Historia de Vashard

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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Vashard

Historia de Vashard

Mensaje por Vashard »

Vashard corría como un jabalí herido. La espesura crujía a su paso presto mientras resoplaba y jadeaba, dejando rastros de sangre a su paso. Todo era fugaz, los árboles pasaban a su lado apenas rozándole con sus ramas en un vano intento de hacerle frenar. Saltaba por encima de arbustos, rocas y riachuelos sabiendo que sus fuerzas se le iban por momentos. El brazo derecho le dolía con una terrible punzada a cada movimiento, sus piernas pesaban como si fueran de piedra y sus pulmones ardían aún más a medida que continuaba, pero aún a pesar de todo ello sabía que tenía que continuar, que no podía detenerse ahora. A lo lejos, guturales gritos de caza resonaban en el bosque invernal, espantando todo animal a su paso.

El joven de apenas quince años se detuvo un momento, jadeando brutalmente. Por su rostro resbalaban hilos de sangre mezclados con lágrimas y agua del rocío. Su cabellera castaña estaba empapada, cayendo enmarañada por un lateral. Apoyó sus palmas en las rodillas, luchando por no desfallecer. Sabía que no podía detenerse. Una parte en su interior deseaba rendirse, abandonar, caer agotado y que todo acabara pronto. Esa parte le asaltaba con fogonazos escalofriantes de un horror que acababa de presenciar, de aquello que había perdido. Pero... otra parte luchaba por sobrevivir. Le decía que corriera, que se alejara de allí, que siguiera adelante. En medio de semejante lucha contra el agotamiento hubo un sentimiento que le hizo reaccionar, el dolor. Una lacerante punzada en su estómago le hizo encogerse. Aún asomaban dos astas partidas de flecha orca con su oscura madera. En el brazo, otra atravesaba el bíceps viéndose su longitud completa así como sus negras plumas de cuervo en un extremo. Su primer gesto fue arrancárselas allí mismo pero un instinto le decía que no dejara más rastros de sangre. En lugar de ello, el dolor dio paso a una profunda rabia. Esa mezcla de sensaciones le hizo apretar los dientes hasta hacerlos rechinar con fuerza. Pocos instantes después Vashard volvía a correr todo lo rápido que podía. Conocía el terreno, sabía por dónde moverse, dónde pisar, dónde saltar y dónde podría esconderse. No obstante, sus perseguidores demostraban ser buenos rastreadores y sus pesados pasos resonaban no muy lejanos.

Con un nuevo esfuerzo aceleró el paso apretando los puños aún más, resoplando preso de una inmensa rabia y dolor. Pronto encontró lo que estaba buscando, el río Valtos. La fuerte corriente de agua helada provenía desde las montañas cercanas y era su única salvación posible. Los numerosos saltos y pozas la hacían idónea para poder esconderse de sus perseguidores. En su precipitada carrera había sorprendido a un asustado gamo joven en la rivera opuesta del río a pocos metros de él. Por un momento hubo un instante en que sus miradas se cruzaron y a continuación Vashard reaccionó casi sin pensar, solo obrando por pura supervivencia. Con un rápido gesto de su mano alcanzó una piedra del cauce y se la lanzó al animal, alcanzándole en la cabeza. La criatura no murió del golpe, simplemente se desplomó aturdida si bien el joven no le dio ocasión de levantarse. Cruzando el río con torpes zancadas alcanzó al gamo desplomado y le observó por un parpadeo apenas. Acto seguido y odiándose por lo que iba a hacer, agarró su flecha del brazo y tiró de ella hasta extraerla con un ahogado grito de dolor, apretando los dientes. La sangre manó abundantemente, dejando su miembro tembloroso y teñido de carmesí. Sin pararse a pensar, clavó la flecha en el animal en una zona mortal. El gamo se sacudió por unos momentos pero el joven no le dio momento de pausa. En lugar de ello comenzó a arrastrarlo hacia unas rocas en el centro de la corriente, justo antes de un salto de agua. Vashard resoplaba, sabiendo que aquí se decidiría todo. O le salía bien o aquí encontraría su fin. Mientras los aullidos orcos resonaban cada vez más cerca, el joven llegó hasta las rocas con el animal ya muerto, ambos empapados. A continuación tendió a la criatura sobre las piedras, dejando que su sangre fluyera y se entremezclara con la corriente. Después, descendió por entre las rocas mientras el agua le empujaba tratando de hacerle caer. Finalmente, se deslizó entre dos piedras de tamaño medio, agachándose y sumergiéndose hasta el pecho. Y tras eso... sus oídos, comenzaron a zumbar con un terrible silencio.

