Ya desde pequeño, Isendur soñaba con ser un gran héroe como los de las historias que su padre le solía contar. Escuchar o leer acerca de héroes élficos luchando contra enemigos y emergiendo victoriosos batallas tras batallas era algo que lo fascinaba.
Cuando llegó a la edad adulta y empezó el entrenamiento marcial habitual de su pueblo, Isendur se dio cuenta que una cosa es leer de los hábiles y famosos guerreros, y otra muy distinta es entrenarse para lograr la habilidad necesaria para realizar tales proezas. Al cumplir su primer mes de entrenamiento estaba muy adolorido por las exigencias del ejercicio. Él nunca fue un individuo que soportara el esfuerzo continuo ni demasiado fuerte como para cruzar espadas contra otros rivales, por lo que cuando fue el turno de aprender a usar armas a distancia se sintió particularmente agradecido.
Al principio se sintió frustrado al no poder siquiera acertar al blanco…
…hasta que hizo diana en el centro. Se maravilló por la “belleza” de tal acto, de la realización de acertar precisamente en el lugar donde él quería.
Al poco tiempo usaba todo su tiempo libre para practicar el tiro con arco, hasta que pasó a ser algo natural en él. Su padre, que antaño había servido como arquero en diversos conflictos de su pueblo, se sentía orgulloso y a menudo animaba esta nueva faceta de su hijo.
Con el paso del tiempo, Isendur notó que no podía seguir aprendiendo nada más en donde vivía, por lo que tomó la decisión de dejar su hogar para perfeccionar su habilidad marcial.
Su padre entendió sus motivos, considerando que él mismo había tenido una vida nómada en su juventud, por lo que le dio varios consejos acerca de adónde ir a probar suerte.
Y su consejo fue que fuera a Nevesmortas.
Isendur Xilow
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