[youtube]zGYsq7cbVZA[/youtube] Melodía de Lussa en'i'sul
Ficha Nombre:Lussa en'i'sul (El susurro del viento). Raza:Tel'Quessir (Élfica). Procedencia:Asentamiento cercano a la orilla del río Delimbyr, a su paso por el interior del Bosque Alto. Deidad principal:My'LEE'kee (Mielikki), a la que se dirige como Arwen'i'taure (Nuestra Señora del Bosque) cuyo alias es "Arwen".
Última edición por Adamnath el Sab Oct 16, 2021 5:29 pm, editado 3 veces en total.
De lo alto del firmamento,
una princesa nació,
única entre sus hermanas,
una más lo fue.
Fue una época de dichas,
Todo era alegría y bonanza,
fue creciendo en la vida,
una pequeña es lo que era.
Del astro sol tomaba,
la luz que la resplandecía,
de lo que su familia ofrecía,
de todo ello se alimentaba.
Una mimada entre muchas,
protegida ella creció,
el tiempo le fue pasando,
y la desgracia acontenció.
Llegaron fuertes lluvias,
con el viento todo cambió,
Algunas hermanas perdió,
mas su desdicha no creció.
No sintió pena alguna,
pues princesa criada fué,
fuerte la enseñaron a crecer,
más y más mayor.
De repente todo cambió,
De pequeña fue mayor,
floreció un bella mujer,
y con sus hermanas rivalizó.
Pretendientes no le faltaron,
en cuanto su belleza se apagó,
sola encinta quedó,
hasta que su pena la abrumó.
De su familia ella se alejó,
distanciándose de ellos fue,
De todo lo alto que nació,
todo lo bajo descendió.
En su profunda soledad,
ella sola se refugió
del calor pasó al frío,
y un descendiente surgió.
Más tal esfuerzo implicó,
la muerte la llegó,
más todo lo que dejó,
una dinastía reinará.
Esta es la historia,
de la Princesa Ered,
a la que los niños elfos,
señalan a las semillas.
Esta es la historia, que se cuenta a los niños de nuestra tribu. Como surgen las semillas y de donde salen los árboles.
Las estaciones que pasan, hasta la llegada del frío invierno, hacen surgir de una semilla, un frondoso y esbelto árbol.
Así se les enseña, a los niños de nuestra tribu, a amar la naturaleza, pues ella es sabia y la vida acaba creando.
Elegido para ponerme a prueba. La senda del iniciado a Druida, es transitable en soledad al principio, salvo por la Naturaleza que me rodea. Sólo así, sentiré y formaré parte de ella. Es un viaje de exploración y encuentro de uno mismo, para alcanzar el uno por el todo.
¿Cómo puedo ayudarla?.
Si no soy capaz de ayudarme a mi mismo.
¿Como puedo entenderla?.
Si ni soy capaz de conocerme a mi mismo.
¿Cómo sé cuando me pondrá a prueba?.
Si sólo vivo para ese momento.
¿Cómo sé cual es el equilibrio?.
Si ayudo a unos y a otros no.
La no vida es una aberración. Eso no tiene discusión. Para salvaguardar el equilibrio... Nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos. Así debe ser para que la rueda gire continuamente. Por ello, la No Muerte, debe combatirse, no con odio como otros incentivan, si no, con compasión, pues aquellos que no pudieron seguir el ciclo, están condenados a vagar por toda la eternidad por la tierra de los vivos. Es nuestro deber mas sagrado, seguir haciendo girar la rueda, mantener el equilibrio. Dicen que muchos lo han deseado, que han abrazado esa existencia por propia voluntad, es posible, el deseo de los vivos, es la ansiada inmortalidad y poder de los Dioses. ¿Sólo por ello hay que condenarles? ¿sentenciar a muerte? Puede que si, pero, no, pienso, y quizás me equivoque, ¿nos hace mejores sentir odio por ello?. Sólo compasión, matar y rezar por sus almas.
¿Es el zorruelo maligno, cuando juega con su presa sin necesidad de alimentarse?.
¿Es la vibora cruel, cuando inyecta su veneno en la víctima y la observa agonizar lentamente?.
¿Es el lobo sanguinario, cuando destroza a su presa, a fin de desgarrar su carne?.
¿A todos ellos habría de matar por que la naturaleza les hizo así?.
Quizás por no ser conscientes... ¿o si?... de lo que hacen, se les debería dejar.
El zorruelo necesita aprender a cazar, de ahí su forma de actuar.
La víbora, necesita alimentarse, y es la única manera de conseguirlo.
El lobo, consigue así, aprovechar toda la carne del interior.
Mi ignorancia no debería impedirme ver, que nuestra Madre les dió las armas, el instinto y la forma de ser para sobrevivir en su mundo. Con lo que me lleva, a preguntar, si mi paso por ciudades, villas, pueblos, aldeas o acompañando trotamundos, me hacen ver una tendencia.
¿Es el/la criminal malign@, cuando juega con su presa sin necesidad de alimentarse?.
¿Es el/la asesin@ cruel, cuando inyecta su veneno en la víctima y la observa agonizar lentamente?.
¿Es el/la psicópata sanguinari@, cuando destroza a su presa, a fin de desgarrar su carne?.
Al igual que la Naturaleza, en su lado salvaje, tiene sus reglas. Las "civilizaciones" tienen las suyas propias. Quizás para sobrevivir los hacen ser así. ¿No existe en la Naturaleza la ley del mas fuerte?. He oido que incluso entre los druidas han de pasar las pruebas combatiendo contra otros druidas. Que aquellos que han llevado su animal interior al límite, han sufrido o han ocasionado graves daños irreparables a su ser o al de otros... incluso la muerte.
