Tras los comunicados por todas las ciudades de aquel asalto a Felbar, hizo levantarse a más de uno de su asiento cómodo, levantar sus espadas... aunque no todos con un mismo interés, pero el mismo fin; Unos para ganar oro, otros pocos locos, por vivir una aventura... salvo que aquello no era una aventura cualquiera...
Aquel asalto dejó al descubierto la ciudad de Nevesmortas, pocos días antes corría el rumor de aquí para allá de la intrusión de un vampiro, tal vez dos, que muy, muy cerca de la ciudad habían atacado a más de uno. Cristina era una de aquellas que había clamado ayuda a la guardia, a la orden... ante los alarmantes movimientos azarosos, pero no consiguió más que un "Iré a informar". Los aldeanos y la gente andaban inquietos, los que no, viviendo en la ignorancia, sustos se llevarían después.
Alenor había estado contemplando lo que le rodeaba, si bien no era por necesidad, no se habría quedado aquella noche en la taberna, y de no haber sido por ello, no se habría enterado a tiempo de lo que estaba por suceder.
Respiró hondo mientras leía y releía las cartas que tenía delante, él ya estaba lejos, había salido de viaje y lo echaba de menos.
-Earil... -Resopló mientras doblaba con suavidad las cartas que se apelotonaban- Ya es hora de marcharme... espero que os cuidéis bien, si no vuelvo con vida -Continuó hablando cabizbajo a la nada, o tal vez a las cartas que impregnadas por la esencia mágica de su compañero le hacía parecer que estuviese delante.
Iría con Cristina, le había estado ayudando últimamente, incluso se había metido al oficio de carpintero por ella, ir a aquel asedio significaba más que una aventura para él, algo más... profundo.
Salió de la taberna con suavidad y sus ya típicos movimientos felinos en él. Se dirigiría al norte de Neves, dónde el cochero esperaba en la caravana a los que partirían hacia Sundabar. Subió, y mientras la caravana se iba alejando, miraba como la ciudad que le había dado buenos momentos se alejaba de él, con lentitud, hasta perderse en el abrazo de la oscuridad por la lejanía. Ya no había vuelta atras.
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-¡Por el flanco izquierdo! ¡CUIDADO! -Gritó uno, o tal vez varios del extenso grupo que cruzaba los precipicios de piedra negra antes de llegar a Felbar.
-¡AAH! -Gritos arrancados de las gargantas al caer hacia abajo ante las cargas enormes de flechas que, como si de cuervos se tratasen, pues tiznadas se ocultaban mejor en la oscuridad, arremetían con ellos sin descanso. Ávidos los ojos que las veían, gracias a la alarma muchos pudieron salvarse ante la defensa del paso de aquellos orcos tremendos.
Muchos se doblegaban ante la muerte próxima, pero... gracias a Ariel y Kuzz, levantaban sus espíritus dandoles fuerzas, curando sus heridas y pidiendo la protección de sus dioses al extenso grupo.
Era una masacre... un orco de aquellos podría haber matado a más de uno con un simple golpe, y no había solamente uno.
Consiguieron entrar abriendo brechas en las defensas de los orcos.
Si bien fuera habían muchísimos, dentro, concentrados en la primera sala habían aún más. Huesos, vísceras por los suelos, sangre encharcando la piedra... y un olor pestilente y viciado atosigando la respiración.
Los chamanes lanzando conjuros extremadamente poderosos, y a la vez los arcanos que arremetían contra ellos, soltaban bolas de fuego... magia que nunca pensó llegar a ver nunca.
Por último antes de entrar a la sala del trono, un hechizo explotó por el pasillo, la mayoría se desplomó, mareados, sangrantes, iracundos en el fondo...
Otros optaron por ayudar atrás, y los demás arremetieron contra Oboldo en una fiera batalla.
Alenor, caído y febril, ladeó la cabeza ofuscado ante la vista de tantos cuerpos a su lado. Fue entonces cuando se dio cuenta de que, alguien que conocía estaba ahí.
-¿Earil...? -Murmuró con la respiración entrecortada.
Habían conseguido lo que querían.
//entre lag y lag.. xD
