La Fundación
La noche era negra y fría. El pequeño grupo de enanos y humanos supervivientes de la gran batalla, se arracimó en torno a la pequeña hoguera para tratar de calentarse.
El que parecía su líder, se dirigió a ellos:
- Aciagos han sido los designios de los dioses estos días, pero no temais. Pronto encontraremos una nueva tierra, donde instalar un nuevo hogar lejos de esos ejércitos de desalmados orcos.
El grupo estaba compuesto por enanos y humanos procedentes del Reino del Norte de Neztheril. Pocos enanos escudo sobrevivieron a las cruentas batallas, y los que lo hicieron se vieron obligado a huir, junto con el pequeño grupo de poderosos magos que habían protegido su huida conjurando una niebla densa que los ocultó a ojos de los orcos enemigos. No había ancianos ni niños, pues su debilidad les había impedido huir con la suficiente celeridad. Tampoco se oían sollozos ni quejas, pues harto conocida era la resistencia de los últimos habitantes de Neztheril.
El líder envió a dos o tres exploradores junto con un mago para establecer un perímetro de seguridad del campamento. Aunque por aquellas latitudes no había orcos, las montañas que había cerca no les inspiraba demasiada confianza. Un mago de canoso pelo blanco se adelantó y, trazando unos símbolos extraños en el aire, conjuró un hechizo de ocultamiento, que dejaría a todo el grupo fuera de las miradas indiscretas de las criaturas de su alrededor.
Más tarde, cuando parte del grupo se hallaba prácticamente dormido, dos de los tres exploradores volvieron alborozados.
- ¿Qué sucede? ¿Dónde están Gotrek y el Mago? - Les imprecó su líder.
- Acompañadnos, aún no podemos creer lo que hemos encontrado. Dejamos a Gotrek y al mago allí para poder encontrar el camino de vuelta - replicaron ellos.
-¿Poder encontrar el camino de vuelta? ¿Qué demonios decís? Pareceis torpes gnolls si os despista el camino de regreso de unas montañas.
-Seguidnos Turin -pidieron los exploradores.
Turin Escudoderoble (que así se llamaba su líder), formó otro grupo, dejando los suficientes enanos guerreros para defender a las mujeres enanos, marchando el resto de enanos y todos los magos en pos de los dos exploradores, para ver el descubrimiento que alteraba tanto a los pacientes enanos exploradores. Minutos después, llegaron a las estribaciones de las montañas que se encontraban tras el campamento. El más anciano de los magos (y también el más poderoso de ellos) habló en esta forma:
- Poderoso Turin, si mis ancianos conocimientos no traicionan a ésta débil mente, nos encontramos al pie de las Montañas de los Picos Grises.
- No pongo en duda que así será poderoso Fistandántilus. Conocida es vuestra inmensa sabiduría - dijo Turin - Fundin, inútil aprendiz de gnoll, ¿qué habéis descubierto? - Dijo justo después dirigiendose al explorador.
- Busquemos a Gotrek, o no encontraremos la entrada de nuevo.
Llamaron con esas señales enanas sólo conocidas por ellos, y a lo lejos escucharon (como sólo oidos enanos pueden hacer) la respuesta de Gotrek. Fueron hacia su voz, y lo encontraron ante un angosta abertura en la roca viva de la montaña. Gotrek se introdujo en la grieta, y el grupo siguió detrás de él. Hasta los enanos tenían que enconvarse para avanzar por la grieta, hasta que de pronto, la abertura se ensanchó de tal modo que no eran capaces de tantear las paredes ni el techo con sus manos. En la oscuridad absoluta de la montaña, se oyó una única palabra proveniente de los labios de Fistandántilus: "Illuminariem", y una mágica luz blanca destelleó por primera vez en el corazón de la montaña. Lo que allí vieron les dejó sin aliento. Les rodeaba una inmensa caverna, rebosante del codiciado Mithril, cuya extensión sobrepasaba al más grande de los palacios conocidos.
-Compañeros - dijo Turin - creo que hemos encontrado nuestro nuevo hogar.
