Sereg, hermano del montaráz caido

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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Petrucci23

Sereg, hermano del montaráz caido

Mensaje por Petrucci23 »

Preludio
El entrenamiento:

“¿Que no lo ves Dae? ¡Son tus cimitarras! No tengo oportunidad contra Luna y Jade… No con estos fierros, al menos…” – Se escuchaba una voz replicar, casi desesperada, en el claro de algún bosque perdido en el horizonte.

Y las quejas venían de la boca de un joven semielfo, Sereg. Su boca, escondida tras una barba mal cuidada, estaba rota por el exhaustivo combate. Y su cabello negro y enmarañado escondía unos ojos color café rodeados por ojeras de cansancio y una cicatriz que atravesaba su rostro justo sobre la cuenca del ojo derecho.
“Las armas no hacen al guerrero, Sereg”-, Le respondió la figura que le acompañaba. Esta estaba cubierta por una capa satín negro, todo menos la cara. Esta demostraba como Dae era otro semielfo, pero este más cuidado de su apariencia. Una cola de caballo al final de su cabeza ataba un cabello que de cualquier otra manera sería totalmente rebelde, dejando escapar un par de cabellos que caían sobre sus sobrenaturales ojos que se asemejaban extrañamente a un dragón.
En sus manos blandía dos cimitarras gemelas, de manera invertida. Ambas muy finas y de escultura delicada, pero de todas maneras mortales. La que blandía a su derecha brillaba con un plateado comparable solo a Selene y la de su izquierda emitía un resplandor verde oscuro que hipnotizaba de ante el baile de manos de su dueño. Luna y Jade, las hermanas gemelas.
“Las armas no son más que una extensión de la virtud del guerrero”- Decía Dae, mientras le lanzaba ambas cimitarras a los pies de Sereg y sacaba una daga de su bota.
“Recógelas”- Desafió a su aprendiz-“Recógelas y úsalas.”
Sereg, sin saber exactamente que estaba sucediendo, guardó sus propias cimitarras en su cinto y levantó ambas armas. Al empuñarlas sintió su ligereza y balance perfecto, como los años no las habían consumido como si fuesen un trozo de madera dejado a pudrirse, sino asemejándose a un buen vino, estas armas encontraron la manera de mejorar junto a su dueño. Obras maestras en definitiva.
“Pero Dae… Estas son TUS cimitarras, no cualquier arma. Est-” – Y se detuvo al instante. Estás seguro de poder ganarme así fue lo que pensó, pero no se atrevió a decirlo.
“Atácame” – Le gritó Dae a Sereg, empuñando no más que una daga cualquiera.
Sabiendo mejor que preguntar dos veces Sereg se lanzó con cada arma a uno de sus flancos. Utilizando a Jade para bloquear la esperada estocada de la daga y abrir la defensa de Dae, utilizó a Jade para arremeter al brazo izquierdo de Daedelath, que se veía aparentemente desprotegido. Fue en ese momento que Dae usó la misma mano derecha para detener el corte que habría podido costarle su brazo entero y con la velocidad que solo un asesino puede poseer, hundió su rodilla en el estomago del desprevenido Sereg, mandándole directo al suelo, tosiendo y asfixiándose.
“Las armas no hacen al guerrero, Sereg, son solo una extensión de su virtud” – Repitió Dae mientras le tendía la mano a su aprendiz para ayudarle a incorporarse.
“Conócete a ti mismo primero hermano, luego a tu oponente. Lo ultimo que te debe preocupar son tus armas.” –Dijo Dae como lección del día y Sereg asintió
Petrucci23

Mensaje por Petrucci23 »

//No soy muy bueno en esto de las historias, asi que mejor la voy posteando poquito a poco
Elenthyl

Mensaje por Elenthyl »

Lo difícil ya está hecho: empezar. Ánimo! no es un mal comienzo ^^

Elenthyl Quart´ Hadast
Petrucci23

Mensaje por Petrucci23 »

//Tratamos de hacer las historias tanto de Dae como de Sereg una sola y esto es lo que nos salió: La historia de Sereg contada por Daedelath asi cierran ambas historias.

