Partida

La fuente es el lugar donde todos los acontecimientos de la Marca son comentados. (Foro "on-rol" del servidor)

Moderadores: DMs de tramas, DMs

Responder
Mandark

Partida

Mensaje por Mandark »

El oriental caminaba sólo en la noche, mientras sentía que su mundo comenzaba a venirse abajo por momentos. Tenía que encontrarla.

Al llegar a la sede de los mercenarios, toma un papel doblado dentro de un sobre y lo tira por debajo de la puerta. En este escrito de excelente trazo puede leerse:

Camaradas, estaré un tiempo fuera. No se cuándo volveré, esperemos que sea pronto.
Si necesitáis cualquier cosa, dejad un mensaje en la Mina de Plata.

Hiroshi.


Horas más tarde, sentado en el primer lugar dónde se besaron, esperaba la caravana. De allí viajaría a Sundabar y tomaría un barco hasta Puntalhuven, con la esperanza de poder hallarla, tal como le habían dicho, en el Círculo de Argluna.
Mandark

Re: Partida

Mensaje por Mandark »

El viaje fue largo y lleno de peligros: desde bandidos, piratas, orcos, gigantes, elementales de agua, hombres jabalí, hasta letales mercenarios elfos. Pero el mayor peligro que amenazaba al joven era él mismo.

Hace ya muchos años atrás en su joven vida, su corazón fue oscuro, movido únicamente por la venganza y el odio. Una niñez y adolescencia demasiado trágicas y sangrientas, sin lugar para la risa ni la alegría. Pero con el tiempo, Hiroshi fue cambiando por dos motivos: Primero por la amistad; a pesar de ser una persona fría y extremadamente reservada, no le faltaron amigos que lo apreciaran. Desde sus primeros amigos verdaderos de su adolescencia antes de llegar a Nevesmortas, hasta todos aquellos que conoció allí: Blake, Shang, Eowaran, Moira, Shana, Karn, Bizarro, Hela, Ughtmar, algunos que seguro se olvidan, y por supuesto, todos los nuevos y viejos camaradas mercenarios. Y luego por el amor, que llegó por sorpresa, sin buscarlo ni esperarlo. Un amor verdadero, luz en la oscuridad, por el que estaría dispuesto a hacer cualquier cosa. Pero el humano siempre temió que el fatal destino, tan aciago para él, no le permitiera disfrutar de tal dicha por mucho tiempo. Sin duda, negras vetas volverían a recorrer toda su alma si perdiera ahora a su amada.

Sumido en oscuros pensamientos, recorría velozmente los caminos con ambas katanas desenfundadas, matando todo a su paso a excepción de los animales.

Una noche sin luna ni estrellas, se aproximaba ya al lugar con una mezcla de esperanza y miedo. El Círculo de Argluna estaba en un bello enclave, lleno antiguos dólmenes, árboles ancianos y una generosa fauna animal. Cerca del círculo vio una cueva, la cual supuso, sería el hogar del druida, que en ese momento estaría descansando. Decidió que era mejor no molestar al druida y buscaba un lugar para poder encender un fuego y descansar cuando vio un colosal árbol anciano. Apoyó la mano sobre el árbol y sintió como la savia fluía por él. – Este es uno de esos árboles legendarios por los cuales pueden viajar los guardianes. Estoy seguro de que ella llegó viajando a través de él- pensó-.

Encendió un pequeño fuego, extendió su saco y se sentó a calentarse un poco las manos. Al poco, una voz lo saludaba desde cierta distancia mientras se acercaba. Era el druida.

- Buena luna, viajero. Me he acercado para decirte que aquí encontrarás paz y refugio.- dijo afable el druida. Miraba con buenos ojos a Hiroshi porque había visto que mataba sólo a la escoria de los caminos pero no a los animales.

- Buena luna, mi nombre es Hiroshi. Perdonad mi falta de cortesía por no presentarme antes. Lo suponía descansando y no quise molestar.

Lo invitó a que se sentara al fuego y charlaron un poco. Mientras conversaban vio que el druida tenía colgado varios anillos hechos de ramas y hojas, iguales al que la elfa le había dado una de las últimas veces que se vieron. Hiroshi recordó que la elfa le había dicho que no se preocupara, que iría a un lugar donde conseguiría otro anillo igual para ella.

Estaba claro, sin duda era cierto que ella había venido aquí. Pero el druida era reacio a hablar, pues, para bien y para mal, los druidas son celosos con los asuntos de la gente del bosque. Finalmente, tras pasar varios días en el Círculo, seguramente más por la compasión del druida que por la insistencia de Hiroshi, decidió decirle algo, sólo una cosa: se había marchado por un asunto personal urgente.

- Eterniôn… - pensó Hiroshi.
Responder