Re: Retales
Publicado: Dom Jun 12, 2011 11:09 pm
por Wantu
Retales
-La inocencia perdida-
Mis manos estaban llenas de sangre, mi cuerpo aun temblaba por el acto de muerte, mi mente se debatía entre lo correcto y lo que no lo era, pero allí estaban los dos. Ella yacía sin vida entre mil formas desterradas al olvido y él a mi lado, lamentando ver mis manos manchadas de sangre, ¿pero como dejar que fuese él el que acabase con la vida de un igual? Le debía mucho más que un remordimiento, le debía no sentirse culpable por acabar con un ser como él. Allí yacía el cuerpo sin vida de karen y junto a ella mi inocencia. Mi amor hacia él será lo que nos lleve a olvidarnos el uno del otro, el miedo a que alguien sepa que para los dos somos el único punto débil, pero quiero ser egoísta pues no puedo dejar de sentirle conmigo, de tocarle e incluso de solo mirarle.
Todo empezó como una casualidad, necesitaba liquidez monetaria y que mejor que llevar un buey hasta Sundabar, un dinero fácil, muy fácil.
Así, el buey y yo avanzamos por el camino que lleva al bosque y allí mismo la vi aparecer.
Karen era una elfa, de rasgos suaves, bella y muy resuelta, me llamó la atención su descaro. No tenía la menor idea de quien era, pero ella parecía conocerme muy bien.
No es que fuese algo extraño, soy una de las cronistas de la Villa y no me pareció inusual, aunque sí me pareció que conociese mi apellido y que de inmediato me preguntase donde estaba él.
-¿Dónde está?- interrogó karen
-¿Dónde está quien o qué cosa? –respondí yo sin entender.
-Humo, Frias…Malak-
Aquello si que me desconcertó. Sólo yo llamo así a Malakai y que una desconocida le llamase así me puso en alerta. Recordé las palabras que hacía años me dijo Rael, nunca confíes, y así obré. No dije nada salvo que no sabía donde estaba, no mentí pues era evidente que nos había estado observando en nuestra intimidad. Quise saber y precisamente saber, fue lo que acabó por disparar mis alertas.
Frente a mí comenzó a transformarse, era una cambiante sin lugar a dudas, pero nadie ni siquiera Malak había tomado mi apariencia. Casi rozándome, altiva y juguetona pareció retarme. Sin duda me había estudiado, luego echó a andar entre carcajadas añadiendo que estaría por la villa e inquiriéndome a decir a Humo que le esperaba.
La volví a ver en alguna ocasión más, adoptando diversas formas, de mestiza orca, de vampiresa, incluso de dulce niña… comenzaba a fraguarse lo que nunca pensé.
Días más tarde, encontré a Humo. Tenía adoptada una de sus formas, la Arpía le permitía ciertas cosas, ciertas dotes de vigilancia tan necesarias en el bosque durante estos tiempos y así, le encontré de nuevo.
Después de saludarle como hago siempre, le indiqué la necesidad de contarle lo pasado. Por su gesto pensó que sería una más de mis alocadas historias, no creo que evite pensar a veces lo que todo el mundo piensa, que soy una frívola, pero si lo fuese ahora no tendría esta congoja, ni este sentir ahogado.
Comencé mi relato de lo acontecido, sabía ya que era una cambiante poderosa, casi tan poderosa como Humo, quizá más y su reacción no me sorprendió. Humo estaba solo, no sabía el porque de sus formas, no conocía sus orígenes puesto que no gozaba de la memoria que todos poseemos, siempre quiso conocer a otros como él, tuvo incluso un discípulo pero marchó hace tiempo. Entiendo su soledad, y aunque procuro que no lo sea tanto sé, que nunca podré satisfacer sus necesidades de aprender y de compartir con alguien como él. Su mirada se iluminó al saber de ella, pero también sé que siempre temió encontrarse al mal en alguien de su naturaleza.
Marchábamos ya hacia Neves, era muy posible que Karen anduviese por la villa. No tardaría ni medio día en conocerla pero los dioses gustan de llevarnos por otros caminos.
Una niñita, dulce y preciosa apareció corriendo sorprendida de encontrar artemisas, estaba sola. De repente un grito. Nos vio a Malak y a mí, pero Humo estaba transformado en el ser monstruoso que resulta a la vista una Arpía, la pequeña se asustó mucho.
Acurrucada en un rincón temblaba señalando a la bestia, yo me acerqué; intentaba que en su mundo infantil abriese la mente a algo maravilloso como era mi amor, como era Humo, costó hacerlo pero poco a poco dí gracias a la bendita inocencia infantil.
Advertí de los peligros del bosque para una pequeña niña esperando no volverla a ver por allí, pregunté por sus padres pero dijo que era huérfana y que vivía en el Hospicio. ¿En el Hospicio de Malzhamor? Extraño cuánto menos, jamás vi niños allí.
