Historia de Vashard
Publicado: Lun Dic 25, 2006 6:40 pm
Vashard corría como un jabalí herido. La espesura crujía a su paso presto mientras resoplaba y jadeaba, dejando rastros de sangre a su paso. Todo era fugaz, los árboles pasaban a su lado apenas rozándole con sus ramas en un vano intento de hacerle frenar. Saltaba por encima de arbustos, rocas y riachuelos sabiendo que sus fuerzas se le iban por momentos. El brazo derecho le dolía con una terrible punzada a cada movimiento, sus piernas pesaban como si fueran de piedra y sus pulmones ardían aún más a medida que continuaba, pero aún a pesar de todo ello sabía que tenía que continuar, que no podía detenerse ahora. A lo lejos, guturales gritos de caza resonaban en el bosque invernal, espantando todo animal a su paso.
El joven de apenas quince años se detuvo un momento, jadeando brutalmente. Por su rostro resbalaban hilos de sangre mezclados con lágrimas y agua del rocío. Su cabellera castaña estaba empapada, cayendo enmarañada por un lateral. Apoyó sus palmas en las rodillas, luchando por no desfallecer. Sabía que no podía detenerse. Una parte en su interior deseaba rendirse, abandonar, caer agotado y que todo acabara pronto. Esa parte le asaltaba con fogonazos escalofriantes de un horror que acababa de presenciar, de aquello que había perdido. Pero... otra parte luchaba por sobrevivir. Le decía que corriera, que se alejara de allí, que siguiera adelante. En medio de semejante lucha contra el agotamiento hubo un sentimiento que le hizo reaccionar, el dolor. Una lacerante punzada en su estómago le hizo encogerse. Aún asomaban dos astas partidas de flecha orca con su oscura madera. En el brazo, otra atravesaba el bíceps viéndose su longitud completa así como sus negras plumas de cuervo en un extremo. Su primer gesto fue arrancárselas allí mismo pero un instinto le decía que no dejara más rastros de sangre. En lugar de ello, el dolor dio paso a una profunda rabia. Esa mezcla de sensaciones le hizo apretar los dientes hasta hacerlos rechinar con fuerza. Pocos instantes después Vashard volvía a correr todo lo rápido que podía. Conocía el terreno, sabía por dónde moverse, dónde pisar, dónde saltar y dónde podría esconderse. No obstante, sus perseguidores demostraban ser buenos rastreadores y sus pesados pasos resonaban no muy lejanos.
Con un nuevo esfuerzo aceleró el paso apretando los puños aún más, resoplando preso de una inmensa rabia y dolor. Pronto encontró lo que estaba buscando, el río Valtos. La fuerte corriente de agua helada provenía desde las montañas cercanas y era su única salvación posible. Los numerosos saltos y pozas la hacían idónea para poder esconderse de sus perseguidores. En su precipitada carrera había sorprendido a un asustado gamo joven en la rivera opuesta del río a pocos metros de él. Por un momento hubo un instante en que sus miradas se cruzaron y a continuación Vashard reaccionó casi sin pensar, solo obrando por pura supervivencia. Con un rápido gesto de su mano alcanzó una piedra del cauce y se la lanzó al animal, alcanzándole en la cabeza. La criatura no murió del golpe, simplemente se desplomó aturdida si bien el joven no le dio ocasión de levantarse. Cruzando el río con torpes zancadas alcanzó al gamo desplomado y le observó por un parpadeo apenas. Acto seguido y odiándose por lo que iba a hacer, agarró su flecha del brazo y tiró de ella hasta extraerla con un ahogado grito de dolor, apretando los dientes. La sangre manó abundantemente, dejando su miembro tembloroso y teñido de carmesí. Sin pararse a pensar, clavó la flecha en el animal en una zona mortal. El gamo se sacudió por unos momentos pero el joven no le dio momento de pausa. En lugar de ello comenzó a arrastrarlo hacia unas rocas en el centro de la corriente, justo antes de un salto de agua. Vashard resoplaba, sabiendo que aquí se decidiría todo. O le salía bien o aquí encontraría su fin. Mientras los aullidos orcos resonaban cada vez más cerca, el joven llegó hasta las rocas con el animal ya muerto, ambos empapados. A continuación tendió a la criatura sobre las piedras, dejando que su sangre fluyera y se entremezclara con la corriente. Después, descendió por entre las rocas mientras el agua le empujaba tratando de hacerle caer. Finalmente, se deslizó entre dos piedras de tamaño medio, agachándose y sumergiéndose hasta el pecho. Y tras eso... sus oídos, comenzaron a zumbar con un terrible silencio.
