Canto de hoja

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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Mordenkainen

Canto de hoja

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Azhraël Aleanlylth

Azhraël << del noble linaje de la espada >>




Raza y/o Subraza: Avariel

Lugar de Procedencia: Nido de las Águilas Nevadas. Montañas del Margen Helado, al norte de Rashemen.
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Alineamiento: Caótico Bueno

Deidad: ERDRIE FENYA. La Madre alada, la Reina de los avariel.

Plano natal: Arvandor.
Alineamiento: Caótico Bueno.
Ámbito: aire, clima, criaturas aladas, lluvias fertilidad, los avariel, bardos, druidas, elfos, exploradores, hechiceros, viajeros, seres alados.

Erdrie Fenya es la expresión élfica de la libertad y los impulsos, y le desagrada permanecer demasiado tiempo en cualquier sitio. Se deleita en el sonido de los instrumentos de viento y en crear condiciones atmosféricas impredecibles, incluyendo tormentas eléctricas realmente severas o violentas en ocasiones, pero su principal diversión es simplemente sentir el roce del aire a través de ella, con el suelo muy abajo.

La iglesia de Erdrie Fenya es pequeña, con poca comunicación u organización entre sus dispersos templos. El clero de Erdrie está interesado principalmente en la exploración, y mantiene buenas relaciones con las razas de aves inteligentes (por ejemplo, águilas gigantes y aarakocra).

El ritual de "La Danza de los vientos arremolinados", se realiza cada medio año en los equinoccios de primavera y otoño, celebra el cambio de las estaciones y honra a la Madre alada. El viento siempre sopla con fuerza en esos días, dondequiera que se reúnan los seguidores de Erdrie. Los celebrantes ofrecen hermosas plumas y se unen en una danza de ballet aéreo siguiendo la música de instrumentos de viento tocados por algunos de los participantes. Aquellos que carecen de alas o medios mágicos de vuelo a veces levitan, como un don de la propia diosa.

Historia/relaciones: como la mayoría de los Seldarine, Erdrie sirve a Corelon, trabajando muy de cerca con sus deidades compañeras, y se opone a las actividades del panteón drow (con las excepción de Eilistréy). También trabaja contra Deidades de la furia (Áuril, Málar, Talos y Úmberli). Erdrie está aliada con deidades del viento, la lluvia, el vuelo y la fertilidad de pensamiento similar, que incluyen a Akadia, Cryrrolali, Isis, Lurue, Shóndakul y Shila Peryroyl.



Habilidades principales:

Avistar: Habilidad innata y entrenada en Azhraël. Los avariel tienen una vista muy agudizada pues vuelan desde muy alto y su raza simula a una mezcla entre elfos y halcones.

Concentración: Habilidad entrenada en Azhraël, para indicar su concentración, no sólo para el lanzamiento de conjuros sino también para la disciplina militar. Los avariel tienen a sufrir de claustrofobia, su concentración le ayudará a controlar estos defectos.

Conocimiento de conjuros: Muchos dicen que los elfos son los padres de la magia y quienes la introdujeron en Faerun gracias al don de Corellon. Teorías hay muchas, desde luego. Pero veraz es que los elfos son muy afines a la magia arcana. El hojacantante es la clase de prestigio predilecta de los avariel. Conocimiento de conjuros por lo tanto es una habilidad necesaria que ha entrenado Azhraël para poder dominar el uso de la magia.

Disciplina: Habilidad innata y entrenada en los avariel de la casta de los guerreros. Los elfos alados pertenecientes a esta casta son hábiles combatientes, muy disciplinados y tenaces. La disciplina es una habilidad no sólo para resistir estados físicos, sino también para reflejar ese entrenamiento y esa disciplina propia de una composición militar tan sofisticada y marcial.

Piruetas: Habilidad innata y entrenada en los avariel. Aunque Azhraël no sea el avariel más ágil, su entrenamiento le hará destacar en esta habilidad. Podrá utilizar sus piruetas en al aire para realizar ataques en picado o simplemente el deleite y disfrute del sentir el aire en su piel y a través de sus plumas cuando vuele.

Saber popular: Su curiosidad le ha impelido a aprender más sobre el entorno en el que se envuelve. Objetos mágicos, algo de saberes religiosos, runas arcanas y todo lo que vaya aprendiendo durante sus vivencias en la Marca Argéntea, estarán reflejadas en la ficha a través de esta habilidad.


Descripción y personalidad (breve):

Azhraël posee una apariencia común dentro de los estándares de los Avariel. Tiene el pelo negro de su clan y los ojos ambarinos. Su apariencia recuerda a veces a un halcón de alas negras que se camufla en el ocaso en lo alto de un bosque espeso. Su figura es alta para los elfos, espigada y ataviada con ropas cómodas que facilitan tanto sus vuelos como los rastreos y las expediciones. Tiene unas alas grandes, imponentes de plumas suaves y negras. Tiende a mirarlo todo con una profunda curiosidad y, al haber sido criado en la casta militar, se comporta de manera tajante con sus decisiones. Siempre lleva consigo su espada y su arco, ambos hechos con acero avariel (cristalcero) y los encantamientos de sus artesanos.

De personalidad firme, recia y seria. Quizás por la educación marcial que ha recibido en la casta de los guerreros. Orgulloso de su raza y de quien es. Viendo su condición como un don que la Reina de los Avariel, Eldrye, les otorgó, para surcar los cielos con total libertad. Leal a lo que su corazón le dicta y hacia las normas del panteón élfico. Muy curioso por naturaleza, aunque siempre procurará no mostrar esa inquieta curiosidad hacía los demás.

De personalidad firme, recia y seria. Quizás por la educación marcial que ha recibido en la casta de los guerreros. Orgulloso de su raza y de quien es. Viendo su condición como un don que la Reina de los Avariel, Eldrye, les otorgó, para surcar los cielos con total libertad. Leal a lo que su corazón le dicta y hacia las normas del panteón élfico. Muy curioso por naturaleza, aunque siempre procurará no mostrar esa inquieta curiosidad hacía los demás.


CON CAPA

Frente a tí tienes a un guerrero elfo de aspecto joven, fibroso y saludable. Llama la atención que es considerablemente más alto que los elfos comunes y corrientes. Sus ojos son de un color ambarino que recuerda la mirada de un halcón. La expresión de su mirada tiende a ser curiosa y cautelosa con casi todo lo que le rodea.

Tiene la piel extremadamente pálida, pero carente de impurezas o vello alguno, dándole un aspecto etéreo y delicado. Tiene los cabellos completamente negros y largos, recogidos tras la cabeza para que no entorpezcan su campo de visión al combatir o disparar.

Siempre va ataviado con ropas cómodas y vaporosas, generalmente de colores pálidos o similares a los del bosque. También lleva consigo una capa inmaculadamente blanca y con adornos dorados. Dicha capa se muestra más gruesa y abultada que el resto de su atuendo, a veces podría incluso parecer que ese abultamiento pareciera una joroba. Una prueba en avistar revelaría que bajo su capa se esconden plegadas unas hermosas alas de pluma negra.


