Una historia para un enfermo: Járlom el Cervecero

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Yurin

Una historia para un enfermo: Járlom el Cervecero

Mensaje por Yurin »

Eowaran descansaba recuperándose de su estado febril después de probar la cura para la licantropía hecha a base de belladona. Su cuerpo se mantenía tumbado sobre la cama doble que su sanador, el padre Samuel, le había dispuesto en su hogar al este de Nevesmortas.
Moira Moramontañas estaba sentado al pie de la cama mientras el arquero Seth Saga y el sacerdote de Tempus miraban al enfermo en pie. La enana, para mejorar el estado del elfo, empezó contando un relato de su pueblo. La leyenda de Járlom el Cervecero, que empezada así:


Dice la leyenda que, en las tierras que se extienden más allá del Anarouch, una tierra de inhóspitas montañas és la morada de muchas tribus de trasgos y osgos. Desde las rocosas cimas, antaño había reinado una sierpe roja conocida como Arzhe’takal.

La dragona era ambiciosa y codiciosa. Consideraba todo el aquel sistema montañoso como su territorio. Y a los trasgoides, los miserables plebeyos que tenían que trabajar para ella, obligándoles a aumentar su riqueza con asaltos y robos a las villas que vivían en las llanuras.

Se decía que Arzhe’takal había acumulado tanto oro que había rellenado el interior de toda una montaña con él. Su tesoro dorado recubría su guarida. Sin embargo, ese amasijo de monedas y joyas quedaba en un segundo puesto a los ojos de la dragona. Su mayor pertenencia era una bodega que incluía a muchos de los licores, vinos, cervezas y demás bebidas alcohólicas a lo largo de la historia. Algunas de las botellas, eran de cosechas únicas, otras ya ni se fabricaban y algunas ya ni existían. El gusano rojo había acumulado una gran colección a lo largo de su prolongada vida.

Arzhe’talak tan sólo probaba sus licores una vez y recordaba para siempre su sabor, volviendo a conservar sus bebidas en su envase original. Además de hacer el ejercicio de memoria que suponía el recordar cada gota en su lengua bífida, su vanidad le hacía enorgullecerse de ser la dragona con más conocimiento sobre la degustación de bebidas enólicas.

En otras cimas más alejadas de la ambición de la sierpe, se alzaba la cervecería de un clan enano, los Jarramellada. Éste clan llevaba ya algunas generaciones fabricando una de las mejores cervezas negras que se hayan degustado en Faerun. Elaborada con el agua cristalina del deshielo y con malta doblemente tostada en un fuego enano, la cerveza obtenía una espuma tan densa que incluso una pepita de adamantita no se hundía.

Por desgracia del clan Jarramellada, el propietario y único conocedor de la receta de la Cerveza Mellada -nombre que recibía su brebaje- tenía un solo hijo: Járlom. Esto sucedía antes de la Bendición del Trueno de Moradín, así que podéis imaginaros que había pocos enanos del clan, la mayoría de ellos, ya viejos.

Járlom había pasado toda su infancia bañado en la cerveza que preparaba su padre. Esto fue lo que más tarde lo condujo a una vida de embriagadez contínua, apasionado de cualquier tipo de alcohol. Se había convertido en el borracho del clan y la perdición de una tradición. Por todo ello, se le conocía como el Cervecero.

Los años pasaban y el padre de Járlom se estaba haciendo mayor. Ahora, el clan Jarramellada se veía reducido a poco más de una decena de enanos que se dedicaban día y noche a preparar la excelente cerveza. Único conocedor de la receta, el enano la guardaba con la mayor seguridad para podérsela pasar a su sucesor.Hasta que llegaron los días en los que ya no podía levantarse de la cama debido a la vejez. Por su suerte, algo en su hijo había cambiado.

Desde hacía unas lunas, Járlom parecía estar más atento, más interesado en la labor de su clan y obviamente más sobrio que de costumbre. Algunos decían que Járlom, al ver el estado de su viejo padre, había hecho un cambio radical para conservar aquello por lo que su família luchaba. Otros, murmuraban entre risas que en una borrachera había bebido tanto que se cayó ladera abajo de la montaña hasta darse un duro golpe que le había provocado una commoción con el consecuente cambio de abandono de la bebida.

Así que llegó el día en que el padre contó al hijo dónde estaba cobijada la receta para que así él pudiese llegar al reino del Forjador con el alma tranquila. Una escuchó las palabras de su moribundo padre, a Járlom se le dibujó en el rostro una sonrisa diabólica de la cuál salía una lengua bífida de entre los dientes. El clan Jarramellada había sido engañado.

Bajo la forma del legítimo hijo, Arzhe’talak había conseguido la receta de la Cerveza Mellada. Primero acabó con la vida del otro único conocedor de la elaboración para después usar su aliento de fuego para abrasar toda la cervecería dejándola en un puñado de brasas sobre las cumbres heladas de las montañas mientras la dragona volaba de nuevo a su guarida con una barrica de la cerveza de color oscuro.