Este es mi viaje y en mi viaje de... ¿iniciado?, ¿que pruebas he de pasar? ¿me las impongo? ¿me las imponen? ¿he de hacerlo en soledad?, ¿Acompañado?, ¿Tutorizado?. ¿Soy realmente un iniciado? ¿Las visiones de Arwen así lo indican?. ¿He de buscar una arboleda?, ¿Vendrán a mi?. Divagar en mi mente es el vagar de mi cuerpo por los senderos oscuros y/o luminosos, pasar de la soledad de los caminos a las bulliciosas ciudades.
Dicen que soy el elegido...
Elegido porque he tenido suerte (de los héroes) de llegar vivo hasta las puertas de...Nevesmortas.
De regreso hacia Nevesmortas desde el norte, dos ciervos andaban rodeando a un cervato postrado en la hierba. Salí del camino, y me acercaba lentamente y con cuidado, sin movimientos bruscos que pudieran molestarles, ya a poca distancia, pude ver que andaban lamiendo al retoño, al parecer, tenía una herida en una de sus patas traseras. Los dos mayores se percataron de mi presencia y se pusieron en posición agresiva hacia mí, con lo que me fui agachando hasta ponerme a cuatro patas, momento en el cual empecé un ligero berreo. Hecho, que conllevó sorprenderles, el alfa de los dos, se acercó a olerme, no sin cierto miedo. Realizamos una pequeña danza, girando el uno al otro lateralmente, con suaves berreos y olisqueándonos mutuamente. Al final, me gané su confianza, dejándome acercarme al más pequeño.
Ya estando a corta distancia, pude ver que era una herida superficial, pero que al parecer, debió empeorar por algún tipo de esfuerzo, quizás al huir de cazadores furtivos o de algún depredador, en todo caso, no podía dejarle así. Es un ejemplar joven, por lo que con un pequeño tratamiento, curaría bien y si aprendió la lección, viviría por muchos años más. Saqué un bote del bolso, que, al destaparlo, hizo que el pequeño quisiera meter el hocico en él, cosa que impedí, al menos, distraía su atención del dolor. Apliqué parte de su contenido ayudado por unas hojas del suelo, a la vez que recitaba e imploraba a nuestra Reina (del Bosque), que surtiera efecto.
Madre, de todos nosotros, Reina de todos nosotros.
Cuidaste de tus hijos y los hijos de sus hijos
Alivia ahora nuestro dolor, al igual que aliviaste nuestro dolor.
Sana toda herida, como sanaste nuestros corazones.
Acoge nuestro espíritu, como acogiste a tus hijos.
Tras el ruego de imploración, siguió el ritual de agradecimiento. Con lo que empecé a entonar, una dulce melodía, que atrajo la atención a un par de viajeros, que se quedaron a distancia a mirar y escuchar sin involucrarse.
Acuerdate de Illa, cuando eras Wa;
Acuérdate de Illa, que te hizo llamar.
Sintiéndose enfermo, cuando eras Wa;
Sintiéndose enfermo, que te hizo llamar.
Os preguntó tumbado, cuando eras Wa;
Os preguntó tumbado, que te hizo llamar.
Si iba a morir pronto, cuando eras Wa;
Si iba a morir pronto, que te hizo llamar.
Si iba a vivir siempre, cuando eras Wa;
Si iba a vivir siempre, que te hizo llamar.
Cuando eras Wa, le contestate riendo;
Que te hizo llamar, fingiendo él esta.
Todo quedó en silencio, el bosque, no era algo normal, cuando volvieron los trinos de los pájaros y el sonido del viento, el cervatillo se levantó lentamente, se le veía aún tambaleante, pero me agradeció mi atención lamiéndome la oreja antes de marchar con sus dos parientes mayores. Los tres esperamos a que se fueran del todo, yo guardaba las cosas, a la vez que los viajeros se acercaron, momento en el cual me percaté de su presencia, suspirando, sin saber si sería el fin de mi existencia mortal o simples curiosos, me fui girando lentamente a la vez que me levantaba.
Uno de ellos se presentó como Wall Brinsbannemen, que quedó impresionado por el trato que tuve y como me trataron los animales, me pidió por favor que hablase con Clari, pues tenía un problema con unos animales, y me preguntó si podía ayudar. Ante la perspectiva de que todo acabase peor, tanto para los humanos como para los animales, accedí, ya que pudiera ser una petición de Arwen, para devolverla el favor por pedirla ayuda para sanar al animalillo.
Al llegar a Nevesmortas, escuché pacientemente y apaciguando en algunos momentos a Clari, entendí que, al parecer, su vivienda había sido ocupada por unas ratas, se muestran agresivas y necesita que alguien las desaloje. Tras su insistencia, prometo abordar el problema, pero no puedo asegurarla nada. Aún con todo, me agradece mi atención y me deja su llave. Hacia allí me encamino con paso firme.
Tras unas indicaciones, ya que la ciudad, me sigue pareciendo un laberinto (y eso que desde fuera no parece tan grande), consigo llegar hasta la edificación, (¿Porque siguen insisten en vivir en celdas?), empujo la puerta sin resultado, acordándome de que en este lugar, se usan una herramienta para acceder, tras unos momentos de lucha (Tuve que usar el fijo en vez de la empuñadura), conseguí abrir la puerta, tras ello, me adentré, sin saber lo que me encontraría.
Ciertamente, una gran cantidad de ratas campaban por el interior del lugar, algunas quedaron quietas, mirándome fijamente, otras estaban a sus cosas, y me ignoraban, pero todas, sin excepción, no tomaron mi presencia como hostil. Cerré la puerta y me senté en el suelo, las más grandes se acercaron, emanaban una curiosidad innata, algunas se subieron en mi regazo otras subieron hasta los hombros, a todas ellas, insuflé tranquilidad mientras las observaba, acariciando a la más grande, empecé a aprender su forma de ser tanto física o mentalmente, sintiéndome parte del lugar, visualicé unas imágenes, a veces inconexas otras incompletas, hasta que al final, conseguí armar su relato.