SIN CAPA

He aquí que verás el motivo de que la mayor parte de las veces que recorre Faerun fuera de los límites élficos lleve siempre capa.

En cuanto se despoje de ella quedarán al descubierto un par de portentosas alas negras más puro y brillante a causa del sol que se refleja en cada una de sus delicadas y hermosas plumas. Son grandes y estoicas, adornadas por una especie de armadura dorada en sus costados, y sin duda capaces de de esclarecer su naturaleza atípica y de leyenda.

Armamento: espada larga en las ocasiones en las que deba defenderse a pie. Arco y flechas si debe enfrentarse desde el aire. Se dice que su armamento está hecho de cristalcero.

Raza: Elfo Avariel.
Altura: 1’74 m.
Peso: 60 kg.
Edad: 81 años



Objetivos y metas:

-Sobrevivir en la Marca Argéntea.

-Aunque ya tiene unos conocimientos y unas enseñanzas básicas, mejorar su entrenamiento marcial/arcano.

-Buscar una comunidad élfica en la Marca Argéntea y unirse a ésta, con las obligaciones que éstas requieran.

-Participar en el ritual de la "Danza de los vientos arremolinados" y enseñar al resto de los elfos sobre la cultura de los avariel, para reforzar la relación entre ambos pueblos élficos.

-Explorar el bosque frío, las montañas Sundabar y el sur de la Marca Argéntea hasta el Bosque Alto, para satisfacer su curiosidad y su ansiedad por descubrir y aprender más.

-Conseguir más alianzas fuera del pueblo élfico si se diera el caso por medio del rol, siempre y cuando el rol lo permita. Aprender de otras culturas y razas a las que los Avariel siempre consideraron inferiores, como cualquier otro terrestre y así comprender que toda raza tiene su valía.



Otros aspectos importantes de la vida del PJ:

Idiomas: Élfico, Aurano (idioma de genasíes de aire, águilas gigantes y otros seres elementales de aire con los que los avariel conviven) y Común humano.

Taras/Defectos

Claustrofobia: El personaje se sentirá "aprisionado" en los lugares cerrados bajo tierra, como cuevas. El motivo de esto es porque como avariel siente la necesidad de sentirse totalmente libre. Mi intención es rolear esta claustrofobia y hacer tiradas de voluntad si el periodo o estancia en las cuevas se eleva demasiado, para en el que caso de que falle la voluntad entre en un estado de nerviosismo extremo o enajenación.

Ingenuidad: Estar bajo la seguridad en el nido prácticamente durante sus 80 años de vida, le han hecho estar muy limitado en cuanto a sus conocimientos y experiencias. Casi todo lo que sabe es porque lo ha aprendido por verlo en libros, o de la sabiduría de los sabios o por las enseñanzas de la casta de combatientes. Es por eso que hay muchísimo que desconoce o no comprende. Su ingenuidad hará que Azhraël no comprenda en muchas ocasiones el humor, la manera de hablar de las gentes e incluso criaturas tan simples como un gato. Obviamente, cuanto más tiempo pase, más experiencia conseguirá y menos ingenuo será.

Recelo: Los elfos de por sí son recelosos. Pero la raza de los avariel es la más esquiva de todas las demás razas. Puede que el motivo fuese la cuasi extinción de su propia raza. El recelo hará que Azhraël desconfíe de gran parte de las criaturas con las que se encuentre y que de primeras no se fíe. No obstante, en el momento en el que cualquier raza ponga a prueba su confianza y se la gane, la amistad obtenida por parte de Azhraël será cuasi eterna.

Orgullo: Los avariel y solares compiten (de manera figurada claro está) entre sí por ver cuál de las razas es la más orgullosa entre los elfos. Y ninguno de los dos se queda corta. Azhraël como todo elfo joven será muy orgulloso. Y esto será un defecto, porque este orgullo le hará verse superior a otros seres terrestres que no poseen alas y la libertad de surcar los cielos. Lo que será un gusto rolear, es cuando por medio de los roles mi pj vea que otras razas a las que siempre consideraron inferiores, demuestran su valía, su honor y su buena conducta, lo que hará que Azhraël comprenda que toda raza puede ser valiosa. (Refiriéndome a otros elfos, humanos, medianos etc)
Última edición por Mordenkainen el Mar Jun 19, 2018 12:16 pm, editado 1 vez en total.
Mordenkainen

Re: Canto de hoja

Mensaje por Mordenkainen »

Historia


Hay ocasiones en las que el velo de la verdad y la imaginación es tan fino que tiende a romperse bruscamente. Nos lleva a una realidad que no conocíamos y que creíamos un cuento, una historia narrada por nuestros ancestros década tras década hasta llegar a nosotros. Pero entonces la historia se convierte en leyenda. La leyenda, en mito. Y desgraciadamente volvemos a olvidar que una vez ocurrió algo tan maravilloso que inundó nuestra vida de novedades apasionantes y sorprendentes.

Lo mismo le sucedió a nuestro pueblo.

Hace mucho, mucho tiempo, las razas del pueblo gentil convivían en el mismo espacio. Se dice que hubo una, sin embargo, que fue bendecida con cariño por la diosa Erdrie Fenya, la reina de los cielos y los vientos, y que fue gracias a ella que alas crecieron a sus espaldas otorgándoles el maravilloso regalo de la libertad de surcar su reino de nubes en cada vuelo. Muchas eras pasaron desde entonces, hasta que una tragedia sin igual marcó a los nuestros irremediablemente. Las Sierpes Blancas, codiciosas y malévolas, se sintieron amenazadas por la presencia de los míos. Temían que nuestra capacidad de surcar los cielos, de llegar a cada rincón de las montañas que compartíamos, de obtener todo cuanto deseemos, fuese peligroso para ellas. Temieron, porque no fue otra cosa que miedo lo que las movió, que nuestros ojos las contemplasen como enemigos y no como aliados. Temieron, ambicionaron y desearon. Su decisión no tuvo vuelta atrás. Las Sierpes Blancas dieron caza a nuestros antepasados con una crueldad que incluso a día de hoy nos hace estremecernos y lanzar una mirada aterrorizada a cada montaña nevada de este mundo. Nos despedazaron y nos mermaron. A punto estuvimos de extinguirnos por su culpa, y mucho tiempo llevó a nuestros antepasados volver a restablecerse lo suficiente para que el miedo de la extinción se perdiese en el viento. Fueron ellos, nuestros ancestros, los que tomaron la decisión de aislar nuestra raza allá donde el mundo exterior no pudiese cernir sus garras en nuestras alas y arrancarnos la libertad. Así, nuestra presencia se perdió y muchos, incluídos nuestros primos elfos, comenzaron a pensar que desaparecimos de este mundo o que sencillamente nunca existimos de verdad.

Así, la historia se convirtió en leyenda... Y la leyenda, en mito.

Nos llamaron «Avariel», los elfos alados.

Pero ahora permíteme contarte lo que realmente sucedió.

