Espejo oscuro

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Elenthyl

Espejo oscuro

Mensaje por Elenthyl »

I. Sombras en el bosque.


Vaho helado, oscuridad cerrada. Una espesa neblina, fría como el hielo, campaba en las profundidades del bosque de Nevesmortas. La noche cubría con su manto a los compañeros.
Fundidos en la espesura animal y elfo guardaban silencio. La pantera macho, negra como el tizón, permanecía encaramada a una vigorosa rama algunos metros por encima de su hermano. El elfo salvaje, sentado ante las grandes raíces del roble, meditaba en silencio.


- No entiendo nada…

Con los ojos cerrados Elenthyl meditaba en completo silencio. Su mente era un torbellino de preguntas sin respuesta. Le costaba entender ciertos temas, relacionar conceptos tan distintos. Todo lo que no fuera caza, persecución, sangre y rama… se le escapaba. Consciente de su incapacidad echaba de menos los destellos brillantes del pensamiento de sus aliados. Cuánto le gustaría contar a su lado con sus viejos amigos, tan capaces… pero Phan, el arrogante archimago, había desaparecido. Aquellas palabras le atormentaban.

- El Padre Árbol… el llanto de la tierra… ¿drows?- Nada tenía sentido para él, tan ajeno a la magia y a los dioses.

Inmóvil y semidesnudo dejaba que el frío atravesara sus fibrosas extremidades, su pecho agitado cedía paso a la calma que precedía a la meditación. Como tantas otras veces que se sentía superado buscaba consuelo y guía en la raíz y la rama. Enterrando jengibre Elenthyl se unía al viejo roble mientras murmuraba palabras tan antiguas como el tiempo y dejaba vagar su mente por los últimos acontecimientos…




…todo empezó algunas lunas atrás, cuando los rumores en el viento obligaron al explorador a abandonar sus carreras por los bosques del Norte. Después de su regreso se había confundido de nuevo con la naturaleza vagando sin rumbo, dejándose llevar sin alejarse esta vez de la Marca Argéntea. Esa inquietud del ambiente, ese latido extraño en la tierra, en los pequeños depredadores que tan bien conocía. Desazón que le empujó, sin saber bien porqué, a reaparecer en el pequeño puesto avanzado de la casa Lanzagélida una fría mañana nevada.

Había encontrado a Lynn y Xae, su hermano y su compañera, nada más volver a la civilización. Hablaban de un ataque drow, de extrañas apariciones, de dobles de aventureros que se enfrentaban a sí mismos en terrible igualdad. Nada tenía esto que ver con la sensación de apremio que le bloqueaba el estómago mientras recorría las profundidades de la floresta helada, pero decidió quedarse y asistir a sus aliados. Lynn parecía realmente afectado tras enfrentarse a varios “clones”, o así daban en llamarlos en la villa. Nada sabían de su procedencia pero el ataque drow posterior a estos extraños sucesos dirigió rápidamente las sospechas hacia la antípoda oscura. Sin duda era una artimaña propia de la sucia raza, tan odiada por el cazador y el arcano.

En los días sucesivos los acontecimientos se repitieron, los dobles se aparecieron sin lógica aparente a diferentes personajes, ya fueran reputados y conocidos como simples viajeros y artesanos que por allí pasaban. La Flecha se reunió de nuevo bajo el arco del anciano y se preparaba para una expedición a las profundidades de las montañas, en busca de información. Quería capturar un drow esperando tener la fortuna de que supiera algo al respecto. En su furiosa belicosidad el elfo salvaje había propuesto ideas aún más arriesgadas, planes de dudosa moralidad para las gentes del bien que fluían sin traba por la percepción abierta del explorador. Guerra y combate, artimañas y traiciones para someter al más artero de los pueblos de Faerun… Traición para el traidor, lanzar sobre ellos a sus enemigos… sin embargo no era ese su destino, al menos no por el momento, pues los acontecimientos se precipitaron en una caótica sucesión.