Los pasos de los orcos acabaron por sonar cercanos hasta escucharse el crujir de la vegetación. Sus guturales gruñidos inundaron el área a lo lejos. Sin duda era evidente que el muchacho habría seguido el curso del río pero... ¿en qué dirección? ¿y cuánto haría de eso? Un brusco chapoteo resonó en el agua hasta que varios orcos se acercaron excitados hasta el animal muerto. Vashard les escuchó parlotear en un idioma que parecía más propio de animales que seres pensantes. ¿Funcionaría su treta? ¿Pensarían que ya habían pasado por la zona más de los suyos en la persecución? Desde su posición escuchó sus respiraciones, sus jadeos como si fueran osos furiosos, sus roncas voces amenazadoras. Mientras, el agua helada entumecía rápidamente sus músculos, sintiendo un abrazo gélido que comenzaba a hacerle temblar como una hoja. Pegado a la hundida pared y entre las rocas trató de morder un trozo de tela para que no resonaran sus dientes castañetear. Sus heridas aún sangraban y su rastro era visible en el agua pero contaba con que la sangre del gamo pudiera cubrir la suya. El agua de arriba caía débilmente teñida de rojo, mezclándose con su propia sangre... ¿Funcionaría? Tal vez era demasiado pedir... tal vez era su destino morir a manos de esos orcos como el resto... Si así debía ser... al menos sería luchando. Con su mano izquierda tanteó hasta dar con una roca que aferró en su puño. Al menos así podría partirle el cráneo a uno antes de que fuera abatido. Sólo esperaba que fuera rápido... Al menos eso... Lentamente comenzó a salir del agua aún pegado a la pared de roca, escuchando las voces orcas por encima suya. Había llegado el momento... no sabía cuantos serían pero al menos... moriría luchando.

Mas entonces fue cuando un grito de más arriba llamó la atención de ésos orcos cercanos. Con un gruñido a modo de respuesta giraron sobre sí mismos y remontaron la corriente con un chapoteo rápido y brusco. El joven esperó unos minutos prudentemente mientras sentía cómo sus piernas perdían sensibilidad. Finalmente ascendió entre las rocas lo justo para ver a un grupo de casi diez dar saltos por las piedras que daban a los pasos superiores del río. Por lo visto habían pensado que ya habrían pasado algunos de los suyos por aquí y que habrían tomado rumbo sur. Así... estos orcos probaron suerte con audacia corriente arriba. Vashard resopló completamente extenuado, apoyado en las rocas, casi sin sentir nada ya. Sólo contemplaba una piedra, con un húmedo charco de sangre de gamo donde antes hubo un animal muerto, ahora vacía.

Mas ni para esa escena encontró palabras... simplemente observó inundado de un terrible frío tanto en su cuerpo como en su espíritu. Y allí permaneció en silencio sin decir nada...

Absolutamente nada.
Vashard

Mensaje por Vashard »

-¿Cómo está, padre?- susurró una voz lejana y aguda.

-No se... no se...- respondió otra desde un lugar lejano pero próximo a la vez.

¿Dónde estaba? Vashard no lograba atar sus pensamientos de un modo coherente. Se sentía inundado por un escalofrío continuo, por un temblor febril que le dominaba sin piedad alguna.

-Ha perdido mucha sangre... tiene fiebre...- resonó un eco en su mente.

¿Había sido eso un pensamiento suyo? ¿Acaso era una voz? El chico era incapaz de discernir nada. Sentía dolor, un profundo dolor en su vientre. El brazo lo tenía aprisionado por un gran peso, como si algo parecido a un caballo estuviera con sus cascos sobre él.

-¿Sobrevivirá...?- hubo un tono temeroso en la voz aguda.

¿Quién? ¿Quién iba a sobrevivir? Quiso abrir los ojos pero no pudo.

-¿Dónde... estoy...?- preguntó Vashard, mas dado el silencio posterior comprendió que había pensando esas palabras pero no había llegado siquiera a pronunciarlas.

