Historia de Vashard

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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krlstine

Mensaje por krlstine »

Opino igual que Tymora... impresionante historia Vash! :)
Vashard

Mensaje por Vashard »

Ayyss... gracias... así dan ganas de postear el resto de cosillas que tengo por ahí escritas así como acabar las que tengo a medias. :)
Claudia

Mensaje por Claudia »

Buff Bufff *resopla* no se puede decir más, solo animarte a que sigas escribiendo! :oops:
Lomi

Mensaje por Lomi »

¿Alguien ha dicho que hace falta un bardo?

*comienza a sacar su violín* podría ponerle la letra a un espíritu tan libre como el de Krine, sería precioso.... *empieza a componer*......
Lo dicho felicidades por tus escritos....sigue asi....
Vashard

Mensaje por Vashard »

//Hacía mucho que no ponía una parrafada... ahí va para los que tengáis paciencia.

Un ciervo muerto en la nieve… Gnolls… son sus flechas, son sus golpes. Un animal destrozado, aplastado y humillado sólo por diversión. La nieve cae sobre los despojos sanguinolentos y yo estoy junto a él, en cuclillas. Mis dedos recorren lentamente lo que queda del animal. Vencido, humillado, sometido… Mi corazón arde por momentos, mi armadura reluce con un brillo oscuro, no soy más que una sombra en la nieve, una sombra en mi espíritu. La nieve cae y se acumula en mis hombros, en mi cabeza, en mi alma… Observo los tajos, las flechas, veo el dolor que sufrió antes de su final. Un ciervo… un bosque… así funcionan las cosas aquí. Sólo la fuerza da la seguridad de defenderse o de defender a los que uno quiere.

A lo lejos… una empalizada de madera se alza ominosa. Un fuerte olor a perro mojado y sangre emana de ella. Ladridos a modo de grotescas risas brotan de allí, como insultos al canto de las aves lejanas. Dedico un nuevo vistazo al ciervo muerto ladeando la cabeza en silencio. Animal… bosque… Aranel… Mi respiración se agita, el fuego se remueve en mi interior, mis ojos se abren cada vez más, mis puños se cierran, mi rabia se alza, mi cabello se eriza…

Mi mirada se clava en el fuerte de troncos. Árboles talados, animales muertos, tierra vejada… Aranel…

Me levanto. Mi capa se sacude con la fría ventisca, el azote helado del viento golpea mi cuerpo pero no logra rivalizar con la fría garra que ha clavado sus zarpas en mi interior. Soy una Sombra, soy la Furia. Como el oscuro tocón de un árbol quemado a fuego permanezco allí en quieto silencio. Sólo mi capa grita por mí. Su gemido se alza violentamente al igual que mi cabellera. Soy la Rabia, soy el Fuego.

Krine está a mi lado. ¿Cuándo llegó? ¿Se había ido? Está más grande que nunca. Su pelaje gris es áspero. Lo miro por unos momentos. Áspero…

Mi mirada se endurece, la suya refulge como el más vivo de los fuegos. ¿Ya he sacado el escudo? Lo tengo en mi brazo. Pesa. Es frío, es metal, es Furia…

El vaho de mi respiración se escapa entre mis dientes apretados. Es la vida que se escapa de mí, es el fuego que arde y me consume. Soy la Rabia.

¿Ésta voz en mi cabeza? Soy yo. Es él. ¿Somos ambos? Somos uno.

Mi mano se ciñe en torno a la empuñadura de la espada. Con un gélido siseo la hoja se desliza fuera de la vaina. Pesa. Es frío, es metal, es la muerte de mis enemigos. El arma reluce sobre la blanca nieve. Presagia un horror indescriptible. Soy la Fuerza, soy la Rabia.

Finalmente la sombra se mueve. Me muevo. El silbido del viento rivaliza con una jadeante respiración agitada. ¿Es la de Krine? Algo resuena en el aire. Un tañido, un gemido, un espíritu atormentado. Las puertas están frente a mí. Altas, orgullosas en su desfachatez. Troncos vencidos... Bosques talados... Animales muertos… Aranel…

Me detengo en la entrada. Observo mi mano… recuerdo la suya. Mis dedos se aferran a la espada con fuerza. A hierro, sangre y fuego calmaré a la bestia.

Se escucha un ronco aullido. Salvaje, furioso, rabioso, herido, dolido. Krine alza su voz con la mía. Somos el Fuego, somos la Furia. Nuestro es el dolor, nuestra es la Fuerza. Somos uno.

Mis músculos se hinchan, mis venas estallan. Un alarido desgarrador. Es el mío. Las puertas ceden y los veo ante mí. Dos… cuatro… nueve… doce. Aún reaccionando empuñan sus armas, empuñan su muerte. Soy el Bosque, soy la Venganza, soy la Furia, soy la Rabia… Aranel…

Las flechas silban con mortal eficacia. Noto la fuerza con la que se estrellan en mi escudo. Krine aúlla una vez más mientras su lomo se encrespa salvajemente. Cargo contra ellos. Unos pocos pasos. El camino a la muerte, la suya o la mía. Soy la Furia, soy la Fuerza.

El primero no logra detenerme. Dos golpes certeros, terribles y brutales sesgan su vida. Una vida por otra. Un ciervo muerto… un árbol quemado… un bosque humillado… Aranel.

