Capítulo uno: Castigo de dios.
Era mediodía, y una nieve fina caía desde el cielo, convirtiéndose en agua chispeante antes de llegar al suelo. Los héroes estaban cansados, pero a Ariel, la pequeña y rubia sacerdotisa de Tyr, se le había metido en la cabeza que tenían que hacer una parada para rezar. Era una mediana rápida y fuerte a pesar de su diminuto tamaño, y cuando se le metía algo en la cabeza no paraba hasta que lo conseguía. Allí también estaban Crim, un chico alto y delgado que siempre vestía de negro, cubriendo su cabello plateado con una capucha, y Bandar, que como siempre llevaba una capa y una capucha verdes. También estaba Nora, una humana muy joven que se envolvía en su capa negra para no pasar frío.
Por allí pasó un pescador con una capucha y con un montón de peces colgados de una cuerda; todos aprovecharon para intentar huir de las responsabilidades religiosas, y fueron a presentarse y a interesarse por como había ido el día de pesca. No sirvió de nada: Ariel les obligó a arrodillarse y a empezar a rezar a Tyr.
Como Nora no quería enfadar a su amiga, también se arrodilló. Sin embargo, en vez de pensar en Tyr, se puso a pensar en una cerveza clarita con limón, tan refrescante, tan rica… después de un día de aventuras, lo que necesitaba era eso: una clarita. No quería pasarse arrodillada tanto tiempo, pero si luego podía ir a beberse su clarita y a dormir en un colchón de plumas, todo iría bien. Mientras todos a su alrededor rezaban devotamente, ella seguía con su plegaria personal a la clarita de limón… hasta que el suelo empezó a temblar.
Nora, con la cabeza pegada al suelo, se levantó un momento sobre sus manos. - ¿Qué es ese ruido?-, preguntó. Sus amigos estaban a su alrededor, postrados también, pero ella era la única que tenía el culo en pompa en aquel momento. Entonces miró atrás… y pensó que nunca más volvería a insultar a Tyr pensando en bebidas refrescantes cuando le rezaba. ¡Un jabalí había salido del bosque e iba corriendo hacia su trasero con los cuernos por delante¡.
El golpe fue tan fuerte que Nora salió volando sobre Bandar y calló sobre la barriga a tres metros de distancia. Crim, que estaba rezando al lado, tuvo los reflejos de saltar sobre el jabalí, y mientras Nora corría a cuatro patas perseguida por el gorrino, Crim lo frenaba agarrado a él como una garrapata. Finalmente, el chico del pelo plateado consiguió apuñalarlo varias veces hasta que calló al suelo y dejó de perseguir a Nora.
Ese día, Nora aprendió que cuando se reza no se deben pensar tonterías, así que ganó tres cosas: un sano respeto a Tyr, un nuevo amigo que le salvó del gorrino, y un cardenal en el trasero que no la dejó sentarse en los tres días siguientes.
Cosas que le pasan a Nora.
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