*se ven dos figuras sentadas al lado de una fogata, en medio de un claro del bosque de Nevesmortas. Una figura alta y corpulenta y la otra esbelta y delicada. Cubiertos por la luz de la luna, hablan:*

Supe de él y su paradero gracias a la ayuda de una pequeña cofradia de ladrones en Calimport. A cambio de un pequeño trabajo que involucraba a un sacerdote elfo me dieron locación del joven halcón...

En esos monentos estaba siendo el objeto de entretenimiento y ocio de los arcanos en algun lugar de Thay. Pero la historia de mi hermano no comienza comnigo, ni con los magos. No, esta historia comienza con nuestro padre de sangre y unico vínculo fraternal: Aran, el Tigre Tuerto, otro de tantos bárbaros nomadas que recorren Faerun.

Aran era un viejo perro de guerra, golpeado por el pasar de los años cuando por fin logré dar con él. En sus tiempos, decian los de su tribu, era un gran guerrero en el campo de batalla, y yo sabia que era un monstruo fuera de él. Pero cuando lo encontré ya había perdido la batalla que todo guerrero, por mas bravo, ha de perder al final. LA edad lo consumía. Los golpes que daba el padre tiempo fueron demaciado para él. Un cruel pero merecido destino.

Tras de hablar unos días con él, no solo supe de Sereg, sino también de sus extrañas ideas sobre "limpiar el alma de las brujas", un pseudo-ritual que consistía en despojar a la primera mujer, elfa, enana, gnoma o lo que fuese (no tenia gustos muy limitados...), que se crusara en su camino de sus ropas y... bueno... asi nacimos Sereg y yo, haste una idea.

Tambien mencionó un detalle muy interesante, solo dos habian sobrevivido a la "limpieza del alma" que él con tanto pesar daba. Lywnis, mi madre, y otra más. Sobrará decir que no lo maté, envejecer, inutil y defecandose en la propia cama donde duerme, come y vive es mayor tormento para lo que fue un hombre de guerra que cualquier muerte, por mas lenta que sea.

Fue entonces que busqué rastro de la segunda sobreviviente. Y di con la cofradía, quienes muy amablemente, cobraron mandandome a matar a Astinus, mi tío... Otra historia para otro momento... *Una leve sonriesa aparece en la faz de Dae*

La madre de Sereg murió dandole vida, y sus familiares. Odiandolo por ser una mala semilla ya la causa de muerte de su madre, lo entregaron a un grupo de humanos, y estos lo vendieron a los Magos Rojos a cambio de oro. Estos humanos tuvieron una muerte... interesante.

Tardé 13 años en encontrarle, 5 meses en infiltrarme en Thay como mercader de esclavos, 3 semanas en averiguar donde lo tenian preso y 4 horas para liberarle y 2 segundos en matar al mago dueño de su celda.

Le enseñé todo lo que sé, todo lo que soy. Desde rastrear poniendo atención en las hojas secas vueltas en el camino o la nieve y distinguir como se ha movido con el transcurso del tiempo, como un montaráz no será encontrado si no lo desea y de como los animales respetarán tu andar si respetas el vuestro.

Tambien los secretos de como encontrar y aprovechar los puntos debiles de cada ser vivo, como paralizar o matar de un solo golpe...

Luego llegó el día en que no tuve más que enseñarle. El día en que todo mi conocimiento fue transferido a mi hermano, y el mismo día de mi primera señal de vejez...

Ese día le hice prometer que buscaría paz, lejos de la venganza de a Thay o a nuestro padre. Que buscaría paz en en el único lugar donde pude encontrar cierta medida de la misma, que forjaría su propio destino, diferente al mío. Que buscara a mis mentores y amigos, ellos le ayudarían a hacer un inicio.

Luego finjí mi propia muerte, con la ayuda de unos cuantos drow que estuvieron más que contentos cuando los contraté anonimamente para matarme. Nunca embosques un asesino... no es buena idea...

La muerte de un viejo lobo del bosque para que un joven halcón alzara vuelo.

Esa es nuestra historia Aranel. Asi nos encontramos y nos separamos. Que tengas seguridad y paz, con un suave viento siempre a tu espalda.

*Con esa despedida, Dae se levanta y comienza a emprender su camino al norte.*

Una ultima cosa... *se vuelve justo antes de desaparecer entre la vegetación* Es una larga historia... creo que te daría pereza contarla nuevamente, no?

*le guiña un ojo, luego alza la mano en despedida y finalmente desaparece*
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