Su historia, es una historia de supervivencia, desalojadas de una especie de granero, y habiendo perdido a muchas de sus madres, hermanas e hijas, llegaron tras mucho peregrinar, hasta esta casa. En principio deshabitada, encontraron cobijo y alimento, entonces lo convirtieron en su hogar, curaron sus heridas y criaron nuevas camadas, eran todas felices, hasta que escucharon gritos y empezaron a atacarlas sin compasión, sintiendo que su hogar peligraba, se aprestaron a defenderlo. Consiguieron echar al invasor, pero ya no volvió la paz, pues cada cierto tiempo, los ataques se fueron sucediendo.
Entendí la problemática y con cuidado, las fui apartando de mí, tras saber que la Anciana, era la que controlaba a todas, subí al piso superior, que era donde se encontraba, cuando llegué al rellano, cerré los ojos, visualicé la forma, empecé a pensar como ellas, y tras un breve tiempo, abrí los ojos, viendo todo desde una perspectiva más abajo, era una de ellas. Ya podía comunicarme mejor con la Anciana, y hasta ella me dirigí.
La verdad, costó más tiempo de lo que pensaba, su mente y espíritu era demasiado simple, por lo que no comprendió el sentido de la propiedad de los humanos, pero si entendió el sentimiento primario, si se quedaban más tiempo, habría más muertes, por lo que le ofrecí, que se marchasen, aun sabiendo, que sin encontrar un nuevo hogar, regresarían, pero es un tiempo que ganaría para hablar con la mujer, para encontrar una solución. Antes de salir de la casa, volví a mi forma natural, no era plan de que me encerrasen por incumplir leyes, al menos, no antes de encontrar una posible solución.
Acudí a Clari, que me miraba con ojos esperanzadores, le conté la historia, la pedí que fuera comprensiva, que podrían vivir todas en paz, que ellas cuidarían de su casa, mientras las alimentara y las dejaba alojarse. En todo ello se negó, no viviría junto con unos monstruos y que seguiría haciendo todo lo posible por echarlas, se dio la vuelta, para abordar a un visitante desconocido, ayuda por una recompensa.
Nadie vio, que esto sería una lucha sin cuartel, donde nadie tenía las de ganar. Cabizbajo, y con un suspiro, sentí que había fallado a Arwen, pero me vino a la mente, las sabias palabras de un Druida...Draug, pequeño, hasta de los fracasos se aprende.
Deambulando y perdido por la Villa de Nevesmortas, llegó a mis oidos un suave tintineo de laud. Un bardo cuyo nombre es Frederic, practicaba unos acordes. Apenas vió mi sombra, y con una cálida sonrisa me preguntaba si me encontraba perdido. Tras una breve presentación, se levantó del banco donde estaba, y con ademanes firmes, me fue guiando por el lugar. La Atalaya del Alba, la Rosa y el Martillo, la Sucursal del Banco de Argluna..., según íbamos pasando, me deleitaba con buenos consejos, hasta que por el Teatro pasamos, se hinchió de orgullo, deleitándome sobre las maravillosas historias y canciones que ahí suelen escucharse. Al ver tal cara de satisfación, le propuse pagarle por las molestias, contándole la historia de La Princesa Ered, animado con la idea, le pregunté si conocía un lugar tranquilo y sin sin estar encerrados enta prisión llamada villa. Pensativo, se le ocurrió un lugar, que pensó que me encantaría, y hacia allí nos encaminamos. Mientras por el camino, nos fuimos conociendo, nos encontramos con una mujer llamada Melenis, Druida del Pantano, con unos momentos de tensión, debido a la presencia de un oso, pero ella, segura de si misma, lo tenía todo controlado, pues tal animal estaba en sintonía con ella, apenas un momento después, apareció Nogrod, Maese Barbayunque, Seguidor de Moradin y Márzhammor. Nos despedimos tras presentarnos, proseguimos nuestro camino, hasta llegar a un gigantesco árbol, en la zona de la Compañia La Flecha del Destino, ascendimos por él, hasta llegar a un claro, donde empecé a relatar la historia.
Hoy acompañé a Melenis, fuimos al río donde me enseñó los mejores lugares y la mejor manera de conseguir buena pesca. La verdad, en el rato que estuve escuchando sus indicaciones, llenó toda la cesta. Es muy buena pescando. También hubo tiempo para hablar de nosotros, para conocernos algo, me dió sabios consejos, para sobrevivir por estas tierras tan peligrosas, donde impera laLey del mas fuerte.Si he de sobrevivir, no basta con unas bonitas palabras, hace falta tener estómago y garra, defender tu propio territorio e incluso reclamar el de otros para sobrevivir. La Naturaleza es cruel, y la única manera de ganarse su respeto, es siendo el cazador y no la presa. Debo mejorar, o no viviré mucho tiempo en el Norte. Con su peculiar sonrisa, decidió que ya había tenido suficiente, y nos dirigimos a la Villa, a vender el pescado conseguido, a cambio de unas cuantas monedas. al final, me recomendó, conseguir reunir lo sufiente, para adquirir equipo, a fin de evitar mi pronta muerte. Fue toda una experiencia, el aprender a su lado, ojalá hubiera más momentos como este.
Mi primer viaje fuera de los alrededores de la Villa de Nevermortes, nos reunimos un grupo variopinto de aventureros, para realizar un largo viaje. Entre ellos Nakawe, la pequeña iniciada a Druida y Vildiara, Defensora del equilibrio y dévota del Gran Roble, que, teniendo otros quehaceres, no pudieron iniciar la marcha, pero con la propuesta de la Archidruida, de reunirnos los que seguimos la Senda en otro momento. Nogrod y Davkul, éste último, seguidor de Ilmater, tampoco los dos se nos unieron. Al final nos encaminamos una mujer llamada Seda, un Mago de Batalla llamado Tellhar y con la inestimable compañía de dos elfos, Yerilian e Idril. Pero cual fue mi sorpresa, que temiendo los peligros del camino, el mago nos pide acercarnos a él, para realizar el viaje de forma rápida y segura. Rápido... no lo niego... seguro... mi estómago no opinó lo mismo y menos mi cabeza... que no paraba de ver colar sillas y mesas a mi alrededor... apenas pude discernir entre las sombras, de quien era quien, entre mis compañeros. Seda, toda amabilidad ella, me ofreció algo de beber para intentar mejorar mi estado. Tras un largo sorbo, ella tenía razón, mi cabeza estaba mejor, pero aquel licor entró quemándome la garganta e hizo rugir a mi estómago, no me esperaba el viaje, ni tampoco la solución. Dando tumbos, alcancé una habitación donde nos materializamos. Caí rendido y sin ser consciente del tiempo que pasó, me levanté mucho mejor.
