Historia de Corina, la brujita
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5. Un llanto en el rio.
Las pisadas de las botas se escuchaban por el sinuoso camino de vuelta, mientras bajaban de las montañas. Iban lentos, cargados de los tesoros de la gruta del dragón. El que peor llevaba la cosa era el mediano.
-Bhorgarath, me esta matando la espalda todo este peso, tendríamos de parar. Para un mediano no es fácil llevar tanto peso ¡por Mascara! –Dijo el mediano mientras sudaba la gota gorda.
El clérigo lo miro como si dijera una insensatez, pero paro la marcha y medito unos segundos.
-Creo que tienes razón. Acamparemos, descansaremos y aremos inventario de todos los tesoros de esa asquerosa serpiente. –Dijo con arrogancia y mirando al grupo.
Empezaron a montar tiendas de campaña y a mirar el botín, parecía que todas las cosas brillaban y resplandecían entre los primeros rayos del alba. Como no podía ser de otra forma el enano y el mediano eran los que más se divirtieron contando monedas y clasificando objetos mágicos. “El novato” también ayudaba con su botín y de golpe ojeó la cesta con la que estaba el pequeño bebe. Los ojos se le abrieron y su cara izo una pequeña mueca de incredulidad.
-Por Tymora, es… es… una criatura de pocos meses… ¿Qué diablos significa esto?
Bhorgarath que estaba cerca del novato y comía algo de venado crudo, se dio la vuelta levemente con cara de pocos amigos y le pregunto:
-¿Qué siseas aquí detrás “Novato”? ¡Espero que no hayas encontrado algo sumamente valioso y te lo quieras quedar para ti, porque si haces eso colgare tu cabeza de una estaca!
-Tran… Tran… Tranquilo Bhorgarath, solo fue algún animal que me puso nervioso… no fue nada…
El Tempusita levanto la ceja e ignoro al “novato”. Demasiada hambre como para hacerle caso.
Conociendo el grupo, el semi-elfo sabia que la criatura acabaría vendida como esclava o en el peor de los casos sacrificada en algún templo del mal. Una cosa era ser mercenario y cazar monstruos, la otra muy diferente era acabar con todo lo que estaba por delante, aunque fuera un bebe. Tenia de hacer algo y rápido o el resto de sus compañeros verían la cesta.
Su cabeza pensaba con rapidez la forma de que el bebe sobreviviera y los demás no se dieran cuenta del hallazgo y mientras pensaba miro el mapa de la montaña.
-Aquí cerca hay el rio, podría dejarla en el y bajaría hasta alguna población, confió en que la dama de la fortuna le dará una oportunidad ¿am.. uhhh?. – Miró la cesta que tenia grabado el nombre Corina. – Pequeña, yo no puedo hacer mas, espero que Tymora te sonría.
Tomó la cesta con sigilo hasta la orilla del rio, la dejo viendo que flotaba y le dio un empujoncito mirando cómo se alejaba conducida por las corrientes. El “novato” había dado una segunda oportunidad a la pequeña Corina y volvió con su grupo de rufianes.
Mientras volvía al campamento se le apareció Bhorgarath y le dijo:
-¡Coge tus cosas novato nos largamos ya!
Se encogió de hombros y continuo con sus cosas, como si nada hubiera pasado. Mientras tanto la cesta bajaba por el rio, la brisa del alba despertó a la pequeña Corina. Algo hambrienta empezó a quejarse y en el rio se escucho su llanto.
Continuara…
Las pisadas de las botas se escuchaban por el sinuoso camino de vuelta, mientras bajaban de las montañas. Iban lentos, cargados de los tesoros de la gruta del dragón. El que peor llevaba la cosa era el mediano.
-Bhorgarath, me esta matando la espalda todo este peso, tendríamos de parar. Para un mediano no es fácil llevar tanto peso ¡por Mascara! –Dijo el mediano mientras sudaba la gota gorda.
El clérigo lo miro como si dijera una insensatez, pero paro la marcha y medito unos segundos.
-Creo que tienes razón. Acamparemos, descansaremos y aremos inventario de todos los tesoros de esa asquerosa serpiente. –Dijo con arrogancia y mirando al grupo.
Empezaron a montar tiendas de campaña y a mirar el botín, parecía que todas las cosas brillaban y resplandecían entre los primeros rayos del alba. Como no podía ser de otra forma el enano y el mediano eran los que más se divirtieron contando monedas y clasificando objetos mágicos. “El novato” también ayudaba con su botín y de golpe ojeó la cesta con la que estaba el pequeño bebe. Los ojos se le abrieron y su cara izo una pequeña mueca de incredulidad.
