Historia de Terence Mirna III

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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Terence_Mirna_III

Historia de Terence Mirna III

Mensaje por Terence_Mirna_III »

Capítulo Primero: Orígenes parte 1.

Aquel pequeño hueco excavado por la erosión en la roca durante siglos, hacía las veces de capilla improvisada bajo la montaña. Como cada amanecer, la jóven elfa, acudía a su cita. Arrodillada, con las manos entrelazadas, oraba en voz baja.

-Ílmater, tu que soportas los pesares de este mundo, ten a bien escuchar mis plegarias y destierra este mal que me aflije. Bendícime con el don de concebir ese hijo que tanto anhelo y durante estos años, se me ha negado...

Una voz con tono burlón,interrumpió la oración y rompió el silencio del desierto, a unos metros de la elfa.

-Tus plegarias han sido escuchadas...

Sin tiempo para girarse, la joven Annabella, ya estaba con las manos aprisionas y en vilo, alzada fuertemente por un semiorco, exhalando un fétido aliento cerca de su rostro. La voz burlona continuó, mientras se acercaba despacio.

-El buen Ilmáter, nos ha traido a mi buen amigo Brock y a mí, a cumplir tus deseos...y en parte...los nuestros

El encapuchado, ya visible, estalló en una insidiosa risa, acompañada por la gutural risa del mestizo que aprisionaba a la elfa, como si fuera una muñeca de trapo.

La dama, presa del pánico y el dolor, gritó desesperada. Pugnando por safarse de la presa, sin esperanza alguna. Cerró los ojos con fuerza. De pronto, sintió una suave brisa, cayó al suelo abriendo los ojos desconcertada. A sus pies, contempló con horror una mano ensangrentada...la que hasta un instante antes, la apresaba. A un par de metros, el semiorco bramaba de dolor sobre la arena, aferrado con fuerza, a lo que ahora, no era más que un muñón sangrante en su brazo.

El encapuchado, retrocedía erráticamente, incapaz de sostener aquella mirada dorada, temeroso de aquel ser humanoide, salido de la nada, cuyas alas blancas e inmaculadas se extendían frente a él, mientras en completo silencio, le señalaba con su espada.

El semiorco, iracundo, se recompuso a duras penas, cargó con más fuerza y rabia, que astucia, contra su agresor. Una elegante finta acompañada con una zancadilla fue la respuesta que hizo caer a la enorme mole de bruces, levantando polvo a su alrededor. Se giró con brusquedad y antes de poder intentar siquiera levantarse, sintió el frío acero en su cuello. Por primera vez, la cuarta figura habló, con calma y serenidad, clavando su intensa mirada en el caido.

-Se te concede una segunda oportunidad. Enmendarás tu vida...o morirás. Tú decides

La única respuesta, fue un leve asentimiento del mestizo, que ya retrocedía arrastrandose en el suelo por medio de sus codos y pies. A una distancia prudencial, se levantó y salió corriendo despavorido, aullando de dolor, mirando de cuando en cuando hacia atrás, por temor. Un silbido corto el aire desde la dirección opuesta, el ser alado con un rápido movimiento, interpuso un enorme escudo, lacrado con el símbolo de Ilmáter. La daga rebotó, con un sonido sordo y cayó pesadamente, hundiendose parcialmente en la arena.

El encapuchado de insidiosa risa, ya corría a cuanto daban de sí sus piernas, tras el vanal intento. Mirando atrás, tratando de no perder de vista a su perseguidor, que a la carrera, le seguía batiendo las níveas alas. Segundos más tarde, era parado en seco, con su último aliento de vida, miró incrédulo la espada que le atravesaba de parte a parte sin llegar a comprender realmente que había sucedido, ni como.

Annabella, inmóvil y enmudecida, había sido testigo de lo acontecido. Aun tenía la boca abierta, cuando aquel ser, desprendía el cuerpo inerte sostenido por su acero. Temerosa, lo veía acercarse lentamente incapaz de hacer nada. En una tierra como aquella, era fácil ser la presa...y más, que un depredador, acabara con otro. La cuarta figura, llegó a sus pies,
quitose el yelmo, envainó y se inclinó cortés, tendiéndole la mano para ayudarla.

-Mi nombre es Dya´n, ¿me permite? -la voz sonaba amable y tranquilizadora-.

-Claro, yo soy... -dijo extrañamente calmada, al tiempo que se levantaba ayudada-.

-Annabella. Lo sé -sonrió amable mientras interrumpía-. Hace ya mucho, que rezamos ambos, en el mismo lugar...solo que, a distinta altura.

La joven elfa alzó la mirada, comprobando en las alturas de la montaña, un escollo señalado por Dya´n. Aquella mirada decía que no mentía, se le antojaba que aquella voz, transmitía confianza. Lo cual era raro,en aquel lugar del mundo, donde el asesinato, robo, pillaje y violación, eran meros acompañantes de la reinante corrupción. Donde la ley a la que acojerse, era más tuerta que ciega. Y además, con la mano extendida, esperando sonantes. Aquel lugar, donde el único testigo fiable, era mudo...y tan solo arena.

- ¿Se encuentra bien ?

- Sí...gracias.

- De nada -sonrió amable de nuevo, para después hablar con gesto más grave y preocupado. Apretando ligeramente la mano de la dama, en señal de apoyo-. Espero que Ílmater, tenga a bien escucharos, pues pronto seré padre y entiendo vuestro anhelo, como si fuera el mío propio.

Soltó la mano de la dama, se inclinó a modo de despedida, se separó unos pasos y emprendió el vuelo tras cojer impulso. Ya en el aire, sus últimas palabras, llegaron hasta Annabella.

-¡No perdais la fé!
Rodb

Mensaje por Rodb »

*se quita el sombrero* Preciosa.
Dalorian_alargentea

Mensaje por Dalorian_alargentea »

Mola, esta wapo wapo XD yo hace ya tiempo que no me inspiro asi... no se como demonios voy a terminar mi libro...
Claudia

Mensaje por Claudia »

//Una pasada, digno de tu estilo!! así que venga, vamos! escribe la siguiente parte!! *le hostiga pinchandole con un pincho afilado* Venga venga!!
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