Mi nombre es Azhraël Aleanlylth. Apenas he alcanzado la mayoría de edad, que en nuestra raza se obtiene a los ochenta años. Sí, vivimos menos que nuestros primos elfos. La razón exacta la desconocemos, pero algunos eruditos sostienen que el riesgo de haber estado al borde de la extinción y el hecho de que vivamos aislados del resto de los elfos han ocasionado que nuestra esperanza de vida se reduzca de la misma manera que les ocurre a los elfos oscuros que fueron maldecidos con vivir en la Infraoscuridad. Nuestro hogar se encuentra en un reino de nieve y cristal al que llamamos el Nido de las Águilas de Nieve, al norte de Rashemen, y el cual nunca antes nos atrevimos siquiera a pensar en abandonar por miedo a lo que nos pudiese ocurrir. Fuimos educados bajo un sistema de castas y reglas sumamente estrictas. No tuvimos contacto con el mundo exterior, salvo por el infortunado avistamiento de alguna Sierpe Blanca o la visita de nuestros únicos amigos, los Genasíes de Aire. Fui adiestrado en la Casta de los Guerreros (integrada por todos los que son enseñados en las artes combativas) como combatiente arcano. Sin embargo, es costumbre en nuestro pueblo que los niños se sometan a un intercambio para comprender el funcionamiento de los miembros de la casta opuesta y que así, al crecer, puedan trabajar en equipo para seguir sosteniendo nuestra sociedad tan pulcramente como hasta el día de hoy.

Pero ahora hemos de desviarnos ligeramente de mi historia para explicar por qué estoy aquí.

Alrededor del año 1344 dio comienzo el Retiro, como es conocida la migración de muchos elfos de Faerûn a Eterniôn, también conocida como Siempre Unidos. Y entonces ocurrió el milagro. Un par de siglos más tarde, la reina Amlaruil oyó de la existencia de nuestro pueblo en el Nido. Su corazón compasivo y la desconfianza que los elfos sentían hacia el mundo exterior la llevó a enviar emisarios a buscarnos para invitarnos a formar parte de su reino como un potencial nuevo hogar para nuestra raza. Pero nuestro pueblo ha sufrido tanto a lo largo del tiempo, que no sabían si debían confiar en las palabras de los emisarios que habían sido enviados a tamaña misión. Uno de ellos, un elfo solar petulante y confiado, comenzó a hablar de otros enclaves élficos con desdén, asegurando que ninguno de ellos merecía la más mínima atención por encima de Eterniôn.

Y por culpa de eso estoy en este embrollo.

A uno de los clanes se le ocurrió la idea de que quizá, antes de tomar la decisión de ir o no a Eterniôn bajo las órdenes de una reina que no conocemos, debíamos investigar por nuestra cuenta los enclaves a los que pudiésemos tener acceso. Me llamó la atención la idea de conocer el mundo y buscar aliados, así que me ofrecí voluntario. No tardé demasiado en saber cuál sería el objetivo de mi viaje: Sundabar. Abandoné nuestro hogar y crucé el gélido Gran Glaciar hacia Hielo Alto. Viajé siempre de noche, cuando nuestra vista sigue siendo aguda, pero los humanos no pueden percibirnos. En Hielo Alto me desvié hacia el suroeste. Cruzar la Marca Argéntea no fue tan sencillo como planeé al principio, aunque no me quedó muy claro si ello se debía a la extensión de su reino, la forma de vida de sus gentes o la incipiente y peligrosa curiosidad que comencé a sentir. Tras varios meses viajando, por fin alcancé la Montaña de Sundabar.

Y aquí estoy. Viajando a hurtadillas hacia una tierra desconocida con el miedo de ser descubierto y atacado en cualquier momento. Demasiadas aventuras me aguardan y no sé si en cualquiera de ellas pudiera encontrarme con un gigante que busque arrancarme las alas, un dragón blanco que me devore o un mago corrupto que me calcine. Esperemos que no.

A fin de cuentas sólo somos un mito… ¿No es así?

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Última edición por Mordenkainen el Mié Jun 20, 2018 2:59 pm, editado 1 vez en total.
Mordenkainen

Re: Canto de hoja

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Entrada: 1


Exploración


Al fin llegué a las montañas de Sundabar, el corazón de aquella región a la que conocían como "La Marca Agéntea". Aquel lugar era muy peligroso. Se hallaba poblado de unas extrañas criaturas, la gran mayoría de ellas para mi desconocidas, pero no por ellos menos peligrosas, entre las cuales pude ver gigantes, manadas de rabiosos y majestuosos lobos y alguna criatura con una mezcla de oso y pájaro, muy agresivas.

Así que decidí no quedarme mucho tiempo en aquel lugar. Busqué un río en el cual pescar algo. Me alimenté, descansé y me preparé para viajar. Aquel lugar era demasiado peligroso para mi.

En el horizonte pude ver una majestuosa ciudad, con muros de piedra y unas extrañas edificaciones, las cuales reconocí de haber visto durante los meses de mi viaje. Se trataba de una ciudad de humanos. Aún recuerdo las palabras de los sabios de mi clan, "Aunque no eres juez ni verdugo, no te fíes de aquellos que se dejan guiar por la avaricia y codicia, traicionando así todos sus principios". Estaba claro que cómo todo siempre había excepciones, pero los ancianos me pidieron sobre todo prudencia a la hora de interaccionar con cualquier humano. Posiblemente no hubiesen visto nunca a un avariel y a pesar de que en nuestra raza la bondad estaba arraigada en nuestros corazones, la codicia de aquellos humanos podría ponerme en peligro.

Así que, haciendo caso de aquel consejo, evité aquella ciudad. Me encaminé hacia el sureste, buscando una zona mas "cálida". Estaba decidido a encontrar algún asentamiento de mis primos los elfos. Batí el lugar durante un par de días, hasta que finalmente llegué a otro bosque espeso y frondoso. Desde el follaje de aquellas altas copas de los árboles, aguardé durante días, alimentándome de las bayas y frutos que éstos me ofrecían.

Pude ver a aquellos asquerosos trasgoides. Se trataban de osgos, pero su pelaje era diferente al de los osgos de las nieves que yo conocía. Su pelaje era pardo con tonos verdosos y amarillentos, para camuflarse mejor entre los arbustos. Pero mi vista es veraz y mi ojo avizor. Mantenía siempre a esos canallas bien controlados.

También pude ver a otras razas. Se trataban en su mayoría de humanos. Parecían cazadores. Les escuché hablar. Deduje que el lugar en el que me encontraba era llamado por ellos como "Bosque de Nevesmortas". Y lo cierto es que salvo por aquellos peligrosos aquel lugar me fascinó.