Mientras ultimaban detalles en la, de nuevo, hiperactiva sede de la Flecha del Destino, otras imágenes había hecho su aparición incluso en el árbol sagrado que daba cobijo y sentido a la organización de los amigos del explorador. Era tan extraño que allí apareciesen esos reflejos oscuros, esos dobles del mal… Aquel era un lugar de paz. Uno de ellos había reproducido a una alumna del maestro arcano, Lynn, llegando a confundirlo, acercándose tanto como para rozarle la mejilla dejando una pequeña marca que casi hace enloquecer al buen elfo. Poco después Destino Último había abatido con su canto una deformada copia del anciano explorador. Todo era tan confuso… Sólo la fe inquebrantable en la amistad de sus compañeros y la presencia balsámica de Xae, la sacerdotisa, había conseguido reconducir la mente del arcano a la lucidez de nuevo. Fue entonces cuando el elfo salvaje volvió a la villa esperando encontrar algo de información, y así ocurrió en apariencia, pues distinguidos personajes de la región conversaban en voz queda junto a la helada fuente del cruce de caminos que daba sentido a la villa. Temiendo ser escuchados marcharon a la sede, a los pináculos arbóreos, donde Lynn permanecía recuperándose de su traumática experiencia.

Reunidos bajo la seguridad de hojas y ramas discutían sobre el origen de las extrañas imágenes, sacadas como si de reflejos oscuros en un espejo maldito se tratasen. Kuzadrepa, el fanático seguidor de Tempus, defendía que eran criaturas capaces de adoptar la forma de quien tuvieran delante. Lynn, en cambio, expuso su teoría de reflejos contrarios y moral invertida, algo tan complicado que Elenthyl no era capaz de entender. Discutían sin cesar, alzando la voz por momentos cuando hizo aparición aquel aventurero buscando refugio para la noche, que ya se abatía sobre las elevadas plataformas donde se sostenía la reunión.

El anciano explorador no lo conocía si bien no fue esto lo alarmante… tras el joven venía una imagen suya deformada por una especie de oscuridad. La aparición sorprendió a todos, incluso a quien copiaba, durante unos instantes. Los precisos segundos que tardó la concurrencia en abalanzarse sobre ella. Sin embargo esta vez era diferente pues la sombra no caía y demostraba tener un aguante sobrenatural. Estaban delante de algo distinto, posiblemente el… ¿líder? Nadie supo asegurarlo, la confusión y la desconfianza reinaban sobre las plataformas arbóreas difuminando la paz que normalmente dominaba aquellas alturas. El ser hablaba de su superior, de una divinidad extraña, se burlaba de ellos, los provocaba… todos gritaban, hablaban a la vez en un maremágnum de confusión, nadie obtenía ninguna información clara sobre lo que estaba sucediendo. Sólo Quarrel parecía mantener la calma, analizando todo con frialdad mientras garabateaba trazos en una desgastada libreta.

El ser convocó la imagen de su diosa sin que los aventureros tuvieran oportunidad de esclarecer nada, jugando con ellos, burlándose y disfrutando de la confusión reinante. La aparición dejó a todos sobrecogidos… una inmensa araña de la que brotaba el cuerpo de una hembra drow. Una draña, la representación de Lloth, diosa de los elfos oscuros, se presentaba ante la atónita concurrencia. Intocable, inmune a magia y espada, mantuvo en vilo a los bravos allí reunidos sin que nadie tuviera ocasión de afrontar aquella amenaza. Carreras, gritos llenaron las plataformas de madera viva, un infierno de caos, nadie acertaba a dañar aquella imagen de odio y mal puro. Lynn se esforzaba en negar la existencia a aquel ser, en una especie de lucha mental, asistido por Xae.

