Retales

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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JRJ

Re: Retales

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¡Así me gusta, a matar transformers! xD :butcher:
¡Gran relato, manita! 8)
Wantu
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Re: Retales

Mensaje por Wantu »

Retales


-El bálsamo del sueño-



No, por más que quisiese no había retorno ya. Había acabado por primera vez con la vida de alguien de esa forma, algo en mí se perdió aquel día al alba y no sabía qué pasaría cuando me encontrase en calma y viese de nuevo a Humo. Quizá fuese como el día tras su primer beso, el que robó de mis labios en la posada de la Bifurcación, sería extraño.

El momento llegó cuando caminaba a solas por el bosque en mitad de la noche, ya sabía de las advertencias de todos, pero esos días posteriores me importaban bien poco los consejos; estaba de mal humor constante, apenas dormía y veía mis manos salpicadas de rojo repitiendo una y otra vez aquella imagen. Sé que hice lo que debía, de otra forma ahora yo estaría sepultada en una de las tumbas del cementerio de Neves, pero nunca ni siquiera en el camino desde Amn hasta el Norte maté así a alguien. Como dije, temía el momento del encuentro con Humo en la misma medida que lo deseaba, aun resonaban las palabras de los dos cambiantes en mi cabeza, ninguno de los dos sabía que estaba allí escuchando y viéndolo todo. Ví lo que hacía Karen, escuché sus palabras e igual con Humo. Le vi dudar por un instante ante el ofrecimiento de Karen y sus palabras conocedoras de un adiós sin traumas me estaba reconcomiendo, y me odiaba por eso, no era eso lo que yo quería para mí.

Le encontré en una de sus mil formas pero no supe quién era. Un enorme oso me aguardaba en mitad del camino, estaba frente a mí porque ni siquiera le había visto con anterioridad, mis alarmas sencillamente no estaban; así pues no tenía la ventaja que el arco me daba siempre, pero sí la distancia justa para entonar las notas que le harían huir fácilmente. Estaba entonándolas ya cuando de repente el oso se puso a dos patas, miré al animal perpleja, parecía un oso de los que algunas ferias llevan consigo, di dos pasos atrás sin fiarme pero el oso seguía de la misma guisa e incluso caminando. Al bajar de nuevo a cuatro patas dio un rápido quiebro y lamió mi mano. Era él, era Humo.

Nos apartamos del camino solo para recibir el ataque de las gigantescas arañas del bosque, rechazado igualmente por los dos, como resultado el hocico del oso estaba lleno de la pegajosa tela de araña. Medio riendo me acerqué cariñosa para retirar la sustancia, y él tomó dos formas que le permitían hablarme. Lo hizo seguido como si no supiese cual de ellas era la escogida. Creo que estaba igual de mal que yo aunque como dijo, le preocupaba mucho más como estaba yo. Le mentí, dije que estaba bien, asumiendo lo pasado y que era un hecho del pasado y que ahí tendría que quedarse, pero bien sabía que no era así. El sol se colaba ya por las hojas de los árboles del bosque cuando le pedí que nos fuésemos lejos de allí, a Eterlund, a recorrer sus caminos aun bastante desconocidos para mí y de nuevo accedió. Usamos un portal mágico como aquel día.

El portal se abrió entre dos callejuelas estrechas, yo crucé antes y él tras de mí. Allí dejó su apariencia de bárbaro para tomar la de un elfo añadiendo que echaba de menos sus cambios ¿Me estaba diciendo eso en serio? Jamás le reproché ninguna de sus formas, ni siquiera las que resultaban más repulsivas, ni siquiera aquella que le permitía entrar en mi mente, ni siquiera la que me hacía recordar tanto daño, su forma drow. No... no podía estar diciéndome eso porque era injusto, le reiteré que jamás me importaron sus formas y que podía cambiar libremente . Mientras él concluía su transformación en un elfo esbelto y bello. La ciudad era netamente de población elfica, incluso usamos ambos el elfico para hablarnos. Recorrimos el mercado, pregunté por varias cosas pero ninguna quise, después seguimos con nuestro paseo. Un puente de piedra cerca de la zona portuaria me llevó a mis días en la Ciudad de la Moneda donde a menudo cruzaba el puente sobre el Alandor mientras escuchaba a mi Aya gritar a mis espaldas prometiéndome un severo castigo que jamás cumplía, sonreí al recordar mi hogar. Anduvimos caminando mucho tiempo como una pareja más de la ciudad de elfos, luego nos dirigimos a las puertas de la ciudela.

Ante nosotros los bosques circundantes de Eterlund, una explosión de verdor, no nevaba ni llovía así que levanté la cara hacia el cielo, con el cabello ondeando por el viento norteño abriendo mis manos hacia la nada, llenando de aire mis pulmones hasta que reventasen, momentáneamente me había olvidado de los sucesos pasados, era la Daya de hacía quince años jugando en el puente sobre el Alandor, volví a tener la inocencia de aquel torbellino de cabellos de fuego que fui en mi niñez.
Humo me despertó de mi viaje al pasado, quería proseguir nuestro paseo, estaba disfrutando enormemente de lo que estaba viendo, tomó de nuevo mi mano y juntos seguimos nuestro paseo.
La vista sobre el rió era impresionante, nos situamos junto a la orilla, él se sentó sobre la hierba y yo permanecí de pié con los ojos entornados.
Fue en ese instante cuando me dijo lo más extraño, algo que no tardé en relacionar con su reacción el día funesto, y con añoranza de cambiar sus formas.
-Daya, quiero que sepas que tomaré más a menudo la apariencia de semi-elfo, quiero que no te sientas sola que no extrañes a los que son tus iguales- Aquellas palabras no me hicieron sentir nada bien, me quedé mirándole desde la altura que me daba el que él estuviese sentado, perpleja.
Por todos los infiernos de este mundo ¿Cuándo le he hecho yo ver que me sentía sola? ¿Cuándo le he hecho ver que necesitaba estar entre gente de mi raza? ¡Demonios tenía eso a diario rodeándome y él lo sabía! No podía por menos que ir uniendo detalles para llegar a una sola conclusión, Karen había hecho más daño del que me imaginaba, Humo era un cambiante, desgraciadamente no recordaba como, no recordaba su raza original y la posibilidad arrebatada por mis manos de tener alguien como él al lado le estaba haciendo creer que yo lo quisiese también. Necio, ¿acaso no se había dado cuenta de nada? Escogí su forma de Bárbaro porque fue con la que me besó pero podría compartir instantes con cualquiera que escogiese, porque simplemente es él, solo puedo tener intimidad con alguna de ellas por motivos meramente anatómicos pero nada más. Sus palabras unidas a las anteriores me sonaron a reproche. No dije nada, no ahora.