-No lo se, hija... depende de su fortaleza- suspiró con un eco insondable la otra voz.

Su brazo se retorció de dolor, lo que fuera que lo oprimía se acomodaba con saña.

-Cuidado con el brazo... aguántaselo- volvió a retumbar aquella voz.

¿Qué estaba pasando? ¿Por qué se encontraba así? ¿Por qué no podía abrir los ojos? El joven se debatía en su interior también. Mas entonces algo afloró en su recuerdo. ¡Orcos! ¡Varias docenas! ¡Sobre la aldea!

-¡Padre! ¡Se está sacudiendo- tintineó la voz aguda como una débil campana.

¡Los orcos atacaban! ¡Padre... madre...! Ambos en casa y... aquellas bestias... ¡Sobre ellos...! con esos...

-¡Sujétalo, hija!- resonó como un batir de rocas en la oscuridad.

-¡¡Cuchillos!!- gritó Vashard presa del delirio- ¡¡No!! ¡Cuchillos! ¡¡Cuchillos!!

-¡Padre!

-¡Llama a Boder! ¡Aprisa!

Pronto algo se movió alrededor suyo en la tiniebla y se sintió aplastado contra el suelo con fuerza. Luchó entre gritos por resistir, por alzarse, por luchar contra esas malditas bestias pero fue inútil. Finalmente una punzada de dolor estalló nuevamente en su vientre y encogido de sufrimiento, su mente se apagó como una vela al viento.

-¡Al fin...!- fue lo último que creyó escuchar antes de desfallecer.
Vashard

Mensaje por Vashard »

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Recortada junto a la ventana había una figura. Su cabello oscuro, su delgada figura, su expresión envuelta en sombras por la luz exterior. ¿Realmente estaba en casa? ¿Su madre había estado velando por sus pesadillas? ¿Estaría su padre en la arboleda como siempre? Sonrió aún sin darse cuenta, presa de un sorprendente agotamiento.

-¿Madre...?- fue lo único que logró musitar apenas con un hilo de voz.

Mas entonces la figura giró su rostro hacia él y todo se tornó borroso. Era más joven de lo que había pensado. Se acercó a él con expresión preocupada y ojos sombríos.

-¿Estás bien?- preguntó ella con voz suave.

-¿Quién... eres...?- respondió él confundido. ¿No era su madre? ¿No... estaba en su casa? Pronto la luz del entendimiento comenzó a brillar en sus ojos. Madre... ya no estaba con él desde hacía años. Estuvo en su funeral. ¿Y su padre? ¿En la arboleda? ¿Arboleda...? ¡Llamas! ¿El pueblo? ¿Orcos? Repentinamente, como si de un alud se tratara, todo un tropel de recuerdos irrumpieron en su mente bruscamente. Abrumado por todos los gritos que resonaban en su interior trató de llevarse la mano a la cara pero entonces un fuerte dolor en el brazo le impidió el movimiento, haciéndolo con la mano izquierda con un quejido.

-¡Cálmate! Has tenido mucha suerte- dijo la muchacha tratando de serenarlo- ¡Padre!- clamó mientras posaba su mano en la frente del joven.

Vashard se retorció de dolor, tanto corporal como emocional. ¿Realmente no había soñado nada? ¿Había sido real? Esa escena que parecía grabada a fuego en su mente... ¿realmente había sucedido? Sobrecogido, se rindió a un llanto desconsolado, hasta tal punto que no se percató del intento de abrazo que trataba de darle la muchacha.

-Lo lamento, hijo- sonó una voz masculina en la estancia- pero has tenido mucha suerte.

El chico abrió los ojos tras unos instantes de sollozos y pudo ver a su lado a un hombre de edad media, de cabello oscuro y expresión afligida.

-Lo lamento mucho...- fue lo único que logró decir.

Finalmente Vashard habló.

-¿Qué ha... ocurrido?- preguntó, siendo lentamente consciente del lugar donde se encontraba, un modesto cuarto en una casa sencilla. Se hallaba sobre un tosco camastro cubierto de mantas y pieles de abrigo.

-Los orcos arrasaron Kelden hace pocas lunas- respondió el hombre arrugando el rostro compungido- te encontramos hace tres días cerca del río.