Todo era nuevo e intrigante para mi. Todas las criaturas del bosque eran exóticas. Los pequeños rodeadores y otros mamíferos. Incluso algunos animales que reptaban por el suelo. Escuché a los cazadores que se llamaban serpientes y que son venenosas. Esa clase de criaturas no existen en el lugar del que provengo, puede que sean sólo de esta clase de climas mas cálidos y húmedos. Pero no sólo la fauna me llamaba la atención. La flora era majestuosa. Tantos olores nuevos para mi, tantos colores extraños, todos tan variados y vivos. Rojos, amarillos, blancos y verdes, con tantísimas tonalidades... yo, que me hallaba acostumbrado a los blancos, azules y grises, llegó aquí y veo tantísima gama de colores. Por el Seldarine, cuantas maravillas de la creación me he perdido.


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Mordenkainen

Re: Canto de hoja

Mensaje por Mordenkainen »

Entrada: 2


Exploración I


Los días iban pasando y poco a poco iba acostumbrándome a aquel exótico y vivo bosque. Consciente de mi fragilidad, siempre examinaba el lugar oculto bajo las ilusiones y desde las copas de los árboles a todo ser vivo con el que me cruzaba. Me percaté que al igual que en mi lugar de origen, este bosque era muy peligroso. Pero era parte de la naturaleza y el equilibrio de ésta. Yo no debía de interferir en éste.

Siempre que lo consideraba oportuno y seguro, desplegaba mis alas y examinaba el lugar. Un día encontré algo oculto entre el follaje de algunos arbustos, cercanos al linde del camino. Allí había una alforja caída y semi abierta. Desde donde me hallaba, pude ver con claridad la gema azulada que rápidamente identifiqué como una gema de almacenamiento arcano. La gema azulada se mostraba intacta, lo que me indicó que su estado estaba perfecto, sin haber sido usada. Fue entonces cuando examiné bien el lugar, y al no ver señal de peligro descendí hasta la zona y me acerqué a aquel preciado botín.

Alargué mis manos para abrir mas aún la bolsa y me percaté de un estuche de pergaminos con varios en su interior. Temeroso por la situación, miré a los lados nervioso. Rápidamente cogí aquella bolsa y regresé de nuevo a las altas copas de los árboles. Fue entonces, bajo esa seguridad, cuando examiné mejor aquel botín. Bien sabía Erdria Fenya lo mal que lo estaba pasando en aquel bosque. Mi rumbo estaba perdido. Mi interacción con las gentes del lugar había sido totalmente nula por temor a que me hicieran daño. Pero eso había cambiado.

No me aventuré a salir de la seguridad de aquellas copas de los árboles, por el temor y la fragilidad que me caracterizaba, pero con aquellos objetos mágicos podría hacerlo. Al fin y al cabo, ¿no había venido para una importante misión? Recé a la diosa, le pedí por su favor. Que me diese astucia y sabiduría, que mi ojo se siguiese mostrando avizor y que me separase de todo mal. Entonces con decisión alcé el vuelo sobre las copas de aquellos árboles y continué con mi rumbo hacía el oeste.

Notaba la agradable sensación fluir por mi cuerpo, no era únicamente la gélida brisa que acariciaba mi piel y mi negro plumaje, no, era aquella sensación que me embriagaba desde dentro. Podría explorar mejor aquellos caminos sin sufrir tanto en mi frágil cuerpo. Finalmente lo vi, una gran explanada que anunciaba una pequeña cordillera con una gran cantidad de cuevas que se internaban en la tierra. Bien es sabido el temor que los avariel tenemos para con los sitios cerrados. Así que mi deseo no sería internarme en la asquerosa tierra, sino explorar por fuera. Descendí hasta aterrizar cerca del linde del camino.

Entonces destapé el estuche y retiré el pergamino. Leí con corrección el componente verbal al tiempo que realicé el componente somático, a pesar de que fuese un pergamino siempre procuraba realizar de manera fiel y leal al conjuro, para simular su extracción de la urdimbre. Ante mi, apareció un elemental de fuego fiel y leal. De primeras me acongojé, pues bien es sabido el reparo que tenemos para con el fuego. Una sola chispa mal colocada sobre nuestras alas y podría incapacitarnos nuestra habilidad de vuelo, el don mas preciado que como avariel disponemos.

Pero aquella criatura no me era hostil. Cómo todo vínculo de convocación, hacía caso a mis órdenes de voz en todo momento. Así pues, tracé varias runas en el aire. Comencé a dibujar las runas de mi escuela favorita: ilusión. Noté la agradable sensación, esa brisa etérea que me envolvía lentamente todo a mi alrededor. Entonces mi cuerpo empezó a parpadear y a destellear cómo si de un espejo se tratase. Fue entonces cuando el conjuro se completó y todo mi alrededor cambió volviéndose etéreo e invisible para el ojo mortal. Ahora me sentía plenamente satisfecho y seguro.

Y en ese momento comencé a explorar el camino. Me encontré con animales. Eran cómo lobos invernales pero sin su peligroso gélido aliento. Una suerte para mi, desde luego. Seguimos avanzando hasta que choqué con unas cuevas. En su lejanía se veía merodear una gran cantidad de trasgoides menores. Quise comprobar el poder de aquella criatura así que le ordené que atacase a aquel grupo. Era increíble la potencia de aquel ser convocado. Abatió a los trasgos con facilidad. La entrada a la gruta quedó libre, pero decidí no internarme en el lugar, no confiaba para nada en lo que las entrañas de la tierra me deparasen.

Decidí entonces que debía de avanzar y entonces, sucedió.........


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Me encontré de cara con una humana. Su voz era suave, denotaba juventud tanto en su tono cómo en sus rasgos y facciones. Ella se dirigió hacia el elemental y de repente se puso en guardia. No era de extrañar, yo hubiese hecho lo mismo. Aproveché para ocultarme tras un grueso tronco y desde ahí examiné a la muchacha para ver si era peligrosa. Me lo pareció. Por eso no abandoné mi preciada ilusión que me ocultaba a sus ojos. Ordené al elemental que me protegiese, quien se posicionó en el camino con actitud firme.

Aquella muchacha continuó hablando, cómo si el elemental fuese a contestarle. Presté atención a ello. Eso fue el desencadenante de que mi concentración finalizase lo cual fue un error fatal para mi. Al perder la concentración el orbe de ilusión que me mantenía oculto a sus ojos se disipó. Fue entonces cuando me mostré detrás de un grueso tronco. La muchacha me vio, y al hacerlo se puso en guardia, alzando su espada y escudo. Yo me asusté y al hacerlo el elemental se puso en guardia.

No sé muy bien que me dijo, pero creo que me llamó ladrón de los caminos. Se la veía hostil. Quería que me identificase. Entonces miré al cielo. La zona estaba despejada para poder salir volando y alejarme del lugar. La muchacha me exigió con un tono mas hostil que me identificase. En ese momento flexioné mis piernas para coger impulso y propulsarme con la fuerza de mis alas. Pero justo cuando fui a hacerlo, me frené.

Ante nosotros dos apareció otra figura, mucho mas menuda. Alzó sus manos en señal de tregua y comenzó a hablar. Me centré en ella. Se trataba de ¡una mujer elfa! Por lo visto aquella mujer me había estado siguiendo, bueno a mi no. A mi elemental porque seguramente que a mi no me vio, o al menos eso creo yo. Sea cómo fuera, ella me defendió. Le dijo que los elfos no éramos bandidos y mucho menos yo. Comencé a analizar la situación, intenté prestarles atención, pero mi concentración estaba mas impuesta en el entorno y en mantener el elemental bajo mi mando que otra cosa.