Todo el clan Jarramellada había sido calcinado bajo la furia del gusano rojo. Todos, excepto Járlom, quien se hallaba cautivo en una prisión trasga. Había sido capturado por una partida de trasgos bajo las órdenes de la dragona durante una noche de borrachera en la que se alejó algo más de la vista de sus compañeros para hacer sus necesidades. Mientras orinaba, un par de trasgos le golpearon en la nuca para dejarlo en estado comatoso.

Cuando se despertó, estaba en una caverna húmeda con un fuerte olor a orines y pieles de animales sin tratar. Atado de pies y brazos, el enano sólo podía sentir un fuerte dolor de cabeza. Quizás del golpe, quizás de la resaca. Poco después recuperó la total consciencia y observando el lugar vió como lo un par de trasgos estaban delante de él. Uno estaba sentado, vigilando al prisionero. El otro, le traía en una bandeja algo que parecía una rata gigantesca abierta por las tripas y a medio cocinar.
El enano se negó a comerse esa rata los primero días, pero ya fuese por el hambre o por las continuas torturas a las que le sometían los trasgos a modo de juego, acabó por devorar la carne de ese animal apestosa y fría.

Todo ello cambió cuando el enano que desconocía porque lo tenían encerrado, pudo hablar con el que parecía el caudillo de la tribu. Un osgo gigante que respondía al nombre de Ugluth se presentó ante él y ordenó que lo desatasen.

El osgo iba acompañado de un trasgo algo más pequeño y calvo que presentaba algunos matojos de pelo canoso en su cabecera. Para ser un trasgo debía ser muy viejo con lo que su figura curvada se apoyaba sobre un baculo hecho con el fémur de una vaca.

El trasgo canoso empezó a hablar un común de lo más simple. Se presentó como Smagureth y le hizo entender que si no fuese por él, el enano ya habría muerto y sido servido en la mesa de su tribu. Pero que por su suerte, él que era considerado un sabio entre los suyos, había odio hablar de que los enanos eran capaces de matar a los dragones. Así que desobedeciendo las órdenes de su señora, lo habían mantenido con vida para que luchase contra ella y liberase a su tribu de su opresora.

Así que, Smagureth y Ugluth llevaron al enano hasta la caverna de la dragona dándole como arma una maza de hierro oxidado y abandonándolo a solas. El enano, gracias a su visión en la oscuridad, pudo ver cómo las paredes estaban recubiertas por oro fundido del cual brotaban joyas como si de una veta rica en gemas se tratara.

Llegó hasta el cubil de la sierpe, una gran sala de paredes doradas que, según el enano, debían tener varios metros de espesor. Enmedio de todo, en un pedestal gigante del que se accedía por una rampa de considerable pendiente, se accedía a la bodega de la dragona. Incluso en la oscuridad, el enano vió el brillo de cada una de las botellas largamente conservadas en esa galería. No pudo evitar la tentación. Tantos días sin probar ni gota bajo el cautiverio trasgoide y ahora, delante de sus narices, tenía la mayor seleción de licores, vinos y cervezas.

Cuando Arzhe’talak volvió a su guarida después de un vuelo por sus dominios, encontró algo sospechoso. Sus grandes garras habían pisoteado algo que se había roto en un crujir cristalino. Al levantar otra vez su cabeza viperina, vio cómo una figura abotargada dormía entre decenas de barriles abiertos y miles de botellas abiertas, algunas incluso vertidas por el suelo. Sus ojos se encendieron con un fuego más intenso que el que ardía en su estómago.

En un ataque de ira, la dragona abrasó al enano ebrio que dormía la mona entre lo que antaño era su mayor tesoro. Su odio era tal que sus llamas ardieron por minutos en un vórtice ardiente que cubrió toda la estancia. Aunque consiguió convertir al extasiado enano en menos que polvo, fue tan descuidada que fundió el oro que cubría su caverna. Su cuerpo aunque era resistente al fuego, se vió cubierto por el metal fundido hasta quedar ahogada por él.

Actualmente, se dice que la figura de Arzhe’talak descansa bajo la forma de una estatua gigante de oro en algun túnel largamente olvidado. Perdiendose así con ella, la receta de una de las mejores cervezas negras que hayan probado en todo Toril.

Y como buen cuento, siempre tiene un final feliz para algunos. Los tragos vivieron felices y comieron perdices (o ratas) , pues ahora las montañas les pertenecían.

FIN


//OS DEJO EL RELATO AL COMPLETO QUE EMPEZÉ A IMPROVISAR ONROL DURANTE LA CURACIÓN DE EOW!
Lain

Re: Una historia para un enfermo: Járlom el Cervecero

Mensaje por Lain »

Chulísima la historia n.n

Siento haberla interrumpido al llegar con Naja pero así puedo leerla entera XD
Gineu

Re: Una historia para un enfermo: Járlom el Cervecero

Mensaje por Gineu »

//que chula!!!
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