Bunar Buscamuerte

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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Thornik84

Re: Bunar Buscamuerte

Mensaje por Thornik84 »

Unos pesados pasos retumbaban por las grandes estancias, amplias bóvedas de fría piedra que se extendían como un cielo nocturno. Los braseros iluminaban los altos pasillos, el silencio era roto por el fragor de los grandes hornos en constante funcionamiento.

- ¿A dónde vamos? - Preguntó Bunar, que había dejado sus cosas en la habitación que Gulfan había alquilado para él.

- Tranquilo, no tardaremos mucho. - Continuaron por un pasillo. Unos guardias con grandes martillos se situaban a ambos lados de una gran puerta. - Seguid así muchachos. - Les dijo a ambos y estos le saludaron con un asentimiento sin perder la postura de firmes.

Bunar pasó con un resoplido entre ellos y alzó la vista. Una estancia con enormes columnas que alzaban hasta donde alcanzaba la vista se erigían manteniendo la gran bóveda. Tres grandes naves, cruzadas por otras sendas bóvedas y en el centro de la estancia un inmenso yunque.

- Bienvenido al Salón de la forja de Moradin. - Dijo Gulfan con voz profunda. Bunar asintió.

- Si esto me ibas a traer a ver... no es la primera vez que piso esta sala. - Sentenció el enano.

Gulfan rió. - Ya supuse que habías visitado el templo. No es esto lo que quería enseñarte. - Le hizo un gesto con la mano. - Sígueme.

Bunar se encogió de hombros y fue tras el viejo. Se acercaron hasta una pequeña puerta lateral y Gulfan sacó una gran anilla de hierro forjado, del que colgaban multitud de llaves.



Pasó lentamente una por una, como si recordara a cual de todas las cerraduras de la ciudadela perteneciera. Tras unos minutos, tomó una llave y con ella abrió la pequeña puerta. Gulfan entró e hizo un gesto para que Bunar le acompañara.

Bunar contempló la pequeña estancia, se notaba que era un despacho donde tratarían asuntos del templo. Gulfan se aproximó a una de las estanterías que rodeaban la sala. Agarró un gran tomo de piel y bisagras de hierro y lo colocó sobre el escritorio.

- ¿Eres creyente, Bunar? - Le preguntó Gulfan mirándole a los ojos. Bunar apartó la vista. Y Gulfan asintió. - Te contaré una pequeña historia Bunar.

Gulfan se sentó en la silla más ornamentada, mientras Bunar lo hacía frente al viejo enano.

- Moradin forjó los cuerpos de los primeros enanos de metales y gemas, y exhaló almas en ellos cuando sopló sobre sus creaciones para enfriarlas. - Abrió el libro y el símbolo de Padre de todos los enanos se mostró ante Bunar.



- Y junto a él, tiene a la Reverenda Madre, Berronar Argéntica. Que utiliza sus habilidades para la negociación y comportamiento calmado como un bálsamo que nos mantiene unidos. - Pasó otra página y pudo ver el símbolo de dos anillos de plata.



- Muchos son los que le deben la vida a nuestros Dioses Padres. - Movió otra hoja del espeso pergamino del que estaba hecho el pesado libro y ante ambos enanos se mostró un nuevo símbolo, una maza en vertical frente a una bota de cuero con adornos de piel.



- Este es el escudo de Marzhammor Duin, el Trotamundos. Hijo de Moradin, el que viaja por la superficie explorando el mundo bajo el sol. - Pasó un dedo por el grabado del libro. - Aquel que está a todas horas curioso por ver qué hay tras el horizonte, fuera de las fortalezas enanas.

Gulfan se recostó en el pesado asiento. - Me recuerda a ti, vagando por el mundo... - Hizo una pausa y añadió con los ojos cerrados, recitando de memoria. - Busca nuevas sendas y caminos, y descubre la sabiduría del mundo en tus viajes. Anuncia el camino de la nueva esperanza.

Bunar lo contemplaba con gesto firme y duro. Gulfan abrió los ojos y al contemplar el rostro de su compañero mostró una ligera sonrisa que aliviara la tensión.

- Mi joven camarada. Tu buscas tu camino, igual que nos dice Marzhammor Duin. Pero la esperanza no se encuentra en nuestro destino... sino en el mismo camino.

Bunar apartó la vista a un lado, con los puños apretados sobre los reposabrazos del asiento. Gulfan contempló la imagen. - Es dura tu carga, no hay que conocerla para saber que es pesada. Pero quizás la guía de Marzhammor te sirva de ayuda.

El enano alzó la vista y miró a Gulfan a los ojos, - decidme pues, a donde he de ir.

El viejo enano contempló los ojos de Bunar, firmes y decididos, ardientes como la mismísima alma de Moradin. - "Quizás... haya una esperanza para ti mi joven amigo." - Pensó al momento que cerró el gran tomo que se encontraba sobre la mesa.

- Conozco el sitio adecuado donde comenzar tu búsqueda. - Sonrió Gulfan. - ¿Conoces la villa de Nevesmortas? Se encuentra a unas jornadas de aquí en dirección sur a los pies de las Montañas Nezher.