-Por Tymora, es… es… una criatura de pocos meses… ¿Qué diablos significa esto?
Bhorgarath que estaba cerca del novato y comía algo de venado crudo, se dio la vuelta levemente con cara de pocos amigos y le pregunto:
-¿Qué siseas aquí detrás “Novato”? ¡Espero que no hayas encontrado algo sumamente valioso y te lo quieras quedar para ti, porque si haces eso colgare tu cabeza de una estaca!
-Tran… Tran… Tranquilo Bhorgarath, solo fue algún animal que me puso nervioso… no fue nada…
El Tempusita levanto la ceja e ignoro al “novato”. Demasiada hambre como para hacerle caso.
Conociendo el grupo, el semi-elfo sabia que la criatura acabaría vendida como esclava o en el peor de los casos sacrificada en algún templo del mal. Una cosa era ser mercenario y cazar monstruos, la otra muy diferente era acabar con todo lo que estaba por delante, aunque fuera un bebe. Tenia de hacer algo y rápido o el resto de sus compañeros verían la cesta.
Su cabeza pensaba con rapidez la forma de que el bebe sobreviviera y los demás no se dieran cuenta del hallazgo y mientras pensaba miro el mapa de la montaña.
-Aquí cerca hay el rio, podría dejarla en el y bajaría hasta alguna población, confió en que la dama de la fortuna le dará una oportunidad ¿am.. uhhh?. – Miró la cesta que tenia grabado el nombre Corina. – Pequeña, yo no puedo hacer mas, espero que Tymora te sonría.
Tomó la cesta con sigilo hasta la orilla del rio, la dejo viendo que flotaba y le dio un empujoncito mirando cómo se alejaba conducida por las corrientes. El “novato” había dado una segunda oportunidad a la pequeña Corina y volvió con su grupo de rufianes.
Mientras volvía al campamento se le apareció Bhorgarath y le dijo:
-¡Coge tus cosas novato nos largamos ya!
Se encogió de hombros y continuo con sus cosas, como si nada hubiera pasado. Mientras tanto la cesta bajaba por el rio, la brisa del alba despertó a la pequeña Corina. Algo hambrienta empezó a quejarse y en el rio se escucho su llanto.
Continuara…
6. El ermitaño
La gente pensaba que en lo más profundo del bosque bosque alto solo se podría encontrar naturaleza, animales y algunas alimañas menores como trasgos. La verdad es que entre tanto árbol y naturaleza salvaje había una pequeña choza de madera, con su huerto para cultivar, un pozo para almacenar el agua de la lluvia y un pequeño molino conectado al rio.
Era la casa del viejo y gruñón Alber Simón, antaño un poderoso y respetado mago del norte… ahora un viejo humano que había aborrecido la civilización y la hipocresía ajena. Solo vivía para vivir tranquilo en su casa y estudiar “El arte”, lo demás se lo daba la naturaleza.
Un dia como cualquier otro, el viejo ermitaño se levanto por la mañana. Como el pozo estaba casi vació tenia, tuvo de ir al rio para coger agua, estaba a varios pies de su casa. Al llegar a la orilla el viejo empezó a llenar los cubos de agua cuando escucho un llanto.
- Buaa…. Buaa!
El viejo se puso algo nervioso mirando entre los juncos y las rocas del rio pero no veía nada de nada. El llanto cada vez era más fuerte.
- Buaaaa…. Buaaaa… buaaa…!
Caminaba buscado el horrendo chirrido, cada vez más fuerte, estaba muy cerca… de golpe se topo con algo una cesta flotando entre sus pies, suspendida en el agua.
- ¿¡Por las curvas sensuales de Sharess que es esto!? – El viejo ermitaño cogió la cesta y vio la pequeña Corina aun llorando y tiritando de frio, estaba en estado casi de hipotermia.
- ¡Un niño, es un niño! No… espera… ¡Una niña, es una niña! ¿Una niña de poco mas de 1 mes de vida aquí en una cesta en el rio?
El viejo no lo pensó dos veces y dejo los cubos por allí tirados y se llevo a la pequeña a su casa para calentarla, ponerla en una camada cómoda y caliente y al final darle leche. Lo peor había pasado pero salían nuevos interrogantes para el ermitaño que miraba la pequeña con ternura.
Cogiendo la cesta miro el bordado que tenía el nombre de “Corina” los ojos se le abrieron a la par y miro hacia arriba como si quisiera hablarle a los dioses.