Hasta que el desconocido joven que había traído consigo su oscuro reflejo consiguió colarse debajo del espantoso ser, atravesando su abdomen desde atrás y provocando su colapso. La atónita concurrencia presenció cómo con aquel sencillo movimiento el joven había conseguido reducir lo que poderosos guerreros, arcanos y clérigos no había logrado. El fin de la pesadilla, al menos por aquella noche…

La paz volvió al refugio del explorador durante un breve instante, pues después de aquello las discusiones volvieron a turbar el silencio del gigantesco árbol. Confuso y superado por la situación, Elenthyl se había sentado frente a los restos de aquella aparición, mitad araña y mitad drow, desesperado por encontrar una explicación. Una profunda tristeza se abría paso en su corazón. Había algo que le turbaba profundamente… antes de caer el monstruo había mentado al Padre Árbol, al sufrimiento de la tierra, reclamando como suyos aquellos territorios abandonados de la mano de los antiguos dioses y de sus seguidores.

La Flecha reunía a algunos de los mejores artesanos de la Marca y numerosos aprendices pero, de todos era sabido, mantenía el compromiso de sus fundadores de proteger la vida salvaje y el equilibrio natural, asistiendo a la Garra Custodia cuando fueran reclamados. Aquellas elevadas plataformas eran algo más que un refugio para exploradores, canalizaban la angustia que se extendía por los vastos territorios dominados por la naturaleza, latían con la tierra que cimentaba la sede comercial. Sentado frente los restos de la aparición, con las manos ancladas en la plataforma viva, el elfo salvaje se había visto invadido por la pena y la desesperación. La misma sensación que le oprimía el pecho mientras recorría los bosques buscando un sentido a su desasosiego.

Por vez primera en su longeva vida el elfo salvaje no pudo reprimirse y una lágrima helada resbaló por su mejilla, recorriendo rasgos de madera tosca y punta afilada hasta caer al suelo, provocando ondas de estupefacción en el espíritu del explorador. Sus más fieles compañeros habían sentido el cambio en él y lo contemplaban en silencio, sobrecogidos por la primera lágrima del anciano.


- La tierra llora… a través de mi...

Un pequeño remolino de aire y hojas rodeaba al anciano elfo salvaje mientras pronunciaba estas palabras. Un instante después ya no era el explorador, y un pequeño pixie se deslizaba por el aire helado, perdiéndose en el bosque de Nevesmortas mientras una enorme pantera abandonaba las ramas superiores y lo seguía en su camino, toda la noche, hasta detenerse ambos a los pies del viejo roble, donde ahora se encontraban…



... inmóvil y semidesnudo dejaba que el frío atravesara sus fibrosas extremidades, en su pecho la calma de la meditación. Pasaron las horas sin que nada les molestara, el sol subió y bajó de la carrera celeste sin que Elenthyl lo percibiera. De nuevo llegó la noche mientras la pantera lo protegía.

Un latido en el roble lo sacó de su ensimismamiento. La sombra reaparecía, las raíces le advertían. Concentrado, precisaba la localización sirviéndose de las raíces que todo lo abarcaban. La imagen de un árbol aparecía en su mente… pero… eran los pináculos arbóreos. ¿La Flecha del Destino? No cabían cuestiones en su determinación. Como el viento que agita las copas nevadas, Elenthyl se lanzó a la carrera volviendo al lugar de donde había partido un par de noches atrás.

La sede estaba desierta, sólo el canto de la brisa a través de ramas y hojas cuando llegó de nuevo a las plataformas élficas. Aún quedaban rastros del combate anterior pero allí no había nada más. Elenthyl no se permitía dudar de su intuición salvaje y espero paciente unos instantes. Y una oscuridad mágica se abatió de nuevo sobre el árbol gigante.
Un pase de mano delante de sus ojos, dos palabras susurradas y sus ojos fueron capaces de penetrar la mágica oscuridad. Allí, en el centro del globo de tinieblas, se encontraba una sacerdotisa drow. Allí mismo… en su refugio…

Turbado, el explorador no sabía que decir, era incapaz de decidir la manera de obtener información de aquella hembra drow. No fue necesario, pues finalmente fue ella la que habló.