Bunar negó con la cabeza. Gulfan sonrió. - En aquella pequeña villa, podrás encontrar un Hospicio, en homenaje a Marzhammor. - Se echó hacia adelante antes de proseguir. - Lo lidera Kerila Gemastro, una vieja amiga mía. Quizás ella, pueda servirte mejor de guía para encontrar tu camino.

Bunar asintió. - Os estoy agradecido, mañana partiré temprano hacía el sur. Será una dura marcha.

El viejo rió. - Si me permites, deja que tus piernas descansen. - Y le pasó una bolsa con unas monedas. - Mañana por la mañana saldrá una caravana a la villa de Nevesmortas. Cógela sin reparo, es bueno andar nuestro propio camino. - Se encogió de hombros. - Pero también es bueno saber aprovecharse de las ventajas de nuestro alrededor.

El joven enano, asintió ante las palabras de Gulfan y se despidieron estrechando sus manos. - Y no lo olvidéis, por dura que sea la falta, incluso el padre más severo sabrá cuando perdonaros.

Bunar se volvió y salió de la estancia en silencio en dirección a la posada para poder descansar. Mañana comenzaría un nuevo viaje en busca de su destino.
Thornik84

Re: Bunar Buscamuerte

Mensaje por Thornik84 »

Bunar se sentó en la parte de atrás de la carreta, cargada hasta arriba de armas y armaduras en dirección sur recién salida de las forjas siempre ardientes de Adbar. Bunar agradecía todo lo que Gulfan había hecho por él, y sin duda cuando hallara su camino volvería para contarle toda su historia.

Alzó la vista al cielo, viendo como las montañas estaban cada vez más lejos y la pequeña carreta se movía con pesar por la nieve.



Suspiró, - "el camino será largo." - Pensó para si, y aun habiendo descansado como hacía meses en aquellos aposentos de la ciudadela enana, decidió recostarse y dejar que el sueño inundara su mente.

- ¡Pum! ¡Plaf! ¡Arrgggg! - Unos gritos despertaron a Bunar, agarró su hacha y se dirigió al cochero.

- ¿Qué pasa? - Preguntó Bunar con notable enojo.

- Bandidos... han acabado con los guardias... será mejor darles lo que quieran. - Contestó alarmado. Varios hombres se encontraban frente a la carreta, con caras ceñudas preparándose para atacar si era preciso.



Bunar bufó y echándose el hacha al hombro bajó de la carreta. - No te preocupes, acabaré con esto rápido.

El enano corrió en dirección a los hombres, y uno de ellos alzó un arco, preparó la flecha y disparó al cuerpo de Bunar.



Bunar se echó a un lado, pasando la flecha a pocos centímetros de su cabeza, rodó sobre sus anchos hombros y tras ponerse en pie saltó con el hacha en alto, directo a la cabeza del bandido más cercano.

Un fuerte golpe del entrechocar de metales y un chasquido al romperse la ligera espada que empuñaba aquel ladrón. Una hoja pesada forjada por los herreros del pueblo robusto fue la última imagen que pudo ver aquel asaltante antes de que le aplastara la cabeza.

El enano se volvió ante los otros bandidos, que se quedaron helados ante la escena, con el cadáver de su compañero a los pies de Bunar. Este sonrió y añadió. - ¿Quién es el siguiente?

Los bandidos se lo pensaron dos veces y decidieron huir. Cargamentos habría muchos, pero vidas solo hay una... Bunar escupió en el suelo. - Malditos perros cobardes. - Tras mirar a su alrededor, se dirigió a la carreta y se subió junto al cochero. - Sigamos... aunque parece que hoy, no voy a poder dormir en el viaje.

Durante unas largas horas, la caravana fue vagando por los caminos cada vez menos helados, hasta la primera parada. Una gran taberna justo en el camino de la bifurcación, El descanso de los Paramos.

Desgraciadamente para Bunar, apenas tuvo tiempo de degustar un par de cervezas. El asalto anterior había retrasado mucho a la caravana y tras dejar que reposaran los caballos y recoger a algún nuevo viajero emprendieron el camino, hacía Nevesmortas.

Una travesía corta, o al menos el notable calor que comenzaba a sentir en su rostro, así le pareció a Bunar. Atravesaron el río Lanzagélida por un pequeño puente de madera, un pequeño sendero entre varias colinas y tras unos minutos ante sus ojos se alzaba la villa de Nevesmortas. Con sus murallas de piedra y la guardia protegiendo la entrada norte.

El cochero hizo un saludo a un vendedor enano que estaba junto a la puerta, - Ha sido un viaje duro... pero ya estamos aquí. - El enano asintió complacido y comenzaron a hablar sobre el cargamento.

El resto de viajeros, bajaron con rapidez intentando desentumecer los músculos de las piernas y locos por llevarse algo a la boca.

Bunar suspiró, - así que esto es Nevesmortas... - Se echó el hacha al hombro y dijo para si. - "Veamos si aquí encontraré mi camino".
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