El camino del saber

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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Draconeo

El camino del saber

Mensaje por Draconeo »

Corría el año 1339 cuando mis padres, aún sin tener ni siquiera pensamiento de tenerme, se encontraban viajando por las carreteras orientales de Luskan. Llevaban décadas dedicándose a viajar a todos los rincones de la geografía de Faërun a su alcance, impelidos por su propia curiosidad. Ella, una maga de carácter volátil y paciencia escueta para todo lo que no fuese un incunable que versara sobre hechizos o prácticas mágicas. Él, un filósofo de carácter tan tránquilo como fluido era su manejo de la espada, a la cual no dudaba en echar mano para proteger cualquier causa que su tozudez le hubiera hecho suscribir.

Ayudaban a proteger una caravana de mercaderes para ganarse el jornal cuando rumores discurrieron a lo largo de la carretera. Una horda de orcos se preparaba para arrasar las tierras, sin dejar nada a su paso. Iba a ser la caída de la zona en las manos de los slaugh, los perros que se vuelcan en el fango, todo rastro de civilización en la zona sería horadado por la bota de hierro. Los días pasaban tornándose oscuros, y cada vez mayor era el miedo que atenazaba los corazones… hasta que el día llegó.

La primera señal fueron las columnas de humo que se adivinaban a oriente. Después, los cielos anaranjados. Y entonces llegó, la que sería la más inviresómiles de las historias se había producido. La horda que a todos amenazaba fue borrada de un plumazo por el fuego de un gran rojo, el gran dragón del norte, Klauth. La espina del mundo se había librado de un peligro por otro mucho peor. La gente ya temía que lo siguiente en el menú de la sierpe fuesen ellos mismos, pero nunca ocurrió. El dragón parecía haberles hecho un favor a ningún costo.

El hecho fue tan extraño, un regalo tan inesperado, que en su honor recibí mi nombre. Oyave Wa Wmilvo, Fuego de Dragón.
Nacido en el año 1380,viajé durante por las carreteras de Luskan, Amn, Aguasprofundas y otra decena de lugares notables, solo sabiendo de la tierra original de mis padres, Eternión, lo que ellos mismos me contaban. Fue tras su muerte a manos de unos bandidos, cuando yo ya contaba algo más de noventa años, cuando decidí ir a vivir con los míos en el Weldath. Junto a los Telkarar aprendí magia, por la que profeso un amor incondicional. Y por esa misma razón, por crecer en mis conocimientos en el arte, acepté formar parte de la expedición de la Dama de Lotar hacia la gema del norte, y así llegar a conocer a los grandiosos magos que la pueblan.
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