello oscuro y un tanto más bajita que éste. Más solo era su imaginación la que aquí actuaba, no sabía siquiera si ella estaba viva pero, todas las noches antes de dormir, pedía a la luna, a la más grande de las estrellas pensaba él, que le diese la oportunidad de poder conocerla algún día.
Muchos eran incluso los que lo tomaban por loco cuando se le encontraba hablando solo y mirando al cielo, contándole sus temores y miedos a un ente que ya le habían repetido muchas veces, que jamás le iba a escuchar. Con el resto del pueblo se mostraba seco, callado y tímido, a diferencia del resto de sus compatriotas, gentes entusiastas, acogedoras con los extranjeros y protectores con aquellos que son paisanos.
Igualmente, aquellos que eran de su edad, ya habían conseguido ser buenos cazadores, incluso acompañaban a los más veteranos a la busca y captura de los monstruos y orcos que rodeaban las inmediaciones de sus caminos, mientras que él... aún debía aprender mucho, para intentar siquiera colocar un sencillo sistema de estacas.
El señor Meyne, padre de la criatura y veterano cazador, cada día se mostraba más preocupado por su jóven hijo que no conseguía levantar cabeza, pensando tal vez que podía ser por su condición de mestizo por lo que le costaba relacionarse. Por lo que, sabiendo los temores de su hijo por escucharlo cada noche casi a escondidas, fue el día de su 20 cumpleaños, cuando decidió posar su manaza en el hombro del jovenzuelo, que apenas aparentaba los 15 años de edad.
-Hold, tenemos que hablar....- Fue la única frase que dijo el señor Meyne mientras que con un cabeceo, le indicaba dirigirse al interior de sus aposentos. Hold miraba un tanto extrañado a su padre, mientras que agachando la cabeza, se dirigía a su habitación sin decir nada, solo caminaba y obedecía, por el respeto que a su padre le debía.
Tras largas horas de charla, padre e hijo sacaron algo en claro y fue que si Hold quería saber el paradero de su madre, debía marchar lejos de su tierra. Concretamente, a Nevesmortas, villa que, según le comentó su padre, residían gran cantidad de aventureros con diversos objetivos, y tal vez... entre ellos existan aquellos que puedan ayudarle a saber como localizar a su madre.
Fueron varios los hombres del villorrio, que acompañaron al jóven hasta sendero seguro, desde el cuál, con unas pocas pertenencias encima, y una capa con capucha que cubriese parte de su rostro en el camino, comenzó a caminar, largo y duro sería el sendero, más el semielfo trataba de guardar siempre la esperanza, de que este camino igualmente le diese los frutos que buscaba al emprenderlo.
Tras unas cuantas horas de caminata, ya se vió a lo lejos, en el valle de las montañas Nezher, la villa a la que buscaba llegar desde que partió, en unas horas, comenzará su nueva vida, y solo los dioses sabrán el destino que le espera.
//Ea, pues aquí está ^^ espero que aquellos que la lean les guste y lo pasemos bien por ahí dentro, un saludo.
Pakito.
Edad: 20 años humanos
Deidad: Selûne
Estatura: 1,70
[youtube]h-0G_FI61a8[/youtube]
"Si por uno solo de los instantes en el tiempo pudiese tener a la luna cerca para hacerla mía, el resto de la eternidad sobraría"
Yálanzhar, la pequeña villa casi subterránea se mantenía otra noche más de jolgorio y fiesta en su más reconocida taberna, la "Cocatriz cacareando", un torreón ovalado de muros bajos, construido en pleno centro de la villa que ofrecía diversión a sus gentes tras las largas jornadas de trabajo, guiando aventureros, o acabando con alguna amenaza que, otra vez, atacase al pueblo en sus inmediaciones más cercanas.
Nuestro protagonista, observaba el mismo desde fuera alejado del gentio, sin perder nunca la sonrisa hacia la figura argéntea que se regía en el cielo, la luna llena. Su nombre era Hold Meyne, y para él, la luna era la única con la que compartía sus pequeños secretos, ya que él no era como el resto, no era otro humano más del pueblucho a pesar de que intentara serlo, ya que en él, se observaban unas orejas un tanto puntiagudas, ojos azul oscuro y cabello negro, color azabache, que caía en dos mechones por delante de la cara.
Un mestizo, de padre humano y madre elfa, la cual nunca llegó a conocer, o al menos... no recuerda en absoluto. Toda su vida andaba planteándose quién sería ella. En ocasiones, incluso se la imaginaba con aquellos rasgos que no comparte con su padre, como son los ojos azul oscuro y el cabello oscuro y un tanto más bajita que éste. Más solo era su imaginación la que aquí actuaba, no sabía siquiera si ella estaba viva pero, todas las noches antes de dormir, pedía a la luna, a la más grande de las estrellas pensaba él, que le diese la oportunidad de poder conocerla algún día.
Muchos eran incluso los que lo tomaban por loco cuando se le encontraba hablando solo y mirando al cielo, contándole sus temores y miedos a un ente que ya le habían repetido muchas veces, que jamás le iba a escuchar. Con el resto del pueblo se mostraba seco, callado y tímido, a diferencia del resto de sus compatriotas, gentes entusiastas, acogedoras con los extranjeros y protectores con aquellos que son paisanos.
Igualmente, aquellos que eran de su edad, ya habían conseguido ser buenos cazadores, incluso acompañaban a los más veteranos a la busca y captura de los monstruos y orcos que rodeaban las inmediaciones de sus caminos, mientras que él... aún debía aprender mucho, para intentar siquiera colocar un sencillo sistema de estacas.
El señor Meyne, padre de la criatura y veterano cazador, cada día se mostraba más preocupado por su jóven hijo que no conseguía levantar cabeza, pensando tal vez que podía ser por su condición de mestizo por lo que le costaba relacionarse. Por lo que, sabiendo los temores de su hijo por escucharlo cada noche casi a escondidas, fue el día de su 20 cumpleaños, cuando decidió posar su manaza en el hombro del jovenzuelo, que apenas aparentaba los 15 años de edad.
-Hold, tenemos que hablar....- Fue la única frase que dijo el señor Meyne mientras que con un cabeceo, le indicaba dirigirse al interior de sus aposentos. Hold miraba un tanto extrañado a su padre, mientras que agachando la cabeza, se dirigía a su habitación sin decir nada, solo caminaba y obedecía, por el respeto que a su padre le debía.
Tras largas horas de charla, padre e hijo sacaron algo en claro y fue que si Hold quería saber el paradero de su madre, debía marchar lejos de su tierra. Concretamente, a Nevesmortas, villa que, según le comentó su padre, residían gran cantidad de aventureros con diversos objetivos, y tal vez... entre ellos existan aquellos que puedan ayudarle a saber como localizar a su madre.
Fueron varios los hombres del villorrio, que acompañaron al jóven hasta sendero seguro, desde el cuál, con unas pocas pertenencias encima, y una capa con capucha que cubriese parte de su rostro en el camino, comenzó a caminar, largo y duro sería el sendero, más el semielfo trataba de guardar siempre la esperanza, de que este camino igualmente le diese los frutos que buscaba al emprenderlo.
Tras unas cuantas horas de caminata, ya se vió a lo lejos, en el valle de las montañas Nezher, la villa a la que buscaba llegar desde que partió, en unas horas, comenzará su nueva vida, y solo los dioses sabrán el destino que le espera.
//Ea, pues aquí está ^^ espero que aquellos que la lean les guste y lo pasemos bien por ahí dentro, un saludo.
Pakito.