Tenía la conciencia martilleándome sin descanso desde que pasó aquello y lo que menos necesitaba ahora era pensar que mi compañero se sentía encerrado, Deseché esos pensamientos y procuré que no se notase mi enfado. Humo se levantó y me tomó de nuevo de la mano.

Seguíamos con nuestro paseo, hasta que divisamos un barco que parecía abandonado. Subimos con tan mala o buena fortuna de que las amarras se soltasen, estábamos a la deriva solos los dos.
Me apoyé en la barandilla viendo como se alejaba la orilla mientras Malak recorría el barco de proa a popa.
-¡Ven a proa mi princesa!- Dijo desde la zona más alta de esa parte del barco, me solté de la baranda y me dirigí, azotada por las ráfagas de viento, hasta su posición.
-Ponte aquí, aquí delante de mí Daya- Mi espalda tocaba su pecho, le oía el latido del corazón con fuerza, sus brazos me rodearon la cintura encerrándome entre ellos y la barandilla de proa, disfruté de ese instante, bromeando con él y hablando como tantas veces, me relajé y supongo que eso hizo que entrase en un profundo sueño.

Desembarcamos sin saber como en una orilla, los colores del lugar iban desde el blanco difuminado que se forma al pasar el sol por la neblina hasta el verde más intenso y brillante que jamás se haya visto. Era un vergel, un Edén solo para Malak y para mí, el barco se alejaba a la deriva de nuevo ante nuestras alegres miradas. Al girarme vi al pastor.

Ante nosotros se mostró un grandioso Ent, un pastor como lo llamaba Humo, lentamente nos saludó, nosotros igual mientras nos susurrábamos cosas acerca de él. Sentí como parte de mi pesar se iba, los Ent son criaturas legendarias, del bosque y para alguien como yo habiendo hecho lo que hice era muy importante su presencia y sus palabras.

Preguntamos Malak y yo por la posible presencia licántropa en las tierras donde estábamos, el Ent solo dijo unas enrevesadas y adormecedoras palabras que dejaban ver que no existía el problema ya, preguntamos pues llenos de júbilo por Amendur y la Arboleda, el Pastor dijo que estaba allí, de regreso. Decidimos ir a visitarle.

El Ent se alejaba mientras le despedíamos nosotros pusimos rumbo a la Arboleda aunque no sabíamos muy bien donde estábamos. Atravesamos el bosque con algún contratiempo, Yo apoyaba a Humo cuando debía luchar, le obedecía en todo momento, sin duda...era un sueño. Seguimos avanzando por el bosque, él cambiaba su forma según convenía y los resultados eran formidables sin duda. Así descubrimos los restos de columnas en círculo que se mantenían rodeando unos escritos en la piedra, me llamó y fui hasta su posición.

-Daya, ¿sientes la energía? Cierra los ojos y siéntela – Ya la estaba notando pero no llegué a cerrar los ojos.
-¡Humo, mira esto!- Alrededor de nosotros aparecieron bolas luminosas, blancas y brillantes como soles, no me atrevía ni siquiera a respirar.
-Son como lamparcontes ¿se llaman así verdad?- preguntó Humo
Recordé entonces las narraciones de mi Aya acerca de esos seres, eran guardianes de la familia de los lamparcontes pero al servicio de Mieliki una deidad de lo natural, eran sanadores y vigilantes del bosque, sentí como me perdonaban el crimen cometido, tuve ganas de llorar.

-¿Entonces esto es un templo a Mieliki?-dijo Humo mientras alargaba la mano para tocar a uno de ellos. Una pequeña descarga inofensiva le recorrió el cuerpo con la forma que tenía en ese instante.
-Ahora pareces un gato de angora, Humo- Añadí riendo mientras él rompía en carcajadas.
No quisimos molestarles más y partimos camino a la arboleda. Atravesamos senderos por todo el Rauvin, ya no había rastro de ningún servidor de Malar. Me alegraba enormemente eso y en mí se estaba produciendo un profundo cambio, mis culpas desaparecían a cada paso.
Los caminos nos llevaron hasta la recoleta playa en la que un día me entregué a Humo, me preguntó si la recordaba ¿Cómo olvidarla? Respondí sincera, me prometió que volveríamos cuando no nevase, después proseguimos.
Divisé las redondeadas colinas que circundan la arboleda, el corazón me latía tan aprisa que me daba miedo, esa arboleda ha guardado muchos de los cambios que ha habido en mi vida, desde la decisión de proteger con mi propia vida a la Semilla hasta sentir el beneplácito de los dioses del bosque, desde Sylvanus hasta Mieliki.
Ante nuestros ojos se abría la arboleda, perfecta, llena de vida, llena de magia natural, llena de sensaciones y rodeada por los vigilantes de Mieliki , en sus mismas puertas Humo con una de sus formas, a su lado y de su mano yo nuevamente llena de paz.

Imagen

Abrí los ojos de nuevo reconociendo la casa de Malak, había sido un sueño balsámico para mi alma ahora solo quedaba que yo me perdonase y decidiese hablar de todo aquello con Humo.


//Pues solo dar las gracias a Malar por esta escena improvisada. La he querido poner como parte de un sueño para no interferir con la situación actual del Rauvin y la trama de Hoar y Talos y porque me parecía la forma idónea de enlazarla con el retal anterior. Gracias también a Malakai por participar :P y a todos los demás por leer estas tochadas :S
Última edición por Wantu el Mar Jul 12, 2011 10:49 pm, editado 1 vez en total.
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-Aquí la Catedral de fuego, aquí Ashnar-


…Qué impotente, y qué inútil me siento a veces.

Hacía tiempo que había pedido a Humo en una de nuestras numerosas charlas, que me hablase de los más recónditos lugares del Norte, siempre consintiéndome lo hizo gustoso y esa vez me habló de la Catedral de Fuego. Es un lugar terrible, pero en mi mente ansiaba conocer aquello que no conocía, siempre he sido así.

Para llegar hasta ella, antes debíamos conseguir la llave que diese paso a mis fantasías, encontrar el material adecuado y buscar quien forjase ésta. Paso a paso lo conseguimos todo y me hizo guardiana de la llave que abriría el paso a mi pequeña aventura. Guardé durante varios meses la llave rojiza forjada por uno de los artesanos de la región, olvidándome en algún momento de ella aunque siempre pendía de mi cuello asida a una fina cadena de oro blanco.

