-“Lady Jaina, un hombre ha solicitado hablar con usted, como comento que le conocía lo acompañe hasta su habitación donde le esta esperando ahora mismo.”
Al oír lo que acababa de decirle el caballero Jaina no pudo evitar sorprenderse, era una grave infracción al protocolo de seguridad.
-“¿Quién es ese hombre que afirma conocerme, cual es su nombre? “Le pregunto Jaina al guardia.
-“Lo ignoro milady, no se lo pregunte, ni él me lo dio.” Contesto el caballero algo extrañado, como si el mismo no se creyera lo que había hecho.
-“¡Por Torm!” Exclamo Jaina “¿Me esta diciendo que ha permitido el acceso a mis aposentos a un desconocido?”
-“Lo siento Lady Jaina no sentí maldad en él incluso me pareció digno de confianza reconozco que no se porque pensé eso, aceptare cualquier castigo por mí error.” Contesto el caballero algo afligido.
-“No se preocupe, veremos si su confianza en él esta justificada, siga con su guardia.” Dijo Jaina, acabando la conversación a la vez que avanzo con paso decidido hacia la escalera que llevaba a los aposentos de los caballeros seguida de cerca por Nerea.
De frente a la puerta de su habitación Jaina se paro, miro de reojo a Nerea la semi-dragón que le devolvió la mirada, ambas mujeres se desplegaron a cada lado de la puerta prestas a desenvainar sus armas con la mayor rapidez posible, tras unos momentos, por fin Jaina llamo a la puerta. No hubo contestación con lo cual la abrió, la habitación estaba sumida en una extraña penumbra, oteo el interior en busca del extraño hasta adivinar su presencia en una esquina casi oculto entre las sombras.
-“Pasa Jaina te estaba esperando.” Dijo el hombre.
La paladina frunció sus cejas extrañada ante tanto misterio y tras unos segundos se decidió a entrar, dando unos pasos dentro del cuarto, Nerea se apresuro a seguirle pero de repente la puerta se cerro ante sus morros y a pesar de los esfuerzo de la semi-dragón le fue imposible volver a abrirla. Iba a golpear la puerta cuando algo la tranquilizo y sintió el deseo de irse al jardín de la Orden a meditar.
Dentro Jaina no se percato ni que la puerta se había cerrado ni que Nerea ya no estaba con ella, su prudente y desconfiante actitud hacia quien estaba en la habitación desapareció nada mas entrar, al igual que la penumbra. El hombre llevaba una armadura completa con el yelmo puesto y el símbolo de la furia leal en su túnica.
-“¿Quién sois?” Acabo diciendo Jaina.
-“No temas Jaina, solo soy un mensajero, quien me envía a seguido tus progresos por la senda que has elegido desde tu temprana edad, complaciéndose con las decisiones que has tomado, es hora de que recibas tu bendición.” Le contesto
Jaina no conseguía entender muy bien lo que quiso decir solo sabia que el hombre le inspiraba una total confianza, de el emanaba un aura de bondad que pocas veces había sentido con tal intensidad, ni siquiera entre sus compañeros de la Orden.
-“Debes de sentirte cansada Jaina porque no te recuestas en tu cama, debes descansar.” Siguió el hombre.
Su voz sonaba serena y sincera, resultaba difícil ignorarlo así que Jaina se sentó en el borde de su cama y miro de nuevo al hombre como buscando su conformidad para seguir, este asintió con la cabeza haciendo que la paladina de Torm se tendiese por completo en su cama, la cual había abandonado hace poco.
-“Cierra los ojos.” Le susurro el mensajero.
