Re: Bunar Buscamuerte
Publicado: Mar Ago 09, 2011 12:15 am
Unos pesados pasos retumbaban por las grandes estancias, amplias bóvedas de fría piedra que se extendían como un cielo nocturno. Los braseros iluminaban los altos pasillos, el silencio era roto por el fragor de los grandes hornos en constante funcionamiento.
- ¿A dónde vamos? - Preguntó Bunar, que había dejado sus cosas en la habitación que Gulfan había alquilado para él.
- Tranquilo, no tardaremos mucho. - Continuaron por un pasillo. Unos guardias con grandes martillos se situaban a ambos lados de una gran puerta. - Seguid así muchachos. - Les dijo a ambos y estos le saludaron con un asentimiento sin perder la postura de firmes.
Bunar pasó con un resoplido entre ellos y alzó la vista. Una estancia con enormes columnas que alzaban hasta donde alcanzaba la vista se erigían manteniendo la gran bóveda. Tres grandes naves, cruzadas por otras sendas bóvedas y en el centro de la estancia un inmenso yunque.
- Bienvenido al Salón de la forja de Moradin. - Dijo Gulfan con voz profunda. Bunar asintió.
- Si esto me ibas a traer a ver... no es la primera vez que piso esta sala. - Sentenció el enano.
Gulfan rió. - Ya supuse que habías visitado el templo. No es esto lo que quería enseñarte. - Le hizo un gesto con la mano. - Sígueme.
Bunar se encogió de hombros y fue tras el viejo. Se acercaron hasta una pequeña puerta lateral y Gulfan sacó una gran anilla de hierro forjado, del que colgaban multitud de llaves.

Pasó lentamente una por una, como si recordara a cual de todas las cerraduras de la ciudadela perteneciera. Tras unos minutos, tomó una llave y con ella abrió la pequeña puerta. Gulfan entró e hizo un gesto para que Bunar le acompañara.
Bunar contempló la pequeña estancia, se notaba que era un despacho donde tratarían asuntos del templo. Gulfan se aproximó a una de las estanterías que rodeaban la sala. Agarró un gran tomo de piel y bisagras de hierro y lo colocó sobre el escritorio.
- ¿Eres creyente, Bunar? - Le preguntó Gulfan mirándole a los ojos. Bunar apartó la vista. Y Gulfan asintió. - Te contaré una pequeña historia Bunar.
Gulfan se sentó en la silla más ornamentada, mientras Bunar lo hacía frente al viejo enano.
- Moradin forjó los cuerpos de los primeros enanos de metales y gemas, y exhaló almas en ellos cuando sopló sobre sus creaciones para enfriarlas. - Abrió el libro y el símbolo de Padre de todos los enanos se mostró ante Bunar.

- Y junto a él, tiene a la Reverenda Madre, Berronar Argéntica. Que utiliza sus habilidades para la negociación y comportamiento calmado como un bálsamo que nos mantiene unidos. - Pasó otra página y pudo ver el símbolo de dos anillos de plata.

- Muchos son los que le deben la vida a nuestros Dioses Padres. - Movió otra hoja del espeso pergamino del que estaba hecho el pesado libro y ante ambos enanos se mostró un nuevo símbolo, una maza en vertical frente a una bota de cuero con adornos de piel.