- Vaya- decía sonriendo- Renegados e infieles se reúnen bajo el mismo… “techo”.

- ¿Infiel?- el elfo salvaje dominaba su creciente furia, su sed de sangre oscura- Yo no creo más que en mí y en la rama que me cobija, repug…

- Renegado es tu título- la sacerdotisa interrumpía al explorador- pues no sigues al único y verdadero dios. Pero no es a ti a quien busco, salvaje. Ella ha estado aquí…

Atónito, Elenthyl asistía al monólogo de su enemiga ancestral. No pronunció palabra alguna, pues resultaba evidente que no sería respondido. Sus brazos se aseguraron instintivamente en torno a su arco, un par de flechas aparecieron en su mano, su mirada buscaba ya la yugular, su respiración se acompasaba para el disparo.

- La traidora infiel… Ella quiere su cabeza, aplastará a cualquiera que se interponga en nuestro camino- la sacerdotisa recorría con la mirada las plataformas arbóreas.

Destino Último cantó, llenando el aire con su nota, pura y espectral. Dos flechas atravesaron el aire, perdiéndose en el bosque sin encontrar impacto alguno. La sacerdotisa se había desvanecido con un destello rojizo, llevándose con ella su oscuridad, dejando tan sólo nuevas preguntas para el elfo salvaje.

- ¿La infiel?

... continuará

Elenthyl Quart´Hadast
LokoAlien

Mensaje por LokoAlien »

Peaso narracion, muy buena Elent*Aplaude*
Horacio

Mensaje por Horacio »

//Bravo! Sencillamente genial :) ¿Qué pasará ahora con esa traidora infiel..? Qué intriga... :)
Superrudo

Mensaje por Superrudo »

Como añoraba los relatos épicos de Elenthyl
Elenthyl

Mensaje por Elenthyl »

II. Mensajeros de los dioses


Los reflejos rojizos de la tarde se extendían por las frondosas ramas de los pináculos arbóreos. Mientras los aromas a frutos maduros ocupaban el aire límpido del bosque de Nevesmortas, una pareja de guardianes contemplaban el espectáculo del atardecer desde su privilegiada atalaya. Noche intentaba atrapar una mariposa boreal con sus garras, reposando juguetón sobre un poderoso brazo del gigantesco árbol de la Flecha del destino. Elenthyl, apoyado en su fiel compañero, reflexionaba en voz alta.

- Ah… fiel compañero, cómo me gustaría cambiar tus garras y colmillos por mis preguntas sin respuesta… quién fuera enorme felino… -su media sonrisa característica destilaba melancolía.

El anciano elfo salvaje seguía dando vueltas en su cabeza a los últimos acontecimientos. ¿Quién sería la infiel? ¿Qué tenía que ver el bosque con drows y reflejos oscuros? Una pausada charla, allá abajo sobre las plataformas élficas, le sacaba de su reflexión. Reconociendo la voz familiar del maestro arcano el explorador se deslizaba, como una gota de lluvia resbalando sobre las hojas, hasta caer de pie junto al buen elfo y su joven interlocutora.

Lynn comentaba a una elfa de rasgos campestres los detalles curiosos de la región. Meiju era su nombre, y así fue presentada ante el anciano anfitrión de aquellas alturas. Tras una breve charla informal los tres coincidían en el extraño latido de la tierra en aquellas latitudes.

Una inesperada visita interrumpió su charla. La dama Iruss se presentaba ante ellos risueña, sus ojos brillaban enmarcados por el carmín de sus mejillas. Les llamaba hermanos, su naturaleza élfica parecía haber superado la dura coraza de guerrera que siempre le acompañaba. Estaba ciertamente irreconocible sin la dura mirada, la fría determinación de la defensora de ley y orden. Venía buscándolos, dijo. Tenía que contarles algo.