Y así lo hizo Jaina, no supo si se durmió, ni cuanto tiempo transcurrió hasta que volvió a oír la voz del mensajero que le decía que abriera los ojos de nuevo. Seguía tumbada en su cama, sin embargo cuando se incorporo pudo comprobar con gran sorpresa que su cama ya no estaba en su habitación. El paisaje era montañoso y no muy lejos diviso una fortaleza de donde salía una columna de soldados. El monte parecía tener grandes dimensiones sin embargo rápidamente se dio cuenta que aunque el lugar albergaba otras dos montañas de dimensiones parecidas en el medio de las tres había una aun mayor, reconoció el lugar por las clases de teología impartidas por la sacerdota Ariel. La montaña del centro era el monte celestial y las otras tres eran la corte, el corazón leal y el martirio; los reinos de Tyr, Torm Y Ilmater. Estaba en el plano celestial de la casa de la triada. Jaina sintió su corazón latir con fuerza por la emoción que la sumergía. ¿Era un sueño o acaso estaba realmente allí?
El mensajero se acerco y sin mediar palabra señalo hacia un precipicio situado detrás de ellos, su brazo se alzo para acabar indicando lo alto del precipicio. Allí Jaina pudo distinguir una figura, esta también iba equipada con una armadura completa en su mano izquierda empuñaba un espadon que brillaba intensamente. Al percatares de la presencia del mensajero y de Jaina alzo el brazo derecho, con la mano abierta y la palma hacia delante, como si de un saludo se tratara. Para la paladína fue algo más que un saludo reconoció en la figura su patrón: Torm, la furia leal. Se arrodillo e inclino la cabeza de forma respetuosa, El mensajero hablo.
-“Como te he dicho se ha observado tu cumplimiento con el deber, tu esfuerzo para mantener la ley y el orden ante todo, tu sentido de respeto y obediencia hacia lo establecido y tu lucha contra la corrupción y el mal. Por ello mi señor te nombra su paladina-campeona.”
Jaina levanto la cabeza sorprendida por esas últimas palabras.
-“Recibe la bendición de Torm a través de mi Jaina”

Una bola de luz se creo delante la mano de derecha de Torm dirigiéndose posteriormente hacia la paladina alcanzándola en el pecho, no sufrió ningún dolor físico pero sintió como de repente una aura de energía la rodeaba otorgándole una mayor fuerza, mayor protección, mayor seguridad y confianza: La bendición de una deidad.
A continuación el aire crepito delante de Jaina y algo empezó a crearse de la nada, el objeto parecía ser consumido por unas llamas de color amarillo, hasta que adopto su forma final: una espada.
-“Tu fe en la furia leal te ha hecho merecedora de una espada divina paladina, tómala y úsala sabiamente para castigar a tus enemigos.” Le dijo el mensajero.
Jaina agarro la empuñadura de la espada y la alzo hacia Torm, la deidad como respondiendo al saludo alzo igualmente su espadon “el vinculo del deber”.
-“Debes regresar con los tuyos Jaina, tu tiempo aquí todavía no ha llegado.” Afirmo el mensajero mientras le señalaba la cama.
Jaina entendió y se tumbo de nuevo en la cama mientras echaba una última mirada hacia la figura en lo alto del precipicio.
-“no me has defraudado hija mía.” Esas palabras las acababa de pronunciar el mensajero, Jaina giro rápidamente su cabeza hacia el otro lado donde el estaba situado, se había quitado el yelmo y la paladina reconoció su rostro, a pesar de que muchos años habían pasado desde que lo vio por ultima vez.
-“¡Padre!”
Una brillante luz lo ilumino todo y la paladina cierro los ojos.
-“¡Jaina, Jaina!”
A la vez que oyó su nombre sintió un fuerte dolor en su mejilla, abrió los ojos para descubrir que se encontraba en su habitación teniendo a Nerea delante de ella, la cual le acababa de propinar una fuerte bofetada.
-“Jaina, ¿estas bien?” Le pregunto la semi-dragón. “Estaba meditando en el jardín, cuando de repente me acorde que estabas aquí.”
La paladina tenia en su mano la espada divina, se levanto de la cama acercándose a la cómoda donde dejo la espada con gran respeto.
-“Estoy bien, no te preocupes.” Dijo mientras miraba la espada.