Meses más tarde, los enanos había tallado la más intrincada y oculta de las entradas enanas. Ni la tumba de un Rey se habría protegido tan precisa y mortalmente a ojos ajenos. La puerta última de entrada a la caverna fue forjada con Mithril, y alimentada con la magia de los poderosos magos arcanos que allí se encontraban.
Llamaron a la ciudad Karad-Dum, la Fortaleza del Enano, y ni bestia ni hombre que no conociese el secreto arcano de la puerta conseguía dar con su entrada.
Allí se establecieron, y desarrollaron con tranquilidad una pequeña pero poderosa ciudad. Llamaron a la ciudad Karad-Dum, la Fortaleza del Enano, y ni bestia ni hombre que no conociese el secreto arcano de la puerta conseguía dar con su entrada. Poco a poco los magos fueron desapareciendo, y cuando sólo quedaba Fistandántilus (del que se decía que había hecho un pacto con un Dios para alargar su vida a límites suprahumanos, y del que se creía tenía más de 400 años), Turin Escudoderoble temió por la seguridad de la entrada mágica a su reino. Sabía que la férrea mampostería de la obra enana seguiría oculta a ojos no entrenados, pero aún así se reunió con Fistandantilus en un intento de conservar la magia arcana que les protegía.
- No temas nada - le dijo Fistandántilus - Lanzaré un último conjuro que protegerá esta ciudad. Pero el conjuro no se extinguirá conmigo, sino que quedará unido a mi alma inmortal hasta que el portador del hacha regrese y encuentre mi tumba.
Turin no entendió sus palabras, pero le agradeció el gesto al poderoso mago.
Días después, un enorme retumbar sonó en las dependecias del Último Mago de la ciudad. Cuando los enanos corrieron al lugar, encontraron que el mago había desaparecido, y únicamente quedaba una bola de fuego roja flotando en el centro de la estancia sobre el libro del Mago.
Recordando las palabras del mago, Turin supo que Fistandántilus había cumplido su promesa, cediendo su vida a cambio de la protección de la ciudad. Hizo excavar una tumba en lo más recóndito del corazón de la montaña, pues intuía que la bola de fuego ocultaba el alma del Mago, e hizo trasladar allí el libro del arcano Mago. Sin embargo, no encontraron por ningún sitio hacha alguna que se relacionase con la profecía de Fistandántilus.
Inexplicablemente, la bola de fuego desapareció de la estancia una vez sepultado el libro en la tumba, y cuentan que se aloja en la intrincada tumba del mago, flotando sobre el poderoso libro de hechizos perteneciente al último mago del primer éxodo, tumba que se encuentra tan repleta de trampas que ni el enano más hábil sería capaz de esquivarlas.
Historia de Fundin Barbaflamigea
Moderadores: DMs de tramas, DMs
Extractos del diario de Fundin
-Dain, rápido. Date prisa con esos paños *dijo ella entre gruñidos de dolor* Ya viene.
Era una noche oscura. Ni por los altos tragaluces trazados en la primera edad de Karad-Dum se filtraba el más mínimo resquicio de luz. Hacía tiempo que no se presentaba una noche tan oscura en los Reinos.
-Ya voy Thenka *murmuró el fatigado herrero*
Thenka se estremecía tratando de expulsar al bebé que llevaba en su seno. Había sido un embarazo difícil, pues rara vez las mujeres enanas dejan sus queaceres mientras se encuentran embarazadas, pero éste había sido diferente. Durante todo el tiempo que duró, Thenka se vio desprovista de fuerzas para seguir trabajando con su marido Dain, el herrero más prestigioso de toda Karad. Se notaba que el niño sería fuerte, pues consumía casi todos los recursos vitales de que disponía la madre. Ambos padres sabían que su hijo, con un poco de suerte, podría ser alistado una vez cumplida la mayoría de edad en el servicio de la guardia de la ciudad. Pero aún debían conseguir que naciese.
-Normalmente no tardan tanto, ¿no Thenka? *dijo Dain asustado*
-¿Qué sabrás tú? ¡¡Date prisa con el agua!!
