Ainur Helsun- Wings

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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Wantu
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Ainur Helsun- Wings

Mensaje por Wantu »

-La noche roja-


¿Nunca os habéis preguntado el porqué de nuestra existencia o porqué se es de determinada manera? ¿Nunca os habéis preguntado porqué no os gusta algo en concreto? ¿Un color, un sabor? Con el paso del tiempo aprendí a hacer que mis manías formasen parte del día a día.

Como en un sueño veo de vez en cuando algunas imágenes fugaces. Un dormitorio amplio, exquisitamente decorado en tonos suaves, al fondo un tapiz con una figura central que sin lugar a dudas asocié siempre con el que mi padre presidía cada lugar al que íbamos en los primeros años. Una figura que portaba el mismo atuendo que el de la figura femenina a la que mi padre adoraba y lloraba entre lamentos cada noche desde que lo supo , la familiar imagen de la que mi padre me hablaba mientras intentaba que me durmiese… mi madre.

Recuerdo de forma borrosa un gran estruendo, gritos, lamentos, oraciones a los dioses, más gritos y más ruido, sobre todo recuerdo sonidos metálicos que atravesaban más allá de la figura del tapiz, voces intranquilas que corrían echando los grandes cerrojos de las puertas de entrada, quedando apostadas las voces junto a ellos. Después se hizo el silencio.

Me desperté con la voz dulce de mi madre– apenas la recuerdo y tampoco me importa-. Por lo que después me contaron, no debía tener más de un año, tal vez dos. Sentí, junto con la aterciopelada voz, la humedad; recuerdo aquel rostro surcado de llanto, recuerdo el corazón latiendo deprisa, recuerdo abrir los ojos y ver los emblemas del Alba manchados por el rojo de la sangre y recuerdo el regusto odioso, aceitoso y amargo de algo que tardaría bastantes años en volver a paladear.


Nací en la ciudad de la moneda. Según parece llegué antes de tiempo pues mi madre no tenía pensado alumbrar allí, sino en Esmeltaran.

Mi madre pertenecía a la elite entre las elites, era una servidora del bien, una sacerdotisa del Alba pero también forjada en el arte de la lucha. Nunca fue alguien corriente, jamás fue como otros y nunca dejó de usar la razón a favor del extremismo. Escuché muchas veces ese elogio por parte de quien me crió, le llamaban el sacerdote.

Así transcurrió mi primer año de vida, entre algodones y junto a mi madre, paseando por los aledaños del Castillo de los Caballeros de la mañana, en brazos de mi madre o en brazos de sus amigas desde que llegó de Aguas Profundas.
No había lugar mas seguro en toda Amn que la fortaleza de la Orden de Caballeros tanto en lo referente a lo divino como a lo militar, y mi madre era un miembro de la elite, alguien que por mi seguridad haría lo que fuese necesario sin pestañear; no obstante se debía, casi en igual medida, al resto de gente. Como ya dije no había lugar más seguro donde vivir, al menos hasta esa noche.

El ataque fue inesperado en parte. Se tenían noticias sobre la posibilidad de una incursión enemiga en la ciudad de la moneda, pero no tan próxima y aun siendo guerreros forjados en mil batallas y siempre prestos, les sorprendió.

La criatura, arrasó el castillo, hirió de gravedad a muchos, mortalmente a otros, nada pudieron hacer, el desastre se cernía sobre la ciudad empezando por la sede de la Orden de Caballeros. Mi madre, sabiendo qué debía proteger al otro lado del castillo, luchó sin descanso, vio como caían uno tras otro, vio como la criatura no se detenía, vio como destrozaba todo lo que a su paso encontraba hasta llegar a su objetivo .El Maestre de la Orden consiguió atraerle tras de sí, impidiendo que el daño fuese mayor pero pagando un alto precio. Mi madre suspiró aliviada cuando el monstruo salió de la fortaleza.

Con el fuego ardiendo, los cadáveres esparcidos por doquier esperando ser sepultados con dignidad y las piedras de la imponente fortaleza por las salas esparcidas, mi madre, atravesó las ruinas de lo que hasta hacía unos días era una inexpugnable construcción para llegar hasta donde por el cansancio me hallaba dormida. Desesperada por lo que pudo haber ocurrido optó por ponerme a salvo, optó por llevarme junto a mi padre, optó por alejarme de ella con la promesa de encontrarnos.

Odio el rojo, odio el color de la noche roja.