Estupefactos escucharon el encuentro de la paladina con, nada más y nada menos, el Padre Árbol. Justo en aquel mismo lugar. Enramado en un Ent, el espíritu natural habló a la dama transmitiéndole un mensaje preciso antes de desvanecerse entre la frondosidad de las plataformas. El bosque muere, los árboles lloran la usencia de sus defensores. Un mensaje de unidad ante la adversidad contemporánea. Todos somos el bosque, nada sobrevive sin él. Palabras que ya tenían muy claras los compañeros pero que alcanzaban un nuevo significado al ser escuchadas de boca del venerable ser, pasando de ser algo obvio a casi un mandato divino. Una fría racha de aire interrumpió la conversación rompiendo la magia del momento.

Tras ellos, de nuevo oscuros reflejos les observaban burlones. Esta vez eran la propia Iruss, escoltada por la otra Elenna, quienes venían a sumirles de nuevo en el desconcierto. Lynn se dirigió a las apariciones mientras el elfo salvaje intentaba controlar su furia animal. La joven Meiju trataba de calmar al anciano desistiendo de controlar su propio miedo y sorpresa ante la situación. Iruss flanqueaba al maestro arcano con las armas desenfundadas. De nuevo, las mismas preguntas.


- ¿Quiénes sois? ¿Qué queréis?


Iruss oscura señalaba uno a uno a los presentes.
- A ti, a ti, a ti… todo. Lo queremos todo…- Con una macabra carcajada desaparecían de nuevo sin rastro, esfumándose en el aire.

Aún no se habían recuperado de la impresión cuando un nuevo visitante irrumpió en los pináculos. Ahora era Kuzadrepa quien venía buscándolos, como si un espíritu empujase a los allí reunidos a encontrarse en aquel momento. El fanático seguidor de Tempus también parecía distinto, una especie de sabiduría sustituía la irracional determinación acostumbrada en su mirada. También tenía un mensaje para ellos.


- Hace dos noches, tras ser atacado por mis deformados dobles en mi propia habitación, emprendí una búsqueda espiritual- decía el maduro clérigo, con voz serena y grave-. Tempus, el Noble Padre, me ha otorgado una visión. Las criaturas a las que nos enfrentamos carecen de vida, maldicen a sus víctimas al tocarlas, como si de aberraciones no muertas se tratara. Y ansían la magia arcana…- miraba directamente a Lynn al pronunciar estas últimas palabras, advirtiéndole-. Ya hemos avisado a la orden de magos, poniéndolos sobre aviso, y…

Tras el mensaje la conversación anduvo por conocidos derroteros. Desesperación ante la falta de conocimiento, la búsqueda consternada de una meta con la que atajar la impotencia que sentían dominaba sus palabras. ¿A quién se enfrentaban? Los dioses no lo habían dicho, sólo constataban su existencia. Al parecer todo aquello tenía alguna relación con las divinidades, y tal hecho hacía aún más difícil su comprensión para el ateo anciano de cresta blanca. Elenthyl había decidido no creer en los dioses mucho tiempo atrás. Lo que otros llamaban Silvanus, para él era la rama y el viento. Su vínculo era con la tierra no personificada. Estaba perdido sin un objetivo para sus flechas.

¿Pero quién podría ayudarles? Las bibliotecas de la zona eran relativamente recientes, comparadas con la historia de Faerun. ¿A quién pedir consejo? Estrujándose la cabeza el anciano recurría a sus recuerdos ante su insuficiente inteligencia. Recordó entonces un encuentro cuatro siglos atrás, cuando aún era un joven elfo orgulloso. Una época de búsquedas del cazador en la que, por inspiración natural, acudió al refugio de los elfos salvajes, allá en el lejano sur. Durante su estancia como defensor armado de Wèldazh, el bosque sagrado, tuvo la fortuna de conversar con un Ent. Recordó su sabiduría milenaria, comunicándoselo a sus compañeros.