Los pasos de los orcos acabaron por sonar cercanos hasta escucharse el crujir de la vegetación. Sus guturales gruñidos inundaron el área a lo lejos. Sin duda era evidente que el muchacho habría seguido el curso del río pero... ¿en qué dirección? ¿y cuánto haría de eso? Un brusco chapoteo resonó en el agua hasta que varios orcos se acercaron excitados hasta el animal muerto. Vashard les escuchó parlotear en un idioma que parecía más propio de animales que seres pensantes. ¿Funcionaría su treta? ¿Pensarían que ya habían pasado por la zona más de los suyos en la persecución? Desde su posición escuchó sus respiraciones, sus jadeos como si fueran osos furiosos, sus roncas voces amenazadoras. Mientras, el agua helada entumecía rápidamente sus músculos, sintiendo un abrazo gélido que comenzaba a hacerle temblar como una hoja. Pegado a la hundida pared y entre las rocas trató de morder un trozo de tela para que no resonaran sus dientes castañetear. Sus heridas aún sangraban y su rastro era visible en el agua pero contaba con que la sangre del gamo pudiera cubrir la suya. El agua de arriba caía débilmente teñida de rojo, mezclándose con su propia sangre... ¿Funcionaría? Tal vez era demasiado pedir... tal vez era su destino morir a manos de esos orcos como el resto... Si así debía ser... al menos sería luchando. Con su mano izquierda tanteó hasta dar con una roca que aferró en su puño. Al menos así podría partirle el cráneo a uno antes de que fuera abatido. Sólo esperaba que fuera rápido... Al menos eso... Lentamente comenzó a salir del agua aún pegado a la pared de roca, escuchando las voces orcas por encima suya. Había llegado el momento... no sabía cuantos serían pero al menos... moriría luchando.
Mas entonces fue cuando un grito de más arriba llamó la atención de ésos orcos cercanos. Con un gruñido a modo de respuesta giraron sobre sí mismos y remontaron la corriente con un chapoteo rápido y brusco. El joven esperó unos minutos prudentemente mientras sentía cómo sus piernas perdían sensibilidad. Finalmente ascendió entre las rocas lo justo para ver a un grupo de casi diez dar saltos por las piedras que daban a los pasos superiores del río. Por lo visto habían pensado que ya habrían pasado algunos de los suyos por aquí y que habrían tomado rumbo sur. Así... estos orcos probaron suerte con audacia corriente arriba. Vashard resopló completamente extenuado, apoyado en las rocas, casi sin sentir nada ya. Sólo contemplaba una piedra, con un húmedo charco de sangre de gamo donde antes hubo un animal muerto, ahora vacía.
Mas ni para esa escena encontró palabras... simplemente observó inundado de un terrible frío tanto en su cuerpo como en su espíritu. Y allí permaneció en silencio sin decir nada...
Absolutamente nada.
El joven de apenas quince años se detuvo un momento, jadeando brutalmente. Por su rostro resbalaban hilos de sangre mezclados con lágrimas y agua del rocío. Su cabellera castaña estaba empapada, cayendo enmarañada por un lateral. Apoyó sus palmas en las rodillas, luchando por no desfallecer. Sabía que no podía detenerse. Una parte en su interior deseaba rendirse, abandonar, caer agotado y que todo acabara pronto. Esa parte le asaltaba con fogonazos escalofriantes de un horror que acababa de presenciar, de aquello que había perdido. Pero... otra parte luchaba por sobrevivir. Le decía que corriera, que se alejara de allí, que siguiera adelante. En medio de semejante lucha contra el agotamiento hubo un sentimiento que le hizo reaccionar, el dolor. Una lacerante punzada en su estómago le hizo encogerse. Aún asomaban dos astas partidas de flecha orca con su oscura madera. En el brazo, otra atravesaba el bíceps viéndose su longitud completa así como sus negras plumas de cuervo en un extremo. Su primer gesto fue arrancárselas allí mismo pero un instinto le decía que no dejara más rastros de sangre. En lugar de ello, el dolor dio paso a una profunda rabia. Esa mezcla de sensaciones le hizo apretar los dientes hasta hacerlos rechinar con fuerza. Pocos instantes después Vashard volvía a correr todo lo rápido que podía. Conocía el terreno, sabía por dónde moverse, dónde pisar, dónde saltar y dónde podría esconderse. No obstante, sus perseguidores demostraban ser buenos rastreadores y sus pesados pasos resonaban no muy lejanos.