-La partida-

Junto a mi padre, honorable y próspero hombre de negocios, tomamos un barco sin demasiadas preguntas por parte del capitán. Mi padre se había criado en Esmeltaran, mis tías paternas a las que jamás conocí le habían dejado atrás para irse con sus respectivos esposos, nuestra familia era de sólo tres miembros: Mi padre, Andriu Helsun, mi madre, Arabela y yo, Ainur Helsun.

Poco era nuestro equipaje, sólo el oro que mis padres poseían tras tanto tiempo de duro trabajo. Mi madre no supo a dónde me llevaría mi padre, simplemente por seguridad aunque no obstante ellos siempre hallaron la forma de saber. Tymora les dio de lado marcando mis siguientes años.

¿Pero que sabía un comerciante de criar a un bebé? Nada en absoluto y mi madre lo sabía. Sabía que mi padre buscaría ayuda para criarme y tal cual mi padre y yo acabamos en Aguas Profundas, en casa de mis abuelos. Mis abuelos conocían lo sucedido, así como conocían a mi madre y tenían la certeza de que mas tarde o más temprano ella sabría donde buscarnos. Nada salvo la muerte la detendría.

Poco pude saber de lo sucedido, tan solo recuerdo que la desesperación se apoderó de mi padre cuando la noticia llegó. Arabela, su esposa había fallecido en mitad de una tormenta en un barco de la flota de Amn, un barco de guerra.

Quiso despedirse de ella y emprendió el camino conmigo, yo tenía unos cinco años. Los recuerdos de una niña de escasa edad tienden a difuminarse y desde luego los míos están más que difuminados. Recuerdo el silencio solo roto por el viento aullador, parecía conformar sobre todo una palabra "Wiiiiiiiiings".

Casi estábamos llegando a nuestro destino cuando al pronto mi padre me ordenó correr hasta un pequeño hueco entre el tronco de un árbol. Pude escuchar el sonido de las armas y después de nuevo la nada. Lo que pareció una eternidad para una niña concluyó cuando escuché caer algo a plomo sobre el suelo mientras se adivinaba el metal saliendo de la carne recien atravesada


-Los dioses me premian sin duda al ponerte en mi camino- Me alzaba un hombre envuelto en una armadura, me puso delante de su rostro y continuó hablándome como si me conociese- Espero que seas digna heredera de su sangre ...




//Bien, este es el origen de Wings. Este personaje fue creado con anterioridad a mi llegada al servidor, pero he querido retomarlo y adaptarlo, lo que sigue de la historia ya se verá.
La verdad triunfa por sí misma, la mentira necesita siempre complicidad.
JRJ

Re: Ainur Helsun- Wings

Mensaje por JRJ »

Aaaaay mi Wingy, pobreeeeecitaaaaa... :cry:

PD: ¡Genial relato, manita!
Gineu

Re: Ainur Helsun- Wings

Mensaje por Gineu »

Por un lado me gustó mucho el relato, pero por otro no me gustó nada, me trajo malos recuerdos perraca :evil:
Wantu
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Re: Ainur Helsun- Wings

Mensaje por Wantu »

Habían pasado algunos años desde que, tras un desafortunado incidente, marchó del norte. Tras ese tiempo dando tumbos por Aguas Profundas, y casi todas las ciudades de Amn, Ainur pensó que ya era tiempo de regresar al abrupto norte.

Poco quedaba de la apariencia juvenil y algo alocada de ella, su aspecto representaba los veinticinco que ya tenía y el cabello había crecido, quizá sus facciones se habían relajado en parte. Seguía siendo muy atractiva a pesar de no ser espigada, su tamaño no era demasiado pero su complexión seguía siendo igual de atlética. A lo largo de su ausencia había tomado contacto con gentes que compartían su fe así como con otras deidades afines a la suya.

Bajó del carruaje en la franja que corre entre el día y la noche, justo la que le gustaba, pronto escuchó ese familiar deje que alargaba todas las palabras. Así que sigues viva Kadjalli... susurró para sus adentros y echó a andar en su dirección...


//Aiunur ha vueeeeeeeltooooo... :twisted:
La verdad triunfa por sí misma, la mentira necesita siempre complicidad.
JRJ

Re: Ainur Helsun- Wings

Mensaje por JRJ »

*Le agarra de los mofletes y tira y tira y tira...* Aaaay, lo que te he echaaado de meenoooos... :twisted: :twisted:
Wantu
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Re: Ainur Helsun- Wings

Mensaje por Wantu »

//Lo dicho, aquí está la cara oculta de Wings.



