De golpes, porrazos y pérdidas

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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_Presteza_

De golpes, porrazos y pérdidas

Mensaje por _Presteza_ »

Noche tranquila, de las que proceden de buenos días. El día había transcurrido sin contratiempos, dentro de la rutina que permite la vida del aventurero. Un par de ramas de pino cortadas para Zeras, un par de pociones para consumo propio y una cesta de pescado para ganar algún dinerillo.
Sí, sin duda el día había transcurrido bien para Serendil Ödae. Pronto encontraría un par de osados aventureros con los que adentrarse en lo que él llamaba "territorio desconocido", que no era más que zonas ya conocidas pero demasiados peligrosas para una sola persona.
Guardó con recelo los viales que le había dado Úrsula por llevarle setas. Eran totalmente necesarios para momentos peligrosos, y convenía tenerlos siempre a mano.

Atravesó Nevesmortas, y se cubrió bien con su capa. Las últimas nieves se hacían notar. Dobló hacia Villanieve, compró un par de tintes a Cara (que hacía honor a su nombre, o eso pensaba él) y se dirigió hacia la ciudadela enana.
No fue nada más salir de Villanieve cuando aparecieron. Dos imponentes semiorcos cortando el paso, dos arqueras, a saber si humanas o semielfas, apostadas a los lados, y un pequeño pero visiblemente osado mediano.
No, no era el mejor día para Serendil Ödae. Muchos enemigos se ganaban los bardos, y aún más Serendil por su forma de ser. Si bien lo suplía con un amplio número de amigos, en esta ocasión de poco le servía.

- Buena noche, damas y caballeros...- comenzó el elfo - como veo que estoy en clara desventaja les concederé la oportunidad de negociar y que no salgan heridos... o muertos.

- ¿Tú y cuánto más? - bramó un semiorco. Si bien Serendil no era el más ducho luchador, siempre tenía algún que otro as en la manga. Pero en este caso, los ases fueron insuficientes.
Tras un par de palabras más, quedó patente que la única salida era el enfrentamiento. Tras desenvainar rápidamente, se deslizó cual bailarín hacia la arquera más próxima, y resguardándose con su cuerpo, bloqueó la saeta de la otra arquera.
Abandonó a la herida a su suerte y se lanzó con una fiera estocada hacia la otra.

- Asunto arqueras solucionado.- trataba de sonar seguro de sí mismo, pero sabía que aún le venía lo peor: los semiorcos. A sabiendas de que no tenía ninguna oportunidad cuerpo a cuerpo con ellos, retrocedió hacia el mediano, el cual lanzó una diestra cuchillada con su kukri que Serendil bloqueó con su escudo. Se colocó detrás del mediano y puso su espada en el cuello de éste.

- Las tornas han cambiado, caballeros. Dejen las armas y la cabeza del pequeñín no rodará... esta noche.

- ¡Eh! ¡Eso es juego sucio!- la aguda voz del mediano sonaba aún más chirriante a causa del miedo.

Serendil siempre fue muy despistado. Serendil nunca habría reparado en que si antes veía dos semiorcos y después uno, sería porque el otro estaba lejos de su campo de visión, y no huyendo.

Y, por supuesto, Serendil nunca sabría quién o qué le golpeó por detrás.


Ya fuera una maza, una clava o simplemente una rama de cualquier árbol, la sorpresa le aturdió. El mediano aprovechó la oportunidad para zafarse y alejarse lo suficiente de Serendil. Rodeado de nuevo, no tuvo más opción que la de padecer los golpes que le atizaban, ora por delante, ora por detrás.

Semiorcos con algún tipo de arma contudente que el elfo ya no era capaz de discernir y el mediano de lejos con una honda. Definitivamente, esta sí que no era una buena noche para Serendil Ödae.

Y cesaron. Como la calma que viene tras la tormenta, cesaron.

- ¿Está muerto?

- ¡Encargaron expresamente que no lo matáramos!- ambos semiorcos no eran, precisamente, genios en su especie.

- ¡Callaos, idiotas! -El mediano habló con la autoridad que le confería el liderazgo del grupo. - ¡Coged lo que podáis y marcháos! ¡Y no olvidéis llevaros a las dos arqueras, a ese par de inútiles!

Un par de arpas, un anillo, pergaminos, las pócimas que con tanto recelo guardaba... Serendil perdió cosas muy importantes aquella noche. En concreto, una especialmente importante.


Varias horas después se despertó con dolores por todo el cuerpo. Como solía decir, sólo que dramatizando y no en un caso real como este, "es tal el dolor que siento, que por doler, me duele hasta el aliento...".
Miró confuso a su alrededor, sin reconocer la zona. Después, se miró a sí mismo y trató de recordar lo que había pasado. Un repentino desvanecimiento le hizo tumbarse de nuevo. Desistió de tal tarea y se dedicó a examinar las pocas pertenencias que le quedaban. Una espada con una "S" y una "O" entrelazadas en el pomo, un set completo de material para escribir, un grueso tomo titulado con el nombre de "Líos, por Serendil Ödae" y un tomo más fino en el cual había anotaciones hechas por una persona de poca memoria con intención de recordar.

- Hoy he terminado "Líos". Necesita una correción, pero juraría que ya está lista para su gran función.

- Zeras estará encantadora con este vestido. Aún he de terminarlo, no me convence del todo. Quizá Keila pueda echarme una mano...

- No hay ni rastro de esa bailarina. ¿Será acaso real? Quizá no sea más que un charlatán. Aunque... ¡menudas infulas se da cada vez que abre la boca! Como que me llamo Serendil que llegaré al fondo.

- Dentro de nada es el baile de máscaras y aún no tengo ni traje ni máscara... pero Sundabar está taaaan lejos...


Y muchas más de ese estilo. ¿Quién eran aquellas personas mencionadas? ¿Y el tal Serendil, que se dedicaba a escribir? ¿Quizá era él, por el grabado de la espada? ¿O quizá no era más que un ladronzuelo que había robado al tal Serendil? Esas y muchas más preguntas se acumulaban en su agitada y dolorida mente.


Sí, señoras y señores. Definitivamente, había perdido algo más que valiosas posesiones. Definitivamente, no había sido una buena noche para Serendil Ödae: había perdido la memoria.

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