Posiblemente sería una excusa infantil, fue entonces cuando se acercó a Malak. Lejos de amedrentarse por su impactante forma se puso de puntillas diciendo “Yo quiero…
Adiviné lo que pretendía y la alcé tomándola por debajo de los brazos, ella quedó muy cerca de Humo, y lo que pasó nos dejó tanto a él como a mí, de piedra.
La niña besó a Malak, pero no un beso infantil sino un beso profundo y adulto. Entonces entendí que era ella, era Karen.
Me encendí en celos, quise que pagase su atrevimiento pero no hice nada. Humo se encargó de contenerme recordándome que sus besos siempre serían míos y que su corazón era compartido con el mío. Me tranquilizó, sabe como hacerlo y sé que lo que me dice es cierto.
Después cuando hube vuelto a la calma me hizo prometerle algo más. Él la iba a buscar, la haría partícipe de lo que era su mundo, intentaría tenerla como aliada puesto que si era al contrario no tendríamos suficientes lágrimas con que llorar nuestros caídos.
-Daya, no te muestres hostil con ella, no la ataques pues temo por ti. Es poderosa y si lo haces podría dañarte e incluso matarte. Deseo aprender y que aprenda conmigo, quiero contar con ella como aliada-
Estaba dispuesta a cumplir mi promesa, no era dueña de Humo, no podía imponerle mi voluntad por muchas razones. Los dos decidimos compartir no pertenecer, él me consiente y yo estaba dispuesta a consentirle a él. Prometo que no me importó, prometo que mi rabia hacia ella se esfumó.
Días más tarde fue Humo el que me buscaba con preocupación.
Llenaba las cantimploras de viaje cuando alguien me llamaba la atención, un caballero desconocido me saludaba invitándome a ver un caballo precioso digno de una princesa como yo. Estaba perpleja pero al tenerle cerca me susurró y me dejó ver quien era.
-Tengo que contarte algo muy importante, pero no aquí. Ella puede vernos- Humo estaba inquieto.
Asentí y le seguí, Cuando llegamos al bosque lejos de todo, me inquirió a cruzar un portal, obedecí.
Estábamos en Eterlund, Humo me llevó hasta allí para tener la certeza de que no nos seguirían, y allí me pidió consejo.
Había encontrado a Karen, pero con su forma de mediano. Ella había cometido un error, no actuó de forma inteligente sin duda. Ella propuso al que creyó mediano, un trabajo.
Pidió a Malakai que secuestrase a una dama, que la llevase atada y amordazada a la posada que hay en Villanieve, pero sin hacer ningún daño a la presa. Imagino la sorpresa de Humo al escuchar que la dama era yo. No sabía que hacer pero ahora entendía que yo estaba en peligro.
Yo misma le dije lo que haríamos.
-Seguiremos el plan, harás el trabajo que Karen te hizo, fingiré una gran borrachera y tú podrás conducirme a la posada sin levantar sospechas. Alguien bebido siguiendo a un mediano. Una vez en el lugar acordado átame y amordázame. Cuando llegue sabremos qué quiere exactamente-
Humo aceptó, estaba preocupado por supuesto, si algo salía mal no habría forma de consolarle.
Llegamos a la posada de mala muerte que se alza en Villanieve, interpreté a la perfección mi papel hasta que una camarera hizo acto de presencia.
Acusó a Humo transformado en mediano de secuestro, no podíamos arriesgarnos así que derribándola le hizo tragar un bebedizo que la haría dormir. Si salíamos con ella a cuestas siendo una camarera, tendríamos muchos problemas así que me quité la ropa y se la quité a ella intercambiándola, yo sería un camarera y ella una joven bebida hasta la inconsciencia.
De esta guisa nos dirigimos hacia las montañas que conduce a Sutchard.
Cuando ella abrió los ojos, yo estaba sentada a su lado, Malakai con la forma mediana, de pie. No sabíamos como iba a salir aquello pero de nuevo la intentamos hacer creer que las dos éramos sus presas. Ella por hacer que no cumpliese su trabajo de rapto, y yo porque era la presa a entregar. Cada vez se ponía peor el asunto, ella gritaba y yo me solté de las fingidas ataduras, leí dos pergaminos de dominación, uno en ella y otro en humo de forma improvisada, quizá Karen estuviese viéndolo todo y sobre todo, debía guardar a Humo.
Huí como me gritó la camarera, ocultándome pero cuando estuve suficientemente lejos aumenté el conjuro de ocultación. De nuevo desanduve mis pasos hasta llegar a ellos.
Ambos estaban enzarzados en una discusión y en un momento algo sucedió, fueron quizá las palabras de Humo las que la hicieron mostrarse. La camarera no era otra que karen. Me quería cerca porque era la única forma de atraer a Humo, su verdadera presa.
Escuché todo, vi como Karen tomaba la forma reptiliana que tanto usa Malakai, discutían y él tomaba la misma forma. Humo le repetía que podría ser amiga, que podría compartir las cosas con el Círculo, que la ayudaríamos pero no, ella tenía fijado un objetivo.
