El hálito quebrado (Adalys Melve' tner)

[_Gominolas_]

Unos cuantos pasos más y llego, las campanas ya han doblado por segunda vez dando el último aviso, acelero el paso y mis pies se enredan con la túnica, la cual duplica mi tamaño. Nunca tuvieron antes una novicia de tan corta edad, abro lentamente la puerta pero un crujido de su vieja madera me delata, miro levemente al sacerdote y me coloco donde previamente habíamos ensayado.

La estancia no estaba concurrida pero fue suficiente para perderme de forma inconsciente en los detalles de los presentes. Habíamos diez; seis mujeres y cuatro hombres, ninguno de ellos parecía tener bulto de portar arma alguna, excepto uno de ellos una pequeña daga, seguramente usada para la comida en el bolsillo interno de la camisa. No eran más que nobles campesinos con la mirada tan transparente como la pila bautismal que tenía delante.
Bastaría con un tajo seco bajo la rodilla del más bajito en el claroscuro que dejaban los candelabros para dejar su cabeza a la altura de mi daga y conseguir controlar al resto, sin darles tiempo a pensar de cómo una niña de apenas ocho podía llegar a algo así.

Acabado el salmo, me apresuro a cambiar el libro del atril y pasar el dedo por la pagina marcada, dejándolo abierto en la misma con un leve salto. El sacerdote comienza a entonar un sermón sobre la importancia de la unión entre nosotros y la familia….Ah la familia, mi concepto distaba tanto de lo que el sacerdote relataba, todo tan idílico, tan feliz, qué utopía.


Y es el que el mal comparte lecho con el bien más de lo que pensamos…


Aunque yo tardé bastante en darme cuenta de ello y percibir que caminaba al filo de una navaja demasiado afiliada.
Ser una Melve' tner va más allá de una relación de amor y cariño. Es sacrificio, es exigencia, es perfección. No se consigue contentar al príncipe de los asesinos fácilmente, y mucho menos cuando él, es tu propio padre.

Adornado a modo de juego con tintes macabros mi entrenamiento avanzaba rápidamente sin ser consciente de mis actos más allá de la recompensa de afecto que conseguía por ellos. En algunas ocasiones con tintes más amargos cuando mi madre no se encontraba en casa.
Mi hermano y yo, éramos ataduras insalvables para dos espíritus tan libres e indómitos. Todo con ellos resultaba siempre muy intenso, tanto los buenos y breves momentos como los más desafortunados. Cada impulso te zarandeaba sin entender porqué.

La ceremonia ya está dando su fin y ahora el clérigo atenderá las peticiones de los presentes. Donde en otros pasan para pedir limosna aquí es la iglesia la que intenta aliviar su pesar aun a expensas de sus propias necesidades. Voy sirviendo agua para ayudar a que baje el mendrugo de pan muy similar a un trozo de carbón. El clérigo ofrece su parte a unos niños que se acaban de unir seguramente ya acostumbrados a hacerlo.

Uno de ellos me mira y parece que lo estoy volviendo a ver, a él, con su mirada inocente, penetrante. Salgo de la sala apurada y dejo la puerta cerrada tras de mí, como si todo el mundo en aquella sala se hubiera enterado de mi atrocidad. Y mi mente vuelve a volar al sur de Nevesmortas, los niños correteaban, las niñas recogían flores y cantaban, mientras yo iba camino de casa observándolos con cierta envidia. De pronto, noté unas sombras que oscurecieron mis pasos, eran dos niños que de forma engreída querían que les pagase para dejarme pasar.
Les dije que se apartasen tranquilamente, de lo que se acabaron riendo y haciendo gestos jocosos a mi costa. Adelanté un par de pasos ignorándolos y uno de ellos me tiró al suelo de un empujón.
Había permitido que invadiera mi espacio, me había dejado sin margen de actuación, en ese momento hablaban las lecciones de mi padre en mi cabeza, y mis manos se volvieron ejecutoras de las mismas.
Extrañamente a lo que pudiera parecer, me di la vuelta y los dejé allí mofándose de mí. Un asesino no debe guiarse por la rabia, sino por la astucia, confiar al enemigo.

Aguardé oculta hasta que el niño volviera solo a su casa como tantas otras noches de guardia bajo la luna. Y cuando estuvo a mi alcance le lancé un dardo paralizante para detener al objetivo y evitar que comenzara a gritar, tras lo cual salté del árbol y al caer sobre la hierba, un grácil movimiento en el aire ya lo había hecho yacer sin vida.
Pero algo acabó siendo inesperado, algo que no se veía en los entrenamientos; sus ojos mirándome y la sangre…Los estafermos no te miran, no sangran, no te congelan la respiración ni te hacen sentir de manera miserable.
Corrí y corrí, pero su sangre me acompañaba, la olía, la sentía, una mancha tan profunda que resulta imborrable.
Rompo a llorar en el pasillo del templo, y no me hace falta ver de nuevo mis manos manchadas para sentirlas nuevamente goteando carmesí, y ese último hálito quebrado que le arrebate.


Pero el tiempo avanza a pesar de ello y yo con él a mi pesar. El sacerdote me indica que debo volver y sacrificarme para compensar lo que hice y conseguir perdonarme algún día.

No puedo evitar pensar mientras vuelvo a Nevesmortas que un encuentro tendrá lugar, un encuentro con mi progenitor, con mi creador, con mi maestro.
Ver frente a ti el reflejo de lo que un día fuiste o tal vez el miedo de que, aún lo sea y siempre lo seré.

[varang]

Con semejante genética... mejor no fiarse de esa conversión

Buen trabajo, como siempre. Corta y cargada de información.

[Dae]

YO NO TENGO HIJA!!! NO TENGO HIJA!

[Ecnath]

que tierna, la adolescente rebelde de papi!