DEILARA FILOLUNAR

En realidad soy una pariente muy lejana, sin derecho al trono ni a posesión alguna. De hecho rara vez les he visitado y ciertamente los asuntos del estado escapan a mi interés. Pero soy una pariente, y eso me convierte en portadora de obligaciones y poseedora de problemas adicionales.
Obligaciones, porqué se espera mucho de mí, sólo por la sangre que llevo, cómo si mis actos fueran un reflejo que pudieran elevar o decaer la imagen de la Corona élfica, una carga que comparto con mis parientes, más o menos cercanos a la Corona. Problemas, porqué no dejarán de salir a mi encuentro, tarde o temprano, gente que descubra mis lazos y desee usarme como moneda de cambio para chantajes, extorsiones o incluso maquinaciones contra la Corona.
No creo que la Reina accediera a tales cosas, aunque sea una pariente, pero de ser el caso, esa sería mi culpa. Una culpa que jamás podría soportar en mis carnes.
Pero permitidme que me presente un poco... quizás sea una dama hermosa, según el baremo elfico, pero hay mucho más allá de la simple imagen. Incluso aunque poseo un vigor decente, me adolece una complexión débil. Poseo una enfermedad que no me permite castigar demasiado mi cuerpo, y si a eso le sumamos que soy bastante menuda incluso para una elfa Solar, más bajita de lo habitual, eso me convierte en un blanco débil.
Y esa soy yo, una elfa débil.
He vivido y crecido desde pequeña con esa tara, y lo cierto es que he podido sobrellevarla bien gracias a la vecindad, que me han apoyado moral y físicamente en todo momento. En ese aspecto nunca me he podido quejar de mis vecinos de Eternion. Sin embargo en mi familia había la preocupación de que sería de mí, ya que no podia sostener ni una espada larga sin dificultad, y mucho menos portar armaduras. Tenía inteligencia, y se preguntaron si la magia tal vez fuera mi camino, pero lo cierto es que poseo a veces un déficit de atención. Pese a toda mi inteligencia, me distraigo con facilidad si me aburro cuando algo no me interesa, por lo que sería realmente problemático al usar la magia, y descartamos ese camino para mí rápidamente.
Se empezó a decir que lo mejor era que yo jamás abandonara Eternion, el refugio secreto de los Seldarine, y que viviera mi larga vida protegida por su ubicación. Eso me asustó... la vida de una elfa complaciente puede ser muy larga. Demasiado larga para sentirme atada en un mismo sitio. Es por eso que supliqué a mi familia que me dieran la libertad de escoger mi propio camino. Ellos por supuesto se opusieron al principio, preocupados por mi seguridad, pero logré ganarme el voto de la duda, cuando les dije que saldría cuando supiera luchar por mí misma.
Creo que no confiaron jamás que llegara ese día, razón por la que accederian.
Fui a buscar a uno de los maestros de armas, que entrenaban a los elfos que salian fuera del refugio para buscar a otros elfos perdidos. Cuando me vio mi aspecto, mi debilidad y demás... me preguntó, con delicadeza, si no sería mejor abandonar este camino antes de emprenderlo. Dolida, pero agradecida, me negué, empeñada a no rendirme en la vida.
Entonces empezamos a prácticar, y me enseñaba cosas muy buenas, pero quedó patente que las armaduras pesadas no podia llevarlas bien, era un blanco demasiado lento y fácil, incluidas ciertas armas. Así que empezó por cambiarme a armas más ligeras, así fue como aprendí las nociones del estoque. Y ahora entiendo, que es un arma infravalorada que ofrece mucho potencial, porque no depende tanto de la fuerza, sino como de la destreza y la inteligencia de saber llevarlo y entender a donde hay que apuntar.
Sin armaduras, me forzó a luchar sin protecciones, pues era el único modo, y tuve que aprender a esquivar, bloquear y contraatacar con un estoque. Resultó, para sorpresa de todos, que se me daba bien. Quizás porqué lo habia tomado con ganas, viendome en la perspectiva en caso de fracasar de quedarme encerrada en Eternion para siempre. Y poco a poco, se fue llenando con los dias de curiosos, viendo mis avances en las prácticas del patio.
Por supuesto siempre perdía. Mi maestro era el mejor. Pero cada vez le aguantaba un poco más... hasta que un dia, aunque perdí, logré darle con el filo en la mano y desarmarlo. Cosa que rápidamente corregiria con un giro, un golpe con el puño en mi arma que también volaria. Pero aquel día se rió y dijo que estaba preparada, y que sentía orgullo de ver como una elfa que lo tenía todo en contra, perseveraba.
Con una oleada de afecto y orgullo hacia él, como mentor y amigo, sentí que era el momento de partir. De ver mundo.
Mi familia, aún temerosa pero aceptandolo mejor tras la recomendación del maestro de armas, me ofreció recursos y viveres para el viaje. Mi padre me regaló un estoque para emprender el viaje de autoaprendizaje.
Yo creo en el Seldarine, y en los Dioses de la naturaleza, aunque no soy una militante, los respeto. Si tuviera que decir cual es mi deidad patrona, diria que es Labelas Enoreth, la deidad del conocimiento... pues mi actitud siempre es calmada, centrada y buscando entender la situación sin dejarme llevar por los estimulos. Una lucha inteligente, es media batalla ganada.
Durante mi largo viaje, me encontré con Ingwe, un brujo al que estaban atracando, y creo que de todas formas planeaban asesinarlo, así que acabé con sus captores y desde ese día hemos compartido el viaje juntos. Es un buen hombre, de gran corazón, y brujo. Por eso, no pierdo un ojo sobre él, me preocupa que su magia ponga en contra a los supersticiosos, creo que veo en él un amigo, desde que salí.
¿Qué busco ahora? Conventirme en la mejor duelista, para ser reconocida y elevar mi apellido. Y por supuesto, aprovechar mis habilidades, para ayudar a los elfos (y gentes de otras razas que lo merezcan), que viajan perdidos fuera de Eternion, y necesitan ayuda. Quizás una mano amiga que les ayude a reencontrarse con los suyos...
//Aunque pudiera parecer que es de alineamiento buena, es neutral auténtica, porque ella no dudará en actuar como crea en ese momento adecuado, sin darse tiempo a decidir si el acto es bueno o malo. En especial porque su sabiduria y su despiste en ocasiones, le impiden centrarse para según que cosas. Pero en el eje de la neutralidad, para entender al PJ, estaría más inclinada a la bondad que a la maldad.