Malak y yo teníamos uno de esos momentos que reclamaban alejarse el uno del otro. Él, siguió con sus expediciones a través de los inmensos bosques mientras yo seguía con mi vida diaria alejada de Humo. Era necesario tener un tiempo de reflexión después de lo que nos sucedió tiempo atrás lo cual nos permitiría retomar las cosas de nuevo.

Y así volví a encontrarle cerca de su casa, no lo esperaba. Nos vimos, nos miramos después de mucho tiempo y rompimos la distancia en un abrazo. Hacía mucho que no nos habíamos visto.

Fue ese día el que dijo que era el momento de ir hasta la Catedral y con nosotros, Vildiara. Volvimos a caminar juntos entre bromas, no me arrepiento de mis sueños, ni de mis afirmaciones y tampoco de las cosas que no puedo perdonarle; pero entre nosotros todo es un torbellino y seguirá siendo así mientras que los dos sintamos fuertes los lazos que nos unen.
La encontramos tomando un baño en las gélidas aguas del Rauvin y decidió prestarnos su compañía. Los tres, Vildiara, Malak y yo, atravesamos el paso que llega a Argluna. Malak volvía a llamarme Dayita, odio que me lo llame, y prometo que se las verá conmigo si sigue haciéndolo. Portaba su regalo en el cabello y hoy la flor de manzano que me regaló al reencontrarnos se conserva entre uno de mis libros, regalándome recuerdos de instantes con él.
Como decía, recorrimos los desfiladeros noqueando gigantes hasta que apareció ante nosotros la pequeña aldea. Había llegado el momento de usar aquella llave y atravesar el umbral de la cripta perdida del tiempo.

Seguí cada uno de los consejos que me dieron, ya sé qué puede suceder y por nada quiero convertirme en un lastre que ponga en riesgo la vida de cualquiera de los dos, no después de sopesar las implicaciones que tendría algo así. Las galerías se abrían ante nosotros, el calor se hacía insoportable y yo notaba que aun protegiéndome, mis mejillas ardían presas del calor del fuego constante.

Cumplí cada consejo, pero algo pasó en una de las ardientes galerías. Una criatura de fuego, una salamandra se encontró conmigo. Una descarga de calor, otra más y mis piernas corrieron en busca del refugio de mi amado. Sin embargo no pudo ser. El fuego me quemaba, mientras mis protecciones para tal fin se esfumaban.

Oscuridad absoluta hasta que su voz resonó en mí como un resorte.

Me llamaba con su masculina voz, con suavidad y abrí los ojos tan solo para verle allí acuclillado sobre mí, cuidándome. Conocía aquel lugar de sobra. Ashnar parecía sonreír cada vez que me veía, pues eran muchas las veces que en brazos de Malak llegaba prácticamente inerte.

Esbocé una sonrisa desganada, llena de pesadumbre por volver a caer. Sé que lo haría una y mil veces, Humo es incapaz de otra cosa que velar por mí pero yo… estoy cansada de caer, de sentirme como un fardo lleno de musicalidad pero tan frágil que duele. Tan solo la promesa de regresar y de no claudicar, tan solo salir victoriosa por una vez y no tener que decir un instante “Hola vida y después regresar de manos del sacerdote a la vida de nuevo…




//Ala, una aventura fallida de nuevo, :cabreado: :cabreado: :cabreado: :cabreado: :cabreado: :cabreado: :cabreado:
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-Diario de una infección-




Sí, como es costumbre a mí me tiene que pasar de todo y debido a mi manía de no hacer demasiado caso a los consejos, me pasó lo que me pasó.

Conocía el peligro que conllevaba atravesar los densos bosques de la región, pero aun era de día, así que harta de los charcos y barro de la villa, fui en busca de alguna raíz que me permitiese avanzar en la alquimia, junto con las raíces, iba a necesitar bastantes hongos moteados pero conocía bien el lugar donde crecían. Con el sol del medio día brillando tenue entre los grises nubarrones del cielo, tomé lo necesario para obtener una buena cantidad de plantas. Era de día, por lo que no tomé todas las precauciones que yo misma recomendaba a todo el mundo dados los problemas que padecemos en la Marca.

Naturalmente, llegar hasta el enclave donde crecían los hongos no fue ningún problema, ni siquiera los moradores que habitualmente poblaban la cueva; fue un camino lleno de pétalos de rosas por llamarlo de una forma poética.

Todos sabemos que los ogros atesoran algunas pertenencias ajenas, por lo tanto hice mío el dicho de “quien roba a un ladrón…” inspeccioné cada baúl de los que había amontonados por toda la estancia, iba a encaminarme a la salida de la cueva cuando escuché algo que me heló la sangre.
Fue un gruñido, y confirmé al girarme que acababa de cazarme un licántropo. Así mismo, por si no fuese bastante el terror que me invadió tuve la visión de Malak mirándome de forma severa repitiéndome una y otra vez “¿Cuántas veces te tendré que decir que no te arriesgues cruzando sola los bosques y sus senderos en la noche?” En realidad me lo repetía cada vez, pero no he sido nunca mujer de obedecer, ni a él ni a nadie.
La visión de Malak advirtiéndome se fue y solo quedaron delante mía las fauces abiertas de la criatura más terrorífica que pude imaginar.
Me doblaba el tamaño, me doblaba la fuerza y encima contaba con la ventaja de la sorpresa.

Supe que tendría que medir cada movimiento que iba a realizar, pero allí estaba aquella fiera mirándome, escudriñando cada movimiento mío. Es fácil decir que debí salir corriendo pero los músculos no me respondían así que, solo hice una de las cosas que mejor sé hacer, entonar notas. No fueron notas normales sino las notas malditas de las que solo los trovadores saben el efecto que causan. Le hice daño, pero no bastó. Sólo conseguí que su ira aumentase y se abalanzase sobre mí derribándome. Pude verle entonces con mucha claridad. Con una de sus garras atrapó mis brazos inmovilizándome, la otra la dirigió hacia mi cuello apretando sus garras contra él y acercando el temible hocico a mi cara. Podía mover las piernas y en un acto reflejo le propiné una patada en el abdomen. Me daba por muerta así que por lo menos, me quedaría con el derecho al pataleo.
Gruñó y aulló justo antes de abrir sus mandíbulas descargándolas sobre la parte entre mi hombro y el cuello pero no la suficiente para matarme. Entré en un estado de semiinconsciencia, me desangraba sin poder hacer nada. Puso algo sobre mi pecho, algo que escribió con mi propia sangre para después cargarme como un fardo y poner rumbo a las cercanías de Nevesmortas.
Como supe después, el Hospicio había sido arrasado y El Refugio había sido atacado igualmente.
Me arrojó frente a los pocos aventureros que quedaban en pie, mal herida, medio muerta…
Todo apuntaba a que querían entregar un mensaje, de tal forma que obligase al destinatario de dicho mensaje. Afortunadamente no conocían mi relación con lo que demandaban.