Tenía miedo y aunque aquella elfa me dio cierto alivio, no la conocía y desconocía sus deseos. Aunque oía las palabras de las muchachas, no las estaba realmente escuchando. Sólo relacioné cuando la muchacha se identificó cómo una servidora de los dragones púrpura.

¿¿DRAGONES PÚRPURA?!?! ¡Maldita sea mi suerte! ¡Necio de mi! ¡Había caído en una trampa de adoradores de los dragones!

En ese momento sólo quise hacer una cosa: sobrevivir. Tenía muy claro que no les daría la oportunidad de capturarme, así que sin siquiera pronunciarme, flexioné mis rodillas y salte con el impulso de mis alas. Rápidamente me alejé del lugar volando dejando aquel elemental tras de mi y volviendo rápidamente hacia los bosques de Nevesmortas donde me quedé escondido los próximas días.


Aillesel Seldarie.
Mordenkainen

Re: Canto de hoja

Mensaje por Mordenkainen »

Entrada: 3


Nuevos aliados: Eilethya y Helie


Tras el último suceso, me mantuve en el bosque de Nevesmortas escondido un par de días mas. Por suerte, para nosotros los elfos la longevidad está atada en nuestros días y el tiempo transcurre de diferente manera. Tenía esperanza que al cabo de esos días aquella servidora de dragones me hubiese dejado de buscar. Así que volví a realizar mis labores de expedición. Esta vez hacía el sur, aunque eso sí mucho mas precavido que la otra ocasión.

Fue entonces cuando localicé a aquella elfa, la cual recordé que intercedió por mi. Yo me hallaba en el aire y bajo la ilusión para ocultarme ante los ojos mortales. Así que sin temer demasiado y confiado descendí para examinar a la elfa desde la cercanía. Parece ser que no me escuchó llegar. Se hallaba cerca de un riachuelo, relajada y tranquila, leyendo de un libro. Durante horas estuve observando a aquella mujer elfa, examinando sus gestos, sus expresiones y sus maneras de dirigir sus atenciones hacia el entorno y el bosque.

Por sus rasgos la reconocí finalmente como una elfa solar y por sus acciones comprendí que se trataba de una elfa que respetaba el Seldarine. Pude observar una cadena que pendía de su cuello con el símbolo de Labelas, el Seldarine del conocimiento y los saberes. Mas confiado tras este rato observándola, me acerqué a ella para agradecer su ayuda días anteriores.

La elfa rápidamente me reconoció y agradeció al Seldarine el que estuviese bien. Rápidamente sentí un sentimiento materno y de un celo inmenso por cuidar de mi. Conocía que los elfos solares se tomaba muy a pecho la protección de los avariel, pero nunca antes lo había visto hasta ese mismo día. Me dijo que me había estado buscando desde que me vio en aquel camino días antes en copmañía de aquella muchacha.

Por supuesto en cuanto la nombró, yo hice amago de irme, pero ella me detuvo. Me explicó que esa joven muchacha era una guerrera consagrada a su dios humano, Torm. Luchaba por la luz y la justicia. Y la orden para la que servía se llamaba "dragones púrpuras" pero que no eran ninguna asociación maligna. Agradecí su gesto y su ayuda, pero me seguí mostrando receloso, al fin y al cabo para mi seguían siendo siervos de dragones. Me daba igual, podían ser incluso los guardianes de Eternion, que seguiría rehuyéndolos.

Seguimos conversando y tratando. Efectivamente pude comprender el buen corazón que tenía y su celo por servir bien al Seldarine. Eilithya era maga, cómo yo. Una hermosa elfa solar de mente muy despierta y comprensión aguda. Pero demasiada orgullosa a los prefectos solares. Aún así de buen corazón. Tras comentarle mis motivos de estar en la Marca Argéntea, me dijo que me ayudaría en todos mis propósitos y que cuidaría de mi.

Lo mismo le indiqué yo. No me placía en absoluto ver que todo el mundo quería protegerme y cuidarme. Se que soy un ser frágil y débil, pero ella también lo es. Es mi obligación cómo hijo del pueblo gentil, servir a todos mis hermanos y hermanas de la mejor manera que pueda y sepa. Así que yo también cuidaría de ella, cómo de cualquier otro elfo que demostrase su apego por nuestras tradiciones.

Seguimos hablando largo y tendido durante aquella tarde, hasta que en el atardecer se nos acercó una joven muchacha que rápidamente identificamos cómo una mestiza. Eilethya receló, pero la semielfa supo muy bien manejar la situación. Ambos supimos que aquella muchacha estaba apegada a la naturaleza y a su equilibrio. Si algo respetemos los elfos son: el arte de la magia y la naturaleza. Tenemos la suerte de disfrutar de una empatía y afinidad especial con esto.


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Helie, así es cómo se presentó la semielfa, se trataba de una iniciada aprendiz de druida. Nos explicó que estaba haciendo en aquellos bosques. Se mostró muy atenta, servicial y cariñosa. Nunca antes había visto a una mestiza. Tenía una complexión mas fuerte que nosotros los elfos, una curiosidad en su mirada propia de nuestra raza y unas ganas terribles de vivir aventuras propia de los humanos, malditos a vivir vidas rápidas por culpa de su corta vida.

Rápidamente me causó ternura ver cómo nos llevó a su lugar de descanso. Nos ofreció bayas y toda clase de vegetales para comer, ya que ni Eilethya ni yo comemos carne. Nos comentó su historia. Cómo sintió la llamada de servir a la naturaleza y la historia del lugar en el que nos encontrábamos. Creo que mencionó algo así cómo la flecha del destino. De primeras comentó que esa asociación era comercial, aunque ella estaba buscando luchar porque se dedicasen mas a la protección del bosque.

La velada fue muy agradable y distendida. Disfrute de la compañía de las dos en grado absoluto. Hacían varios meses desde la última vez que disfruté tanto de la compañía y conversación, justo antes de partir hasta la Marca Argéntea. Por unos momentos me sentí casi cómo en casa y feliz. Un sentimiento de felicidad me invadió. Fue entonces cuando confié en las dos y les indiqué el motivo de mi partida hasta estas tierras extranjeras. Buscábamos aliados y otras comunidades élficas. Los ancianos de mi clan aún parecían querer dar una última oportunidad a Faerun, antes de migrar a Eternion.

De momento parecía que había encontrado a dos nuevas aliadas. Era muy fácil decirlo, pero nadie que no fuese elfo y estuviese apegado a las tradiciones, comprendería de verdad lo que la amistad significaba para nosotros. Una verdadera y pura. Cuando te ganabas la amistad y confianza de un elfo, eso era para siempre. Eilethya y Helie, a pesar de ser mestiza, se ganaron por completo mi confianza.