El parto fue largo y difícil, más difícil que de costumbre. Horas después, un largo llanto se alzó sobre las cúpulas de las casas de Karad-Dum. Al mismo tiempo, la guardia de la ciudad se revolvía inquieta, pues los vigías creían haber visto un lejano resplandor rojizo en la antigua Cúpula del Mago. Sin embargo cuando llegaron allí, encontraron todo cerrado, y con sus runas de protección intactas.
Llamaron al niño Fundin, en parte para honrar a su antepasado Fundin el Descubridor, el primer enano que, junto con Gotrek el Valiente y el poderoso mago Fistandantilus, descubrieron la caverna sobre la que se había construido Karad-Dum, y en parte por el curioso pelo rojizo que le cubría la cabeza. Dice la leyenda que los enanos al nacer ya poseen parte de la barba que tendrán de adultos, si bien no es del todo correcto. Es cierto que los niños (y las niñas) enanos nacen con abundante pelo por la cabeza, pero la característica barba de esta raza y de la que se sienten tan orgullosos no les crece hasta cercana la mayoría de edad, sobre los 25 o 30 años.
Fundin, desde pequeño, dio buenas dotes de fortaleza, siendo casi siempre el primero en lanzarse a la lucha con sus compañeros de juegos. Brabucón y pendenciero, Fundin siempre gustaba de aprovechar los huecos que le dejaba el trabajo con su padre en la fragua para moldear pequeñas armas y escudos, que luego usaba en sus frecuentes peleas con sus compañeros. Peleas que no siempre ganaba, aunque no le importaba, puesto que al poco tiempo volvía a iniciar una nueva lucha, tras la que venía simpre una parada en la taberna de Ghork para tomar unas cervezas. Dain y Thenka estaban orgullosos de él, puesto que cada dia veían más cerca su sueño de que su hijo se convirtiera en un guardia de la ciudad. Fundin, en cambio, soñaba con metas más altas, con llegar a ser algún día tan famoso con Thorin Escudoderoble, o incluso más aún, con grandes y fastuosas riquezas.
En un tiempo cercano a la mayoría de edad de Fundin, la ciudad había comenzado a transformarse. La falta de recursos obligaba a los enanos de Karad-Dum a traspasar sus fronteras, para comerciar con los habitantes del cercano Bosque Alto. Encontraron un gran filón vendiendo las armas que fabricaban a los ejércitos de la Gran Dama Alústriel y comerciando con los elfos del bosque, lo que hizo que algunos de los enanos de Karad-Dum aprendiesen parte de su idioma. Sin embargo, ninguno de los habitantes del Bosque Alto consiguieron descubrir la procedencia de aquellos enanos con los que comerciaban.
Un par de dias después de la fiesta de su mayoría de edad, Fundin tropezó con una grieta en uno de los muros externos de la ciudad, que se extendía por una pared de la caverna. Desconcertado, siguió el rastro de la pequeña grieta hasta llegar a uno de los rincones más apartados de la inmensa caverna. Descubrió que allí la grieta se ensanchaba, dejando incluso introducir una mano por ella. Fundin introdujo su mano, y detectó uno de los mecanismos de apertura ocultos de facturación enana. Tiró de él, y un boquete se abrió a sus pies. Cayó vertiginosamente por la abertura, y desapareció de la ciudad.
Dias más tarde, todos los familiares y amigos de Fundin lo buscaban con fruición, hasta que una pequeña enana, casi una niña, lo encontró en la esquina más apartada de la ciudad. Lo encontraron cubierto de heridas a medio cicatrizar, sus ropas manchadas de sangre, y un extraño brillo rojo en los ojos semicerrados. Durante toda la tarde siguiente, lo único que Fundin conseguía articular entre delirios y fiebres era "La encontraré, tengo que encontrala". Nadie sabía a qué se refería, ni nadie fue capaz nunca de saber qué le había ocurrido a Fundin durante los días en que estuvo desaparecido. Pocos meses después, Fundin cogió su hacha con incrustaciones rúnicas, hizo el equipaje, se despidió de sus padres y abandonó Karad-Dum.