Poco después comencé como todos los infectados a sentir los primeros síntomas. Lejos de ocultarlo y llenarme de la histeria que tanto detesto decidí, mientras esperaba a Vildiara, mantenerme vigilada dentro de los muros de la Atalaya.

Al pasar de los días los síntomas se van haciendo más y más evidentes. Cambios de humor, fiebre, desazón, malestar, sudor frío y pesadillas.

Pero por los dioses que no sé si es peor soportar a Ashnar hablándome de los parabienes de Malakai cuando en sus brazos me lleva hasta él tras algún percance o convertirme en uno de esos monstruos. Ni siquiera ganarle a las cartas calla su lengua, al contrario.
Reconozco que me tenía ya harta así que como si fuese una liebre a la que abren su jaula, salí de la Atalaya imprudentemente.

Si por manos del destino me hubiese transformado en mitad del bosque, ya no habría tenido salvación y como me dijo Vildiara, la misma Zeras me habría dado muerte de haberse topado conmigo.

Pero afortunadamente no fue así, encontré otro guardián mucho más grato.

Iba por los caminos bifurcados cuando ante mí aparecieron dos colosales dragones, me asusté y me lamenté por mi mala suerte pero aun me lamenté más cuando tuve que escuchar el regaño con las orejas gachas.
No eran otros que la dama Vildiara y mi amado compañero, Malak.

Malakai no estaba aun al tanto de lo que me sucedió pero dada la regañina que Vildiara me estaba proporcionando, pronto lo entendió y no añadió su regaño al de Vildiara.

-No, no, no, NOOO! Tú no, Daya ¿Te han…?
-Si, así es Humo… pero ¡aun no me ha crecido el pelaje!-

No puedo evitar el bromear, me ayuda y no me deja caer en estúpidos lamentos, a lo hecho...pecho y a aguantar. Al menos y gracias a Keila conservaba la vida, ahora solo tendría que esperar y que me mantuviesen vigilada.
Por supuesto, me agrada sobremanera que sea mi particular centinela el que me cuide, sin duda, como ya pasó con los demás, podría sujetarme si me transformaba.

Se que le ofrezco una multitud de sustos, y éste era otro más aunque algo más… problemático.

La noche se acercaba y los síntomas iban en aumento. Cada día que pasa y se acerca el nuevo ciclo lunar, lo noto. Me llevó a su casa, consideró que allí estaría más cómoda, en efecto así es puesto que allí tengo algunas de mis pertenencias, no es mi casa pero se asemeja mucho a eso. Allí le conté en la más estricta vigilancia como sucedió todo y sé que lo lamenta en su corazón sin embargo no me muestra una compasión que solo me insultaría.

En las noches, el vigila mi sueño, por el día me acompaña a cualquier parte que se me ocurra, a cualquier expedición, a cualquier lugar donde se me ocurra. Durante mi “encierro” me llevó a conocer lo que escondían las ruinas de Ascore. Impactante sin duda, aunque como siempre, hube de visitar a un clérigo poderoso. Sabiendo ya lo que me pasaba con Ashnar no dudó en llevarme al templo de Helmo en Sundabar, ¿Y aun alguien se pregunta porque es dueño de mi corazón?

Siguen pasando los días, se acentúan los síntomas y me noto irascible. Sin embargo sigo bromeando con el tamaño de mis uñas, mis colmillos…

-¿Cómo te encuentras, Daya?- me pregunta observándome.
-Aun necesito ropa de abrigo, sigo sin pelo… ¿seré una licántropo de pelo de fuego?-
-Sea lo que sea, serás preciosa- me contesta preocupado.
-Mis uñas miden lo mismo que ayer-
-¿Te has medido las uñas, Daya?- me pregunta con sorpresa.
-Es que me aburro mucho, Humo-
-Ten paciencia, Daya-
Asiento dando vueltas como un gato encerrado y sigo con mis ganas de bromear, al menos estaré haciendo algo, pensaba. De repente usé mis dotes artísticas para jugar con él. Gruñí y me agazapé en un rincón, levanté mis brazos fingiendo mover las supuestas garras y quise saltar sobre él. Pero su gesto y sus palabras me detuvieron, Está realmente preocupado por mi estado y comprendí que mi juego solo le proporcionaría dolor, no por el daño que pudiese hacerle sino por lo que la infección significaba.

-No es propio de ti esto, Daya- me dijo severo.
-Me niego a lamentarme de mi suerte, Humo, prefiero bromear con todo esto antes de pensar en lo que me puede pasar y alejarme cuanto más mejor de miradas de pena y compasión. Odio la histeria, y pude ver mucha cuando vigilamos juntos a los últimos infectados-

Nunca antes he hecho una aseveración más real que la que hice en ese instante, pero mientras tenga una esperanza de no ser una bestia, la mantendré viva.

Sigue la fiebre, cada día más elevada, me debilito por días, apenas como, apenas puedo dormir…siento escalofríos y temo cada día más la llegada del nuevo ciclo lunar sin embargo, aprovecho y disfruto cada instante con mi centinela…
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Wantu
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Re: Retales

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-El vuelo del Morciguillo-

…Sigue pasando el tiempo y siguen pasando cosas que a veces son producto de la casualidad y otras son casualidades buscadas. En esta ocasión fue, como siempre, mi deseo de conocer cualquier rincón del norte por peligroso que fuese.
Cualquier lugar, cualquier construcción contaría al menos con un estante con libros que, como buena oghmita devoro y comparto con otros.

Así pues aquel día cuando Malak me preguntó qué me apetecía conocer, se lo dije firme como un roble.

¡Deseo conocer los entresijos que se guardan en la Cripta del sendero nevado de Abdar!