Ella quería a Malakai, quería poseerle como compañero, como amante, como pareja, no sé si con vistas reproductivas…no lo sé.
Malakai le repetía una y otra vez, pero ella solo incrementaba su ira por no llevarse lo que quería, por verse rechazada.
-¿Es por ella? ¿Es por esa humana?
¿¡Cómo puedes sentir algo por una estúpida y tonta humana, un ser imperfecto, inacabado!? – cada reproche era respondido por Humo pero ella continuaba.
-¡Tu tienes que ser mío, me perteneces!- gritaba ella manteniendo la forma de reptil a lo que Malak añadía que no era un objeto, que no pertenecía a nadie pero ella proseguía.
-¡Te has dejado enredar por una Humana! ¡Estás ligado a ella como un idiota!- escupía llena de impotencia-
-No, ni siquiera a Daya, soy libre y puedo desligarme pero tú no serás la causa, nunca – No sé si las palabras de Humo me agradaron o no, no éramos de ataduras pero yo ni siquiera había pensado en la posibilidad de desligarme de él, ahora no sé si mi amor le hace bien o será su perdición.
Karen siseaba, estaba enfadada pero su sangre bullía por poseer a Humo, por eso soltó lo que nunca debió, por eso se llegó al punto de no retorno.
-A las semi-elfas pueden pasarle cosas muy malas… cuida la espalda de tu inacabada criatura, cuídala bien –
-No te atrevas a tocarla, si tocas a Daya, si la dañas te mataré Karen…no te atrevas-
-¿Qué te gusta tanto de ella? Yo puedo ser ella…- Karen tomó entonces mi forma, como había hecho lunas antes cerca del bosque, tomó mi voz mientras se acercaba a Humo tentadora, Malak retrocedió perplejo
-Puedo ser lo que quieras, puedo ser ella, ¿no te gustaría? Yo puedo ser lo que ella nunca será, puedo darte lo que jamás podría darte, somos iguales Humo- le llamaba Humo, el nombre cariñoso con el que yo le había conocido antes de conocerle de otras formas. Malak la paró con la mano, dudando víctima de sus encantos.
-¡No, no eres ella, jamás tendrás su canto, ni su dulzura, ni sus detalles, no eres ella!- Karen no iba a rendirse, al contrario, acarició insinuante la mano que le paraba pero Malakai resistió y reaccionó.
Viéndose rechazada la lucha tuvo lugar.
Ambos se transformaron en la forma más poderosa de todas, un dragón rojo, la lucha era encarnizada y yo observaba todo oculta a ambos, obedeciendo por una vez a Humo.
El alma se me encogía, mi corazón parecía escucharse por toda la montaña y eso hizo que mi concentración desapareciese y con ella, la magia que me ocultaba. Karen me vio y su aliento de fuego me alcanzó.
Humo me gritaba que corriese, él dirigía la lucha lejos de mí. Obedecí.
Les perdí de vista antes de que el silencio lo llenase todo, corrí montaña abajo hasta que la lanza de karen paró puntiaguda cerca de mi cuello. Estaba malherida, pero aun era una criatura poderosa, me mataría con el último aliento que le quedase, no dudé y mi estoque se dirigió a su cuello, las dos en igualdad de condiciones, yo también estaba herida por sus llamas.
-Ahora somos tú y yo Karen- Lo dije con todo el sosiego que pude reunir, no sabía donde estaba Humo, si vivía o si le había matado, ya nada importaba.
-Tú…tú debes…- No terminaba la frase, pero intuía lo que quería decir, en esos momentos apareció Malakai con la forma Kobold
-Daya… no, no lo hagas, no seas tú- Apenas podía hablar la lucha de toda su vida, la más temida había tenido lugar.
Yo miraba a karen, a él y la situación, ahora lo veía todo claro, no iba a consentir que Malakai segase la vida de una igual a él, eso sería demasiado, por el contrario si lo hacía yo tal vez alguna vez lograse que en lo recóndito de su ser, perdonase mis actos, pero la mano me temblaba, apuntaba decidida el cuello de karen, al igual que ella hacía conmigo, hube de sujetar el estoque con las dos manos. Karen desfalleció en ese momento pero no tardaría en recuperarse y si lo hacía, estaríamos muertos.
No sé cuantas veces me rogó Malakai que no me manchase las manos de sangre pero se lo debía, le debía mi vida, le debía el hacerme vivir después de estar muerta en vida, se lo debía.
Las últimas palabras de Karen fueron “Yo, te quiero…tienes que ser mío”, las mías fueron una súplica sincera a los dioses, les rogaba que perdonasen lo que estaba a punto de hacer, les imploraba perdón por perder la inocencia. Mis manos se mancharon de sangre protegiendo a mi amado, sin consuelo, llorando y con la mirada perdida noté el abrazo de Humo, quizá alguna vez podamos olvidar…
//Muchas gracias a Talos por la escena de hoy y de días anteriores. Menudo cachondeo con Karen *;..;*