-El porqué de las cosas-

Veinticinco años atrás en la lejana ciudad de Aguasprofundas tenía lugar un encuentro que marcaría mi existencia, mi madre con apenas edad suficiente para empezar su formación como sacerdotisa del Alba veía por primera vez al pequeño hijo de una de las más importantes familias de Aguas, su nombre, Damien. Al contrario que mi madre, Damien era un niño callado, con gesto triste y siempre objeto de las bromas infantiles de mi madre. Ella era justo el lado opuesto.

Damien vivía rodeado de culpa y temor inculcados por su padre, éste le culpó siempre de la muerte de su madre durante el parto la vida que debiera estar llena de juegos se cambiaba por una casi militarizada. Damien tenía dos hermanos más pero nunca debió sentir el calor de la familia.
Mi madre era hija única, su carácter siempre fue vivaz, bromista y poco convencional para alguien que con el tiempo se convertiría en la figura que fue.

Aquella mañana, en que ambos niños se encontraron fue el comienzo de una guerra en la que cada uno, con los años, quiso llevar al otro a su terreno. Mi madre convenció de algún modo a Damien para que tomase algo del Templo principal, por supuesto sorprendieron al pequeño que no tuvo otra que confesar, los dos recibieron el castigo oportuno. Esta situación, de bromas que el pequeño soportaba estoicamente y de castigos se convirtieron en el día a día de los dos, la situación acabó por unirles durante la estancia de ambos en el Templo. Sin embargo, Damien no fue un elegido del señor del Alba sino de Torm.
Aquella convivencia de los pequeños concluyó cuando el padre decidió llevárselo de allí.

Fue la última vez en muchos años que se verían.

Casi dos décadas transcurrieron hasta que sus caminos se cruzaron de nuevo, mi madre no le reconoció pero él supo quien era ella de inmediato.

Por aquellos días aun no se veía tan mal la devoción a Bane en la Ciudad de la Moneda, la libertad de culto permitía la convivencia entre muchas de las religiones sin embargo, los pensamientos contrarios y el pensamiento poco lógico hacían que saltasen chispas en cualquier encuentro entre un servidor de la Luz y un servidor de Bane.

-Con el tiempo descubrí que los sentimientos del banita hacia mi madre eran de absoluto respeto, a pesar de las diferencias, se respetaban mutuamente procurando conocerse a fondo para hallar el resquicio por donde cada uno llevaría al otro a su fe, es posible que al reencontrarse se despertase en Damien una especie de enamoramiento posesivo hacia ella, jamás en los años que pasaron junto a él le ví permitir una sola ofensa hacia Arabela, mi madre, castigando con crueldad a cualquiera que se atreviese tan solo a mencionarla.-

El tiempo transcurría para ambos, pero fue una carta de mi abuela la que hizo saber a mi madre qué sucedió con su compañero en el templo de Aguas.

Damien había formado su familia, su esposa esperaba el primer hijo de ambos mientras que él seguía con su formación como sacerdote guerrero de Torm, era un ejemplo a seguir.
Todo cambió cuando llegó la noticia de la muerte de su esposa e hijo. Desesperado, acudió hasta ellos sintiendo el desasosiego por tan terrible hecho, a esto, se añadiría la desagradable sorpresa de saber quien fue el culpable. Su propio hermano presa de los dioses sabrán qué, fue el autor.

La desesperación, el dolor, la soledad dieron paso a una sensación nueva, el odio fraterno. A pesar de la certeza de la autoría del crimen, las relaciones del hermano de Damien se encargaron de dejarle libre. Damien desesperó aun más.
Perdida la esperanza de justicia terrenal así como el recelo por no poder vengarse le hicieron ser proscrito de su propia fe. Había abandonado los caminos de Torm, pronto encontraría algo que le permitiría hacer su propia justicia. Bane.

Ahora mi madre conocía sus motivos, tenía el resquicio por donde devolverlo a la senda de la Luz pero todo terminó con el principio de la guerra que la condujo años después hasta la muerte.

Damien siempre quiso lo mismo para mi madre, quería conducirla hacia la salida de una mentira burda, para el sacerdote sería el mayor de los triunfos si de alguna forma conseguía que ella fuese hasta él, pero hacer caer a alguien como mi madre era imposible. Sus convicciones eran fuertes, muy fuertes, fue entonces cuando supo de las nupcias con mi padre y tiempo después conoció la noticia de mi alumbramiento.

No conocí a mi madre, para mí siempre fue un trozo de tela enmarcado, me cambió por su sentido del deber, apenas pasé dos o tres años con ella. Era una perfecta extraña.

No obstante mi padre siempre fue diferente, maldigo y juro vengarme de aquel o aquellos que acabaron con su vida en un camino de Amn, tan sólo recuerdo a Damien, alzándome hasta la altura de su rostro y el viaje hasta mi Esmeltaran natal.