Aillesel Seldarie.

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Mordenkainen

Re: Canto de hoja

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Problemas al sur de Nevesmortas


Las semanas poco a poco iban transcurriendo y aunque para nosotros los elfos eso es cómo un suspiro o un simple abrir y cerrar de ojos, debo de indicar que en todo ese tiempo comencé a vivir muchas aventuras, adquiriendo experiencia, determinación y una muy necesitada confianza. Me dejaba ver mas por aquel pueblo, Nevesmortas. Sus gentes en su mayoría me trataban bien. Gentes corrientes, comunes, que se preocupaban de sus labores y que siempre dedicaban una sincera sonrisa. Aunque nunca me sentiré cómo en casa, si que me sentí bien y eso es algo que no creí que llegaría a pasar en una ciudad de humanos.

Así que en gratitud a todo aquello que me estaban brindando con su buena moralidad, vi justo guiarme por mi corazón y ayudarles en todo cuanto pudiese. Fue entonces cuando escuché los rumores entre varios parroquianos de la ciudad. Hablaban de un mal que se cernía al sur del pueblo. Dicho mal, y muy a mi pesar, se encontraba demasiado cerca del pueblo. Mas concretamente en su propio cementerio, una cripta cerca de las minas.

Si hay algo que aberramos los avariel, son los dragones, los gigantes y la no-muerte. Bueno, también esos asquerosos orcos y trasgoides, si. Pero aquel mal que se cernía al sur provenía en esta ocasión de un alzador de no muertos. Aunque temía, consciente de mi fragilidad, desee hacer el esfuerzo y el sacrificio. Todo lo que haría con la ayuda de Erdrie Fenya, sería para la gloria de nuestro pueblo y por las alianzas que podamos tener con Nevesmortas o la Marca Argéntea. Así que tras rezar para pedir su ayuda y dirección me dirigí a una zona tranquila para repasar algunos sortilegios. Cuando me sentí preparado y con todos los conjuros memorizados partí hasta aquella cripta, donde la sorpresa fortuita me hizo sonreir....


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Me encontré con el señor Fierz, un innato con el que había coincidido anteriormente en otros viajes. Dam, cómo así se llama el humano, es un varón un tanto peculiar pero de excelente corazón. Nervioso, siempre deseoso de mantener su tiempo ocupado (aunque no lo culpo, ya que al fin y al cabo es un humano y su vida es muy breve) y de querer ayudar. Además, aunque muy diferente a mi ya que él es hechicero, seguía siendo un usuario del arte. Parecía que usaba bien sus poderes, para realizar actos buenos. Al fin y al cabo para eso ha de ser usada la magia, para realizar actos de bien y de bondad, para luchar por lo que creemos justo y lo que nuestro corazón nos dicta cómo bueno.

Tras explicarle el problema acontecido en la cripta, el señor Fierz decidió que me acompañaría. Para mi fue un gusto y un verdadero deleite, pues aunque había decidido adentrarme en la gruta para ayudar, el temor me invadía y aquel sentimiento de claustrofobia parecía querer adueñarse de mi. La presencia del innato me serviría cómo apoyo moral gracias a su carisma, además de que me serviría cómo un valioso apoyo mágico.

Nos preparamos a las afueras y entramos en la oscura y tenebrosa cripta. La oscuridad bañaba todo a nuestro encuentro. Ni siquiera los conjuros de luz eran suficientemente efectivos para poder ver a una distancia prudencial. El hedor era apestoso, entre una mezcla a muerte y descomposición, azufre y humedad. "Aillesel Seldarie" pronuncié varias veces nada mas cruzar aquel el umbral de aquellas puertas.

Dam me avisó, el lugar estaba plagado de trampas que el nigromante posicionó para evitar que le molestaran en sus alzamientos. Entonces yo sonreí, pues tenía el mejor aliado contra este tipo de acciones. Llamé a Luthrys, mi pequeña fata, leal y eficaz. Ella comenzó a batir el terreno allá por donde se lo indicaba. Encontraba las trampas con facilidad. Luego vertía su polvo mágico sobre la zona y el brillito aúreo iluminaba los cables de accionar. Al hacerlo la fata podía seguir perfectamente la ubicación del mecanismo para así desactivarla.

Y así fue yendo el camino hasta las entrañas de aquella gruta. De vez en cuando alzados se levantaban a nuestro paso. Yo antes no había visto ninguno, pues en mi lugar de origen había mucha seguridad y nada de esto llegó nunca a superar la altitud en la que nos encontrábamos. Me pude percatar de la nula inteligencia de estos seres. Sólo se guían por el sonido y la vista (si es que tienen ojos) No sabría indicar si su olfato funciona también (tengo mis dudas).

Lo que puedo indicar es que son especialmente resistentes a golpes localizados, ya bien sean flanqueando o golpes fatales que a hombres vivos les dejarían incapacitados por completo. No sienten ningún tipo de dolor. Pero me pude percatar de dos grandes debilidades. Su escasa velocidad de acción y su vulnerabilidad al fuego. Con mi canto de hoja evocado en llamas , así cómo el lobo convocado mágicamente preparado por Dam, pudimos abrirnos paso con facilidad entre aquellos enemigos que se alzaron ante nosotros.

Finalmente llegamos a la sala mayor, con una gruesa puerta de piedra que bloqueaba su acceso. Luthrys se acercó al lugar, examinó la puerta y desactivó la trampa eléctrica realizada con polvo de cuarzo (especialmente peligrosa para alguien tan frágil cómo yo). A continuación se introdujo en la cerradura y comenzó a vibrar a gran velocidad. Su polvo de fata penetró en el orificio y la cerradura se abrió. Entonces le ordené que se pusiera a salvo. Dam y yo nos acercamos a la puerta y la abrimos, para ser testigos de la atrocidad que había al otro lado de la puerta...

Pudimos ver a aquel ser, ese "nigromante". Era una especie de humanoide, mezclado entre la vida y la muerte. Su cuerpo se mantenía casi esquelético con mas pellejo y huesos que propia carne. Estaba claro que estaba buscando algún pacto o ritual para prolongar ese fétido estado de vida en el que se mantenía. Cerca de éste, había varias rejas en las que se encontraban varios especímenes de prueba y ensayo. Además había varias camillas en las que practicaba sus atroces experimentos.

Todo lo que vi, sumándolo a la maldita claustrofobia que siento en sitios cerrados, hizo que me paralizara de miedo. Luthrys me notó así de abatido y en un afán de protegerme se abalanzó hacía el frente para luchar contra los guardianes esqueléticos de aquel ser. Dam, no lo dudó ni un instante. Me vio paralizado de temor y se sintió sólo en aquella lucha. El hábil evocador innato conjuró dos bolas de fuego, una detrás de otra, las cuales impactaron de lleno contra aquel nigromante. No le dio tiempo ni a comandar a sus esqueletos combatientes. Tanto ellos cómo él, yacieron bajo el ardiente fuego purificador.

Cuanto tengo aún por aprender...

Aillesel Seldarie.