Decidieron que sería un buen punto de partida. Descansarían y prepararían un viaje a los bosques del helado Norte con la esperanza de que, en las inhóspitas soledades, un venerable se dignara a aparecer ante ellos. Más difícil era aún que les dirigiera la palabra, que les escuchara, pero en su desesperación les parecía un comienzo accesible para empezar a entender algo de lo que les ocurría. En la mente del elfo salvaje una pregunta permanecía suspendida, aletargada por la acción inminente que le volvía a adsorber. ¿La infiel?

Descendieron al Patio de los Artesanos y comenzaron los preparativos. Allí encontraron a Xae en su templo, meditando concentrada hasta que Lynn la saludó cariñosamente. En otra esquina del patio Elenna quitaba el barro de sus botas mientras buscaba con la mirada a su pareja. Allí había acudido buscándolo. Kuzadrepa acudía a su lado, conversando de temas domésticos en un agradable ejercicio de relajación en medio de la tormenta actual de acontecimientos. El elfo salvaje revisaba su mochila cuando, por el rabillo del ojo, una sombra le hizo ponerse en guardia. No había duda, alguien les espiaba… y esta vez no era una sombra deformada.

Rodeando la posición del agente desconocido, el elfo salvaje se disponía a capturarlo, vivo si era posible. Se acercó lentamente, sigiloso como un gran felino, acechándolo escondido entre los grandes carros de madera del taller de carpintería. Ya casi lo tengo, pensaba, cuando…


BRRRRROOWWWWNNN ¡!!

Un temblor sacudía la tierra, el cielo estallaba en llamas al norte de Nevesmortas. Todos miraron al unísono en la misma dirección. El espía aprovechaba la confusión para escapar en el último momento del acecho del explorador que, con la mirada del combate ya en sus ojos, dejaba de lado la intromisión y apremiaba a los presentes a acudir rápidos al lugar de donde procedía el ciclópeo alboroto.

- Por los nueve infiernos… ¿y ahora qué?


Corrieron unidos como jauría de lobos, mientras la noche caía sobre la Marca Argéntea…


...continuará

Elenthyl Quart´Hadast
elenna

bravo!!

Mensaje por elenna »

bueno ya te lo dije personalmente, dentro del server, pero te lo digo de nuevo :) . Muy buenos tus relatos, me encantan (mas el segundo que me nombras jajajajjajajaja) bueno espero que continuen...
LokoAlien

Mensaje por LokoAlien »

Sublime, sencillamente sublime, narras de una manera simple y fluida, me quito el sombrero.*Reverencia*
Superrudo

Mensaje por Superrudo »

*Mira todo el relato y hace morros* (Ni una brujita loca ni una Tyriana mediana...) >.<
Elenthyl

Mensaje por Elenthyl »

III. Naturaleza desgarrada


Agua y fuego. Aire y Tierra.

El cielo caía sobre sus cabezas.

Como si dos titanes lucharan en las alturas, empleando a los elementos para sacudirse. Sobre la Marca Argéntea llovía fuego que incendiaba el aire, se precipitaba el hielo en grandes bloques. Un viento huracanado azuzaba las llamas de pequeños incendios al norte de Nevesmortas. Una espesa lluvia impedía que se propagasen, anegando las tierras, convirtiendo la ceniza en barro. La confusión había alcanzado su clímax. El combate de los cielos pronto se reflejaba en la superficie de Faerun.

Hordas de seres infernales salían de los bosques lanzando gritos de ultratumba. Los aventureros de la región se concentraban frente a la frágil empalizada del puesto avanzado, sin orden ni concierto, una maraña de anarquía.

Caos.

Sólo los dioses saben cómo fue posible rechazarlos. La falta de orden y concierto provocaba que unos se hirieran a otros, nadie era capaz de sobreponerse al griterío, aquello era una turba enloquecida. Pero embate tras embate las hordas eran rechazadas. Numerosas bajas en ambos bandos atestiguaban la violencia del encuentro. Volvía a caer la nieve, copos ennegrecidos manchando la tierra.

