Semillas de un Cuervo.

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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Ardeil
Tejón Convocado
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Semillas de un Cuervo.

Mensaje por Ardeil »

Prologo


El viento era frío. La lluvia adormecía los sonidos con su lamento en los tejados de los barrios bajos de la ciudad de la Moneda. Selûne y sus lágrimas estaban cubiertas por tenues nubes oscuras que hacían aún más siniestro aquel paraje de los barrios bajos de una de las ciudades más ricas de la ciudad de la moneda.

La hermosa elfa solar caminaba con energía por aquellos pasadizos, callejones que apenas dejaban luz, sólo había sombras. Tenía su espada bastarda, algo extraño entre los miembros del Pueblo, en la cadera siniestra. Un arma que la letal guerrera solía empuñar con las dos manos, algo antiestético para el modo élfico. La hermosa etrielle estaba embarazada, pero sus pasos no parecían denotar tal estado, su seguridad era tan firme como la de un avezado guerrero.

La nota había sido clara, debía estar alli para dar cuentas de su matrimonio no realizado en la isla de Siempre Unidos, la nota la había dejado helada. Ella había renegado de aquel lugar, de herencias y matrimonios. El lugar escogido la desconcertaba, y su nerviosismo se trasmitía en cada aliento que escapaba de sus hermosos labios. Llegó al lugar y observó enredador…., todo parecía en calma, demasiada calma. Una luz tenue iluminó un virote que desvío con la espada y un elegante gesto. La ciudad parecía vacía. La lluvia y un trueno lejano rompió el silencio cuando las hojas silbaron.

La elfa solar se movía de una manera peculiar, danzaba con la espada cubierta de su negro cabello negro. Su tez dorada y sus ojos de pantera parecían hacerla la peor de las depredadoras. Con dos giros de espada se enfrentó a los dos primeros rufianes, desarmando al primero para rematarlo con un giro ascendente de su hoja para después ensartar al segundo en la carrera. Las gotas de lluvia cada vez eran más quedas, lejanas…

La música de la batalla se alzó en aquel lugar, espadas, gritos, gemidos…. Aceros enfrentados en calles siniestras hasta que la elfa solar quedó sola en el callejón, jadeante y herida en varios lugares. Una voz la sacó de su estado, una voz que la heló la sangre y que le hizo recordar que el último error del guerrero era bajar la guardia…

Serás mía….-Dijo la voz del elfo cuando la ballesta disparó y atravesó a la mujer desde atrás- Dejadla. Ella y su bastardo de humano perecerán en tierra de nadie. Volvamos.

El grupo se alejó y dieron por muerta a una mujer que se aferraba a la vida. Una elfa que no deseaba morir…..


Las monjas de San Annur de Akthatla parecían estar coordinadas, y tal vez, era así. La elfa parecía estar ligada a Arvandoor, pero su criatura aún vivía y ella parecía aferrarse a aquella idea.

Fue un parto rápido, el varón fue puesto en brazos de la elfa ensangrentada que susurro un nombre, susurró un deseo.

Aldiss. Aldiss Puestaluna, vive.


Sus ojos se cerraron y el llanto de un bebé inundó aquel refugio para mendigos. Una luz se apaga. Otra se enciende. ¿No es siempre así?
"Los cobardes agonizan muchas veces antes de morir... Los valientes ni se enteran de su muerte"
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