EXTRACTO DEL DIARIO DE FUNDIN BARBAFLAMIGEA
Primer Extracto.
Yo Fundin Barbaflamigea, inicio este diario en el mes de mi mayoría de edad, por si mi muerte impidiese llevar a cabo mi destino.
* ... Anotaciones dispersas... *
Tras caer por aquel profundo pozo, fui a dar con mis huesos en una antigua tumba, o al menos eso me pareció por su disposición. Conseguí descubrir algunas runas enanas antiguas, tanteando la pared para intentar encontrar una salida, o alguna forma de iluminar la sala. Encontré también una antigua antorcha, que conseguí prender con la yesca de mi chaqueta. Mis ojos confirmaron lo que mis manos habían notado en las viejas paredes, me encontraba en el pasadizo de entrada de una antigua tumba. Casi tan antigua como los muros de la ciudad, y de parecida mampostería.
No sé cómo pude sobrevivir, ni tampoco mi corazón puede solazarse recordando aquellos momentos. Sólo puedo decir que conseguí llegar malherido al centro de la tumba, y que mi única intención era encontrar una salida de allí. Sin embargo, no todo ocurre como uno quiere.
No deseo revivir de uevo aquellos momentos relatando aquí lo que sucedió, pues únicamente conseguiría atormentar de nuevo mi alma. Baste decir que sentí miedo, por primera vez en mi vida, mucho miedo, y que, tras varios dias encerrado en aquella tumba, sabía que el resto de mi vida sería la búsqueda del Hacha del Matatrolls, como dijo aquel espíritu. Sí, me encontré con un espíritu de un mago (o al menos eso creo que era), que me encargó la misión de buscar el Hacha. No sé si seré lo suficientemente valeroso y de alma pura como aquel espíritu indicó que debía serlo para empuñar esa maravillosa arma. Sólo sé que debo buscar.... *más anotaciones inconexas*
Segundo Extracto.
No sé cómo conseguí salir de allí. Sólo recuerdo aquel fulgor rojo...
El fulgor ... *alguna línea más describiendo el resplandor rojo*
No consigo olvidarlo. De hecho a veces hasta veo ese mismo fulgor rojizo en mis ojos.... ¿Será verdad que he cambiado? Sólo se repite esa palabra una y otra vez en mi mente, ¡Busca!. Tendré que salir de aquí, o si no me volveré loco.
* Alguna línea describiendo la tristeza por la marcha*
Tercer Extracto.
Al fin conseguí armarme de valor para dejar Karad-Dum. Siento haberme alejado así de mi pueblo, pero debo comenzar la búsqueda. ¿Hacia dónde me dirigiré?.
Por Tempus, ha sido salir al aire libre y la voz dejó de sonar en mi cabeza. Creo que era esto lo que quería. No me importa mi destino, ni hacia dónde se encaminen mis pasos. Debo buscar, y convertirme en el Portador del Hacha.
*Algunas líneas del viaje*
Pero, ¿qué seres eran aquellos que me atacaron? ¿No-Muertos? Ahora sí que están muertos del todo. ¡¡Malditos nigromantes y sus hechizos demoníacos!!
*Más descripciones del camino*
Bueno, creo que necesito un descanso. Aquella ciudad parece que está bien. ¿Cómo se llamará? *Un poco después* Nevesmortas, buen nombre. Espero encontrar buenas aventuras por aquí...
*Aquí finalizan las anotaciones por ahora*
Era una noche oscura. Ni por los altos tragaluces trazados en la primera edad de Karad-Dum se filtraba el más mínimo resquicio de luz. Hacía tiempo que no se presentaba una noche tan oscura en los Reinos.