Después de luchar toda la noche se hizo la calma. La muerte había extendido su manto fúnebre por el bosque que lindaba al norte con el enclave aventurero. Una luminiscencia helada, azul y densa como el plomo, impedía ver más allá de unos pocos metros. Sin previo aviso la espectral aparición se mostraba de nuevo ante ellos. Lloth estaba allí, la gran draña les miraba sonriente.

De nuevo agitación y respiraciones entrecortadas, otra vez los héroes ocupaban sus posiciones desordenadas. Flechas y proyectiles mágicos no acertaban, las espadas chocaban contra un muro, nada alcanzaba la espantosa aparición. Sumido en el caos de las filas de los aventureros, un poderoso arcano conjuraba. Lynn, flanqueado por Elenthyl y Xae, se concentraba en la aparición, reunía magia en sus ser, la lanzaba finalmente provocando de nuevo un repentino silencio y asombro. La gran draña era ahora una fantástica escultura de piedra, inmovilizada por la magia del maestro.

Callaron los arcos y descendieron los metales, sustituidos ahora por una batería de preguntas sin concierto. Todos querían saber a qué se debía la terrible visita. Todos lanzaban ahora interpelaciones a la pétrea efigie, ignorando que los dioses no responden. Lloth le hablaba a la masa más por diversión que por dar una explicación.

Las palabras se materializaban en sus mentes, los labios de piedra no se movían.


“Marchaos, o seréis destruidos. Uníos a mí, o dejad de existir. ¿No habéis atormentado mis dominios durante años con vuestras frecuentes invasiones? ¿No bajáis al lugar que llamáis pozo, esquilmando mis posesiones? Las tornas se vuelven, ya nadie os protege. Desapareceréis ahora y todo será ahora mío”. Su carcajada llenaba los restos del bosque destruido por la batalla mientras el demonio araña se esfumaba en el violento vendaval.

Ceniza suspendida en el aire, hojas muertas arremolinadas en pequeños torbellinos aquí y allá. Y en medio de la confusión, un resquicio de paz. El aire caía a tierra formando un círculo, alrededor de un anciano. El viejo explorador, sentado sobre sus piernas, se balanceaba adelante y atrás mientras la furia se detenía a su alrededor. A su lado Destino Último se mantenía en silencio. Elenthyl había caído en trance, poseído por el espíritu natural.

Inmediatamente se percataron sus compañeros, sólo sus más fieles amigos se preocupaban por el elfo salvaje, tal era el egoísmo de los allí reunidos. De los labios de roble del cazador surgía ahora una retahíla incesante… una sola palabra en el antiguo idioma élfico… Ayuda.


Ililwyse… Ililwyse… Ililwyse… ¡AYUDADME!

La hierba renacía a su alrededor, al tierra recuperaba su color allí donde se balanceaba incesante, adelante y atrás, más allá de la realidad. Poco a poco cesó el barullo y en torno a la letanía se reunió la hueste de aventureros. Lynn, Xae, Iruss, Dardo, Meiju, Nawen… elfos y exploradores rodeaban al arquero anciano. Al fin, en medio de la confusión, la esperanza tomaba forma de orden y paz, círculo de serenidad.

Justo a tiempo, pues el ataque se redobló con intensidad. De nuevo surgieron de lo que quedaba del bosque ejércitos infernales, drow sedientos de sangre, demonios con la destrucción marcada a fuego en sus ojos llameantes. Reunidos en torno a Elenthyl sus amigos resistían, rechazaban los embates una y otra vez, contenían como rompeolas la marea de maldad que azotaba la Marca Argéntea intentando alcanzar al anciano. La unión hizo la fuerza. El último ataque fue rechazado a un alto coste. Las bajas eran numerosas, algunos aliados del explorador yacían a sus pies abatidos, desviando con sus propias vidas los ataques dirigidos al indefenso elfo sumido en el éxtasis divino.