-La vida entre ellos-

A lomos del caballo de Damien, con él protegiendo mi espalda me adentré en los terrenos de la fortaleza Banita. Sentía como se clavaban las miradas en mí, todos sabían quién era yo o más bien quién era mi madre y comprendían lo que significaba yo para el sacerdote. Nadie se atrevería siquiera a desafiarle pues conocían bien como se las gastaba. Ni siquiera su guardiana y concubina osaría siquiera tocarme mientras temiese el poder del sacerdote banita.

Aquella zorra me odiaba profundamente y con el tiempo yo la odié igualmente, pero la desgraciada supo enseñarme a manejar el arte de la guerra y forjarme en el manejo de la bastarda, la misma que la abriría en canal para hacerle comer sus propias tripas. Me enseñó bien

La vida en Esmeltarán no difería mucho de la vida en Aguas Profundas salvo por ser una huérfana protegida. Desde el alcázar veía ir y venir a la gente, observaba el juego de los niños con cierta envidia pero esa sensación apenas duró un tiempo como digo, la vida no se diferenciaba mucho de la de cualquiera.

El día que pusieron en mis manos el acero junto con un revés en la cara se acabó para mi la infancia. Ya llevaba un año entre ellos, tenía seis. El sacerdote tenía muy claro lo que quería de mí, debía ser una perfecta banita, una perfecta miembro de la guardia negra, sin alma, sin sentimientos, fuerte en la lucha y lista para el engaño. De forjarme como guerrera se encargó su amante, anteriormente fue un cabo de la guardia de la ciudad de la moneda, había recibido una buena formación militar y ya por entonces tenía pocos o ningún escrúpulo y aun tuvo menos cuando cayó en la oscuridad. A cada golpe que erraba era un golpe que recibía de su parte, he de decir que la zorra los disfrutaba sin disimulo. Poco a poco mi musculatura se fue formando, nunca he sido alta, ni nunca fui lo que mi abuela pretendía primero con mi madre y luego conmigo, no…no iba a ser una señorita. Mi cuerpo se fibró, sin ningún atisbo de grasa pero sin embargo poseía la herencia materna y bien podría engatusar a cualquiera con mis encantos.

De esta parte se encargó otra mujer. Tenía los dedos tan largos como sus piernas, y tan rápidos como su propia sombra al desvanecerse en la oscuridad. Poseía el don inequívoco de una danzante de las sombras, pero no era eso lo que se me iba a enseñar. El sacerdote quería alguien opuesto a mi madre pero con su sangre corriendo en mis venas. Se me enseñó a observar en silencio, se me enseñó a dar los giros necesarios para llegar a un propósito, no debía tener duda sobre mis propósitos y si para ello debía “ceder” lo tendría que hacer sin rechistar .El engaño es un arte que debe aprenderse bien. Persuadir buscando la debilidad de cada quien, encontrar el resquicio por donde colarte y usarlo y cuando esto no resultaba, usar mil y una formas de intimidación. Podía hacerlo usando mi fuerza o usando “otros” encantos, ambos me proporcionaron momentos igualmente placenteros a lo largo de mi vida con ellos. Cuando nada servía, entraba en juego la muerte.

Del saber estar se encargó una trovadora, me enseñó a tocar el laúd medianamente, me enseñó a ser una señorita a la vista de todo el mundo aunque a solas fuese la meretriz más grande del burdel, éste era un símil bastante usado por ella. Podía decirse que cada uno tenía una misión concreta en mi aprendizaje.
De los dones oscuros se encargó mi protector en persona. No consiguió hacerlo con mi madre pero pondría buen empeño en hacerlo con la hija.

Jamás, evidentemente, iba a enseñarme todo lo que él sabía pero me daría las directrices adecuadas. Se me daba bien, siempre me dijo que el sistema era ensayo y error, si fallaba una vez volvía a intentarlo si fallaba dos el castigo sería tal que ya me guardaría no fallar más.

Además de todo esto, me aguardaban algunas enseñanzas más. Mi primer contacto con ellas fue en Purskull, en una fiesta ofrecida por un reconocido Loviatarita.

El sacerdote no me dio explicación alguna, ni siquiera a su concubina, no sería ella la que se ocupase esta vez de acompañarle, sería yo la elegida. Era el momento de mostrarme a los siervos de una deidad afín a la nuestra. Loviatar.
Algunos Banitas recurren a las fórmulas Loviataritas para sus interrogatorios, he de decir que a veces participan de forma activa en sus rituales pero eso les da un punto a favor en cada interrogatorio que hacen. Suelen sacar al reo lo que quieren saber.