-Ya voy Thenka *murmuró el fatigado herrero*
Thenka se estremecía tratando de expulsar al bebé que llevaba en su seno. Había sido un embarazo difícil, pues rara vez las mujeres enanas dejan sus queaceres mientras se encuentran embarazadas, pero éste había sido diferente. Durante todo el tiempo que duró, Thenka se vio desprovista de fuerzas para seguir trabajando con su marido Dain, el herrero más prestigioso de toda Karad. Se notaba que el niño sería fuerte, pues consumía casi todos los recursos vitales de que disponía la madre. Ambos padres sabían que su hijo, con un poco de suerte, podría ser alistado una vez cumplida la mayoría de edad en el servicio de la guardia de la ciudad. Pero aún debían conseguir que naciese.
-Normalmente no tardan tanto, ¿no Thenka? *dijo Dain asustado*
-¿Qué sabrás tú? ¡¡Date prisa con el agua!!
El parto fue largo y difícil, más difícil que de costumbre. Horas después, un largo llanto se alzó sobre las cúpulas de las casas de Karad-Dum. Al mismo tiempo, la guardia de la ciudad se revolvía inquieta, pues los vigías creían haber visto un lejano resplandor rojizo en la antigua Cúpula del Mago. Sin embargo cuando llegaron allí, encontraron todo cerrado, y con sus runas de protección intactas.
Llamaron al niño Fundin, en parte para honrar a su antepasado Fundin el Descubridor, el primer enano que, junto con Gotrek el Valiente y el poderoso mago Fistandantilus, descubrieron la caverna sobre la que se había construido Karad-Dum, y en parte por el curioso pelo rojizo que le cubría la cabeza. Dice la leyenda que los enanos al nacer ya poseen parte de la barba que tendrán de adultos, si bien no es del todo correcto. Es cierto que los niños (y las niñas) enanos nacen con abundante pelo por la cabeza, pero la característica barba de esta raza y de la que se sienten tan orgullosos no les crece hasta cercana la mayoría de edad, sobre los 25 o 30 años.
Fundin, desde pequeño, dio buenas dotes de fortaleza, siendo casi siempre el primero en lanzarse a la lucha con sus compañeros de juegos. Brabucón y pendenciero, Fundin siempre gustaba de aprovechar los huecos que le dejaba el trabajo con su padre en la fragua para moldear pequeñas armas y escudos, que luego usaba en sus frecuentes peleas con sus compañeros. Peleas que no siempre ganaba, aunque no le importaba, puesto que al poco tiempo volvía a iniciar una nueva lucha, tras la que venía simpre una parada en la taberna de Ghork para tomar unas cervezas. Dain y Thenka estaban orgullosos de él, puesto que cada dia veían más cerca su sueño de que su hijo se convirtiera en un guardia de la ciudad. Fundin, en cambio, soñaba con metas más altas, con llegar a ser algún día tan famoso con Thorin Escudoderoble, o incluso más aún, con grandes y fastuosas riquezas.
En un tiempo cercano a la mayoría de edad de Fundin, la ciudad había comenzado a transformarse. La falta de recursos obligaba a los enanos de Karad-Dum a traspasar sus fronteras, para comerciar con los habitantes del cercano Bosque Alto. Encontraron un gran filón vendiendo las armas que fabricaban a los ejércitos de la Gran Dama Alústriel y comerciando con los elfos del bosque, lo que hizo que algunos de los enanos de Karad-Dum aprendiesen parte de su idioma. Sin embargo, ninguno de los habitantes del Bosque Alto consiguieron descubrir la procedencia de aquellos enanos con los que comerciaban.
Un par de dias después de la fiesta de su mayoría de edad, Fundin tropezó con una grieta en uno de los muros externos de la ciudad, que se extendía por una pared de la caverna. Desconcertado, siguió el rastro de la pequeña grieta hasta llegar a uno de los rincones más apartados de la inmensa caverna. Descubrió que allí la grieta se ensanchaba, dejando incluso introducir una mano por ella. Fundin introdujo su mano, y detectó uno de los mecanismos de apertura ocultos de facturación enana. Tiró de él, y un boquete se abrió a sus pies. Cayó vertiginosamente por la abertura, y desapareció de la ciudad.