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Mordenkainen

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Camino de la bifurcación


Los días seguían aconteciendo con rapidez. Para mí el anuncio de cada alba en el horizonte era fruto de alegría y albedrío, porque suponía que seguiría aprendiendo sobre este maravilloso lugar, sus flora, su fauna y los seres que convivían aquí junto conmigo. Me sorprendía la facilidad con la que los olores y los colores iban cambiando dependiendo del lugar. En unas horas podía hacer frío y notarse el gélido aliento de la montaña. Y en tan sólo unas horas de distancia, podías estar en un asentamiento humano, con unas bastas llanuras con un clima mas templado y con un aroma característica a aquella civilización. Eso dista mucho de mi lugar de origen, donde todo son montañas escabrosas y peligrosas con un gélido y frío clima.

En esta ocasión me topé con Aderion, un hijo del pueblo gentil. Me comentó que provenía de Eternion, el lugar del cual recibimos la invitación para irnos a vivir. Me sorprendió que si tan perfecta era esa isla y tan protegida estaba, hubiese oriundos del lugar que preferirían regresar a Faerun. Lo cierto es que Aderion no se mostró receptivo para hablar de su pasado, por lo que yo tampoco le pregunté, por respeto.

Me indicó un trabajo que podría hacer para conseguir monedas, que para mi eran esos discos dorados. Me comentó que eran una especie de moneda de cambio para realizar trueques. Así que le acompañé. El trabajo consistía en proteger unas caravanas cargadas de provisiones y víveres para llevarlas a otro punto. En esa ocasión me llevaría hasta Sundabar para mostrarme el camino. Debo de decir que el camino fue bastante peligroso. Cruzamos el bosque de Nevesmortas, donde nos encontramos con esos apestosos trasgoides, pero Aderion es muy hábil con el estoque y su magia, por lo que abatió con facilidad a todos los enemigos.

Seguimos avanzando a través del camino del bosque hasta una especie de carretera mas grande y ancha, que mas tarde me comentó que se conocía cómo el "Camino de la bifurcación". Viajamos hacia el oeste. Allí nos encontramos con lobos, algún apestoso troll que abatimos gracias a las llamas evocadas en el estoque de Aderion y algún que otro oso pardo. Él demostró una gran habilidad y sutileza con su estoque. De hecho pude ver algún pequeño ritual que realizó con su estoque. No me atreví a preguntar, pero creo que era un canto de hoja.

Debería de aprovechar y pasar mas tiempo con él, seguro que pueda aprender algo de él.

Aillesel Seldarie.


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Mordenkainen

Re: Canto de hoja

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Mara Fryar: Paladín de Tyr


El viaje hacía Sundabar con Aderion me cansó demasiado. No estaba acostumbrado a caminar durante tantas horas seguidas. La gente con la que me cruzo no piensa en que los avariel tengamos seis extremidades en vez de cuatro. Nos gusta mucho mas volar que andar. Además que es mucho mas práctico y funcional. La distancia mas cerca entre dos puntos, sin usar medios mágicos, es la línea recta. Por eso el vuelo es tan práctico, a pesar del esfuerzo físico claro. Te elevas lo suficiente y usando las corrientes de aire procuras siempre entablar la línea recta con la cual ahorras, esfuerzo y tiempo.

Así que cuando llegamos a la ciudad, aproveché para despedirme de Aderion. El bullicio de la ciudad, sus gentes, la velocidad con la que hacen sus quehaceres, el nerviosismo de sus comerciantes y un largo etcétera, me incomodan en demasía. No estoy preparado aún para estar largas horas entre los muros de aquellas ciudades, de verdad que no. Ya en las afueras de Sundabar, flexionó mis rodillas y pegando un fuerte salto me impulsó con el batir de mis alas. Me alcé en el cielo y cuando visualicé las montañas en el horizonte, usándolas para ubicarme, retomé mi camino hacia Nevesmortas.

El vuelo para nosotros es un deleite. Preferimos volar sin ningún tipo de armadura que nos incapacite ni moleste. Disfrutando de la agradable sensación de la brisa acariciándonos la piel, nuestros cabellos y el plumaje de nuestras alas. Nadie lo comprenderá, ni siquiera nuestros primos los elfos. Nadie puede ponerse en nuestro lugar y sentir lo que verdaderamente sentimos nosotros cuando alzamos el vuelo y tantísimas sensaciones nos embriagan. Poder surcar los cielos con tanta tranquilidad es uno de los mayores privilegios que podemos sentir.

Y el viaje fue la mar de tranquilo. Me entretuve jugando con algunas otras bestias voladoras, disfrutando de alguna otra pirueta de juego. Ja, ja, fue muy divertido. La tensión de mi viaje y de cumplir mi misión, a veces me hace olvidar quien soy y qué es lo que debemos de hacer para mantener nuestra mente en comunión con nuestra Diosa, nuestra magia y la naturaleza. Fue entonces cuando llegué a mi destino. Así que aterricé. Al hacerlo me percaté de la presencia de una joven humana, muy apuesta para ser una humana podría decir, así cómo amable, aunque de primeras no me lo pareció...

En cuanto toqué el suelo y me vio, la muchacha se puso en tensión y no la culpo por ello. Si yo me pongo en el pellejo de unos pobres terrestres que no pueden volar, mi mente también sería muy cerrada y obtusa y me alarmaría de ver a alguien aterrizar justo a mi lado. Es curioso, porque a pesar de la tensión que notaba en ella, estar a su alrededor me inspiraba cierta paz y tranquilidad, me sentía cómo arropado y sin miedo.

Ella me miró, yo la miré y ambos nos quedamos en silencio. Entonces la muchacha cerró sus ojos y murmuró algo para si. Yo no la escuché la verdad. Pero cuando abrió sus ojos me dedicó una hermosa sonrisa, cargada de inocencia pero al tiempo de firmeza, determinación y rectitud. Rápidamente comprendí que prefería la compañía de aquella joven que la de otros muchos con los que me crucé. Me transmitía paz.

Obviamente ella nunca había visto a un avariel, así que me confundió con un ser del plano de celestia. Le indiqué de donde provenía y quien era. Ella entonces me dijo que era paladín de Tyr. Bien es cierto que he leído sobre los dioses de Faerun, aunque no es algo que me fascine ni me apasione. También leí algo sobre los paladines, guerreros consagrados y elegidos por aquellos dioses. Los paladines y los elfos que servimos al Seldarine, creo que somos bastante parecidos. Ámbos luchamos por lo que creemos justo y bueno. Aunque ellos tienen un estilo diferente de moralidad. Están mas apegados a las leyes de aquellos dioses de humanos. Nosotros en cambio nos dejamos llevar por nuestro instinto, uno que está apegado a lo que es bondadoso y pulido por la experiencia de los años, de la que los humanos carecen.

Por eso el Seldarine no tiene paladines cómo propiamente lo dirían los humanos. Aunque cada hijo del pueblo gentil que se precie, defenderá los prefectos y la unidad de nuestro amado pueblo y del Seldarine que tanto vela y ha velado por todos nosotros.

