La Extraña compañía ya me está bien gracias.
Drows en la oscuridad
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Zborze
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Re: Drows en la oscuridad
¿Susto o muerte?
La misión era bien clara. Llegar hasta el oasis del desierto. Una misión muy difícil para un Rivvil, pero más para alguien de nuestra raza. Desde bien pequeño me gustaron las dificultades, pero esta vez era algo más que eso.
Comencé mi camino, siempre sigiloso y arropado por la oscuridad de aquellos tenebrosos laberintos. Ninguna criatura fue consciente de mi presencia, tampoco iba a perder el tiempo, ni delatar mi posición. Pero algo extraño sucedía, un par de minotauros estaban fuera de su fortaleza, incluso una planta más arriba.
No era extraño, un sucio rivvil había osado adentrarse para robarnos el mineral y había llamado la atención de aquellos minotauros. Momento idóneo para lanzar una oscuridad y ayudarme de aquel amasijo de músculos. Esperé el momento preciso para atacarle mientras luchaba desprevenido. Muchas protecciones mágicas le cubrian, pero aún así conseguí herirle.
Mi sorpresa fue cuando aquella bola de grasa se avalanzó sobre mí, dejando escapar al rivvil. Yo, no podía permitir eso. Me desvanecí entre la oscuridad y deje al minotauro que estrellara su hacha contra el suelo, ganando tiempo mientras perseguía al intruso.
Correteó como pudo con el otro minotauro a su espalda, sus fuertes pisadas me guiarían el camino. Allí, pude encontrarlo otra vez, esta vez, pude observa el temor en su rostro. El temor que se siente cuando estás apunto de morir. Cuando quise darle el último golpe... Desapareció. No le ví más. La próxima vez no te escaparás...
Después continué con mi misión.
Tres días después, volvería a aquel lugar con un esclavo. Parándonos en seco ante la cuerda que dá hacía la luz, dí por finalizado el viaje, ya no me serviría de más.
Su sangre chorreaba por la profunda herida de su cuello, antes de que dejase de respirar, clavaría mi daga en su cabeza y partiría el mango dejandolo junto con su cadáver. Sentado junto a la cuerda y con la cabeza ladeada levemente, esperaría la visita de otros cómo los suyos.
La vuelta sería más fácil, gracias a la inmensa oscuridad.
La misión era bien clara. Llegar hasta el oasis del desierto. Una misión muy difícil para un Rivvil, pero más para alguien de nuestra raza. Desde bien pequeño me gustaron las dificultades, pero esta vez era algo más que eso.
Comencé mi camino, siempre sigiloso y arropado por la oscuridad de aquellos tenebrosos laberintos. Ninguna criatura fue consciente de mi presencia, tampoco iba a perder el tiempo, ni delatar mi posición. Pero algo extraño sucedía, un par de minotauros estaban fuera de su fortaleza, incluso una planta más arriba.
No era extraño, un sucio rivvil había osado adentrarse para robarnos el mineral y había llamado la atención de aquellos minotauros. Momento idóneo para lanzar una oscuridad y ayudarme de aquel amasijo de músculos. Esperé el momento preciso para atacarle mientras luchaba desprevenido. Muchas protecciones mágicas le cubrian, pero aún así conseguí herirle.
Mi sorpresa fue cuando aquella bola de grasa se avalanzó sobre mí, dejando escapar al rivvil. Yo, no podía permitir eso. Me desvanecí entre la oscuridad y deje al minotauro que estrellara su hacha contra el suelo, ganando tiempo mientras perseguía al intruso.
Correteó como pudo con el otro minotauro a su espalda, sus fuertes pisadas me guiarían el camino. Allí, pude encontrarlo otra vez, esta vez, pude observa el temor en su rostro. El temor que se siente cuando estás apunto de morir. Cuando quise darle el último golpe... Desapareció. No le ví más. La próxima vez no te escaparás...
Después continué con mi misión.
Tres días después, volvería a aquel lugar con un esclavo. Parándonos en seco ante la cuerda que dá hacía la luz, dí por finalizado el viaje, ya no me serviría de más.
Su sangre chorreaba por la profunda herida de su cuello, antes de que dejase de respirar, clavaría mi daga en su cabeza y partiría el mango dejandolo junto con su cadáver. Sentado junto a la cuerda y con la cabeza ladeada levemente, esperaría la visita de otros cómo los suyos.
La vuelta sería más fácil, gracias a la inmensa oscuridad.
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Si no puedes remediarlo, por lo menos ¡FLIPALO!
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