La espada negra
Marshal y yo habíamos vuelto de un viaje a Sundabar y nos disponíamos a descansar en La Rosa y El Martillo cuando Reise y un elfo que le acompañaba nos saludaron. Nos preguntaron si olíamos algo extraño pero siendo sincera… yo no olía absolutamente a nada. Marshall sí parecía notarlo y comentaron que se trataba de azufre. Les seguí hacia la zona sur de Nevesmortas donde suelo acudir para dirigirme a la mina de la villa aunque para esa ocasión sería para descubrir un hecho escalofriante. Allí el olor a azufre era casi insoportable, obligándome a taparme la nariz con la mano. Nuestros pasos fueron guiados por esa peste hasta un gran árbol que tantas veces había visto, no obstante, ese día lucía diferente… Aparte de emanar aquella pestilencia, en el suelo que lo rodeaba había una densa bruma y para acabar, una marca en la corteza que en un principio no logré identificar. 
Mientras tanto, volví a observar el árbol, especialmente la marca marchita que lucía en la corteza y entonces, como si de una iluminación celestial se tratara… caí en su procedencia. Supe que estaba relacionado con demonios aunque no pude decir de quién se trataba. No dudé en comunicarlo al resto para que entendieran que lo mismo nos superaba y que iba siendo hora de acudir al templo de Lazhander. Comenzaba a ponerme muy nerviosa, con más razón cuando Reise declaró que el árbol estaba maldito de “algo” que trató de poseerle.
Llegaron más aventureros que poco a poco se fueron aglomerando alrededor del árbol, incluido nosotros… y vaya error… Fuimos incautos y estúpidos por no habernos alejado en su debido momento porque al poco experimenté algo que dudo mucho que olvide algún día. Como si ya no tuviera hechos traumáticos con los que lidiar, se me sumaba uno más.


Habían venido más aventureros que antes no estaban, ¿Cuánto tiempo estuve así? Entre ellos se encontraba Ángela que junto a Reise trataban de purificar el árbol o lo que fuese para que dejara de estar maldito. Necesité varios minutos más para tranquilizarme, un elfo vino a mí para adelantar el proceso y pude por fin levantarme. Expliqué lo que me había pasado aunque no sé si lo hice bien o solo soltaba frases sin sentido, no me acuerdo, aun me sentía mal y aterrorizada.
El suelo empezó a temblar y el árbol se resquebrajó al tiempo que era rodeado de la bruma que se alzó. El ambiente se caldeó por la desagradable brisa ardiente que procedía del árbol. Uno de los presentes, el espadachín, cayó al suelo, levitó y estuvo a punto de ser tragado al interior del árbol pero el resto logró salvarles. Todo sucedió muy rápido. Y entonces, después de que se oyera un desgarrador alarido, surgieron demonios que no dudaron en atacar a los que allí estábamos. Yo no participé en el combate, quedé oculta tras el edificio. Nunca antes los había presenciado. Eran enormes, fieros y emanaban malignidad por cada parte de su ser. Afortunadamente lograron derrotarlos y de ese modo, el árbol, que ya se había convertido en un portal, estalló en llamas lo que atrajo consigo a todo aquel que estuviera cerca pero no hubo que lamentar ninguna pérdida…

“Bulbinbenbul… La espada negra dentro de una montaña”
Shondakul brindó a Reise con más información del demonio responsable de lo ocurrido, al menos se tenía un nombre y yo por desgracia, unas vivencias ilusorias que describían bien la montaña donde se alojaba ese mal. Hoy no, ni mañana… Pero me encantaría visitar a Ashnar para hablar sobre el tema, para saber qué sabía sobre lo ocurrido porque no por nada acudía cada semana a reforzar las protecciones que sellaba el portal.