Las siguientes horas conversé con Mara. Fueron horas que parecían minutos. Disfruté mucho de la compañía de la muchacha. Su paz me tranquilizó. Sabía que juntos podríamos hacer muchas cosas. Ámbos teníamos mucho que aprender, y todo pintaba a que íbamos a saber congeniar muy bien. Que el Seldarine me de sabiduría y raciocinio para saber cómo tratar a estos extraños humanos y encontrar de ellos aquello que tanto necesitamos en el nido: alianzas.

Aillesel Seldarie.


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Mordenkainen

Re: Canto de hoja

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Aprendiendo a confiar y el "Ki".


Hay tantísimos aspectos tan diferentes y extraños que los hacen tan exóticos a mis sentidos, que están haciendo que las semanas sigan aconteciendo a una grandísima velocidad, que nunca llegué ni siquiera a imaginar que pudiese pasar el tiempo tan rápido. Cada vez confío mas en los desconocidos y me dejo ver mas en público, sin temor a que quieran causarme ningún mal. He descubierto que la gran mayoría de las gentes de Nevesmortas, son seres con la bondad arraigada en su corazón y eso me complace.

Cómo es normal ante la presencia de uno de los míos, la gente suele pararse a examinarme con asombro y a preguntar casi siempre que soy y de donde provengo. Lo que no saben, es que para mi todos y cada uno de ellos son tan exóticos cómo yo lo soy para ellos. Tanta diferencia entre sus tonos de piel y cabellos, el color de sus ojos. Su altura, su complexión, así cómo sus estilos de vida, sus oficios, incluso hasta la manera de conjurar versados en tantísimas escuelas o diferentes tipos de armas. Nunca creí que pudiese haber tanta diversificación en un mismo lugar.

Pero he visto algo que nunca antes vi y ni siquiera leí en ningún escrito de nuestra biblioteca y por lo tanto es totalmente desconocido para mi. Se trataba de un varón mediano, pero no era su raza lo que me resultaba tan esquivo y exótico, sino aquello a lo que él se dedicaba. Yo me encontraba cerca del pozo de Nevermortas. Mis alas se removían ligeramente con la tenue brisa, disfrutando de la sensación de ésta y evitando así tener las alas plegadas en esa tensión que siempre me caracteriza cuando camino por la ciudad de los humanos.

Fue entonces cuando pude ver cómo aquella menuda figura mediana, se alzó del lugar en el que se hallaba y se acercó andando hacía a mi. Pero, rápidamente pude notar aquel movimiento que aún así sin ningún tipo de esfuerzo, demostró mas agilidad y velocidad que un hombre corriendo bajo los efectos de un conjuro de celeridad.

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Me mostré receloso de primeras, mis alas se tensaron al igual que todo mi cuerpo, no obstante rápidamente pude notar en aquel mediano que albergaba bondad en su corazón. Tan curioso se mostró él cómo yo lo hice por él. Entablamos conversación. Me preguntó lo que muchas otras gentes del lugar habían hecho ya por decenas de veces: Quien era. Le contesté cómo siempre habituaba, con paciencia, respeto y humildad. Se que en este lugar yo soy el forastero. Además, las criaturas terrestres me dan mucha lástima, al no haber sido dotadas de alas con las que poder surcar los cielos. Es lógico que se muestren tan fascinadas cuando vean a un avariel.

Tras un rato de conversación, fue cuando el mediano comentó algo que rápidamente deduje cómo fascinante y exótico, posiblemente lo mas exótico que había escuchado desde que había llegado a Nevesmortas: el Ki. Entendí que era algún tipo de energía que rodeaba a todo y a todos y que él conseguía manipular a través de mucho entrenamiento de cuerpo y mente.

Cuando dijo eso, me imaginé que se trataba de algún tipo de urdimbre desconocida para mi y que él posiblemente fuese un usuario mágico de esa energía a la que llamaba Ki. Me fascinó escuchar todo lo que me comentó, así cómo notar aquella paz y tranquilidad que me transmitía. Pero mi curiosidad no pudo quedar satisfecha del todo, ya que comenzaron a unirse a la conversación un grupo de aventureros, todos desconocidos para mi, salvo Dam y Eilethya.

Creí sensato averiguar e investigar sobre ese "Ki" en otro momento. Estoy seguro que con el tiempo realizaré mas entradas en mi diario sobre Lajato, cómo así se llama el mediano, e indicaré mas descubrimientos sobre esa "supuesta urdimbre".

Después fuimos todos juntos al camino, para recorrer las cercanías junto con aquellas dos jóvenes que acabábamos de conocer. Una de ellas era Nelline, una joven exploradora que aunque tiene mucho que aprender aún, se la ve ágil y hábil, además de que se la veía dispuesta de ayudar. La otra joven era Iliana, una novicia de Selune, por lo visto es una diosa faerunita que tiene el dominio lunar. Eso me hizo sonreír, además de que mostré mi afinidad por aquella joven. Me recordó a las novicias de Sehanine Lunaarco.

Quizás este exótico lugar, no sea tan malo cómo creí al principio.

Aillesel Seldarie.


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Mordenkainen

Re: Canto de hoja

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Cabellos blancos.


La expedición fue bien, sin ningún tipo de problema que no pudiésemos capear bien entre todos los presentes. Pero de aquel viaje lo que mas me fascinó al final no fue aquel Ki, sino ver a una humana tan afín y cercana a los principios del Seldarine. Ella era Iliana, aquella novicia de Selune. Durante aquella expedición estuve siempre cerca de ella, curioso por lo que pronunciaba y hacía, así cómo la manera en que bendijo la expedición, bendición que acepté a pesar de que no viniese del Seldarine.

Al día siguiente, me crucé de nuevo con aquella joven. Aproveché la tranquilidad del momento para hacer varias preguntas que me rondaban la cabeza. ¿Era Iliana semielfa? Tener un corazón tan noble no me parecía propio de los humanos, además del color de sus cabellos, de un blanco platino similar a la luz de la luna. Un color de cabellos propio de nosotros, los elfos. Aproveché que Eilethya no estaba conmigo en esta ocasión para formular aquella pregunta, ya que era conocedor del repudio y recelo que mi hermana solar mantenía hacía los mestizos.

Una parte de mi apenó bastante la negación de Iliana cuando me dijo que no era semielfa. Por unos instantes me hubiese gustado que lo fuese, para poder enseñar aspectos de nuestra sociedad y en respuesta recibir lo mismo de ella, con esa intimidad y esa sensación que sólo seres tan afines a la magia y a la naturaleza cómo los elfos, somos capaces de ofrecer. Pero a pesar de que de primeras esa negación me apenó, pude comprender que al ser humana y al tener un corazón tan noble, podría aprender bastante de ello y así comprender mejor a los humanos.

Parecía que no eran tan malos cómo yo creía. Cada día me demostraban que eran dignos y merecedores de mi confianza. Ya veríamos en los próximos tiempos.

Aillesel Seldarie.


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