Entonces había sido cierto... las palabras del hombre confirmaban todo lo que estallaba en su mente. Lentamente comenzaba a ser consciente de lo sucedido, presa de un hondo pesar.

-Tenías el brazo desgarrado y dos heridas en el estómago. Has tenido mucha suerte de sobrevivir- informó el desconocido.

-¿Suerte?- fue la única respuesta de Vashard a modo de susurro- Lo siento pero creo... que de eso ya no me queda...- añadió con tono sombrío.

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Vashard

Mensaje por Vashard »

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Pasaron dos meses antes de que pudiera restablecerse de sus heridas del todo. El amable Orval le acogió en su casa junto a su hija Ergaia y su hijo Boder. Allí pudo recuperar fuerzas y asimilar lo sucedido. Se trataba de una modesta granja a las afueras de un poblado no muy lejano a Kelden. El ataque había sido de improviso, una horda se precipitó sobre la aldea, acabando con todos sus habitantes. Vashard fue el único del que se supo algo. La aldea quedó reducida a escombros y nadie quiso volver a la zona para reconstruir nada. Hubo batidas por la zona pero el daño ya estuvo hecho.

Fueron días sombríos. El joven Vashard anduvo bailando al borde de un abismo, luchando por recuperar la cordura. Al menos la calma de la granja de Orval le trajo la paz suficiente como para ello. Con ellos pasó cerca de tres meses más si bien sus heridas no necesitaban ya más atenciones, solo cicatrización. Por un tiempo quiso tratar de seguir adelante, quiso recomponer lo que quedaba de su vida. Les ayudó en todo lo que pudo, se dedicó a cazar para traer carne a la casa.

Pero... en el fondo... él lo sabía. No podía permanecer allí sin más. Lo intentó pero no pudo. Quiso olvidar lo sucedido pero le fue imposible. Quiso vivir otra vida pero... no era la suya.

La despedida de Orval y los suyos fue triste. En esos pocos meses se convirtieron en su familia aunque él sabía que no era así. Fue por eso por lo que decidió partir. Kelden había sido destruido y no podría vivir lo mismo en la cercana Velwan. Una fría y gris mañana, cargado de pieles de abrigo y armado con un sencillo arco, un puñado de flechas y un cuchillo, partió del lugar. Se despidió de todos ellos con gran agradecimiento pero sabía que no podía permanecer allí, aún a pesar de haber sido aceptado.

A partir de ese momento... Vashard y sólo Vashard tomó las riendas de su propia vida. Los días dieron paso a meses y los meses a años. El tiempo pasó y el joven dio paso al hombre. Sus habilidades fueron mejorando y poco a poco fue desarrollando lo que mejor supo hacer... sobrevivir. Anduvo por terrenos alejados, por bosques y montañas, casi siempre lejos de núcleos urbanos, casi siempre lejos de las personas. Durante mucho tiempo vagó en solitario, sin más compañía que su entorno y los animales de los que había aprendido tanto por parte de su padre y su madrastra. Un druida y una elfa... realmente a ella nunca la llegó a llamar madre pero siempre valoró su entendimiento y sabiduría. Gracias a ambos consiguió comprender lo que habían tratado de transmitirle en sus últimos años. Quizás fuera por ello por lo que prefería alejarse de las ciudades. Poco a poco su carácter se volvió un tanto hosco, más huraño. De todos modos eso le facilitó convertirse en un eficiente cazador. Potenció sus dotes de rastreador para comprender mejor a aquellos que tanto dolor le habían provocado. Estudió a los orcos, rastreaba y cazaba a los miembros solitarios que podía. Un profundo odio inundaba su corazón y le envolvía con su oscuro manto. Aprendió mucho de ellos si bien nunca llegó a suplir el vacío que quedó en su interior, aún a pesar de la cantidad que consiguiera abatir.

¿Cuántos años pasaron? Sencillamente perdió la cuenta. Kelden es un doloroso recuerdo lejano y poco a poco todo se ha ido volviendo turbio. Tal vez hubiera llegado el momento de tomarse un descanso.

¿Nevesmortas? Eso rezaba un solitario cartel en un camino del bosque... Un lugar como cualquier otro... quizás allí pudiera recordar el por qué había abandonado las ciudades años atrás...