Seda estaba cerca, quizás cuidando de mi, quizás a la espera de hacer un buen negocio. Hablando ambos, me dijo a que se dedicaba, ofreciéndome sus múltiples servicios y productos. Al final, quizás por pena, y con la esperanza de cobrarlo en favores futuros, me acabó regalando un anillo, como pacto de nuestra buena relación inicial. Viendo con atención el regalo, noté una sustancia rojiza y pegajosa. ¿A que dijo que se dedicaba?. No pensé mucho más en ello, pues nos llamaron de fuera, era hora de volver a ponerse en marcha. Nuevamente, con magia haríamos el viaje, pero esta vez, a través de un portal, quizás era mejor que la forma anterior para mi. Así acabó siendo, los efectos no fueron tan fuertes, y pude aguantar mejor la experiencia. Habiendo ellos terminado lo que vinieron a hacer, volvimos a tomar el portal hacia un nuevo destino, pero... algo debió fallar... Idril no llegó con nosotros... Tellhar intentó calmarnos, diciendo que posiblemente no haya cruzado el portal a tiempo. Así que mientras ellos continuaron su camino, Yerilian y yo esperamos la llegada, con los medios mundanos, a pie, de Idril. Teniendo ellos otros quehaceres nos separamos, no sin antes, Idril, ofrecerme unas pócimas para que mi regreso no fuera tan accidentado.
Encontré a Frederic saliendo de una de las tiendas de la Villa de Nevesmortas, tras un breve saludo, me hizo algunas preguntas que le fui contestando, en medio de la conversación, me contó que él, y otras dos personas más, Aya y Leo, organizaron un concierto para alegrar los corazones, que por aquella, corrieron malos tiempos, al parecer algo llamado "Avatares de los Pecados" y un liche o nigromante, hicieron estragos por entre los habitantes. Mientras hablábamos, llegó Seda, con la que la conversación corrió por otros derroteros, sobre todo, por la posibilidad de que las ratas que habitan la casa de Clari, pudieran custoriar un valioso tesoro, el cual sería motivo por el que los roedores continuasen en dicha vivienda. Tras la marcha de Frederic, acompañé a Seda a hacer tratos con Jaskar. Seda tiene un arte único en hacer negocios con los demás, haciendo que parezca que compran objetos únicos y valiosos cuando son meras baratijas. Para celebrar que tan bien le fue, me obsequió con unas botas ¿Que tendrían de malo las mías? y otro anillo, además de invitarme a unos tragos en la posada de la Rosa y el Martillo. Ya asentados y con una jarra en las manos, hablamos de todo un poco, hasta la llegada de Cuarto, el cual, en mal estado, contó vivencias pasadas, quedándome entre todas ellas, la noticia de que entre los ciudadanos de la Villa de Nevesmortas, anda suelto un asesino en serie. Con la llegada de un desconocido que dejaba un reguedo de sangre por donde pasaba, cambió la conversación y al poco, nos separamos todos.
Idril y yo, fuimos a acompañar a Nogrod, que va a llevar a un buey cargado hasta Sundabar, ya que necesita el dinero que le dan por el trabajo. El viaje a momentos fue algo peligroso, pero mis compañeros se bastan sólos para solventar cualquier problema, aunque siempre tenían un ojo puesto en mi... y el otro en el buey, no fuera que cualquiera de los dos, acabasemos muertos. Por el camino nos encontramos con Maximilian, un ser ¿demoníaco? con alas. Aunque ya me dijeron que no, que era un "Discípulo del Dragón", es normal que por donde van, los demás les temiesen, debido a su naturaleza. Quedando Idril y yo sólos, me acompañó de regreso a la Villa de Nevesmortas, en la cual, contrató a Briagin para que me acompañase a una cripta, ya que el elfo tenía unos asuntos que atender, y no pudo acompañarme, al parecer, un mal habita bajo tierra, y había que reparar el equilibrio del lugar.
Melodía para la escuchar mientras se leen las vivencias de Lussúre.
Kent, ese infatigable hombre por matar y que mira a la muerte de tú a tú, andaba dando cuenta de unos osgos en el Bosque cuando lo encontré. Me costó hacerle entender que ni era osgo, ni tenía pinta de osgo, ni olía a osgo, ni era un osgo disfrazado (¿No es evidente?), cuando ya por fin le tenía convencido, apareció La Druida del Pantano Melenis, vuelta de nuevo a conseguir demostrarle que no éramos dos osgos (osgo y osga) emboscándole. Como señal de buena intención, fuimos a acompañarle a tratar con otros osgos. Vaya si los trató, con el filo de su hacha, melenis se transformó en una cría de dragón y yo en un tejón, lo que ocasionó que Kent, ya suspicaz, creo que empezó a contemplar la posibilidad de cargarse al dragón y de aperitivo al tejón. Pero ya el summum, fue cuando Melenis, adoptó la forma de otro Osgo, debió ser demasiado para el pobre Kent, no sabía si cargarsela o no, o si, o no, lo dejaría para el final, pero antes de que fuera a pensarlo mucho, acabamos tomando cada uno nuestro camino.
