- ¿A dónde vamos? - Preguntó Bunar, que había dejado sus cosas en la habitación que Gulfan había alquilado para él.
- Tranquilo, no tardaremos mucho. - Continuaron por un pasillo. Unos guardias con grandes martillos se situaban a ambos lados de una gran puerta. - Seguid así muchachos. - Les dijo a ambos y estos le saludaron con un asentimiento sin perder la postura de firmes.
Bunar pasó con un resoplido entre ellos y alzó la vista. Una estancia con enormes columnas que alzaban hasta donde alcanzaba la vista se erigían manteniendo la gran bóveda. Tres grandes naves, cruzadas por otras sendas bóvedas y en el centro de la estancia un inmenso yunque.
- Bienvenido al Salón de la forja de Moradin. - Dijo Gulfan con voz profunda. Bunar asintió.
- Si esto me ibas a traer a ver... no es la primera vez que piso esta sala. - Sentenció el enano.
Gulfan rió. - Ya supuse que habías visitado el templo. No es esto lo que quería enseñarte. - Le hizo un gesto con la mano. - Sígueme.
Bunar se encogió de hombros y fue tras el viejo. Se acercaron hasta una pequeña puerta lateral y Gulfan sacó una gran anilla de hierro forjado, del que colgaban multitud de llaves.

Pasó lentamente una por una, como si recordara a cual de todas las cerraduras de la ciudadela perteneciera. Tras unos minutos, tomó una llave y con ella abrió la pequeña puerta. Gulfan entró e hizo un gesto para que Bunar le acompañara.
Bunar contempló la pequeña estancia, se notaba que era un despacho donde tratarían asuntos del templo. Gulfan se aproximó a una de las estanterías que rodeaban la sala. Agarró un gran tomo de piel y bisagras de hierro y lo colocó sobre el escritorio.
- ¿Eres creyente, Bunar? - Le preguntó Gulfan mirándole a los ojos. Bunar apartó la vista. Y Gulfan asintió. - Te contaré una pequeña historia Bunar.
Gulfan se sentó en la silla más ornamentada, mientras Bunar lo hacía frente al viejo enano.
- Moradin forjó los cuerpos de los primeros enanos de metales y gemas, y exhaló almas en ellos cuando sopló sobre sus creaciones para enfriarlas. - Abrió el libro y el símbolo de Padre de todos los enanos se mostró ante Bunar.

- Y junto a él, tiene a la Reverenda Madre, Berronar Argéntica. Que utiliza sus habilidades para la negociación y comportamiento calmado como un bálsamo que nos mantiene unidos. - Pasó otra página y pudo ver el símbolo de dos anillos de plata.

- Muchos son los que le deben la vida a nuestros Dioses Padres. - Movió otra hoja del espeso pergamino del que estaba hecho el pesado libro y ante ambos enanos se mostró un nuevo símbolo, una maza en vertical frente a una bota de cuero con adornos de piel.

- Este es el escudo de Marzhammor Duin, el Trotamundos. Hijo de Moradin, el que viaja por la superficie explorando el mundo bajo el sol. - Pasó un dedo por el grabado del libro. - Aquel que está a todas horas curioso por ver qué hay tras el horizonte, fuera de las fortalezas enanas.
Gulfan se recostó en el pesado asiento. - Me recuerda a ti, vagando por el mundo... - Hizo una pausa y añadió con los ojos cerrados, recitando de memoria. - Busca nuevas sendas y caminos, y descubre la sabiduría del mundo en tus viajes. Anuncia el camino de la nueva esperanza.
Bunar lo contemplaba con gesto firme y duro. Gulfan abrió los ojos y al contemplar el rostro de su compañero mostró una ligera sonrisa que aliviara la tensión.
- Mi joven camarada. Tu buscas tu camino, igual que nos dice Marzhammor Duin. Pero la esperanza no se encuentra en nuestro destino... sino en el mismo camino.
Bunar apartó la vista a un lado, con los puños apretados sobre los reposabrazos del asiento. Gulfan contempló la imagen. - Es dura tu carga, no hay que conocerla para saber que es pesada. Pero quizás la guía de Marzhammor te sirva de ayuda.
El enano alzó la vista y miró a Gulfan a los ojos, - decidme pues, a donde he de ir.
El viejo enano contempló los ojos de Bunar, firmes y decididos, ardientes como la mismísima alma de Moradin. - "Quizás... haya una esperanza para ti mi joven amigo." - Pensó al momento que cerró el gran tomo que se encontraba sobre la mesa.
- Conozco el sitio adecuado donde comenzar tu búsqueda. - Sonrió Gulfan. - ¿Conoces la villa de Nevesmortas? Se encuentra a unas jornadas de aquí en dirección sur a los pies de las Montañas Nezher.
Bunar negó con la cabeza. Gulfan sonrió. - En aquella pequeña villa, podrás encontrar un Hospicio, en homenaje a Marzhammor. - Se echó hacia adelante antes de proseguir. - Lo lidera Kerila Gemastro, una vieja amiga mía. Quizás ella, pueda servirte mejor de guía para encontrar tu camino.
Bunar asintió. - Os estoy agradecido, mañana partiré temprano hacía el sur. Será una dura marcha.
El viejo rió. - Si me permites, deja que tus piernas descansen. - Y le pasó una bolsa con unas monedas. - Mañana por la mañana saldrá una caravana a la villa de Nevesmortas. Cógela sin reparo, es bueno andar nuestro propio camino. - Se encogió de hombros. - Pero también es bueno saber aprovecharse de las ventajas de nuestro alrededor.
El joven enano, asintió ante las palabras de Gulfan y se despidieron estrechando sus manos. - Y no lo olvidéis, por dura que sea la falta, incluso el padre más severo sabrá cuando perdonaros.
Bunar se volvió y salió de la estancia en silencio en dirección a la posada para poder descansar. Mañana comenzaría un nuevo viaje en busca de su destino.