- Bien, ¿esta pequeña llamada Corina ha llegado a mi casa porque tuvisteis un gran capricho, verdad? Ahora toca saber si este capricho es una bendición o un maleficio…
Levanto a la pequeña de la cama.
- Bueno pequeña Corina, creo que ahora tendrás una nueva vida con un abuelo cascarrabias, que vive solo en medio del bosque y es adicto a estudiar la magia…
La pequeña quedo al cargo del mago ermitaño y el tiempo paso. Unos largos 16 años de felicidad y paz.
Continuara…
La gente pensaba que en lo más profundo del bosque bosque alto solo se podría encontrar naturaleza, animales y algunas alimañas menores como trasgos. La verdad es que entre tanto árbol y naturaleza salvaje había una pequeña choza de madera, con su huerto para cultivar, un pozo para almacenar el agua de la lluvia y un pequeño molino conectado al rio.
Era la casa del viejo y gruñón Alber Simón, antaño un poderoso y respetado mago del norte… ahora un viejo humano que había aborrecido la civilización y la hipocresía ajena. Solo vivía para vivir tranquilo en su casa y estudiar “El arte”, lo demás se lo daba la naturaleza.
Un dia como cualquier otro, el viejo ermitaño se levanto por la mañana. Como el pozo estaba casi vació tenia, tuvo de ir al rio para coger agua, estaba a varios pies de su casa. Al llegar a la orilla el viejo empezó a llenar los cubos de agua cuando escucho un llanto.
- Buaa…. Buaa!
El viejo se puso algo nervioso mirando entre los juncos y las rocas del rio pero no veía nada de nada. El llanto cada vez era más fuerte.
- Buaaaa…. Buaaaa… buaaa…!
Caminaba buscado el horrendo chirrido, cada vez más fuerte, estaba muy cerca… de golpe se topo con algo una cesta flotando entre sus pies, suspendida en el agua.
- ¿¡Por las curvas sensuales de Sharess que es esto!? – El viejo ermitaño cogió la cesta y vio la pequeña Corina aun llorando y tiritando de frio, estaba en estado casi de hipotermia.
- ¡Un niño, es un niño! No… espera… ¡Una niña, es una niña! ¿Una niña de poco mas de 1 mes de vida aquí en una cesta en el rio?
El viejo no lo pensó dos veces y dejo los cubos por allí tirados y se llevo a la pequeña a su casa para calentarla, ponerla en una camada cómoda y caliente y al final darle leche. Lo peor había pasado pero salían nuevos interrogantes para el ermitaño que miraba la pequeña con ternura.
Cogiendo la cesta miro el bordado que tenía el nombre de “Corina” los ojos se le abrieron a la par y miro hacia arriba como si quisiera hablarle a los dioses.
- Bien, ¿esta pequeña llamada Corina ha llegado a mi casa porque tuvisteis un gran capricho, verdad? Ahora toca saber si este capricho es una bendición o un maleficio…
Levanto a la pequeña de la cama.
- Bueno pequeña Corina, creo que ahora tendrás una nueva vida con un abuelo cascarrabias, que vive solo en medio del bosque y es adicto a estudiar la magia…
La pequeña quedo al cargo del mago ermitaño y el tiempo paso. Unos largos 16 años de felicidad y paz.
Continuara…
7. La brujita
-Abuelo, abuelo… ¡esto de estudiar magia es un rollo! Yo prefiero concentrar mi poder arcano y que fluya por todo mi cuerpo, no pergaminos andrajosos ni libros mágicos…
-¡Paparruchas! Tú tienes de ser una poderosa maga, que no tienes un pelo de tonta. Los brujos y las brujas siempre acaban mal… ¡Venga a estudiar!
El abuelo cerro de golpe la puerta de la habitación de Corina y ella se enfado muchísimo, tumbándose en su cama y desobedeciendo lo que le decía su abuelo, como buena adolescente.
-Algún dia demostrare al abuelo que lo que él piensa de la magia Innata es falso... ¿Cómo puede decir que los brujos y las brujas son malos?
Allí estaba tumbada en su habitación, soñando despierta con lo que le prepararía el futuro hasta que escucho un fuerte sonido, parecía un fuerte golpe. Se levanto sobre saltada y salió de su habitación, miró la entrada de la casa y su abuelo estaba en el suelo.
-¡¿Abuelo, abuelito, que pasa!?
El abuelo tenía cara de dolor y con la mano se tocaba la zona del corazón.