Parpadeó y asintió al ver mi decisión, aunque me dijo que dado lo peligroso de aquel lugar sería recomendable encontrar algún compañero de viaje más, otro loco como nosotros.

Desde su casa caminamos hasta Sundabar, puesto que en su posada se reunían algunos aventureros conocidos con frecuencia.

Nos separamos un instante, Malak debía hacer unas cosas, sin duda ir al banco por la cantidad suficiente para Ashnar…ese clérigo a estas alturas debe tener una flota de veleros y varios castillos en la Costa de la Espada; yo me dirigí a la posada y allí me encontré con Nelor, Katy y Shein.

Aproveché para hacer algún negocio y acto seguido expuse nuestra próxima partida hasta los tramos nevados de Abdar.

Shein, siempre con esa rigidez que la caracteriza y tocándose esa trenza que porta dijo que nos acompañaría pero también nos advirtió del peligroso lugar donde íbamos.

En esas llegó Malak uniéndose a la charla.

-¿Y vos, Malakai… qué dotes poseéis para emprender tamaña empresa?-Preguntó Shein

-Es muy habilidoso, Shein, te lo aseguro- Contesté yo

-Pero no se refiere a las habilidades amatorias, Daya- Bromeó Malak

-Ya lo sé, si total…son las únicas que no posees – Apostillé yo contestando a su broma

-Puede decirse que soy bueno haciendo que las armas del contrincante al suelo caigan, que mi aliento es abrasador, que soy bueno esquivando la magia y que a veces cuesta verme…

Malakai se estaba definiendo así mismo usando los dobles sentidos, realmente se nota que convive con una Bardo. Shein no parecía entender aunque pronto lo haría. Por su gesto, parecía convencida de que sería un estorbo más que una ayuda.

A la salida de Sundabar camino al Paso del Orco Malak se detuvo, debía explicarle su primer cambio pues a buen seguro Shein iba a asustarse.

Su primera transformación tuvo lugar aderezada con la cara de espanto de la arcana, expliqué que ese era su don, era la misma persona que charlaba con ella en la Posada pero ahora tomaba la forma de una de las criaturas más odiadas de la superficie.

Malak casi siempre dejaba que fuese yo la que suavizase la percepción que se tenía de él, probablemente resultase más efectivo. Shein comprendió lo que era Malak, es decir, un cambia-formas. Sin duda, a medida que recorríamos el Paso del Orco se fue convenciendo de la valía de un ser como Humo. Pronto avistamos el paso hasta los tramos de Abdar donde nos recibían un grupo de orcos enfurecidos.

A pesar de ellos continuamos. Malak abría paso mientras que yo usaba mi destreza con el arco disparando andanadas de flechas a los objetivos, Shein a petición nuestra se reservaba sus fuerzas para el momento propicio. No tardó en llegar.

Entre neblina atisbamos la pequeña construcción en mitad de aquel camposanto, donde los gnolls nos tendían una jugarreta desmontada por nosotros con celeridad. Nos preparamos entonces para cruzar el umbral de la Cripta, eran tantas las leyendas de aquel lugar que yo sentía como me hervía la sangre de la curiosidad.

El lugar era bastante siniestro, multitud de telarañas colgaban de sus techos, algunas tan densas que necesitaban el golpe encendido de una hoja afilada, sus constructoras de hecho igualmente enormes, después de Maggris diría que son las más grandes que vi jamás. Fuimos encendiendo algunas antorchas con las que alumbrar nuestro camino, a veces al andar se escuchaba el crujir propio de cuando aplastas algún pequeño insecto, las galerías conformaban un laberinto húmedo y agobiante, mientras que en sus recovecos se disponían algunas trampas que de no ser por Humo, nos hubiesen destrozado. Algunos de los pasillos de piedra contaban con entradas a algunas salas igualmente lúgubres, tal cual una a la que entramos. No parecía tener nada extraño, tan solo unas palancas que Humo accionó. Al instante, un caudal de agua comenzó a llenar el habitáculo mientras llenos de sorpresa intentábamos ponernos a salvo. Conseguimos hacerlo a fin de cuentas.
Después de tan curiosos artefactos, comenzaron los verdaderos problemas, los Adeptos. Gracias a Shein y a su enorme poder, así como al virtuoso Malak que se envalentonaba con mi precioso canto, hicimos que descansasen eternamente. Las palabras mágicas salían de la boca de Shein que poco a poco retornaba a la muerte verdadera a los muertos caminantes, ejércitos de esqueletos y devoradores óseos conformaban un tremendo caudal de lucha.

Cualquiera con un mínimo interés por la aventura habría disfrutado de la que estábamos viviendo. Poco a poco fuimos recorriendo la Cripta, cada uno de sus niveles era aún más siniestro que el anterior y sus moradores más terribles que los anteriores pero no obstante, nuestra compenetración estaba haciendo que las cosas marchasen bien.

Alguna de las salas eran muy tétricas y seguro que envueltas en algún tipo de magia puesto que ninguno de mis compañeros parecían ver lo que yo veía. Dos personas permanecían vivas presas de la tortura espantosa digna de un siervo de la dama del dolor, estaban atados a unas argollas formando una X, otro estaba en forma de cruz. ¿Pero porqué solo yo les veía? No tengo la menor idea.

Malakai tomaba la forma que creía adecuada al momento, Shein parecía haber asumido cada una de las que estaba usando, siempre he dicho que si se molestasen en conocer más allá de la envoltura, otro gallo cantaría.

Abrimos una nueva puerta, sus goznes parecían quejarse como se quejan los huesos de un anciano, traspasamos el umbral y estudiamos la sala.

A un lado, se encontraba un biombo que quizá en otro tiempo fue esplendoroso aunque me parece muy dudoso el gusto por vivir en un mausoleo, pero gustos hay para todos. El biombo separaba una zona de descanso, un lecho corroído por el tiempo, varias estanterías con libros que apenas tocaban mis manos, se deshacían en polvo… y unos restos envuelto todo en telarañas
Estábamos revisando aquellos restos, eran de un portal, seguramente conduciría a la salida de la Cripta pero estaba destrozado así que deberíamos desandar todo lo andado.
Inmersos en nuestro pensamiento se escuchó un aleteo.

Nos dimos de bruces con aquél murciélago. Malakai parece el amigo de los animales, no he visto persona (sea o no gente del bosque) que disfrute tantísimo, supongo que es fruto de lo que es. Shein agitaba las manos para que no se le acercase mientras yo decía a Malak que tratase de hablar con el murciélago.