Y Elenthyl abrió los ojos. Un susurro se escuchó en la lejanía. Ramas quebradas, pasos en la devastación. Del erial de árboles derribados, de las llamas de lo que un día fue bosque frondoso, surgía una figura envuelta en la bruma. Inmensa, se hacía vivible poco a poco ante la sobrecogida audiencia. Exhausto por el esfuerzo, al anciano elfo salvaje tuvo que apoyarse en el hombro joven de Dardo, mientras Lynn se felicitaba por la consecución de la victoria y atendía a su hermano espiritual. Los clérigos atendían a los caídos, arrogantes guerreros y magos ciegos de soberbia se atribuían en triunfo. Un breve momento de unidad de nuevo desgajada por la intolerancia y el egoísmo, el afán de protagonismo.

El susurro se convirtió en pesado martilleo. Pasos, el suelo retumbaba. Un gigantesco árbol de hojas marchitas parecía avanzar hacia ellos. ¿Parecía? Avanzaba, lentamente, arrastrando las raquíticas extremidades. El poderoso Ent se mostraba, el Padre Árbol les hablaba.


Ya… no están. Los protectores se han ido… os han… abandonado… Brwoummm…

Hablaba lentamente, milenios de vida no tienen prisa por pronunciar. Sus palabras se extendían como la brisa de otoño, llenando cualquier mínimo resquicio. Sílabas largas como el invierno. Aroma a flores marchitas que les envolvían.

La dama elfa… el humano creyente… tú, anciano salvaje… a vosotros os pedí ayuda… a través de… vuestros dioses… Ahummm…


Las miradas se desviaban ahora hacia Kuzadrepa, de nuevo sobre Elenthyl. Alguien identificaba a la dama Iruss como la mencionada.


¡El… equlibrio! Ya… no existe… Rahbummm… destruido…

Hojas marchitas se desprendían del Ent agitado por el viento. La profunda melancolía de sus palabras hacía llorar a algunos. El elfo salvaje bajaba la mirada ante el venerable ser.

Matais… haceis daño… Brwommm… por… ¿placer… ?Ehummm…

La vidriosa mirada del Ent recorría la multitud, deteniéndose sobre cada uno de ellos un eterno instante, continuando su discurso desesperado y lento como el paso de los siglos.

¡Cada una… de mis partes!... Sihmmm… Bosque… Río… forma parte de… vosotros… Uhommm… ¿No coméis…? ¿Qué… empuñáis? Barabummm… Estoy… ahí…

Sobrecogidos, escuchaban la interminable retahíla de sonidos guturales mientras una rama que parecía ser inmenso brazo les señalaba con su reseca madera.

Odio… Venganza… No… Nohommm… amaros… debeis… Vacummm…

Avanzaba ahora un paso, recorriendo varios metros sin esfuerzo, lentamente se acercaba a los aventureros reforzando su impresionante visión con la cercanía.

Si muero… Ohummm… la vida… no será… ya… vida… Uníos…


Sus palabras atronaban en los corazones dispuestos a escuchar. Otro paso más, y el Padre Árbol se encaraba con el debilitado elfo salvaje.


Viejo elfo… ¡busca!... a quien te llama… hermaaanooo…

De nuevo se levantaba una violenta ventisca cegadora que, al cesar, reveló la marcha del majestuoso Ent. Más allá de sus fuerzas, consumido por el vínculo, Elenthyl se desmayaba en brazos de sus aliados. El sol comenzaba a elevarse, mostrando la traza de la destrucción, sobre los helados páramos de la Marca Argéntea…


...continuará

Elenthyl Quart´Hadast

//Acuciado por lo familiar de estas fechas, estaré ausente del servidor unos días. Mas no temáis, regresaré para terminar de escribir esta historia que se desarrolla sin pausa en el servidor. Gracias por vuestra paciencia, como ya os he dicho en alguna ocasión escribo para vosotros. Hasta pronto!
LokoAlien

Mensaje por LokoAlien »

Desde aqui te deseo unas Felices Fiestas.

Gracias por otrogarnos lo que sin duda es un regalo para la vista, la imaginacion y la mente, tus escritos.

Hasta pronto Elenthyl.
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