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En uno de mis paseos por la villa de Nevesmortas, conocí a Maelis, una viajera errante, a Zalcor, ¡Un Guardían de los Bosques!, a Lavainn, cuyas alas me hipnotizaron, o ¿fue su sola presencia?, tenía algo que... no podía dejar de escucharle, de mirarle y.. ¿sus elegantes alas?, también vi a Davkul, pero marchó pronto. Ellos se conocían, y se fueron poniendo al día, mientras yo les escuchaba (¿he mencionado ya las alas de Lavainn?), hablaron sobre temas no muy felices, de todo lo que pasó Zalcor, todo lo que sufrió, pero la vida sigue, es importante sentir ello, o acabarás derrotado, me pareció un ejemplo de superación y voluntad, ojalá yo fuera la mitad de valiente que él algún día. Al final mantuvimos conversaciones en parejas, Zalcor se dirigió a mi, a mi... un don nadie, al parecer, mi forma de ser, actuar, pensar, le llamó la atención, me preguntó quien era, a que me dedicaba, que hacía por estas tierras, muy interesado en mi, en mi potencial de pertenecer al Círculo Druídico, del que también es parte Vildiara, me habló de ella, su historia, su personalidad, todo acrecentaba mi curiosidad, me preguntó si conocí a alguien más, le hablé de La Druida del Pantano, Melenis, ahí cambió la ya impasible mirada hacía a mi, por algo más ¿curiosidad? ¿molestia? no sabría decirlo, en ese rostro curtido en varias batallas. Pero el Destino hizo acto de presencia, y con él, llegó a su lado Melenis, a la que presenté a los demás, y hablaron largo y tendido sobre las implicaciones de la toma de posesión de unas tierras bajo la protección del Círculo, al final, quedó en éste, nos haría llamar, para conocernos y ver que se haría con nosotros.
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Hoy acompañé a Maximilian, porque protegerle, la verdad, no necesitaba protección alguna, desde Nevesmortas hasta Argluna, tenía un encargo, y la verdad, me hacía ilusión navegar por vez primera en barco, ver la inmensidad del desierto de agua, donde no hay árboles a la vista, donde la vida está en su interior y no en la superficie. Recorrimos el camino hablando de todo un poco, y aprovechando también el viaje en barco, intentó saciar mi curiosidad y calmar mi suspicacia hacia los Discipulos del Dragón, que tenía desde, no solamente, que le conocí, si no, también durante todo el viaje, no hacía más, que mirar sus escamas, sus alas, y otras partes en las que ya no se veía piel alguna.
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Encontré a Kent en la Rosa y el Martillo, donde hablamos del por qué tengo que beber leche en vez de cerveza como él. La verdad, mejor omitiré todo los improverbios e imprecaciones en general, fue un monologo extenso, pero para nada gratificante. Al final, para animarle, fuimos a que se lo pasase bien "reventando" osgos... trasgos... fantasmas, hasta que se cansó, y decidió que era buena idea beber cerveza hasta saciarse.
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De nuevo estuve con Zalcor, en algún lugar del bosque, fue más descriptivo que la última vez, hablamos de él como Guardián, de Vildiara, de Amendur, de las tareas del círculo, del bosque de Nevesmortas del Valle de Rauvin. Todo ello, me puso en perspectiva, sobre la ingente e importante labor que realiza el Círculos en estas tierras.
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En uno de mis viajes con Kent e Idril, fuimos intentando ajustar la población de osgos, pero al ir a pasar por un territorio controlado por osos, mi inutilidad e inexperiencia, hizo que en vez de calmarles, se enrabietaran, no hubo más remedio que hacerles ver, que no eramos un rival fácil para ellos, hasta que uno... pudo con Kent, por ahorrar detalles. Idril se lo llevó a la Atalaya, donde pudieron atenderle, y no hubo que lamentar males mayores.
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¡Vaya!, que mujer tan peculiar, si no fuera porque claramente se ve que tiene silueta femenina, pensaría que es Kent intentando gastarme una broma. Llegó a la Villa de Nevesmortas... y... no pedía mas que comida y bebida... pone casi la misma cara de decepción que Kent, cuando le digo que no tomo cerveza. Así que fuimos a la posada y tras... ¿devorar? ¿engullir? todo lo que había sobre la mesa, me preguntó donde conseguir armas (a su manera) y la guié hasta el mediano que tiene de todo, pero... me lanzó una mirada asesina... Ese canijo no había pisado una fragua en su vida, por la forma de comerciar con él, temí por si vida hasta pensaba que no ibamos a salir nadie con vida, pero por algún motivo, un arco cambió su parecer y llegaron a un trato... demasiado pálido le vi al mediano, hasta pensé que había aguantado la respiración. Se me iluminó el rostro cuando recordé que al sur, había un herrero, cuando llegamos, el semblante de ella resplandeció, el trato hacia el herrero era todo lo contrario hacia el mediano, no oi nada de lo que hablaban, pero pareciera que alabase sus músculos forjados a golpe de martillo, su sudor ganado a costa del calor de la fragua y su tez morena, por la acción de la intemperie. Alegre a más no poder, nos dirigimos hacia el norte, necesitaba estrenar todo cuanto había adquirido, hasta que nos encontramos con su imagen espejada en masculino (aunque no sabría decir cual de los dos lo era más). Hice las presentaciones pertinentes, entre Astrid y Kent, Kent y Astrid... y (ellos) felices fuimos a matar osgos. Testosterona pura, ellos matando y yo intentando sobrevivir, no sabría si de los osgos o de los ataques de ellos.
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Con tan buena mañana me encontré con Seda, iba a hacer negocios a la Villa de Nevesmortas, de camino me dijo que tenía algo que me podría interesar. Me enseñó un libro con información sobre las "Armas de la Madre Tierra", lo encontré muy interesante, pero no sabría como compensarla. Me pidió dinero pero el tipo de economía es un sistema al que yo sigo, por lo que le fui dando baratijas que había encontrado por los caminos, a fin de tenerlos siempre limpios de basura. Se hicieron cálculos, los vendió por mi, y yo aporté la suma restante.