Con un nuevo esfuerzo aceleró el paso apretando los puños aún más, resoplando preso de una inmensa rabia y dolor. Pronto encontró lo que estaba buscando, el río Valtos. La fuerte corriente de agua helada provenía desde las montañas cercanas y era su única salvación posible. Los numerosos saltos y pozas la hacían idónea para poder esconderse de sus perseguidores. En su precipitada carrera había sorprendido a un asustado gamo joven en la rivera opuesta del río a pocos metros de él. Por un momento hubo un instante en que sus miradas se cruzaron y a continuación Vashard reaccionó casi sin pensar, solo obrando por pura supervivencia. Con un rápido gesto de su mano alcanzó una piedra del cauce y se la lanzó al animal, alcanzándole en la cabeza. La criatura no murió del golpe, simplemente se desplomó aturdida si bien el joven no le dio ocasión de levantarse. Cruzando el río con torpes zancadas alcanzó al gamo desplomado y le observó por un parpadeo apenas. Acto seguido y odiándose por lo que iba a hacer, agarró su flecha del brazo y tiró de ella hasta extraerla con un ahogado grito de dolor, apretando los dientes. La sangre manó abundantemente, dejando su miembro tembloroso y teñido de carmesí. Sin pararse a pensar, clavó la flecha en el animal en una zona mortal. El gamo se sacudió por unos momentos pero el joven no le dio momento de pausa. En lugar de ello comenzó a arrastrarlo hacia unas rocas en el centro de la corriente, justo antes de un salto de agua. Vashard resoplaba, sabiendo que aquí se decidiría todo. O le salía bien o aquí encontraría su fin. Mientras los aullidos orcos resonaban cada vez más cerca, el joven llegó hasta las rocas con el animal ya muerto, ambos empapados. A continuación tendió a la criatura sobre las piedras, dejando que su sangre fluyera y se entremezclara con la corriente. Después, descendió por entre las rocas mientras el agua le empujaba tratando de hacerle caer. Finalmente, se deslizó entre dos piedras de tamaño medio, agachándose y sumergiéndose hasta el pecho. Y tras eso... sus oídos, comenzaron a zumbar con un terrible silencio.
Los pasos de los orcos acabaron por sonar cercanos hasta escucharse el crujir de la vegetación. Sus guturales gruñidos inundaron el área a lo lejos. Sin duda era evidente que el muchacho habría seguido el curso del río pero... ¿en qué dirección? ¿y cuánto haría de eso? Un brusco chapoteo resonó en el agua hasta que varios orcos se acercaron excitados hasta el animal muerto. Vashard les escuchó parlotear en un idioma que parecía más propio de animales que seres pensantes. ¿Funcionaría su treta? ¿Pensarían que ya habían pasado por la zona más de los suyos en la persecución? Desde su posición escuchó sus respiraciones, sus jadeos como si fueran osos furiosos, sus roncas voces amenazadoras. Mientras, el agua helada entumecía rápidamente sus músculos, sintiendo un abrazo gélido que comenzaba a hacerle temblar como una hoja. Pegado a la hundida pared y entre las rocas trató de morder un trozo de tela para que no resonaran sus dientes castañetear. Sus heridas aún sangraban y su rastro era visible en el agua pero contaba con que la sangre del gamo pudiera cubrir la suya. El agua de arriba caía débilmente teñida de rojo, mezclándose con su propia sangre... ¿Funcionaría? Tal vez era demasiado pedir... tal vez era su destino morir a manos de esos orcos como el resto... Si así debía ser... al menos sería luchando. Con su mano izquierda tanteó hasta dar con una roca que aferró en su puño. Al menos así podría partirle el cráneo a uno antes de que fuera abatido. Sólo esperaba que fuera rápido... Al menos eso... Lentamente comenzó a salir del agua aún pegado a la pared de roca, escuchando las voces orcas por encima suya. Había llegado el momento... no sabía cuantos serían pero al menos... moriría luchando.
Mas entonces fue cuando un grito de más arriba llamó la atención de ésos orcos cercanos. Con un gruñido a modo de respuesta giraron sobre sí mismos y remontaron la corriente con un chapoteo rápido y brusco. El joven esperó unos minutos prudentemente mientras sentía cómo sus piernas perdían sensibilidad. Finalmente ascendió entre las rocas lo justo para ver a un grupo de casi diez dar saltos por las piedras que daban a los pasos superiores del río. Por lo visto habían pensado que ya habrían pasado algunos de los suyos por aquí y que habrían tomado rumbo sur. Así... estos orcos probaron suerte con audacia corriente arriba. Vashard resopló completamente extenuado, apoyado en las rocas, casi sin sentir nada ya. Sólo contemplaba una piedra, con un húmedo charco de sangre de gamo donde antes hubo un animal muerto, ahora vacía.
Mas ni para esa escena encontró palabras... simplemente observó inundado de un terrible frío tanto en su cuerpo como en su espíritu. Y allí permaneció en silencio sin decir nada...
Absolutamente nada.