Seebo Esser, si

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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henridelbosque
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Seebo Esser, si

Mensaje por henridelbosque »

¿Cómo poder relatar la historia de un gnomo sin perder la cabeza en el intento?

Son muchos los aventureros con los que me he cruzado durante mis viajes a lo largo de mi vida, sin embargo, he de admitir que aún me cuesta mucho trabajo tratar de describir a un hijo de Garl.

Seebo Esser

Lo recuerdo perfectamente. Hace unas lunas partí del pueblo de cumbre con destino a las inhospitas tierras del Anarouch. Un arqueólogo me había enviado una nota asegurándome sobre el descubrimiento de unas ruinas Netherinas casi en perfecto estado. Aunque sabía que algo así era casi imposible, no dudé ni un sólo momento en partir hacia allí.

Debido al mal clima, la travesía por la Marca se alargó más de lo estipulado. Debo admitir que estoy acostumbrado a toda clase de inconvenientes durante mis viajes, sin embargo, era la primera vez que tenía la oportunidad de compartir carruaje con un Gnomo.

Seebo Esser se llamaba, lo recuerdo perfectamente. Un gnomo de apariencia promedio para los de su raza. Durante las primeras noches que compartí carruaje con él no cruzamos palabra alguna. Por alguna extraña razón, sólo se limitaba a leer un pequeño grimorio que, a mi parecer, estaba en alguna especie de dialecto gnomo. Me considero un experto en lenguas, pero por alguna razón no pude entender el contenido de su libro cuando tuve la oportunidad de espiarle.

El Asalto

Era tarde, aproximadamente media noche. Lo supe porque al despertar, la luna, que brillaba con un refulgir hermoso, estaba sobre nosotros. La carroza se había detenido y al parecer afuera había una acalorada discusión entre el líder de la caravana y unos sujetos mal vestidos y armados hasta los dientes.-Genial, un asalto. -Pensé.
Al incorporarme, noté que me encontraba solo en la carroza. -¿Donde está el gnomo? Seguramente se escapó al ver que habían problemas -murmuré de mala gana.

A medida que pasaban los minutos, la tensión entre los bandidos y el líder de la caravana aumentaba. Aunque al principio estaba tranquilo por saber que la caravana contaba con guardias, dicha tranquilidad empezó a disiparse a medida que empezaban a llegar cada vez más y más bandidos al lugar. Creo que llegó un momento en que los bandidos superaban casi en una proporción de 5 a 1 a los integrantes de la caravana.

Al final, sucedió lo inevitable...

La carnicería inició cuando un semiorco de enormes proporciones, el cual asumí que era el líder, le rebanó el pescuezo de un hachazo al líder de la caravana. El miedo me invadió en ese momento y quedé paralizado por completo. Si bien había servido en la milicia durante mi juventud y no me era desconocido el uso de la espada y el escudo, hacía muchos años que había decidido cambiar mi espada por la pluma y mi escudo por los libros.

La lucha se prolongo durante varios minutos. Los gritos de horror y agonía hacían eco en el manto oscuro de la noche. Al final, reinó el silencio.

Afuera se podía escuchar como algunos bandidos arrastraban los cuerpos de sus amigos caídos. El líder, que sólo había recibido unos cuantos cortes en su brazo, empezó a saquear cada uno de los carruajes de la caravana. Sabía que era cuestión de tiempo para que me encontraran y me ejecutaran, al igual que habían hecho con todos los miembros de la caravana que se habían sumado a la lucha. Intenté moverme, pero quedé paralizado de nuevo al ver que un bandido estaba justo afuera de mi puerta. Con una destreza digna de los medianos, el bandido forzó la cerradura de mi puerta y la abrió de manera violenta. -Estoy muerto, estoy muerto. -repetía una y otra vez en mi cabeza a la vez que, por instinto me acurrucaba como lo haría un niño asustado.

Grande fue mi sorpresa al escuchar como el bandido se retiraba maldiciendo por no haber encontrado nada de valor. Al cabo de unos minutos, los bandidos se retiraron dejando detrás de si los cadáveres mutilados y saqueados de aquellos que fueron mis compañeros de viaje. Cuando sentí que ya todos se habían marchado, asomé mi cabeza por la ventana y pude apreciar uno de los escenarios más dantescos de mi vida. La carnicería había sido desproporcionada. No sólo habían saqueado los cadáveres, sino que los habían mutilado completamente. Algunos más allá de todo reconocimiento posible.

Aunque el escenario era tan horroroso, casi vomitivo, di gracias a los dioses por haberme protegido de tan fatídico fin. -Los dioses no han tenido nada que ver. -Me dijo una voz. -Si sigues vivo ha sido por mi.

Asustado me incorporé a toda velocidad. Cuando alcé la mirada, allí estaba el gnomo, sentado al otro lado de la caravana.

Atrapados

Muchas lunas habían pasado desde aquel fatídico evento. Los recuerdos del asalto me perturbaban constantemente. Desde aquel día, el gnomo fue mi compañero de viaje. Debido a la inseguridad de la ruta principal y a la que, al parecer, era una incesante tormenta de nieve, tuvimos que refugiarnos durante algunas semanas en una taberna-posada a orillas del camino. Me sentía en deuda con el gnomo, y me ofrecí a pagar todos sus gastos mientras permanecíamos en aquel lugar.

Una tarde particularmente fría, el gnomo decidió contarme su historia. Según sus palabras, procedía de una familia numerosa de gnomos habitantes de un lugar al que llamó la ciudad de la moneda. Allí aprendió a estudiar el arte del ilusionismo y los fundamentos de la alquimia. Aunque pasó gran parte de su juventud al servicio de los suyos, cuando alcanzó la madurez decidió partir de su ciudad natal en busca de nuevo conocimiento y aventuras.

Aunque el gnomo ahondó en detalles sobre su historia, la forma particular que tenía de expresarse y la cantidad de alcohol que había ingerido para mantener el calor hizo que la mayor parte de lo que me decía se convirtiera en una memoria difusa y borrosa.

Sin embargo, hay un detalle que puedo recordar perfectamente durante nuestra estancia en aquel lugar. Durante las noches, cuando el silencio reinaba en la posada de la taberna y sólo el sonido del viento helado azotándose contra las ventanas era audible, el gnomo murmuraba cosas, como si estuviera manteniendo una conversación con un ente que mis ojos no podían ver.
Última edición por henridelbosque el Dom Mar 09, 2014 7:22 pm, editado 1 vez en total.
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Re: Seebo Esser, si

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Re: Seebo Esser, si

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