Imaginad nuestras caras cuando se presentó con una vocecilla chillona.

-¡Soy Morciguillo!¡Morciguillo el bello!

-¿Eres un cambiante?

-Yo soy….bah…si no os lo ibais a creer…

-¿Cómo has llegado aquí?
-¿Qué eres?

Una avalancha de preguntas salió de nuestras bocas mientras Morciquillo aleteaba ofendiéndose algunas y disfrutando otras.

Con su vocecilla estridente contestaba como quería a nuestras dudas, pero a decir verdad, lo interesante llegó cuando dijo que alguien le había dejado así y que Shein sabría como arreglar el portal.

Entre tanto y con la vista fija en una estantería me giré.

-¡¿Y vos quien sois?!-

Dije al ver la figura de un caballero pasearse de lado a lado mientras parecía buscar algo

-¡Ag! Pero si yo os conozco-dijo señalando a Shein-

La verdad es que nuestra aventura estaba siendo muy curiosa, curiosísima de hecho.

Morciguillo aleteaba con su Flap-flap acompasado, colocándose a veces sobre Malak o sobre Shein, según conveniencia, otras se posaba sobre el recien llegado.
-¡Me llaman Jean Dale Divoy, maestro del estoque!

Aquella situación estaba empezando a ser como aquella escena que en el teatro tuvimos Relenar, Keila y yo…o sea, de locos.

Volviendo a la cordura, o casi cordura, empezamos a revisar cada cosa que pudiese darnos una pista para irnos de allá. Un enorme manuscrito se alzaba sobre un atril, varios artefactos estaban alrededor. No sé bien quien accionó aquello, pero allí apareció un Demiliche haciendo que me aterrase. Era sumamente poderoso y rápido, tanto que nadie llegó a tiempo de salvarme. Seguro que cierto clérigo de lathander debía sentir un ruidillo de moneditas en ese momento… pero no, esta vez no. Shein por lo que supe después leyó e interpretó un pergamino con la magia suficiente como para devolverme a la vida aunque eso sí, estaba dolorida, confusa…

A mi lado había caído Morciquillo, me di cuenta porque no le escuchaba aletear. Está claro que Malak hizo lo posible hasta que el Flap-Flap regresó.

-¡Quiero irme a casa!- decía yo aun consternada por mi percance.

Shein junto a Jean Dale hacía lo que podía, se concentraba en reunir todo su poder para volver a abrir un nuevo portal de escape. Al verla, entoné un nuevo canto que le daba arrestos para seguir. Morciguillo aleteaba profusamente charlando indistintamente con unos y otros. Si no fuese porque el tema era serio, diría que parecíamos el número de un circo.

Al fin, Shein consiguió abrir un nuevo portal que no tardamos en traspasar, entrecerré los ojos puesto que salimos al nevado y brillante manto que cubre los tramos de Abdar, Allí estaba Shein, Malak con su amigo el del Flap-Flap , Divoy y yo. Estábamos a salvo por fin.

Cuando íbamos a marchar cada cual por su lado un resplandor surgió de repente y allí, en lo que fue Morciguillo apareció la figura de un humano.

En efecto, Morciguillo el del “Flap-Flap”era un ser transformado, el vuelo del Morciguillo había terminado y ahora llegaba la hora de irse, cada cual a su lugar y todos seguro que a festejar…













//Sólo puedo decir una cosa...que hacía tiempo que no veía algo así en el nwn. Gracias a Talos, Silvanus (creo que estaba mirando) y a Mystra por cuatro horas de rol increíbles, y por supuesto a Kmos y Haienfein. En honor a la verdad el relato no es ni de lejos una muestra de lo que hicimos porque hay detalles que se escapan en tantas horas ^^.
Última edición por Wantu el Mié Ago 17, 2011 11:58 am, editado 2 veces en total.
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Kmos

Re: Retales

Mensaje por Kmos »

yo tambien os agradesco a vosotros el buen rato de rol que tuvimos :) fue muy divertido de principio a fin... aunque sin morciguillo nunca hubiera sido lo mismo!! XDD

Gran relato Daya.

Un saludo.
Última edición por Kmos el Mié Ago 17, 2011 12:46 pm, editado 1 vez en total.
Mystra

Re: Retales

Mensaje por Mystra »

Buen relato, Daya!



Morciguillo siempre estará en nuestros corazones :)
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Re: Retales

Mensaje por Wantu »

Vale, ya me queda claro que es Morciguillo y no Morciquillo jajajajaja ¡celebraremos el día del Morciguillo!
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Re: Retales

Mensaje por Wantu »

Retales

-El extraño caso, o no tanto, del extravío del mayordomo.-


…Volviendo cansada hacia Nevesmortas, deseando meterme en el primer lugar sin mucha gente para descansar a gusto, crucé el dosel de las puertas del Blasón, saludé sin mucha estridencia mientras mis pies ya iban solos al salón apartado del ala izquierda.
Al llegar a la puerta y agarrar el pomo para girarlo, bostezaba y sentía dentro de mí el goce que se siente al meterse en una cama mullida y caliente después de un agotador día, paladeaba ya unas horitas de sueño frente a la chimenea del salón sin importarme dormir en uno de sus sillones, abrí pues la puerta.

Un grito o más bien chillido, seguido de algún improperio mezclado con alguna maldición se escuchó entrecruzado con los típicos “cuidado”
De golpe, mi tan ansiado y merecido relax se vieron empañados esfumándose de un soplido. Mi gozo se fue directo al pozo.

La joven ayudante en el Blasón, Ting Iphukiir, había ido trastabillando hasta casi el otro extremo del salón debido al ímpetu proporcional mío al abrir la misma. Poco le faltó para caer de bruces y en su defecto, un golpetazo en la pierna, en las dolorosas espinillas. No soy persona con falta de tacto y enseguida le ofrecí mis disculpas.

Había dos personas más en el salón, los dioses no me premiaban ni tenían a bien concederme mi anhelado sueñecito vespertino.

Eran un tal Ray y una tal Adha. El primero se esforzaba en auxiliar a la pobre mujer que seguía despotricando y mirándome bastante mal, la chica reía ante lo sucedido.

Recuperados todos del primer impacto, la joven se estiró la falda y siguió con las preguntas a los otros dos presentes.

-Pues como decía, que vengo preguntando si alguno conoce a la señora Cronista… su señoría Lanzagélida tiene un encargo para ella-

En ese instante la risueña chica me señaló, momento que aproveché para presentarme y reiterar mis disculpas.