Dias más tarde, todos los familiares y amigos de Fundin lo buscaban con fruición, hasta que una pequeña enana, casi una niña, lo encontró en la esquina más apartada de la ciudad. Lo encontraron cubierto de heridas a medio cicatrizar, sus ropas manchadas de sangre, y un extraño brillo rojo en los ojos semicerrados. Durante toda la tarde siguiente, lo único que Fundin conseguía articular entre delirios y fiebres era "La encontraré, tengo que encontrala". Nadie sabía a qué se refería, ni nadie fue capaz nunca de saber qué le había ocurrido a Fundin durante los días en que estuvo desaparecido. Pocos meses después, Fundin cogió su hacha con incrustaciones rúnicas, hizo el equipaje, se despidió de sus padres y abandonó Karad-Dum.
EXTRACTO DEL DIARIO DE FUNDIN BARBAFLAMIGEA
Primer Extracto.
Yo Fundin Barbaflamigea, inicio este diario en el mes de mi mayoría de edad, por si mi muerte impidiese llevar a cabo mi destino.
* ... Anotaciones dispersas... *
Tras caer por aquel profundo pozo, fui a dar con mis huesos en una antigua tumba, o al menos eso me pareció por su disposición. Conseguí descubrir algunas runas enanas antiguas, tanteando la pared para intentar encontrar una salida, o alguna forma de iluminar la sala. Encontré también una antigua antorcha, que conseguí prender con la yesca de mi chaqueta. Mis ojos confirmaron lo que mis manos habían notado en las viejas paredes, me encontraba en el pasadizo de entrada de una antigua tumba. Casi tan antigua como los muros de la ciudad, y de parecida mampostería.
No sé cómo pude sobrevivir, ni tampoco mi corazón puede solazarse recordando aquellos momentos. Sólo puedo decir que conseguí llegar malherido al centro de la tumba, y que mi única intención era encontrar una salida de allí. Sin embargo, no todo ocurre como uno quiere.
No deseo revivir de uevo aquellos momentos relatando aquí lo que sucedió, pues únicamente conseguiría atormentar de nuevo mi alma. Baste decir que sentí miedo, por primera vez en mi vida, mucho miedo, y que, tras varios dias encerrado en aquella tumba, sabía que el resto de mi vida sería la búsqueda del Hacha del Matatrolls, como dijo aquel espíritu. Sí, me encontré con un espíritu de un mago (o al menos eso creo que era), que me encargó la misión de buscar el Hacha. No sé si seré lo suficientemente valeroso y de alma pura como aquel espíritu indicó que debía serlo para empuñar esa maravillosa arma. Sólo sé que debo buscar.... *más anotaciones inconexas*
Segundo Extracto.
No sé cómo conseguí salir de allí. Sólo recuerdo aquel fulgor rojo...
El fulgor ... *alguna línea más describiendo el resplandor rojo*
No consigo olvidarlo. De hecho a veces hasta veo ese mismo fulgor rojizo en mis ojos.... ¿Será verdad que he cambiado? Sólo se repite esa palabra una y otra vez en mi mente, ¡Busca!. Tendré que salir de aquí, o si no me volveré loco.
* Alguna línea describiendo la tristeza por la marcha*
Tercer Extracto.
Al fin conseguí armarme de valor para dejar Karad-Dum. Siento haberme alejado así de mi pueblo, pero debo comenzar la búsqueda. ¿Hacia dónde me dirigiré?.
Por Tempus, ha sido salir al aire libre y la voz dejó de sonar en mi cabeza. Creo que era esto lo que quería. No me importa mi destino, ni hacia dónde se encaminen mis pasos. Debo buscar, y convertirme en el Portador del Hacha.
*Algunas líneas del viaje*
Pero, ¿qué seres eran aquellos que me atacaron? ¿No-Muertos? Ahora sí que están muertos del todo. ¡¡Malditos nigromantes y sus hechizos demoníacos!!
*Más descripciones del camino*
Bueno, creo que necesito un descanso. Aquella ciudad parece que está bien. ¿Cómo se llamará? *Un poco después* Nevesmortas, buen nombre. Espero encontrar buenas aventuras por aquí...
*Aquí finalizan las anotaciones por ahora*