Entramos a aquella sala en la mansión de Purskull, nos ofrecieron una copa de vino al sacerdote y a mí, no la acepté y me limité a guardar silencio y observar.

Los invitados disfrutaban del dolor ofreciéndose unos a otros en un ritual agotador. Mi mirada se clavó en una chica de tez de ébano. Acompañaba a otra Loviatarita mayor que ella hasta que decidió acercarse a mí.

Como dije, estaba junto al sacerdote comentando alguna de las acciones y rituales que practicaban hasta que esa chica nos interrumpió. Hizo un comentario soez sobre nosotros y sin pensarlo le propiné un golpe que la hizo caer. Me miró y yo la miré desde arriba.
-No te apaleo porque sé que lo disfrutarías como la perra que eres, así que tendrás que joderte pensando en el dolor que podría hacerte pasar y que no pasarás-

La chica de ébano rio y se presentó
-Me llamo Kadjalli, y es un enorme placer conocerte- dijo mientras se relamía el hilillo de sangre que le provocó mi puño

-Yo soy Ainur, Ainur Helsun, pero llámame Wings- así conocí a la estridente Kadjalli o Katy como se la conoce.

Regresamos tras la fiesta a Esmeltaran justo el día de mi cumpleaños, cumplía dieciséis.

Mi regalo… mi regalo fue acabar con la concubina de mi benefactor.

Damien me había preparado una sorpresa. Me trajo a una de las amigas de mi madre. Por unas monedas y bajo la amenaza de una muerte atroz en la que ni su alma iría donde debiese me contó todo lo que no habría podido saber sobre mi desconocida madre. Me había visto nacer, me había visto engendrar como quien dice. Temerosa por su suerte miró al sacerdote cuando dijo que él siempre estuvo enamorado de mi madre a pesar de ser tan distintos. Con una sola mirada la amiga de mi desconocida madre murió, desconozco donde estará ahora su alma y si descansa o no. Nunca permitió que alguien que no fuese yo, o él, la nombrase.

Pero ella también estaba presente. Había entregado su vida a proteger al banita, dudo que le amase de una forma sana, ninguno tenemos sentimientos pero sí una profunda convicción de posesión cuando y como queremos.

No podía levantar un dedo contra Damien pero sí contra mí.

Solo puedo decir que estaba deseando enfrentarme a esa pécora. Ella había bebido, la muy lerda había bebido antes del enfrentamiento. Yo no probé una gota.

Tambaleándose comenzó a insultarme. Como de costumbre la miré de la única forma que la encendía hasta el extremo. No tardó en reaccionar y lanzar la primera embestida hacia mí. Deseaba por encima de muchas cosas ponerla en su lugar, el infierno.

Por eso, y siguiendo las directrices de mis otras maestras usé por primera vez mis encantos. La engañé.

Con la voz sedosa hice referencia a las noches de placer desenfrenado que mi cuerpo joven le había dado al sacerdote contándole los detalles inventados. El sacerdote era su posesión y no iba a permitir que alguien le quitase nada.

No podía intimidar a alguien como ella ni siquiera estando como una cuba, pero si podía persuadirla y engañarla. No me resultó difícil en su estado. Cuando alzó de nuevo su espada hacia mi, fue cuando desenvainé. El acero de ambas se encendía cada vez que entrechocaba, usé sus enseñanzas por supuesto pero también las de mis otras maestras, contaba con menos edad, contaba con una mente lúcida y con el odio profundo acumulado durante una década.

La puse contra la pared en poco tiempo, con una mano agarré sus muñecas levantándolas, con mi cuerpo la aprisioné notando muy cerca su aliento a alcohol. La miré mientras envainaba mi bastarda. No entiendo como creyó que iba a dejarlo así. Con sus brazos sujetos por mi siniestra y mirándola le narré lo que iba a pasarle. Al terminar, con una espada corta, le abrí el torso. Tiré la espada a un lado y metí mi mano en su abdomen. La dejé allí aun viva, pero con parte de sus tripas en la boca.
Alcé la vista cantando mi venganza y ofreciéndosela a Perdición. En ese instante le vi en el balcón del alcázar observando. Damien había contemplado todo, sé que lo disfrutó tanto como yo pero supe que era el momento de irse…

Entré a la sala de mapas y agarré el primero que vi. Era un mapa del norte, un mapa de La Marca Argentea.
La verdad triunfa por sí misma, la mentira necesita siempre complicidad.
JRJ

Re: Ainur Helsun- Wings

Mensaje por JRJ »

:twisted: :twisted: :twisted:
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