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Tymora
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Mensaje por Tymora »

Impresionante.. *Toma una pequeña bocanada de aire, mientras termina de leer los ultimos parráfos de la historia* Si señor... impresionante.
Vashard

Mensaje por Vashard »

El viento silba entre la hojarasca con fuerza. Los árboles crujen a su paso, a mi paso. Yo soy el Viento. Yo soy la Furia. La oscuridad me rodea, es mi noche, mi tiniebla. Empaña mi visión, mi razón y hace latir éste corazón con ésta fuerza. El bosque escucha atento mi carrera. Los demás animales se apartan de mi rumbo. Hacen bien. Yo soy la Fuerza. Soy la Furia. Soy la Venganza.

Mi voz se alza por encima del viento. Mi aullido rivaliza por un momento con el suyo hasta alzarse triunfal y salvaje. Soy la Rabia. Soy el Fuego. Las cortezas de madera tiemblan con mi rugido. Las piedras se hunden aún más en la tierra, escondiéndose de mí. Las hojas susurran a mi paso, observándome de lejos y durante su caída. Yo soy el Viento. Yo soy la Furia. Mi aullido inunda los bosques desde el lugar donde me encuentro.

Algo llega en respuesta. Una voz... una lejana voz... apenas un eco. Es ella... es él. No son los mismos pero sí dicen lo mismo. Me llaman. Su voz es un grito, su voz es una llamada. Soy la Venganza. Soy la Fuerza. Sus puños se cierran. Sus voces se alzan. Yo comienzo mi movimiento con ellos. Cada palabra, cada gesto, es un paso más en mi avance. Soy la Rabia. Soy el Fuego.

Sus voces crecen. Me susurran. Me llaman. Me gritan. Me reclaman. Cruzo el umbral. Siento el pelaje frío y húmedo. Algo cae del cielo nocturno. Agua. Los olores penetran en mi olfato como una forzosa invasión. La tierra cede bajo el peso de éste cuerpo. Un sonido gutural surge de mi garganta mientras comienzo a correr. Cada palabra que dicen, cada palabra que no sale de su interior, es un latido de mi corazón. Un calor abrasador inunda mis pulmones. Soy la Furia. Soy el Fuego.

Poco importa si es de día o de noche. Yo sé donde están. Soy el Viento. Soy la Fuerza. Por un momento la distancia no es nada, sólo un punto al que llegar, sin un origen desde el que haber partido, sin haberme movido. Mi corazón son sus latidos ahora. Su lucha mi causa. Ahora ya sabes quién soy... ahora ya sabes qué represento... y ahora ya sabes cómo me llamo...

-¿Krine...?- susurró el joven aún arrodillado en el suelo con los puños cerrados y pelados de haber golpeado un recio tronco a su lado.

El enorme lobo de áspero pelaje grisáceo, como las canas de un anciano, asintió con gesto respetuoso mientras sus ojos refulgieron con un sobrecogedor brillo ambarino.

-Ahora sabes mi nombre...- resonó una vez más en la cabeza del muchacho.
Mitacys

Mensaje por Mitacys »

Ahora solo faltaría que un noble bardo le pusiese música... 'La canción de Krine'... De momento, una prosa con mucho ritmo, muy apropiada al galope del lobo. Porque es el lobo ¿verdad? No es Vashard el vengador... ¿o si? ;)
Elenthyl

Mensaje por Elenthyl »

Brillante e inspirador.

¡Bravo!


Elenthyl Quat´Hadast
Vashard

Mensaje por Vashard »

Mitacys escribió:Ahora solo faltaría que un noble bardo le pusiese música... 'La canción de Krine'... De momento, una prosa con mucho ritmo, muy apropiada al galope del lobo. Porque es el lobo ¿verdad? No es Vashard el vengador... ¿o si? ;)


Hombre... Vashard tiene pelo pero no llega a "áspero pelaje grisáceo" (aunque a veces gasta unas malas pulgas que...). O sea, si, es Krine, el lobo, aunque he querido darle un enfoque más místico. ¡Ah! Y música para la escena ya la tengo en mi mente, eso si.


Y en cuanto a Elenthyl... Viniendo de tí, gracias, me siento halagado.
Mitacys

Mensaje por Mitacys »

Eso esta claro.... pero.. ¿no es a veces Vashard el Fuego, la Rabia, el Viento...? Ya se sabe, como los perrillos siempre se parecen a los amos... :lol:
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