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Mis labores de escolta continuan por los caminos del Bosque de Nevesmortas, hoy conocí a Xaron, cocinera, escolta y aventurera, al parecer escoltaba a una persona hacia el norte, por supuesto, yo la acompañé y hablamos un rato por el camino, aunque más se centraba en despotricar contra su pagador.
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En esta ocasión, el caminante es un tal Barric (Filo del Ocaso), una buna charla con él, entretenida de mientras, íbamos avanzando entre bandidos, hasta llevarle sano y salvo a Sundabar.
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De nuevo me adentro por estos caminos tan peligrosos con Kent, aunque no sabría decir, quien es más peligroso.
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Una cara nueva, Reinhard Kane, Cultivador de Espíritus. Fue interesante la charla entre Idril y él, sobre el sobrenombre de este último. Sobre todo la discusión de qué fue antes... la magia o la naturaleza, un buen tema, del que hablar largo y tendido. En ese momento aparece Kastan, pero al parecer tenía prisa, y apenas unas pocas frases después, acaba marchándose.
Los tres nos encaminamos hacia el norte, la verdad, sin rumbo fijo, todo bien, incluso hicimos una parada, para preguntar sobre una especie de hongo al lado de un árbol, Reinhard me estuvo explicando sus propiedades, y tras el regreso de Idril, que andaba recolectando, proseguimos hasta el territorio de los osos, aún no consigo hacerles entender, que no somos enemigos, y un zarpazo o... ¿fue un mordisco?, al costado, casi me cuesta la vida, gracias a la pronta atención de Idril, pude seguir con vida. Con tanta sangre perdida, y un gran tajo al costado en proceso de curación, Idril me llevaba hacia donde estaba el enano, para un mejor reposo. Cual fue mi sorpresa, que en medio del camino, me pareció ver a la muerte, que venía a reclamar mi espíritu, pero quizás era cosa de mi imaginación, debido a que no estaba en condiciones, mas que de respirar. Volvemos a estar los tres, de nuevo juntos, en el momento que aparece Zalcor, oculto tras un árbol, unas pocas palabras se intercambiaron antes de marchar Idril. Tras su marcha, aparece Nogrod y su buey, o... ¿es al revés?. El caso es que acabó marchando apenas descansó un poco. Al rato marchó Reinhard.
Ya medianamente recuperado, Idril y Zalcor me ayudarían a buscar jengibre, así que nos encaminamos al sureste. Tras el regreso de Nogrod, marchó Zalcor a lomos de un grandioso lobo. Así que, fuimos a por jengibre pero... es una historia que contaré en otro momento (pulsar para ver la historia).
Hay que ver con el enterrador, no hacía más que quejarse, Idril y yo tuvimos bendita paciencia con él, en ausencia de Nogrod. No me quiso entender, que los cadáveres sirven de alimentos a los animales del bosque, si su olor es lo que permite que estos les encuentren, además, fertiliza las plantas y árboles, y alimenta también a seres pequeños como los escarabajos y gusanos entre otros. Al llegar a un punto muerto, todos escogimos nuevos caminos.
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En uno de mis descansos bajo la mirada de Lefur, me sobresaltó el bramido de una osa en celo... cuán equivocado estaba yo... pues me encontraba cerca de Astrid, que había decidido también a descansar. Me comentó la problemática de los trasgos del bosques, y me ofrecí a ayudarla.
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Kent, de nuevo Kent, me agarró por el brazo y me dijo... Tejón, vamos a rescatar a un viejo... pero lo mas divertido será matar lo que encontremos por el camino, ya veo mi futuro... el día que no encuentre enemigos, su hacha me encontrará, sólo por que está aburrido. Y así comienza esta historia, de mi paso por las montañas del norte, mordiendo y arañando a seres que cabalgan arañas, entrando en la boca del lobo y rescatando a un viejo que no está en sus cabales. Pero por ello, obtuve una recompensa, una espada... aún no se que hacer con ella... pero Kent opina que... [CENSURADO].
Lejos de la protección innata de la Naturaleza, donde otros seres claman su propio territorio, me adentré en una cueva, laberíntica, donde moran los Osgos, es una plaga que controlar, hay que ir a la fuente del problema, por muchos que mate en el camino, por muchos que haga huir, siguen volviendo, cada vez más fuertes, aprenden de mi forma de combatirlos, encuentran mis defectos y los aprovechan, he de encontrar la forma de pararlos, de hacerles entender, que nadie saldrá ganando a la larga, pequeñas victorias, pequeñas derrotas, mantienen el status quo. Pero sólo la fuerza bruta conocen, creyéndome en condiciones, me fui adentrándo, a fuerza de zarpazos y mordiscos. Sólo ojos, ojos rojos sedientos de sangre, un tajo en el muslo, otro en el lomo, un aullido de dolor, surgieron destellos que no sólo me cegaron, dolor... mucho dolor, intenté huir aterrorizado, cual animal herido, no sabía a donde, sólo quería salir, chocaba contra las paredes, sentía de nuevo dolor, mas tajos, más luces, me sentía como la presa en una cacería, me perseguían, chillidos me llegaban y arrinconado, vi esos ojos llegar, esa sonrisa llena de colmillos, todo fue oscuridad, y con la oscuridad llegó la luz, miré mis manos, ya no era un oso, ya no estaba en la cueva y miré a mi alrededor, ¿He muerto?, ¿Mi espiritú está en comunión con el resto?.
Estaba en un claro... un bosque.... ardillas, conejos, gorriones... espíritus libres de la Naturaleza, eran como sombran, aparecian, desaparecían, así continuamente, todo era intenso, el verde de la hierba, resplandecía, fluía de color, sentimiento puro... bienestar, paz, tranquilidad... mis sentidos fueron llenándose, era demasiado, sentía flotar, no respiraba, no lo necesitaba, cerré los ojos, no conseguía asimilarlo todo, hasta que sentí una explosión en mi interior... otra... y otra... caí insconciente.