Mis ojos parecen hervir de rabia. Comienzo a notar punzadas. Astas de flecha se destrozan en mi oscura armadura. Otras entran, otras perforan, otras se clavan en mi carne. Krine enloquece. Como un trueno, como un rayo furioso, se abalanza sobre un grupo. Es el Fuego, es la Rabia. Animal por animal. Muerte por muerte.

Algunos empuñan sus armas y se lanzan contra mí. Podrán mirar a la muerte a los ojos. Son altos, son fuertes, son poderosos, soy el Fuego. Lanzo mi peso contra uno de ellos y caemos al suelo. Las flechas clavadas se astillan, las heridas se retuercen. Mío es el dolor, mía es la Fuerza. Soy más rápido, soy más ágil. Me escurro entre sus brazos. Soy el Viento. Por un instante lo contemplo mientras me alzo. Aún en el suelo conserva su expresión odiosa. Aún insulta ésta tierra, aún la amenaza con sus ladridos. La muerte silba en forma de flechas a mí alrededor. Algunas fallan, algunas rebotan, algunas aciertan. Un movimiento de muñeca. La espada apunta hacia abajo. Un movimiento de brazo. Vengo una cicatriz en ésta tierra.

Pierdo la cuenta. Escucho sus gritos de dolor, escucho los míos. Bailamos una terrible danza que no repetiremos jamás. Un animal dormirá tranquilo ésta noche... Un árbol no será talado hoy... Aranel.

Doce espíritus partirán hoy. Dos no encontrarán descanso.

Krine muestra lo que es en realidad. Sus fauces rasgan cuerpos, sus zarpas atraviesan la carne. Como el viento se mueve entre la hojarasca del bosque, así se mueve entre sus enemigos. Como el rayo que parte el árbol, como el fuego que brota con la chispa, así me acompaña en éste momento. Su pelaje reluce, parece encendido en llamas. Es el fuego, es la sangre de sus enemigos. Es Krine.

Un golpe en el rostro. Mi rostro. Caigo al suelo soltando el arma. Una de las bestias avanza con un tosco pero poderoso garrote en sus manos. ¿Es el llanto lo que noto en mi cara? No, es la sangre, es la vida que se escapa por una brecha. Viene a matarme. No conoce la piedad, no conoce la calma. Por unos momentos lo observo con los dientes apretados y somos lo mismo. Ni piedad ni calma. Pero yo tengo la Venganza, tengo la Furia, tengo el Dolor. Mis dedos se aferran de nuevo a mi espada mientras ambos gruñimos. No volverá a alzar sus armas contra un animal, no volverá a amenazar un bosque, no volverá a disparar sus emisarias de muerte…

Lo recuerdo. Recuerdo sus flechas, recuerdo su cuerpo en el suelo. Recuerdo el dolor que le han causado. ¡Aranel!

El Fuego estalla en mi interior. Él se abalanza sobre mí pero no me ve llegar. Mi espada surca su cuerpo presa de la furia. Donde había uno ahora hay dos. Su sangre caliente parece arder en mi rostro. A hierro, sangre y fuego calmaré a la bestia.


Las aves presencian el horror que se da tras esa empalizada de madera. La blanca nieve se tiñe de mares de rojo. El fuego arde, la rabia me consume. Soy una sombra en mi espíritu…

El silencio trae la calma. Ya no hay vida apenas. Sólo un cuerpo jadeante y un espíritu a su lado. Mi pecho sube y baja ansioso. Lucha por recuperar algo de aire para seguir viviendo. Cada movimiento, cada jadeo, cada gesto es una multitud de punzadas de dolor, de tajos abiertos, de heridas ardientes. Caigo de rodillas. Mis manos sueltan el metal que aferraban. Tiemblan violentamente. ¿Calman éstas heridas el dolor que me consume? ¿La rabia que me inunda? Las contemplo mientras se sacuden, tratando de frenarlas en vano.

¿Qué me queda? ¿Qué soy? ¿Cómo he llegado a esto?

Krine se acerca. Tiene flechas clavadas en su cuerpo, espinas de muerte que enloquecen a cada movimiento. Su piel humea, su mirada refulge. Es el Fuego, es la Furia. Mi sangre se mezcla con la suya en la nieve. Somos uno.


Y doce espíritus se elevan en busca del reposo. Y dos no encuentran sino cansancio en esta tierra. La nieve se derrite… las hojas caen… los bosques siguen su curso… Aranel…

Aprieto el puño ensangrentado aún de rodillas. Trato de mitigar ese dolor con otro dolor. Mis ojos se humedecen y alzo la vista desesperada al cielo.

¿Cómo he llegado a esto?

Ahora comprendo tus palabras, Krine…
Claudia

Mensaje por Claudia »

//Vash me has hecho disfrutar muchísimo de la lectura en serio, me encanta tu estilo, muy emocional, hablas de lo que hay bajo la piel y no te refieres a músculo...y es cierto que eres uno, pero con tu personaje, te mereces un aplauso por la comprensión y mimo que denotas en tu pj, y tu rol. Un besito
krlstine

Mensaje por krlstine »

//¡Qué decirte!, ya sabes que me encantan tus escritos :wink:
LokoAlien

Mensaje por LokoAlien »

*Aplaude* Sublime, sencillamente una saga inmejorable.
Esperaremos ansiosos la siguiente entrega *Enmonao*
Kenilow

Mensaje por Kenilow »

Quiero mas, quiero mas *se muerde las uñas* pero yaaaaa!!!!
zuzina

Mensaje por zuzina »

//*aplaude repetidas veces* no tengo nada que decir, creo que el gesto ya lo dice todo, que grande eres!
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