I - Llegada
El cielo se abría a altas horas de la madrugada descargando miles de litros de agua sobre las verdes colinas. Las grandes rocas parecían ser fulminadas una y otra vez por los radiantes relámpagos y los ecos de los truenos retumbaban en los valles. Como bien es sabido, el Norte es una tierra salvaje y a la vez un vasto paisaje frío... y peligroso.
Como una chispa de luz en la oscuridad, una carroza avanzaba parsimoniosa a través del aún sombrío y difuso sendero, tratando de evitar cualquier accidente que la hiciera demorar aún más...
- ¡Espero que esos bastardos no den problemas hoy!
El peculiar personaje al mando de las riendas no inspiraba mucha seguridad. Su tos era equiparable a los relinches de los caballos que guiaban la caravana, y su avanzada edad reflejaba una ostensible debilidad... y una corta esperanza de vida.
Pese a sus esfuerzos por intentar romper el silencio de la larga noche de viaje, aquello parecía un monólogo plagado de blasfemias y sin sentidos. Sentado a un lado suyo, el mediano acompañante se limitaba a escuchar al viejo cascarrabias y a prestar atención a los alrededores.
Allá en la oscuridad creyó haber percibido algún movimiento... ¿animales, quizá? Orcos, gnolls, gigantes, bandidos... de todos los peligros listados en esa misma zona por el viejo chalado, el joven mediano se reconfortaba pensando que se trataba de algún oso u otra bestia similar.
Y es que su colega el de la gripe de caballo no ayudaba mucho. Durante largas horas narró todo tipo de historias... algunas de ellas tan inverosímiles que incluso se ponía en duda el estado mental del pobre anciano.
- ¡Asaltaron a un viejo amigo mío hará unas tres lunas en esta pradera! ¡No contentos con llevarse su oro, le rebanaron el pescuezo sin ningún tipo de miramiento!
Cada palabra que salía despedida violentamente de su boca parecía que sería la última. Tras una serie de maldiciones inexpresables y berrinches similares, tomó aire e hizo un esfuerzo por serenarse... antes de volver a la carga.
- ¡No hay lugar seguro aquí, muchacho! ¡Deberás andarte con cuidado!
El impasible mediano pareció meditar esa última advertencia, pero terminó por no darle mucha importancia, acomodándose la cabeza para así cerrar los ojos... cayendo en un reconfortante sueño...
...
El sonido de un enérgico estornudo le hizo parpadear. El astro rey brillaba en el cielo y se podía apreciar un murmullo de gente alrededor. Frotándose los ojos para analizar mejor su entorno, divisó a un par de guardias, patrullando la entrada de una villa completamente rodeada de un grueso muro de piedra.
- ¡Fin de trayecto, muchacho!
El viejo parecía haber sobrevivido al viaje, además de haberse manejado bien para llegar al destino. Sorprendido por ello, el joven mediano le tendió una pequeña bolsa con lo suficiente para pagar sus servicios... y se alejó despidiéndose con un gesto de cabeza.
Se detuvo por unos instantes ante la doble puerta de madera... Nevesmortas, indicaba un viejo cartel a un lado. Esbozó una leve sonrisa y finalmente se adentró en los muros con paso firme y decidido...
Kilian
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