Veía, sin ver, sabía que tenía los ojos cerrados, pero aún así, todo fluía a mi alrededor, era parte de todo, miré mis manos, era un hormigoneo de proyección, ¿como describir algo tan puro?... ¿como expresar la vida en su máxima extensión?... no andaba, mi espíritu ondulaba a merced del viento... llegué sin poder oponerme hasta el borde de un lago... ¿o era un río?... veía reflejarme, veía fluir contornos borrosos de... ¿espirítus?, me sentía en una marea, donde cada gota de agua, se fusionaba con la que estaba a su lado, y era imposible discernir quien era yo, quien era ella, pero hubo movimiento, ondulante como un estanque, todo fluía a su alrededor, allí estaba... el espíritu de la Naturaleza... en su forma astral para que yo lo viera... una representación, no era digno de ver su verdadera Naturaleza... un Ciervo albino, portentoso, poderoso... me miraba a los ojos, sin temor, sin miedo, me rodeaba, no hablaba, pero sentía... ¿pena?... ¿congoja?... y miró hacía un lado del bosque... donde los árboles estaban marchitos, donde la vida daba paso a la no-vida, avanzaba imperceptible pero sin tregua, sin pasión, volvió a mirarme... y le sentí... ese poder, esa vitalidad...
No me había ganado aún el derecho de estar a su lado, aún tenía que atender en el plano mortal sus necesidades.
Fui un imprudente... así me lo hizo sentir.
No estaba preparado, así me lo hizo sentir.
Aún debía aprender... y así me lo hizo sentir.
Mi muerte no tenía sentido, por mi imprudencia de creer que estaba preparado, de no contar con los demás, de no ser consciente de los peligros que me rodean, imprudente... imprudente... imprudente...
Y desperté con un alarido, una especie de mortaja me rodeaba, deshaciéndome de ella para intentar respirar. ¿Donde estaba?, ¿que hago en el cementerio de Nevesmortas?, veo un rostro con miedo, era un viejo encorvado, con una pala, estaba cavando un agujero... mi sepultura. Salió corriendo como alma que lleva el diablo. Al parecer mi Diosa interfirió ante el Gran Espíritu, aún soy joven, aún debo aprender, aún estoy vivo. Sin las heridas mortales, me encaminé a la villa, los guardias que me vieron hablaron conmigo...
Gracias a los Dioses que estais vivo, cuando Cuarto, os trajo vuestro cuerpo insconciente, lleno de tajos y mordiscos, apenas quedaba un hálito de vida. Os entregamos al cuidado de los sanadores, quienes al parecer han hecho un buen trabajo.
Proseguí mi camino, y al pasar por la tarima de las noticias, vi al sepúlturero, contando que un cuerpo se alzó entre los muertos, todos rieron... pues todos pensaban que se había emborrachado de nuevo, de nuevo contaba historias de muertos alzándose sobre sus tumbas, como la historia del pastorcillo y los lobos, nadie le creyó y se lo llevaron a la posada, a invitarle a un trago, como siempre hacían cuando contaba la misma historia.
Me encaminé al bosque, donde encontré a Maximilian... a Cuarto, quien me dijo que llevó mi cuerpo hasta los guardias de la Villa... a Zalcor... a quien no me atreví a mirar a los ojos... cabizbajo, no le conté lo ocurrido, quizás por verguenza, quizás porque lo vivido fuera irreal, me sentía indigno de mirarle a los ojos... el rompió el silencio incómodo con una petición... Que le contase toda la historia, por la cual, le hice mandar un mensaje.
Cerca de la entrada de la Villa, conocí a un mediano muy peculiar, era dificil entenderle, se hace llamar Yonomen, o eso creí entender, menos mal que Idril, que llegó, pudo traducir gran parte de lo que decía. Todavia a día de hoy, no entiendo porque había que estamparle un sello en la cara del mediano. ¿Porque Idril se ofrecía a certificarlo? cual funcionario de una ciuda... sería interesante verlo... algún día... si.
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Me encontré yendo hacia el sur a Maximilian, llegó magullado por no se qué misión en Fuerte Ghorin, ojalá pudiera conocer parajes mas lejanos, sin temor a perder la vida, en eso que me acompañó parte del camino hasta que apareció Cuarto, este me contó que encontró mi cuerpo insconciente, y me dejó en la entrada de la villa, le di las gracias por ello. Encontramos a Zalcor ¿meditando?, acabó marchando Maximilian, pues Cuarto y Zalcor empezaron a hablar de sus cosas, yo cohibido por la pseudo-muerte reciente, tras la arenga de mi inutilidad, no era capaz de mirar a Zalcor a los ojos, cuando le conté la historia del osgo de Mielikki, me avergoncé aún mas si cabe.
Laura y Melenis pasaron por nuestro lado, y comenzó una ¿pequeña? ¿discusión? ¿acalorada?, sobre lo de seguir usando el ¿título? ¿reclamando territorio?. Seguro que la Naturaleza es sabia y pone a cada uno en su sitio... al menos lo hizo conmigo, ¿hará lo mismo con Melenis?, o ¿la recompensará?.
Marchan las mujeres, siguiendo la conversación personal entre Cuarto y Zalcor, pero tras la llegada y marcha de un desconocido, Cuarto se marcha también, quedandonos los dos sólos. Hablamos largo y tendido sobre el círculo, sobre la Naturaleza, me ofrecí para mediar antes de que Vildiara tomase alguna decisión al respecto y ante la llegada de Vordred se marcha.
Tampoco le conocía de antes, pero me preguntó sobre unos trasgos, y le acompañé al lugar, tras dar buena cuenta de ellos, decidí acompañarle hasta Sundabar, durante el trayecto, me estuvo haciendo preguntas a las que fui contestándole, parecía quedar satisfecho con lo que escuchaba, a la llegada de Sundabar, se plantó frente a la entrada y me preguntó si veía con buenos ojos la reclamación de esa pobredumbre hizo a la Naturaleza, si esas almas en pena, resguardadas en sus hogares, merecían seguir viviendo bajo una protección que ni ellos levantaron. La verdad, si se hicieron con el territorio, es porque la Naturaleza no fue capaz de evitarlo, por lo que se merecían reclamarlo. Ahora bien, si esta, regresaba para reclamar lo que era suyo, y no eran lo suficientemente fuertes para oponerse a ello, merecían morir todos, para dejar paso a una realidad donde el más fuerte se impone sobre el débil. Satisfecho, Vordred marchó con su rísa siniestra.