- Este es el escudo de Marzhammor Duin, el Trotamundos. Hijo de Moradin, el que viaja por la superficie explorando el mundo bajo el sol. - Pasó un dedo por el grabado del libro. - Aquel que está a todas horas curioso por ver qué hay tras el horizonte, fuera de las fortalezas enanas.
Gulfan se recostó en el pesado asiento. - Me recuerda a ti, vagando por el mundo... - Hizo una pausa y añadió con los ojos cerrados, recitando de memoria. - Busca nuevas sendas y caminos, y descubre la sabiduría del mundo en tus viajes. Anuncia el camino de la nueva esperanza.
Bunar lo contemplaba con gesto firme y duro. Gulfan abrió los ojos y al contemplar el rostro de su compañero mostró una ligera sonrisa que aliviara la tensión.
- Mi joven camarada. Tu buscas tu camino, igual que nos dice Marzhammor Duin. Pero la esperanza no se encuentra en nuestro destino... sino en el mismo camino.
Bunar apartó la vista a un lado, con los puños apretados sobre los reposabrazos del asiento. Gulfan contempló la imagen. - Es dura tu carga, no hay que conocerla para saber que es pesada. Pero quizás la guía de Marzhammor te sirva de ayuda.
El enano alzó la vista y miró a Gulfan a los ojos, - decidme pues, a donde he de ir.
El viejo enano contempló los ojos de Bunar, firmes y decididos, ardientes como la mismísima alma de Moradin. - "Quizás... haya una esperanza para ti mi joven amigo." - Pensó al momento que cerró el gran tomo que se encontraba sobre la mesa.
- Conozco el sitio adecuado donde comenzar tu búsqueda. - Sonrió Gulfan. - ¿Conoces la villa de Nevesmortas? Se encuentra a unas jornadas de aquí en dirección sur a los pies de las Montañas Nezher.
Bunar negó con la cabeza. Gulfan sonrió. - En aquella pequeña villa, podrás encontrar un Hospicio, en homenaje a Marzhammor. - Se echó hacia adelante antes de proseguir. - Lo lidera Kerila Gemastro, una vieja amiga mía. Quizás ella, pueda servirte mejor de guía para encontrar tu camino.
Bunar asintió. - Os estoy agradecido, mañana partiré temprano hacía el sur. Será una dura marcha.
El viejo rió. - Si me permites, deja que tus piernas descansen. - Y le pasó una bolsa con unas monedas. - Mañana por la mañana saldrá una caravana a la villa de Nevesmortas. Cógela sin reparo, es bueno andar nuestro propio camino. - Se encogió de hombros. - Pero también es bueno saber aprovecharse de las ventajas de nuestro alrededor.
El joven enano, asintió ante las palabras de Gulfan y se despidieron estrechando sus manos. - Y no lo olvidéis, por dura que sea la falta, incluso el padre más severo sabrá cuando perdonaros.
Bunar se volvió y salió de la estancia en silencio en dirección a la posada para poder descansar. Mañana comenzaría un nuevo viaje en busca de su destino.
- ¿A dónde vamos? - Preguntó Bunar, que había dejado sus cosas en la habitación que Gulfan había alquilado para él.
- Tranquilo, no tardaremos mucho. - Continuaron por un pasillo. Unos guardias con grandes martillos se situaban a ambos lados de una gran puerta. - Seguid así muchachos. - Les dijo a ambos y estos le saludaron con un asentimiento sin perder la postura de firmes.
Bunar pasó con un resoplido entre ellos y alzó la vista. Una estancia con enormes columnas que alzaban hasta donde alcanzaba la vista se erigían manteniendo la gran bóveda. Tres grandes naves, cruzadas por otras sendas bóvedas y en el centro de la estancia un inmenso yunque.
- Bienvenido al Salón de la forja de Moradin. - Dijo Gulfan con voz profunda. Bunar asintió.
- Si esto me ibas a traer a ver... no es la primera vez que piso esta sala. - Sentenció el enano.
Gulfan rió. - Ya supuse que habías visitado el templo. No es esto lo que quería enseñarte. - Le hizo un gesto con la mano. - Sígueme.
Bunar se encogió de hombros y fue tras el viejo. Se acercaron hasta una pequeña puerta lateral y Gulfan sacó una gran anilla de hierro forjado, del que colgaban multitud de llaves.

Pasó lentamente una por una, como si recordara a cual de todas las cerraduras de la ciudadela perteneciera. Tras unos minutos, tomó una llave y con ella abrió la pequeña puerta. Gulfan entró e hizo un gesto para que Bunar le acompañara.
Bunar contempló la pequeña estancia, se notaba que era un despacho donde tratarían asuntos del templo. Gulfan se aproximó a una de las estanterías que rodeaban la sala. Agarró un gran tomo de piel y bisagras de hierro y lo colocó sobre el escritorio.
- ¿Eres creyente, Bunar? - Le preguntó Gulfan mirándole a los ojos. Bunar apartó la vista. Y Gulfan asintió. - Te contaré una pequeña historia Bunar.
Gulfan se sentó en la silla más ornamentada, mientras Bunar lo hacía frente al viejo enano.
- Moradin forjó los cuerpos de los primeros enanos de metales y gemas, y exhaló almas en ellos cuando sopló sobre sus creaciones para enfriarlas. - Abrió el libro y el símbolo de Padre de todos los enanos se mostró ante Bunar.

