Página 1 de 1

Tirya Damaestrella

Publicado: Mar Jun 12, 2012 2:46 pm
por idaspa
CAPÍTULO 1: La huída del Bufón

La elfa corría a toda velocidad esquivando la multitud de personas que se cruzaban en su camino; era pleno mediodía y a esa hora el muelle bullía de trabajo por lo que la huida no estaba siendo nada fácil. A pesar de ello la delgada elfa se movía con una agilidad pasmosa, saltando cajas y sacos, rodando por el suelo para evitar las sogas que colgaban por todos lados y dándole tiempo de echar un vistazo a sus perseguidores, tres guardias púrpuras de Cormyr que poco a poco iban perdiendo terreno al tener que correr con sus pesadas armaduras. Cuando ya podía ver a lo lejos el casco de su barco se frenó en seco, la habían rodeado, un grupo de guardias se acercaba a ella cortándole el paso hacia su velero. Miró a su alrededor y vio un estrecho callejón que se internaba entre dos edificios.

- Al menos si me atrapan en el callejón no podrán rodearme y tendré alguna posibilidad -pensó-.

Se lanzó como alma que lleva al diablo hacia el callejón y cuando ya era demasiado tarde para dar marcha atrás se dio cuenta que el callejón terminaba bruscamente en una gran verja metálica. Intentó trepar pero los barrotes estaban cubiertos de un limo pegajoso y resbaladizo que no la dejaba subir.

- ¡¡¡¡Puaj que asco!!!! – se dio la vuelta al escuchar el choque de botas contra el suelo y vio cinco guardias acercándose a ella con las espadas en mano-.

- ¡¡¡Se acabó Tirya!!!, no tienes escapatoria…suelta esa espada y entrégate, el lord Capitán agradecerá tu gesto.

- ¿Entregarme yo? –la elfa sonrío mientras desenvainaba su estoque – vuestro lord BUFÓN, debería pedirme disculpas por la suciedad de su ciudad…mira me he ensuciado unos guantes carísimos.

El guardia que había hablado hizo un gesto a uno de sus compañeros quién se lanzó al ataque espada en alto, con un movimiento felino la elfa se agachó esquivando la estocada que pasó silbando sobre su cabeza, apoyando todo su peso sobre una pierna hizo un rápido giro golpeando al guardia en la nuca con la hoja de su estoque, el cual por la inercia del golpe fue a dar de cabeza contra los barrotes, el crujido de su cráneo hizo temblar los dientes a Tirya.

- Mmmmm, no deberíais ser tan impetuosos –dijo la elfa mientras volvía a colocarse en posición de combate, puso su cuerpo de lado, flexionó las rodillas y apuntó el estoque hacia el resto de guardias, mientras elevaba el brazo libre tras de sí para equilibrar el cuerpo-.

Los guardias habían aprendido la lección y esta vez se acercaron lentamente a la peligrosa elfa, intentando hacer valer su superioridad numérica. A pesar de que la estrechez no les permitía avanzar sino de dos en dos, Tirya comprendió que no tenía nada que hacer contra cuatro guardias con pesadas armaduras, sus estocadas debían ser muy certeras para buscar grietas y antes de acabar con ellos estaría demasiado cansada.

-Quizá me atrapen, pero antes les haré unos cuantos rasguños –susurró mientras desviaba el primer y torpe golpe con un ágil movimiento de su estoque-.

Cuando las embestidas empezaban a ser continuas y sus brazos le temblaban por el esfuerzo, oyó su salvación.

- ¡¡¡Capitana!!! Han llegado los refuerzos.

Corriendo desde la entrada del callejón aparecía una figura inmediatamente reconocible, un viejo de aspecto decrépito, arrugado y medio calvo, se acercaba como una exhalación hacia el grupo ajustándose el parche que le cubría el ojo tuerto y con un viejo y oxidado estoque en su mano. Era Bregar Ojo de Lince, el segundo de a bordo del Bufón de Cormyr, el barco de Tirya, pero también era el hombre que le había enseñado todo sobre el arte de la esgrima y algunos otros artes no tan nobles. Ahora el combate estaba equilibrado, los dos ágiles espadachines esquivaban los golpes con soltura esperando su momento. Una estocada rápida y la hoja de Tirya encontró un hueco bajo el brazo de uno de sus oponentes, la sangre manó a borbotones; Bregar se agachó con agilidad y sacando una daga de su bota la clavó en la ingle de otro guardia, seccionando una arteria. En pocos segundos, la pareja había acabado con el grupo de guardias, su líder tirado en el suelo aferraba su mano atravesada por la afilada hoja de la elfa.

- Por esta vez te dejaré vivir –dijo la elfa con un gesto grave- pero sólo para que le envíes este mensaje a tu lord Capitán. Si el bufón pretende atrapar a Tirya Damaestrella, deberá usar más medios que un grupo de guardias peleles.

La pareja de espadachines salió a toda prisa del callejón, al volver a pisar la calle principal del puerto Tirya se dio cuenta que éste estaba desierto. Se había levantado un fuerte viento y el cielo cada vez se ennegrecía más, una fina lluvia comenzaba a caer.

- Se levanta tormenta –dijo Ojo de Lince con gesto preocupado- Nos cogerá en alta mar.

- ¿El Bufón está listo para zarpar?


- Toda la tripulación ya está a bordo y los víveres cargados, antes de bajar a buscarte ordené que prepararan el velamen y soltaron todos los cabos menos los de proa y popa. Supuse que tendríamos que partir sin demora, igual que siempre que pisas Marsember – contestó el viejo con una sonrisa desdentada-.