El joven, boquiabierto se quedó fijamente mirándome, descarado sin duda hasta que salió de su ensimismamiento bajando la mirada. Ting, roja como las amapolas, pidió disculpas y tan aprisa como pudo terminó el recado y salió pitando y vociferando una vez cerrada la puerta.

-¡Lónnor! ¡Voy al baño¡ ¡que no me moleste nadie mientras me ahogo en el retrete!-
Abriendo la puerta al escuchar tamaña locura grité:
-¡Nooooo, no seáis loca que la culpa fue mía!-

El encargo no era otro que saber del mayordomo de la Dama, Card había partido hacia Sundabar un par de días atrás para tratar algunos negocios con Luchianno, pero al ver que no regresaba y no teniendo constancia de que viese al sastre de Sundabar, cundió un pánico leve. De todos es sabido que Card es indispensable para la señora Lanzagélida.

Terminado el informe preliminar, los tres partimos hacia el norte. Card no era de los que iban a pie así que si no había ido en carreta habría ido a caballo, no había duda. Sólo quedaba recorrer el camino hasta Sundabar. Evidentemente y dados los ataques licántropos así como las noticias de un desquiciado coleccionista era seguro que tomaría el camino menos peligroso, el del hospicio.

Bien sabido es lo peculiar de este clima nuestro y lo poco que ayuda a seguir rastros. En el trayecto y no muy lejos de la villa pudimos ver una pequeña bolsa, comprobamos al acercarnos que pertenecía a Card, era su bolsa de alfileres. Quizá se le hubiese caído, quizá la habría perdido en una posible huida… nada estaba claro salvo nuestro empeño en saber lo pasado. Seguimos caminando con la inclemente lluvia por acompañante.

Atisbamos en la colina que conduce al hospicio la silueta de un corcel. Nos acercamos y comprobamos que era uno de los de la cuadra de la Dama lanzagélida.

El equino estaba perfectamente, se encontraba atado y con una vieja bolsa abierta a modo de alforja. Me acerqué y examiné su contenido. Unas agujas y una capa con remiendos era lo que había, ahora ya conocíamos el motivo por el cual habíamos encontrado la bolsa de alfileres.
Subimos al suave colina para preguntar y tras recibir el santo y seña por parte de uno de los maeses supimos que en efecto, Card había estado allí haría dos días y había pedido que cuidasen del caballo. Al salir el caballo ya no estaba. Si ahora iba a pie, no habría ido muy lejos.

Continuamos avanzando hacia el norte haciendo parada en la cabaña del pescador. Delis
respondió amablemente a nuestras preguntas asegurándonos que de cuando en cuando Card le traía cosillas y se quedaba unas horas charlando con él así como la confidencia de que probablemente estaría parado en Fuerte Nuevo, donde tenía una “enamorada”. Además nos mostró lo que había llegado a su huerto, el corcel de Card. El caballo había ido con el mayordomo muchas veces y es probable que acudiese hasta allá cuando algún osgo de los poblados cercanos le asustase. Le pedimos que lo custodiase mientras nosotros continuábamos las pesquisas.

Llegamos al campamento gitano, no conseguimos gran cosa salvo percibir el temor que sus integrantes le tenían a la señora de Nevesmortas, tomamos pues la decisión de ir primero hacia la Bifurcación dando un rodeo antes de seguir hasta Sundabar.

Entramos en la posada e hicimos algunas preguntas, una de las camareras nos dio recado para el mayordomo
-Decidle de mi parte a ese picaron de Card, que me debe un vestido y que tuve que ir a la boda de mi prima con uno hecho con unas cortinas!-
La cara que puso mi acompañante fue de horror y reconozco que la mía también ¿unas cortinas para un vestido?

Sin sacar nada en claro salimos de la posada. Preguntamos eso sí, al cochero del turno dando detalles de la descripción de Card. Sólo por llevarnos antes de lo previsto el malandrín nos cobró mil monedas pero las abonamos dada la gran suma que la dama nos ofrecía.
Según el cochero, él mismo le había dejado en Sundabar.

Sólo podía haber dos sitios posibles donde ese mayordomo pícaro pudiese estar. La casa de Balcolimbo o La Taberna del Cantor.

Por cercanía acudimos primero a la segunda y en efecto. El muy ladino estaba pasándoselo en grande rodeando con el brazo a una chica que se sentaba contenta a su vera. Card estaba tan ebrio que se podía oler el alcohol con solo abrir las puertas.

Yo misma me encargué de hacerle pagar el no haber podido tomarme mi plácido sueñecito, además de las mil monedas.

Le saqué casi a rastras de allí asegurándome que la jovencita no quisiese más tratos con él. Los dioses quisieron que se vaciase de alcohol antes de montar en la carreta porque juro que lo hubiese atado al techo si se ponía a vomitar dentro.

Al llegar a las puertas de la Villa ya había recuperado parte de la lucidez. Card había partido con una buena suma de la dama en dirección al sastre, tenía que abonar varios vestidos para la dama pero el muy truhán perdió el oro en una partida de cartas.

Llegamos hasta la mansión donde nos recibió la dama. Con un solo gesto hizo a Card dirigirse a la cocina, donde a buen seguro recibiría una charla. A mí se me pidió prudencia y que el suceso no fuese expuesto en las Crónicas. Así lo haría por mi parte.

Ahora sí que nadie me iba a impedir mi sueñecito…



//Muchas gracias por el ratillo a Tymora, Remek y Mooncane :wink:
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Re: Retales

Mensaje por Wantu »

Retales

-Aquella noche en la feria, 1ª parte-


Desde hacía días todos andaban comentando todo lo concerniente a la feria de Nevesmortas. No es que me llamase la atención algo así pero tanta expectación acabó por despertar mi curiosidad, así que me decidí a echar un vistazo.

Una boca de lobo se situaba frente a una de las casas sitas en el paseo, junto al Blasón. Se abría llena de misterio, la oscuridad que se vislumbraba dentro de las fauces era solo el principio atrayente a lo desconocido.

Serían setecientas monedas, pero no pareció importarle a nadie dada la larga cola en la puerta de acceso.

Allí estábamos los conocidos prestos a cruzar la puerta.