- Y junto a él, tiene a la Reverenda Madre, Berronar Argéntica. Que utiliza sus habilidades para la negociación y comportamiento calmado como un bálsamo que nos mantiene unidos. - Pasó otra página y pudo ver el símbolo de dos anillos de plata.

- Muchos son los que le deben la vida a nuestros Dioses Padres. - Movió otra hoja del espeso pergamino del que estaba hecho el pesado libro y ante ambos enanos se mostró un nuevo símbolo, una maza en vertical frente a una bota de cuero con adornos de piel.

- Este es el escudo de Marzhammor Duin, el Trotamundos. Hijo de Moradin, el que viaja por la superficie explorando el mundo bajo el sol. - Pasó un dedo por el grabado del libro. - Aquel que está a todas horas curioso por ver qué hay tras el horizonte, fuera de las fortalezas enanas.
Gulfan se recostó en el pesado asiento. - Me recuerda a ti, vagando por el mundo... - Hizo una pausa y añadió con los ojos cerrados, recitando de memoria. - Busca nuevas sendas y caminos, y descubre la sabiduría del mundo en tus viajes. Anuncia el camino de la nueva esperanza.
Bunar lo contemplaba con gesto firme y duro. Gulfan abrió los ojos y al contemplar el rostro de su compañero mostró una ligera sonrisa que aliviara la tensión.
- Mi joven camarada. Tu buscas tu camino, igual que nos dice Marzhammor Duin. Pero la esperanza no se encuentra en nuestro destino... sino en el mismo camino.
Bunar apartó la vista a un lado, con los puños apretados sobre los reposabrazos del asiento. Gulfan contempló la imagen. - Es dura tu carga, no hay que conocerla para saber que es pesada. Pero quizás la guía de Marzhammor te sirva de ayuda.
El enano alzó la vista y miró a Gulfan a los ojos, - decidme pues, a donde he de ir.
El viejo enano contempló los ojos de Bunar, firmes y decididos, ardientes como la mismísima alma de Moradin. - "Quizás... haya una esperanza para ti mi joven amigo." - Pensó al momento que cerró el gran tomo que se encontraba sobre la mesa.
- Conozco el sitio adecuado donde comenzar tu búsqueda. - Sonrió Gulfan. - ¿Conoces la villa de Nevesmortas? Se encuentra a unas jornadas de aquí en dirección sur a los pies de las Montañas Nezher.
Bunar negó con la cabeza. Gulfan sonrió. - En aquella pequeña villa, podrás encontrar un Hospicio, en homenaje a Marzhammor. - Se echó hacia adelante antes de proseguir. - Lo lidera Kerila Gemastro, una vieja amiga mía. Quizás ella, pueda servirte mejor de guía para encontrar tu camino.
Bunar asintió. - Os estoy agradecido, mañana partiré temprano hacía el sur. Será una dura marcha.
El viejo rió. - Si me permites, deja que tus piernas descansen. - Y le pasó una bolsa con unas monedas. - Mañana por la mañana saldrá una caravana a la villa de Nevesmortas. Cógela sin reparo, es bueno andar nuestro propio camino. - Se encogió de hombros. - Pero también es bueno saber aprovecharse de las ventajas de nuestro alrededor.
El joven enano, asintió ante las palabras de Gulfan y se despidieron estrechando sus manos. - Y no lo olvidéis, por dura que sea la falta, incluso el padre más severo sabrá cuando perdonaros.
Bunar se volvió y salió de la estancia en silencio en dirección a la posada para poder descansar. Mañana comenzaría un nuevo viaje en busca de su destino.