-Escúchame… escúchame bien Corina… creo que dentro de poco… llegara mí hora, Mystra reclama este... este viejo mago loco…
Corina se le puso la cara blanca, el abuelo era su única familia y en esas circunstancias, podía perderlo en breves instantes.
-Quiero… quiero que cojas a Mina, mi familiar… y que te vayas del bosque una vez me haya reunido con los dioses… Busca tu lugar en el mundo y… y siempre vive feliz pequeña mía…
Los ojos de Corina ardían y lloraban, los dedos con los que acariciaba su abuelo estaban fríos y su alma estaba muy triste. Escuchaba cada palabra sin decir nada.
-Los… los brujos y las brujas… no son malos pequeña mía… suelen ser incomprendidos por su… por su enorme poder. Espero que tu llegues a ser una persona de… de bien…
Apunto de añadir algunas palabras más, dejo de respirar y su en su rostro se distinguía una sonrisa. Corina estaba realmente afectada y durante varias horas no reaccionó al lado de su abuelo.
Tras mucho llorar se levanto, cargando con él e izo un ritual funerario improvisado a Mystra, enterrando a su abuelo como se merecía. Pasó varios días organizando sus cosas, se preparaba para abandonar su casa, esa pequeña choza en medio del bosque.
Con su macuto encima y Mina a su lado, finalmente salió de su casa. Miró hacia atrás levemente como queriendo guardar esa imagen para la eternidad.
-Gracias por todo abuelo… y descansa en paz junto a Mystra.
Empezó un largo viaje junto a su familiar hasta que llego a una ciudad llamada Nevesmortas, donde se la conocería como Corina, la brujita.
FIN!!!
-Abuelo, abuelo… ¡esto de estudiar magia es un rollo! Yo prefiero concentrar mi poder arcano y que fluya por todo mi cuerpo, no pergaminos andrajosos ni libros mágicos…
-¡Paparruchas! Tú tienes de ser una poderosa maga, que no tienes un pelo de tonta. Los brujos y las brujas siempre acaban mal… ¡Venga a estudiar!
El abuelo cerro de golpe la puerta de la habitación de Corina y ella se enfado muchísimo, tumbándose en su cama y desobedeciendo lo que le decía su abuelo, como buena adolescente.
-Algún dia demostrare al abuelo que lo que él piensa de la magia Innata es falso... ¿Cómo puede decir que los brujos y las brujas son malos?
Allí estaba tumbada en su habitación, soñando despierta con lo que le prepararía el futuro hasta que escucho un fuerte sonido, parecía un fuerte golpe. Se levanto sobre saltada y salió de su habitación, miró la entrada de la casa y su abuelo estaba en el suelo.
-¡¿Abuelo, abuelito, que pasa!?
El abuelo tenía cara de dolor y con la mano se tocaba la zona del corazón.
-Escúchame… escúchame bien Corina… creo que dentro de poco… llegara mí hora, Mystra reclama este... este viejo mago loco…
Corina se le puso la cara blanca, el abuelo era su única familia y en esas circunstancias, podía perderlo en breves instantes.
-Quiero… quiero que cojas a Mina, mi familiar… y que te vayas del bosque una vez me haya reunido con los dioses… Busca tu lugar en el mundo y… y siempre vive feliz pequeña mía…
Los ojos de Corina ardían y lloraban, los dedos con los que acariciaba su abuelo estaban fríos y su alma estaba muy triste. Escuchaba cada palabra sin decir nada.
-Los… los brujos y las brujas… no son malos pequeña mía… suelen ser incomprendidos por su… por su enorme poder. Espero que tu llegues a ser una persona de… de bien…
Apunto de añadir algunas palabras más, dejo de respirar y su en su rostro se distinguía una sonrisa. Corina estaba realmente afectada y durante varias horas no reaccionó al lado de su abuelo.
Tras mucho llorar se levanto, cargando con él e izo un ritual funerario improvisado a Mystra, enterrando a su abuelo como se merecía. Pasó varios días organizando sus cosas, se preparaba para abandonar su casa, esa pequeña choza en medio del bosque.
Con su macuto encima y Mina a su lado, finalmente salió de su casa. Miró hacia atrás levemente como queriendo guardar esa imagen para la eternidad.
-Gracias por todo abuelo… y descansa en paz junto a Mystra.
Empezó un largo viaje junto a su familiar hasta que llego a una ciudad llamada Nevesmortas, donde se la conocería como Corina, la brujita.
FIN!!!