- Esta vez no hice nada…bueno casi nada…-se defendió la elfa socarronamente- solamente cogí prestado este artilugio de un puesto del mercado.

Del interior de sus ropas sacó una pequeña varita que mostró al viejo.

- ¿Para que sirve?

- No tengo ni la menor idea –contestó la elfa encogiéndose de hombros- pero seguro que es útil. Bueno, ya sabes como se ponen los dragones púrpuras cada vez que me ven, aun no han perdonado el mote que le puse a su capitán.

- Por Tymora, ¿como van a olvidar que colgaste a su capitán de la ventana de la guarnición vestido con un traje de bufón? Además el viejo nunca perdonará que hayas cambiado el nombre de tu barco sólo para burlarte de él.

Entre risas los compañeros habían llegado hasta el Bufón de Cormyr, uno de los barcos más rápidos del Mar de las Estrellas Fugaces. Una vez a bordo se acabaron las risas para la elfa y comenzó su labor como capitana.

- ¡¡¡Moved el culo, vagos hijos de troll!!! ¡¡¡Medio Marsember nos va a perseguir y se acerca tormenta!!! ¡¡¡Izad las velas, soltad los cabos!!! Rumbo al Estrecho…debemos salir del Mar del Dragón cuanto antes. ¡¡¡Izad la bandera!!!

El barco fue saliendo del puerto, mientras se izaba la bandera símbolo del barco pirata más perseguido en Cormyr, una calavera sonreía sobre un fondo negro coronada por un sombrero de bufón. Cuando avistaron el buque interceptor que se les aproximaba desplegaron todo el velamen y pusieron rumbo al este buscando la salida del Mar del Dragón, única posibilidad de escapar al control de los cormyrianos. Mientras huían el mar se embravecía cada vez más, el viento soplaba con fuerza pero llegando de varias direcciones al mismo tiempo; el timonel casi se partía los brazos intentando mantener el rumbo y la lluvia los azotaba dificultando sus movimientos. El barco interceptor los seguía de cerca imperturbable ante el oleaje, era un barco de mayor eslora y peso, no tan rápido como el Bufón, pero en esas condiciones tenía mayor estabilidad y poco a poco ganaba ventaja. Por fin divisaron el Cuello, un estrecho que separaba el Mar del Dragón del Mar de las Estrellas Fugaces, verdadero hogar del Bufón de Cormyr. El barco se sacudía fuertemente hacia los lados y era difícil mantener el rumbo, la tripulación se agarraba donde podían intentando mantener el equilibrio, en el castillo de mando Tirya miraba al frente sonriente, viendo acercarse cada vez más la salvación. El vigía comenzó a hacer señas y todos pudieron comprobar como el interceptor comenzaba a virar dándolos por perdidos, el grito de júbilo de la tripulación se oyó por encima del estruendo de la tormenta; pero sólo fue un júbilo momentáneo.

Un fuerte crujido se elevó pro encima de los truenos, seguido del sonido de la madera partiéndose; el barco dio un fuerte bandazo al cambiar de dirección bruscamente por el golpe, haciendo caer algunos tripulantes al embravecido mar. Tirya había estado en muchos barcos y sabía lo que ese sonido significaba, era el fin del Bufón. El oleaje había hecho escorar el barco y acercarlo en exceso a la costa del estrecho, el casco chocó contra una roca sumergida y se agrietó de proa a popa. El bufón estaba a merced de las olas y había empezado a hundirse, Tirya gritaba órdenes a su tripulación, pero estos comenzaban a saltar por la borda buscando la costa. Incluso el timonel huyó dejando el barco totalmente sin control, Damaestrella aferró el timón dispuesta a hacer un último esfuerzo por salvar el barco. Se le hincharon los músculos de los brazos intentando sujetar la nave, pero era demasiado débil para mantener el rumbo hacia la costa. La proa se hundió rápidamente y el barco comenzó a ponerse en vertical, los escasos tripulantes que se habían mantenido fieles a su capitana rodaban barco abajo y se precipitaban hacia el mar. Tirya comprendió que era demasiado tarde, la nave se hundía rápidamente y al caer al agua la presión que ejercería la arrastraría hacia el fondo con ella. Cuando el barco se puso totalmente en vertical Tirya quedó aferrada al timón con las piernas colgando en el vacío, por el rabillo del ojo pudo ver como Ojo de Lince no aguantaba más y soltaba el cabo al que había estado aferrado. El cuerpo del viejo cayó al vacío encontrándose en su trayectoria con el mástil, el golpe fue brutal y el compañero de la joven cayó al mar como un muñeco de trapo.

El fin se acercaba, los dedos se le resbalaban, se le soltó la mano izquierda y estaba a punto de caer. En el último momento lo recordó, la varita que había tomado prestada, con la mano libre la sacó de su bolsillo y la sostuvo. No tenía ni idea para que servía, ni siquiera como funcionaba pero tenía que intentarlo, mientras observaba la vara buscando alguna indicación sus fuerzas se agotaron y soltó el timón. En un segundo se veía cayendo directa hacia el oscuro mar, apuntó la vara en la trayectoria de su caída y no sabe como pero realizando varios movimientos algo ocurrió.

¡¡¡FUNCIOOOOOOOONAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!

El aire bajo ella empezó a vibrar mientras una luz brotó de la vara y la desintegro, bajo ella, justo hacia donde estaba cayendo, donde antes no había nada había surgido un agujero, en su interior ya no se veía el destrozado barco ni el mar, sino un paisaje blanco totalmente cubierto de nieve. Tirya atravesó el portal y cayó de bruces en una montaña de fina nieve, enterrándose por completo. Nunca le había gustado el frío, pero siempre era mejor que estar muerta.

- Sabía que sería útil.