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Me encontré con un humano temeroso, que yo estando en forma de oso, huyé al ver lo que quedaron de unos ladrones del camino, recuperando mi apariencia, tras un encuentro con osos, Meleahant (conocido del anterior encuentro del que huyó) y Xaron, decidimos ir al Fuerte Vérluzh, del que salimos victoriosos en el rescate de un viejo, y llevamos nuestras noticias a Fuerte Nuevo.
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En nevesmortas me volví a encontrar con Nogrod, esta vez le vi distinto, diferente... ¡le faltaba su buey!, me dijo que a donde iba, era mejor no llevar al pobre animal, se asustaría y saldría corriendo, le pregunté hacia donde se encaminaba y decidí acompañarle hasta donde estaban los Orcos Úgrezh. Eran resistentes, sanguinarios, pero gracias a Nogrod, fuimos abriéndonos paso hasta su lider, que cayó más fácilmente que sus secuaces, volvimos para honrar a Lanzagélida, sobre lo ocurrido con los Orcos, en agradecimiento, nos ofreció, alojamiento y comida, siempre que lo necesitásemos, se lo agradecimos y nos fuimos a descansar (cada uno en una habitación, claro).
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Tras la marcha de Vildiara, que ya contaré en otra historia, me quedo con Melenis, nos dirigimos a Nevesmortas donde nos encontramos con Delerien, con la que Melenis hizo negocios. Ya en la Villa, Melenis marchó a descansar, cuando Seda y Yerilian nos propuso un negocio, acompañarles a por unas gemas como sus porteadores, por curiosidad de donde sería el sitio, acepté. ¡Pero no me avisaron!, me pillaron desprevenido, y tras el viaje mágico, la cabeza me dió vueltas, tantas... que hasta pensé ver una estatua a tamaño real de Seda, cual fue mi sorpresa, que unos lagartos llamados basiliscos, la convirtieron en piedra, menos mal que estaba Yerilian que la volvió a su estado natural... ¡dos veces!, tras una vuelta sin incidentes, le ofrecí otro trato a Seda, en vez de dinero, le pedí saldar todas las deudas pendientes, a lo que accedió, y pude irme tranquilo, de no deber nada a nadie. No era normal en mi tribu, por lo que mi espíritu estaba en paz.
Vaya elfa mas encantadora, Darwi, una elfa lunar, se la veía feliz con la gente de la Villa, hasta que llegó Kent y trocó nuestra curiosa conversación sobre los humanos, siendo Kent, un buen ejemplar. Que nos ofrece acompañarle hacia el Oeste (más que nada, le acompañamos porque no sabe donde está el oeste), hasta el campamento de unos Orcos, sabiendo que es lugar peligroso, ¿como iba a negarme yo?.
La aventura comenzó con unos Huargos, cáninos de grandes colmillos, con los que Kent empezó el precalentamiento... continuó con unos orcos.. y se fue poniéndose en forma en el campamento, aunque se sintió apenado, ante la falta de resistencia, menos mal, que Darwi, vislumbró unos Orcos en lo que parecía la entrada a una cueva, y hacia allí se dirigió, mira que le costó escalar, estaba tan fuera de si, que en vez de subir por las escaleras, subió a pulso, con la sola fuerza bruta, por uno de los lados de la montaña, ya cuando llegó, apenas quedó mucho por hacer, ya que Darwi hizo una demostración de su puntería con el arco (nótese que el arco era más largo que ella).
Una vez dentro, Kent, no hizo mas que dar tajos a diestro y siniestro, incluso contra las paredes de lo frenético que estaba matando orcos, hasta que nada quedó hasta la propia guarida del cacique. pero sentí algo por detrás... ¡era Yonomen!, su olor era inconfundible, y me acerqué a él, olfateándolo en forma de tejón, el peculiar mediano con su peculiar acento. Ya eramos bastantes para acabar con el jefe de los orcos, y vaya si acabamos con él. Kent le ofreció la cabeza a Darwi, como señal de buena amistad, pero esta asqueada, aunque con toda la diplomacia del mundo, denegó tal regalo, sólo quedaba lo más complicado, salir de la cueva con vida, y regresar con tal trofeo hasta la villa, para que Kent, fuera aclamado como héroe.
Conseguimos llegar a la explanada, viendo que no había enemigos a la vista, bajé la guardia, craso error, fatal, sentí un tajo que me partió en dos y mi última visión fue ver como caían montones de cadaverés de Orcos encima mío.
Dio un trago a la botella de licor, y después derramó parte de su contenido sobre la pira que se alzaba ante él.
-¡¡ÚZHGAAAAAR! ¡ESCUCHA MI LLAMADA!
Estampó la botella contra los troncos, y los encendió con la antorcha que sujetaba en la otra mano.
-¡ÉSTE ES LUSSÚRE!- Volvió a vociferar- ¡Custodia su ascenso a tus salones, pues yo Kent Furiasalvaje fui testigo de su muerte y murió con valor!
Las llamas empezaron a lamer el cuerpo del caído, deshaciendo la carne para convertirla en cenizas.
Kent se quedó mirando unos minutos, hasta que no quedó nada del que había sido un elfo y cuando la columna de humo se alzó hasta las nubes, asintió satisfecho.
-Bien hecho Tejón, bien hecho.- Susurró antes de dar la espalda a la hoguera.
Colgó su hacha de la espalda, y se encaminó a Villanieve a celebrar la última batalla de su amigo de la única forma que podía hacerlo, con fulanas y licor.