La Marca Argéntea

Todo estaba previsto en Aguas profundas para la gran ceremonia de unión entre El Barón Krabbo y la desconocida Crystal.
Un gran número de invitados acudieron al acto, unos por cortesía y otros por mera curiosidad de por qué el Barón iba a contraer matrimonio con una joven que poco se sabía de ella.
Entre los invitados se escucharon todo tipo de desparpajos.

-Mirad! Son una pareja perfecta- A pesar de que Krabbo la doblara en edad y la triplicara en peso.
-Pues a mi esto me huele a tapadera. No es muy normal que una joven y atractiva chica salga de la nada en las fiestas privadas y en solo tres meses termine en matrimonio con el Barón, es una de las historias que yo contaría a mis nietos de por qué existen las Brujas y Hechiceras-dijo el otro invitado cuchicheando.
-Ahora que lo dices, tengo mis dudad. Mira como ríe el Barón, ahí con aires de grandezas y presumiendo con algunos de sus invitados del Corcel que monta y dejando por tierra a sus esposas.
-Pues yo aun no me he acercado a estrecharle la mano y felicitarle por temor a que se me engangrene la mano. ¿Ves el brillo de su cara? Pues no son panaceas aromáticas ni perfumes, eso es el esfuerzo de subir esos tres escalones hacia el altar.
-Bueno. Él nunca fue muy amigo de los baños. Hace creer a los que vienen de fuera que en Aguas Profundas no nos bañamos por que las aguas están muy profundas y sería un esfuerzo enorme ir a darse de agua-Se fundieron en unas risas que llamó la atención del Barón que por allí andaba majestuoso mofándose de alguno de sus invitados.
-Menos mal que pronto partirán de luna de miel. ¡Cuidado, cuidado!- dijo este lleno de precaución y susurrando.
-¿Qué?- dijo este volviéndose a donde miraba su compañero.
-Amigos mio!- La enorme masa del Barón se elevaba dos cuartas por encima de su invitado y que no dudó en fundirse en un abrazo con él.

Continuara...

-Los primeros escalones-



En el Barrio del Muelle todo iba como siempre, marineros borrachos iban y venían por las calles en busca de una buena pelea en Aguas Profundas, las mujeres de Profesión antigua ejercían su oficio por las mejores tabernas repletas de malas gentuzas y algún que otro despistado amanecía muerto en algún callejón.

Aquel día, en la Casa de Migor, una antigua casa de bailarinas y artistas se respiraba un aire de nerviosismo. Habían recibido una oferta de actuación en una fiesta de nobles en El Barrio Norte, un barrio tranquilo y adinerado que se encuentra en la esquina noreste de la ciudad, contemplando desde lo alto de la ronda del Acantilado.
Al cargo de Migor se encontraba una joven muchacha desde los nueve años que recogió mendigando por los muelles. Su padre, un antiguo marinero borracho que perdió sus pocos bienes en apuestas y su madre, apenada se arrojó a las aguas cuando se vio sin nada.

Aquella mañana Crystal, que así se llamaba la muchacha, se preparaba para el gran evento. Una oportunidad para mostrar sus habilidades aprendidas en esos ocho años. Sabía tocar el laúd, cantar y por supuesto seducir a los hombres. La Casa de Migor siempre fue un lugar para recoger a marineros de nombres llamados “monedas”.
-¡Vamos rápido! Todo debe estar listo para esta noche y os quiero a todas radiantes. – ese día en especial se encontraba mas mandona que nunca a pesar de que siempre tenia fama de exigir el máximo a sus trabajadoras.

Dos carros fueron los encargados de llevarlas a todas al evento y al llegar a la mansión se les otorgó una habitación para los trajes y sus instrumentos.
Las chicas estaban listas y los invitados fueron llegando una vez entrada la noche.
Todos comían y bebían y no falto la música ni los bailes pero la noche se fue ambientando cuando apagaron las luces.
El gran número hacia entrada en el salón. Todas las chicas de Migor entraron en la sala cuando las lámparas iban encendiéndose tan solo con unas máscaras como vestimentas…


Continuara...