Al entrar todo estaba en tinieblas, apenas se veía un resplandor proveniente de una esfera mientras una voz suave nos empezaba a relatar la aventura que estábamos comenzando a vivir. Era una ilusión mágica pero ya empezaba a sentir en el estómago las mariposas que pululan siempre en él. En mitad de la cerrada oscuridad noté unos brazos que me rodeaban por la cintura y un susurro en mi oído “Estoy contigo Daya”. Malakai había acudido también a la feria, no es mucho de pasear por Neves pero tanto alboroto había acabado por atraerle.

De la mano y siguiendo las indicaciones de la voz guía, el grupo tocó la superficie de la esfera, todo comenzó a dar vueltas mareándonos, algunos fruto del vértigo, hasta que se disipó la negrura dejando paso a la primera escena de la ilusión.

Ante nuestra atónita mirada pudimos ver un coliseo en medio de la nada del desierto de Thay, estaba rodeado de gradas vacías, espectadoras de la parte central. En el centro una mujer de aspecto siniestro arengaba a la lucha, su nombre Azhir Kren. Los contrincantes eran Gnolls del desierto y repugnantes Zombies. Azhir les daba indicaciones para una lucha próxima sin importarle en absoluto cuántos cayesen en la preparación. Así, observando los preparativos transcurrió un buen rato sólo interrumpido por la aparición de un Mago Rojo. Su llegada no era para otra cosa que hacer llamar a la mujer por parte de Sazass Tam el Zulkir de la Nigromancia, del que algunos escritos hablan. De nuevo se hizo la oscuridad y el vértigo volvió a rodearnos a todos.

Ni que decir tiene que pese a ser un producto ilusorio, muchos lo estábamos viviendo como una realidad más, a veces, las miradas de Azhir parecían dirigirse a nosotros tanto que sus palabras parecían dirigidas a los espectadores. No me avergüenza decir que fue el comienzo de una sensación de miedo creciente en algunas ilusiones.

De nuevo, tras el vértigo de la oscuridad llegó la luz, pero no para que viésemos algo agradable no…

Ante nuestros ojos se levantaba una imponente construcción, era la fortaleza del Zulkir Los espectadores seguíamos al mago rojo y la cruel entrenadora que ya había asumido su fastidio.

Delante de nosotros se abría una gran sala, las voces de los esclavos encerrados lamentándose de su suerte llenaban el ambiente sonoro, magos rojos de un lado a otro de la gran sala y al fondo la figura elegantemente vestida pero igual de inquietante que siniestra. Se trataba de Sazass Tam.

Contuvimos la respiración cuando acertamos a escuchar los planes oscuros que llevarían a cabo. Una invasión seguida de la destrucción de los Rashemies.

En un experimento abominable, el Zulkir mandó que le trajese a uno de los esclavos, en silencio y sin más remedio que la obediencia, Azhir fue informada de su próxima misión invitada después a marchar.

Prepararon al esclavo en la parte central de la sala, inmóvil y a merced del nigromante. Éste parecía mirarnos y cada vez que lo hacía yo sentía formarse escarcha en mi sangre, se estaba apoderando de mi el miedo, pero no ese miedo que no buscas y del que no puedes escapar no… sino ese miedo que sientes ante un cuento de terror al que puedes poner fin pero que el morbo de sentirlo hace que quieras ver más y más. Estaba temblando pero quería más.
Como dije, el ritual nigromántico tuvo lugar en el cuerpo del esclavo, la escena era dantesca. Temible y repugnante a la vez. Con el corazón saliendo de mi pecho y agarrada a Malak como si de una lapa se tratase, volvió a rodearnos el vértigo y la oscuridad.

Cuando todo volvió a la quietud descubrimos una aldea llena de vida, una aldea Rashemí a las orillas del lago Mulsantir.

El ir y venir cotidiano de sus gentes no distaba mucho del que había en Nevesmortas en un día cualquiera, pero no hacía frío, seguramente estábamos en la primavera ya.

Ante nuestros ojos expectantes tiene lugar una conversación entre dos mujeres. Se trata sin duda de las sanadoras y guías espirituales y mágicas del poblado. El rango de ambas es diferente, Ozhlor y Jazhram.

Dejando la conversación de ambas, nos adentramos en el interior del poblado viendo como era llevada una de las elegidas para forjarse, después de la partida una madre llorosa por la despedida. Tras el miedo en nuestra anterior ilusión llegaba ahora la compasión por algo tan cotidiano como los adioses.

De nuevo el vértigo y la oscuridad para volver al desierto… De nuevo esa mujer comandando a sus tropas hasta el Zaltir de la conjuración pero algo sucede pues las custodias están abiertas y el castillo desierto aparentemente. La expedición a través del Zulkir sigue hasta descubrir una desagradable sorpresa. Un demonio aprisionado mágicamente desafía a Azhir instándola a que le libere, ésta lejos de amedrentarse le reta y pide información a cambio de soltarle pero igualmente se prepara para la traición del demonio, tras obtener lo que deseaba el demonio atacó a Azhir que en lucha encarnizada acabó por darle muerte.

No puedo explicar la sensación de los espectadores en ese instante. Increíblemente todos pasábamos de una sensación a otra opuesta, sabíamos que era todo una ilusión pero prometo que era muy real, demasiado real.

Todo el asunto de los Magos Rojos me estaba trayendo recuerdos olvidados de hacía mucho tiempo. Cuando llegué a Neves la villa estaba sufriendo ataques, a diario se contabilizaban las víctimas y se contaban por decenas los edificios calcinados, todo era producto de un ataque por parte de los Magos Rojos en un intento por volver.
Tras la muerte del Balor, de nuevo se hizo la oscuridad para llevarnos esta vez a un hermoso paraje en los dominios Rashemies del valle del Inmil. Se trataba de una especie de refugio espiritual, donde las mujeres, que parecían llevar la batuta en cuestiones divinas, arcanas y guerreras, pedían consejo y ayuda a los espíritus. La lucha estaba acercándose y ellas lo sabían, se preparaban de forma inmediata.

De nuevo todo se torna oscuro llevándonos a un lugar mucho menos agradable.

Azhir informaba en ese instante a Sazass Tam de lo ocurrido con el demonio, el nigromante contrariado, parecía mirarnos a todos volviendo escarcha mi sangre, extrañamente no estalló, por el contrario se mostró complacido con su fiel servidora recompensándola por sus servicios.
A su disposición puso las tropas adecuadas para que librase la batalla decisiva con los Rashemies. De nuevo, nos envolvió la oscuridad…

(Continuará)


Última edición por Wantu el Jue Sep 29, 2011 8:03 pm, editado 1 vez en total.
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